Desde el primer día de la temporada comenzaron los revendedores a hacer de la suyas.
Ahora es en el “José Bernardo Pérez” de Valencia para el Caracas Magallanes. El juego es el viernes, pero desde ya comenzó el abuso y el descaro con el que operan.
Claro que es verdad que eso de la reventa de entradas es una plaga mundial, que son como las cucarachas los revendedores.
Los encuentra uno en todas partes, en mundiales, olimpíadas, grandes conciertos, obras de teatro y espectáculos en general donde haya alguien dispuesto a pagar por ver.
Esta plaga se aprovecha de la necesidad que tiene un fanático por ver a su equipo o a su cantante o grupo favorito.
Cierto que cabe preguntarse por qué ni en eso que llaman “primer mundo” han podido acabar con la reventa y que esa situación es perfecta a la hora de que los involucrados den respuestas a la cantidad de personas que son víctimas de esta mafia.
Debe ser igual en Paris, Nueva York o Tokio, pero nosotros vivimos aquí, en Venezuela y son “nuestros revendedores” quienes nos preocupan.
Asistir a un Caracas-Magallanes, en Valencia o en Caracas, o un Caracas-La Guaira en el Universitario, si no se tiene un abono, es prácticamente imposible.
Son decenas de personas que madrugan para llegar de madrugada a los primeros puestos de la fila y aún así se quedan con las manos vacías y en algunos casos con un peinillazo, porque suele armarse un zafarrancho cuando comienzan los reclamos y la policía llega a perseguir a los decentes, claro, porque los revendedores son sus socios.
Esta cronista ha llegado a ver policías repartiendo el botín a pocos metros del estadio y uniformados, sin pudor o vergüenza alguna, total, pensarán, ellos son la autoridad.
Lamentablemente no todo el mundo puede disponer de varios miles de bolívares, entre mayo y julio, cuando la mayoría lo que está es pendiente de pagar colegios y los compromisos del fin de año escolar, para comprar los abonos de toda la temporada.
Se de muchos amigos que ahorran de un año para el otro para poder pagar sus abonos y evitarse la tragedia de quienes tienen que comprar entradas detalladas para los juegos que quieren ver.
¿Cómo es posible, por ejemplo, que en páginas de ventas de cosas, como mercadolibre.com se vendan entradas a veces hasta el doble de su valor?
A una de mis cuñadas, Rosa, le ofrecieron una entrada para el juego del sábado entre Tiburones y Leones, en sillas, en 150 bolívares. Ella no la compró, pero no irá al juego, lo verá por televisión, si es que lo transmiten y se quedará con las ganas para no darles el gusto a esos abusadores, pero cosa de ella, porque seguro que esa que le estaban vendiendo, ya fue comprada por otra persona.
También se que en la PM al grupo que asignan a estos eventos, en los que pueden ganarse una platica “extra” los llaman “grupo pellejo”, es decir, que son casi una institución dentro de los azules.
Claro que uno piensa que la mejor forma de acabar con los revendedores es dejarles sus entradas en las manos, que nadie les compre, pero eso es muy difícil, siempre hay y habrá alguien dispuesto a pagar lo que sea por la emoción de estar en el juego.
Esa es la fortaleza de los revendedores, los sentimientos de la gente por sus equipos.
Y se hacen campañas para no comprarles e igual los revendedores hacen de las suyas, aliados con los policías y algunos taquilleros inescrupulosos.
Victor Melo, periodista de El Universal hicieron un trabajo muy interesante sobre este tema. Aquí les dejo el enlace.