¿Nos estamos acostumbrando a que nos maltraten como ciudadanos? por Mario A. Beroes Ríos

¿Qué nos está pasando y por qué lo estamos aceptando? Además de la crisis de valores que atravesamos como sociedad y como país, es que ya no nos importa que nos maltraten como ciudadanos y como seres humanos; que nuestros derechos sean una simple evocación ¿Hasta dónde vamos a tolerarlo?
Ese maltrato va desde algo tan simple como aceptar cancelar los servicios públicos “a ciegas”, ya que el Estado en una nueva muestra de pésima gerencia y peor demostración laboral, no nos entrega el recibo de pago para saber cuánto debemos de pagar de luz, teléfono o agua; hasta llegar a sentir miedo de salir a la calle ya que somos “blanco fácil” del hampa, muchas veces aupada y valorizada por el mismo Gobierno.
¿Será que hemos llegado a un nivel de sinvergüenzura, de antiparabolismo; de frustración ciudadana y de miedo que simplemente agradecemos el que podamos sobrevivir. Que hemos decidido que éste gobierno, realmente malo, peligroso y charlatán, nos asuste y nos cohíba a niveles de bajar la cabeza a la autoridad, aun cuando sabemos que la razón y la ley nos pertenece?
Yo me niego a aceptar algo así. A sentir que vivo en el salvaje oeste del siglo XIX, donde los motorizados son forajidos al mejor estilo de Jesse James, y para colmo, no cuento con apoyo alguno de la caballería, porque inclusive tengo mis dudas sobre ellos.
Hace unos días hablaba con un abogado, compañero de trabajo y me repitió por lo menos cinco veces las frases “no lo puedo creer” y “hasta dónde vamos a aguantar”. Pues ya llegó el momento de no tolerar ni aguantar más nada. No podemos seguir pensando o creyendo que esto lo soluciona Capriles, Maduro, los Mariners, los chinos, la OEA o cualquier “salvador de la Patria”. No, esto lo solucionamos nosotros, los que habitamos este país que se llama Venezuela; criollos y extranjeros que aquí convivimos y que no nos interesa, ni queremos irnos a otro país.
Tenemos que rescatar y aplicar esas palabras de una materia que a muchos de nosotros nos enseñaron en los primeros años de bachillerato: Moral y Cívica. No es minimizando al contrario. No es humillando al que piense distinto o descartándolo como si fuese un paria. Ese no es el camino correcto. Entendamos que nuestros derechos valen. Que estamos en la obligación de que se nos respeten y que debemos aplicarlos; pero que también los derechos de los demás también valen e igual que los míos.
Somos ciudadanos y esa palabra tiene que ser respetada por un Estado que dice ser la autoridad. Sólo nosotros podemos hacer que dicho Estado nos respete. Entonces, así, volveremos a valorarnos y a merecernos el país que realmente queremos.