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La actuación de la Unión Europea en Mali por Leopoldo Colmenares G.

Si se quiere evaluar muy rápidamente la actuación de la Unión Europea (UE) en la crisis que se desarrolla en Malí, se pudiera señalar que desafortunadamente, y una vez más, el grupo conformado por las veintisiete naciones del viejo continente han actuado tanto de manera fragmentada como incompleta y a destiempo.

Los diversos organismos del Servicio Europeo de Acción Exterior, han efectuado sin duda un excelente trabajo en la evaluación de zonas de crisis, incluyendo la región del Sahel. Así, por ejemplo, ya desde marzo del 2011 el Consejo de Asuntos Exteriores de la UE,

Si bien en el año 2011 el Consejo de Asuntos Exteriores de la UE, aprobó la Estrategia Europea para la Seguridad y el Desarrollo para la región del Sahel y por lo tanto contaban con una visión de conjunto sobre la situación de países específicos como Mauritania, Nigeria y Malí, los acontecimientos que se desarrollan en esta última nación han sobrepasado tanto la velocidad de respuesta de la UE así como la voluntad política de involucrarse enteramente en la crisis de la zona. Así por ejemplo, en octubre del 2012, el Consejo de la Unión Europea señalaba su preocupación por la grave crisis política y de seguridad del país y en particular la situación del norte la nación, el cual se encontraba en manos de grupos terroristas que oprimían a la población.

No obstante ese reconocimiento, la actuación de la UE en esos meses se concentró en planificar una misión con el objetivo de adiestrar alrededor de dos mil soldados malienses, que en teoría serían los encargados, junto con tropas de la misión militar de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), de la recuperación del territorio en manos de los grupos terroristas.

Lo que podría denominarse la inacción de la UE, se vio sacudida cuando por medio de un golpe de Estado, Dioncounda Traoré se convirtió el 11 de diciembre del 2012, en el nuevo presidente interino de esa nación, y tan solo un mes después, el 13 de enero del 2013, a su solicitud tropas francesas entran a Mali y sobre la base de su poderío aéreo se encuentran recuperando el territorio al norte de Mali. Así, entonces, puede notarse la fragmentación de esfuerzo de la UE cuando una de sus principales potencias militares encara de manera solitaria la tarea que, pensamos, han debido desarrollar los veintisiete como un todo.

Ahora bien, podría argumentarse que la actuación francesa en Malí está principalmente motivada a los intereses estratégicos que mantiene en esa nación. Si bien se entiende que cada país, en total independencia de Bruselas, desarrolla su propia política exterior, la cual evidentemente se basa en intereses nacionales, no es menos cierto que las evaluaciones de la UE señalan que las consecuencias de una mayor inestabilidad en la región pudieran afectar negativamente a una parte del continente europeo, sobre todo en lo atinente a acciones terroristas y operaciones del crimen organizado que pudieran desarrollarse dentro de sus fronteras.

De la actuación de la UE en Malí, la cual a la fecha formalmente consiste en la antes mencionada misión de entrenamiento, y que además tuvo que ser “apurada” ante el desarrollo de los acontecimientos en el país, pueden generarse algunas consideraciones que sin duda tienen que resolver sus integrantes al más alto nivel político si desean que la comunidad internacional considere a la UE como un actor global capaz de proveerse tanto de su propia seguridad, así también como mínimos la de sus vecinos más débiles, los cuales adicionalmente son importantes socios comerciales.

La primera de esas consideraciones, y de seguro la más importante, tiene que ver con cual es la verdadera visión que sobre si misma tiene la Unión Europea en cuanto a su rol en el mundo. La UE tiene que decidir, de una vez por todas, si realmente quiere ser un actor de peso en el ámbito global o simplemente una gran comunidad comercial ajena a los asuntos estratégicos internacionales. En segundo término, la UE debe decidir si con toda firmeza se involucrará totalmente en los asuntos de seguridad transnacionales, más aun si éstos los afectan directamente, en contraposición a actuaciones a medio camino, que sólo tienen como objetivo “mostrar la bandera” en zonas de crisis. Para hacer esto, la UE debe acelerar la conformación de un ejército europeo, al mando de Bruselas, y descartar de una vez por todas los “battlegroups” (que además después de más diez años de su creación no han sido utilizados en ningún escenario) lo que le permitiría una acción tanto rápida como efectiva para afrontar desafíos como los de Malí o Libia.

La actual dinámica internacional, fuertemente enmarcada por zonas de gran inestabilidad, tanto en África como el oriente medio, así como por el fortalecimiento de los ya no tan nuevos actores nacionales, supone una oportunidad para la UE en cuanto a demostrar una acción coordinada, coherente y total, pero actuaciones tan débiles como las Malí, en donde la retórica y las estrategias no se traducen en resultados visibles, sencillamente no contribuyen con la credibilidad de la UE como un actor global.

 Leopoldo E. Colmenares G.

@LCOLG

Centro Latinoamericano de Estudios de Seguridad.

Universidad “Simón Bolívar”

 

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Si se quiere evaluar muy rápidamente la actuación de la Unión Europea (UE) en la crisis que se desarrolla en Malí, se pudiera señalar que desafortunadamente, y una vez más, el grupo conformado por las veintisiete naciones del viejo continente han actuado tanto de manera fragmentada como incompleta y a destiempo.

Los diversos organismos del Servicio Europeo de Acción Exterior, han efectuado sin duda un excelente trabajo en la evaluación de zonas de crisis, incluyendo la región del Sahel. Así, por ejemplo, ya desde marzo del 2011 el Consejo de Asuntos Exteriores de la UE,

Si bien en el año 2011 el Consejo de Asuntos Exteriores de la UE, aprobó la Estrategia Europea para la Seguridad y el Desarrollo para la región del Sahel y por lo tanto contaban con una visión de conjunto sobre la situación de países específicos como Mauritania, Nigeria y Malí, los acontecimientos que se desarrollan en esta última nación han sobrepasado tanto la velocidad de respuesta de la UE así como la voluntad política de involucrarse enteramente en la crisis de la zona. Así por ejemplo, en octubre del 2012, el Consejo de la Unión Europea señalaba su preocupación por la grave crisis política y de seguridad del país y en particular la situación del norte la nación, el cual se encontraba en manos de grupos terroristas que oprimían a la población.

No obstante ese reconocimiento, la actuación de la UE en esos meses se concentró en planificar una misión con el objetivo de adiestrar alrededor de dos mil soldados malienses, que en teoría serían los encargados, junto con tropas de la misión militar de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), de la recuperación del territorio en manos de los grupos terroristas.

Lo que podría denominarse la inacción de la UE, se vio sacudida cuando por medio de un golpe de Estado, Dioncounda Traoré se convirtió el 11 de diciembre del 2012, en el nuevo presidente interino de esa nación, y tan solo un mes después, el 13 de enero del 2013, a su solicitud tropas francesas entran a Mali y sobre la base de su poderío aéreo se encuentran recuperando el territorio al norte de Mali. Así, entonces, puede notarse la fragmentación de esfuerzo de la UE cuando una de sus principales potencias militares encara de manera solitaria la tarea que, pensamos, han debido desarrollar los veintisiete como un todo.

Ahora bien, podría argumentarse que la actuación francesa en Malí está principalmente motivada a los intereses estratégicos que mantiene en esa nación. Si bien se entiende que cada país, en total independencia de Bruselas, desarrolla su propia política exterior, la cual evidentemente se basa en intereses nacionales, no es menos cierto que las evaluaciones de la UE señalan que las consecuencias de una mayor inestabilidad en la región pudieran afectar negativamente a una parte del continente europeo, sobre todo en lo atinente a acciones terroristas y operaciones del crimen organizado que pudieran desarrollarse dentro de sus fronteras.

De la actuación de la UE en Malí, la cual a la fecha formalmente consiste en la antes mencionada misión de entrenamiento, y que además tuvo que ser “apurada” ante el desarrollo de los acontecimientos en el país, pueden generarse algunas consideraciones que sin duda tienen que resolver sus integrantes al más alto nivel político si desean que la comunidad internacional considere a la UE como un actor global capaz de proveerse tanto de su propia seguridad, así también como mínimos la de sus vecinos más débiles, los cuales adicionalmente son importantes socios comerciales.

La primera de esas consideraciones, y de seguro la más importante, tiene que ver con cual es la verdadera visión que sobre si misma tiene la Unión Europea en cuanto a su rol en el mundo. La UE tiene que decidir, de una vez por todas, si realmente quiere ser un actor de peso en el ámbito global o simplemente una gran comunidad comercial ajena a los asuntos estratégicos internacionales. En segundo término, la UE debe decidir si con toda firmeza se involucrará totalmente en los asuntos de seguridad transnacionales, más aun si éstos los afectan directamente, en contraposición a actuaciones a medio camino, que sólo tienen como objetivo “mostrar la bandera” en zonas de crisis. Para hacer esto, la UE debe acelerar la conformación de un ejército europeo, al mando de Bruselas, y descartar de una vez por todas los “battlegroups” (que además después de más diez años de su creación no han sido utilizados en ningún escenario) lo que le permitiría una acción tanto rápida como efectiva para afrontar desafíos como los de Malí o Libia.

La actual dinámica internacional, fuertemente enmarcada por zonas de gran inestabilidad, tanto en África como el oriente medio, así como por el fortalecimiento de los ya no tan nuevos actores nacionales, supone una oportunidad para la UE en cuanto a demostrar una acción coordinada, coherente y total, pero actuaciones tan débiles como las Malí, en donde la retórica y las estrategias no se traducen en resultados visibles, sencillamente no contribuyen con la credibilidad de la UE como un actor global.

 Leopoldo E. Colmenares G.

@LCOLG

Centro Latinoamericano de Estudios de Seguridad.

Universidad “Simón Bolívar”

 

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