La cumbre del G20 que se llevará a cabo en Cannes el próximo 3 de noviembre podrÃa suponer un giro para la economÃa mundial, teniendo en cuenta que el contexto de esta cumbre se enmarca en el deseo de reactivar el crecimiento económico, tras la desaceleración que están mostrando economÃas como las de Estados Unidos, algunos paÃses europeos como Grecia, España, Portugal e Italia, además de Japón.
Lo paradójico que se plantea en esta cumbre es que la esperanza ante la crisis de la deuda pública en Europa, segunda economÃa del mundo (si lo apreciamos como un bloque económico), está puesta en la ayuda de paÃses menos ricos que ella, como por ejemplo China o Brasil.
Los paÃses del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) han apostado en las últimas semanas por participar en la recuperación de las finanzas de los paÃses europeos, contribuyendo con la labor de unos pocos paÃses solventes económicamente, según las agencias calificadoras de riesgo, como lo son Alemania, Francia, Austria, Luxemburgo, Holanda, Finlandia.
China es el paÃs dentro del bloque BRICS que tiene más recursos. Brasil y Rusia han terminado de pagar los créditos concedidos por parte del Fondo Monetario Internacional, en 2006 y 2005, respectivamente, y a pesar de tener problemas polÃticos y sociales internos que atender, tienen el poder, y por supuesto el interés, de participar en la recuperación de las finanzas de los paÃses europeos.
¿Y qué pasa con los paÃses BRICS?
En Rusia desde el 2009, las inversiones extranjeras directas en la economÃa rusa superaron los $100.000 millones, y en el 2011 se ha registrado un crecimiento de casi un 20% de las inversiones de capitales, según estimaciones del primer ministro ruso, Vladimir Putin.
La esperanza de un crecimiento anual en su economÃa sea del 6%, puede verse trastocado si Europa se sigue estancando ya que los mercados de materias primas y del petróleo están transcurriendo en un clima de alteraciones constantes. Además, habrÃa que tener en cuenta que el crecimiento económico de Rusia dependerá en 2012, de la polÃtica postelectoral y de lograr aminorar la extrema dependencia del petróleo.
China por su parte, tiene sus graves problemas económicos como la inflación y la desaceleración de su sector exportador, y a pesar de proyectarse como una potencia económica fuerte, su rol deberá consistir en confiar en Europa como socio estratégico, sin comprometer más ayuda de la que realmente pueda dar.
La ayuda que brindarÃa China a la eurozona pudiera tener obvias razones como la de extender la mano a su principal mercado de exportaciones y evitar que esta crisis desacelere a su vez, el alto ritmo de crecimiento que ha tenido el gigante asiático. Sin embargo, es de notar que más allá de los beneficios económicos y la influencia polÃtica que pudiera ejercer en la región, China debe tener cuidado con las cuentas europeas, antes de comprometer inversiones de un paÃs con altos Ãndices de pobreza que se ve hostigado además con una inflación elevada que dificulta las condiciones de vida de la mayor parte de la población.
Por su parte Brasil, podrÃa utilizar parte de sus reservas internacionales si el plan europeo de rescate resulta ser verdaderamente sólido y eficaz para los actuales momentos. No obstante, la ayuda que procurarÃa el paÃs suramericano, serÃa a través del Fondo Monetario Internacional y no del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, insistiendo con esta jugada en imprimir mayor influencia en el esquema monetario, algo que ha sido igualmente secundado por Rusia e India.
La presidente brasileña, Dilma Rousseff, ya habÃa señalado recientemente que existe un gran debate entre los paÃses emergentes y los desarrollados sobre la estructura del Fondo Monetario Internacional. Si los paÃses emergentes son llamados a contribuir en el rescate de esta crisis, ello pasará por la exigencia obvia de ampliar la participación de estos paÃses en el Fondo.
Asimismo, el esquema del Mercosur, prácticamente liderado por Brasil, podrÃa verse favorecido ante la crisis europea, dado el tratado de asociación estratégica que desde hace tiempo negocian y que serÃa ahora una oportunidad para las exportaciones de los paÃses europeos a un mercado de 250 millones de personas.
El primer ministro de India, Manmohan Singh, junto con Dilma Rousseff  y Jacob Zuma (Suráfrica) expresaron en la pasada Cumbre del IBSA (la India – Brasil – Sudáfrica), su intención de situar las prioridades de los paÃses emergentes en el centro de la Cumbre del G-20, incluyendo además de las discusiones sobre la crisis,  la necesidad de reformar el sistema financiero y monetario internacional.
Suráfrica es quizás de los paÃses de este bloque quien más retirado ha estado con respecto a extender una ayuda económica a los europeos y por algo muy meritorio, anuncian sin tapujos el impacto que ha tenido la desestabilización financiera mundial en su propia economÃa. Un plan de 3.200 millones de euros para reactivar la economÃa, será el próximo paso para contrarrestar el efecto negativo.
Los paÃses emergentes no pueden ser los salvadores de la crisis propiciada por el descontrol de los propios europeos. Aferrarse a un acuerdo polÃtico entre las naciones será posiblemente una solución a corto plazo pero esto deberá pasar a la larga, por compromisos de limpieza en las cuentas internas, recapitalización de las entidades financieras europeas, asumir las pérdidas que se han generado en esta crisis, y la reformulación del campo de acción y estructura no sólo del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, sino de otros entes globales de rescate como el Fondo Monetario Internacional.