El capitalismo es malo, sus productos no tanto por Henkel García
Es una rutina observar las diferentes instancias de gobierno (funcionarios, dirigentes y conductores en medios de comunicación) referirse al sistema capitalista con variados comentarios negativos. Al oírlos uno pensaría que el sistema capitalista fue diseñado desde la sección más maléfica del mismo infierno y que cualquier tono capitalista que pudiese tener alguna economía garantizaría que ese país se dirija irremediablemente a una debacle segura. Soy fiel creyente de la diversidad de pensamiento como elemento necesario para la modernidad, y este tipo de discurso podría respetarlo siempre y cuando las acciones fuesen coherentes con las palabras, pero lamentablemente esto no es así.
Es llamativo y sorprendente que la mayoría de los discursos anti-imperialistas y en contra del capitalismo, vienen acompañados de la utilización de productos emblema del sistema capitalista como lo es un iPad de Apple, una laptop HP o Dell, un teléfono inteligente como un Samsung o Blackberry, o también haciendo referencia a cuentas de correo de GMail (Google), o a cuentas de Facebook o Twitter. Es oportuno aclarar que esas personas están en pleno derecho de utilizar esos productos, el punto que quiero destacar es la incoherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Al parecer el sistema capitalista es malo, muy malo, pero los productos que son originados dentro de ese modelo no lo son. Por más vueltas que le doy ese mensaje para mí es totalmente incomprensible.
Con estas palabras no trato de eximir de culpas y fallas al sistema capitalista, las tiene y por ello estamos viviendo esta crisis que comenzó en 2008. Pero también ese sistema nos permitió conseguir muchas de las comodidades de las que hoy gozamos y disfrutamos, todo ello gracias a la innovación, trabajo e iniciativas de emprendimiento que por más de un siglo la humanidad ha presenciado.
En lo personal pienso que tanto el capitalismo como el socialismo tienen ideas y elementos importantes para lograr el bienestar de los ciudadanos de un país, pero debemos tener cuidado con las modalidades radicales de ambos sistemas. Históricamente ese tipo de experiencias han fallado estrepitosamente. Una versión que esté en un rango intermedio sería la opción ideal para Venezuela, todavía ese camino no está muy claro y sólo nos queda esperar para que una alternativa política la conciba, y así poder tener un Estado que sea suficientemente fuerte para que trabaje por igualar las oportunidades de desarrollo de sus ciudadanos y que a la vez permita y propicie una actividad privada robusta e innovadora que nos permita crecer económicamente dentro un ambiente de confianza. Sé que decirlo es mucho más fácil que lograrlo, sin embargo, estoy consciente de que no estoy solo y muchos de los que leen estas líneas se sienten identificados con estas ideas. Más temprano que tarde lograremos la Venezuela que queremos.
Henkel García
Analista e Instructor en Finanzas.
Presidente de Visión de Inversión
Director de @Econometrica IE C.A.
Maestría Administración, mención en Finanzas UNIMET
Twitter: @HenkelGarcia