La Escuela de Economía de la Universidad Central de Venezuela, comprometida siempre con la discusión de la problemática económica y social del país, ha decidido dirigirse a la nación para manifestar su enorme preocupación respecto a la decisión del Ejecutivo Nacional de aprobar la reubicación de las reservas internacionales de la República en países aliados, calificación ésta emanada del propio Ejecutivo. Diversos aspectos generan intranquilidad y alarma. En primer lugar, el Ejecutivo Nacional ha manifestado preocupación por que le suceda a Venezuela lo que le pasó a Libia con la congelación de las reservas internacionales, lo cual hace pensar que las autoridades podrían tener información que el resto del país desconoce, o que se esperan conflictos o acontecimientos que, en todo caso, podrían colocar en riesgo, no sólo nuestras reservas, sino la economía y la paz de la nación. En segundo lugar, preocupa que el traspaso de las reservas internacionales a países amigos siga una lógica eminentemente política, no económica ni financiera; en particular, la reubicación del oro, no sólo implicará altos costos transaccionales asociados al transporte y a los seguros sino, también, a futuro, cuando para obtener divisas se requiera liquidar una fracción del mismo, para lo cual será necesario reenviarlo al extranjero. La razón es que el grado de liquidez del oro depende fundamentalmente de su ubicación. Debido a la mayor profundidad de los mercados financieros, el oro resulta ser más líquido cuanto más cerca esté de los potenciales compradores, los cuales suelen estar localizados en Estados Unidos, Europa o Japón. Igualmente, en relación con la reubicación de nuestras reservas en divisas en Brasil, China o Rusia, vale destacar que esos países suelen mantener sus reservas en las plazas que hoy el Ejecutivo Nacional desea substituir; es decir, en la práctica, las reservas en divisas de la República permanecerán fundamentalmente en el mismo lugar, sólo que cambiará ahora la tenencia y el nombre jurídico de los cuentahabientes que las mantendrán. La mayor proporción de las reservsas internacionales de Brasil, China y Rusia está denominada en dólaresy euros. Conviene destacar que tanto Brasil como Rusia no tienen reputación de ser economías estables desde el punto de vista monetario, como quedó evidenciado con las crisis rusa y brasileña de los años noventa. Tan es así, que ni el real ni el rublo se consideran divisas. Respecto a lo anterior, lo que menos preocupa es que disminuya la renta anual a recibir por nuestras inversiones en divisas y ahora habrá que pagar a un intermediario (Brasil, China o Rusia) por la custodia de las mismas. Ello no puede ser obviado. Pero, lo que más llama la atención de la reubicación de nuestras inversiones en moneda extranjera, es que las mismas quedarían bajo el control directo de quienes hoy, precisamente, son nuestros acreedores principales vía préstamos poco transparentes, de dudosa legalidad como es el caso de los préstamos en dólares, yuanes y rublos, provenientes de China y Rusia. En este sentido, la reubicación pareciera reflejar cuán urgido está el Gobierno Nacional de subsituir los mecanismos de endeudamiento transparentes y titularizados por préstamos chinos y rusos, al margen de las leyes y del control parlamentario y en los hechos las reservas podrían interpretarse como garantía de los préstamos recibidos, en particular los de China. Por otro lado, no deja de preocupar que el traspaso de nuestras reservas en divisas podría significar un aumento del riesgo país, y del tipo de cambio implícito de las operaciones con títulos, colocando presión al alza sobre el nivel de precios asociado a la canasta de bienes y servicios que importamos. Ya de por sí es evidentemente alarmente la situación de nuestras reservas internacionales, las cuales alcanzan tan sólo 3,5 meses de cobertura de la demanda total de divisas anual, o alrededor de un 13% del PIB, cuando se sabe que las mismas representaron 16,2 meses en 1975 y 45% del PIB en 1984, respectivamente. Tampoco puede considerarse sensata la política de substitución creciente de las reservas en divisas por reservas en activos reales como el oro; de hecho, China, República a la que confiaremos nuestras reservas en divisas, tiene en reservas internacionales el equivalente a unos 3,3 billones de dólares de los EEUU, de los cuales mantiene en oro sólo un 0,15% y en diversas monedas el restante 99,85%. El llamado es a la rectificación de la política económica que adelanta el Ejecutivo Nacional, esta vez, en lo relativo a la administración de nuestras reservas monetarias. Múltiples consecuencias adversas podrían derivarse de su manejo inapropiado. Tanto más, cuando la parte operativa en divisas de las mismas viene disminuyendo de 1999 a la fecha, al pasar de US$ 10.500 millones ó un 75% del total, en febrero del año 1999, a tan solo 6.300 millones, es decir 22% del total, en la actualidad. Esta iliquidez puede comprometer la capacidad de pagos de Venezuela. José Guerra Director de la Escuela de Economía
Comunicado Escuela de Economía UCV: “Sobre la repatriación del oro y el translado de las reservas internacionales”
La Escuela de Economía de la Universidad Central de Venezuela, comprometida siempre con la discusión de la problemática económica y social del país, ha decidido dirigirse a la nación para manifestar su enorme preocupación respecto a la decisión del Ejecutivo Nacional de aprobar la reubicación de las reservas internacionales de la República en países aliados, calificación ésta emanada del propio Ejecutivo. Diversos aspectos generan intranquilidad y alarma. En primer lugar, el Ejecutivo Nacional ha manifestado preocupación por que le suceda a Venezuela lo que le pasó a Libia con la congelación de las reservas internacionales, lo cual hace pensar que las autoridades podrían tener información que el resto del país desconoce, o que se esperan conflictos o acontecimientos que, en todo caso, podrían colocar en riesgo, no sólo nuestras reservas, sino la economía y la paz de la nación. En segundo lugar, preocupa que el traspaso de las reservas internacionales a países amigos siga una lógica eminentemente política, no económica ni financiera; en particular, la reubicación del oro, no sólo implicará altos costos transaccionales asociados al transporte y a los seguros sino, también, a futuro, cuando para obtener divisas se requiera liquidar una fracción del mismo, para lo cual será necesario reenviarlo al extranjero. La razón es que el grado de liquidez del oro depende fundamentalmente de su ubicación. Debido a la mayor profundidad de los mercados financieros, el oro resulta ser más líquido cuanto más cerca esté de los potenciales compradores, los cuales suelen estar localizados en Estados Unidos, Europa o Japón. Igualmente, en relación con la reubicación de nuestras reservas en divisas en Brasil, China o Rusia, vale destacar que esos países suelen mantener sus reservas en las plazas que hoy el Ejecutivo Nacional desea substituir; es decir, en la práctica, las reservas en divisas de la República permanecerán fundamentalmente en el mismo lugar, sólo que cambiará ahora la tenencia y el nombre jurídico de los cuentahabientes que las mantendrán. La mayor proporción de las reservsas internacionales de Brasil, China y Rusia está denominada en dólaresy euros. Conviene destacar que tanto Brasil como Rusia no tienen reputación de ser economías estables desde el punto de vista monetario, como quedó evidenciado con las crisis rusa y brasileña de los años noventa. Tan es así, que ni el real ni el rublo se consideran divisas. Respecto a lo anterior, lo que menos preocupa es que disminuya la renta anual a recibir por nuestras inversiones en divisas y ahora habrá que pagar a un intermediario (Brasil, China o Rusia) por la custodia de las mismas. Ello no puede ser obviado. Pero, lo que más llama la atención de la reubicación de nuestras inversiones en moneda extranjera, es que las mismas quedarían bajo el control directo de quienes hoy, precisamente, son nuestros acreedores principales vía préstamos poco transparentes, de dudosa legalidad como es el caso de los préstamos en dólares, yuanes y rublos, provenientes de China y Rusia. En este sentido, la reubicación pareciera reflejar cuán urgido está el Gobierno Nacional de subsituir los mecanismos de endeudamiento transparentes y titularizados por préstamos chinos y rusos, al margen de las leyes y del control parlamentario y en los hechos las reservas podrían interpretarse como garantía de los préstamos recibidos, en particular los de China. Por otro lado, no deja de preocupar que el traspaso de nuestras reservas en divisas podría significar un aumento del riesgo país, y del tipo de cambio implícito de las operaciones con títulos, colocando presión al alza sobre el nivel de precios asociado a la canasta de bienes y servicios que importamos. Ya de por sí es evidentemente alarmente la situación de nuestras reservas internacionales, las cuales alcanzan tan sólo 3,5 meses de cobertura de la demanda total de divisas anual, o alrededor de un 13% del PIB, cuando se sabe que las mismas representaron 16,2 meses en 1975 y 45% del PIB en 1984, respectivamente. Tampoco puede considerarse sensata la política de substitución creciente de las reservas en divisas por reservas en activos reales como el oro; de hecho, China, República a la que confiaremos nuestras reservas en divisas, tiene en reservas internacionales el equivalente a unos 3,3 billones de dólares de los EEUU, de los cuales mantiene en oro sólo un 0,15% y en diversas monedas el restante 99,85%. El llamado es a la rectificación de la política económica que adelanta el Ejecutivo Nacional, esta vez, en lo relativo a la administración de nuestras reservas monetarias. Múltiples consecuencias adversas podrían derivarse de su manejo inapropiado. Tanto más, cuando la parte operativa en divisas de las mismas viene disminuyendo de 1999 a la fecha, al pasar de US$ 10.500 millones ó un 75% del total, en febrero del año 1999, a tan solo 6.300 millones, es decir 22% del total, en la actualidad. Esta iliquidez puede comprometer la capacidad de pagos de Venezuela. José Guerra Director de la Escuela de Economía