Desde el inicio de lo que fue el movimiento de Febrero que llevó al pueblo a las calles, siempre se planteó una salida democrática al atolladero en el que nos ha metido esta cuerda de delincuentes fascistas disfrazados de socialistas que des-gobierna el país. La salida es una necesidad: salir de un régimen que ha destrozado el país en apenas un año y que con cada semana que pasa pareciera descubrir un nuevo fondo al cual condenarnos y evitar una catástrofe de mayores dimensiones, porque sí podemos estar peor, pero no es necesario que lo descubramos.
El ilegítimo de nacimiento se burla día tras día, no solo del pueblo que no cree en él, sino del supuesto legado que muchos anhelan hoy. La inseguridad acaba con los venezolanos a un ritmo más acelerado que el de países en guerra. La escasez junto a la inflación han llevado la “calidad de vida” a una de sus mínimas expresiones. Un país que debería ser, según sus riquezas, la Dubai de Latinoamérica, es la sucursal de Cuba.
Han destrozado las instituciones generando un sistema judicial que se esfuerza en encarcelar a políticos, alcaldes y estudiantes sin ningún crimen, mientras en la calle van campantes no solo rateros y asesinos, sino corruptos miembros del régimen con comprobadas conexiones con el narcotráfico (por decir algo). Un Concejo Nacional Electoral que trabaja día a día para crear condiciones perversas bajo las cuales una victoria se hace imposible y cuando se logra, la transforman en derrota.
Allí tenemos un resumen de la realidad actual, ante esa realidad un grupo de líderes y estudiantes dijeron: “Hay que salir de este desgobierno lo antes posible de manera pacifica y democrática”. Ante esta petición, un régimen inseguro y sin pueblo, atacó a mansalva asesinando en las calles a protestantes y revelando su cara dictatorial. Hoy un pueblo oprimido y en la miseria merece, más que nunca, una salida.
Esa salida no llegará sola con el tiempo, hay que construirla. La salida no está en unas elecciones parlamentarias con un sistema que permite que tengamos hasta 60% de los votos y aún no lleguemos ni a la mitad de diputados. Lo que necesitamos es cambiar el sistema, no solo al ilegítimo, sino a la mujer que condena a muerte a quien piensa distinto, a la que le importa más tapar casos de corrupción que investigar asesinos, a quien se burla de tu voluntad. Hay que darle RESET.
La constituyente es un camino constitucional que más allá de ser una vía expresa de cambio, es un punto obligado de encuentro, reconciliación y acuerdos nacionales. Nos permitiría, una vez ejecutada, elecciones de todos los poderes, restablecer el sistema judicial, electoral y laFiscalía. La constituyente es una herramienta ideal para unir al pueblo y no dividirlo más, para que se funden nuevas bases para acabar con el sistema que ha carcomido la moral venezolana.
Esto requiere de cuotas de madurez política muy grande y la oposición debe estar a la altura. Hoy vemos el peor momento de popularidad y ejecución de un régimen que aún así se siente fuerte ante los fallidos intentos de la UNIDAD por restablecerse. Ojalá avancemos pronto a una reconciliación que permita construir juntos una nueva patria, una real.
Concejal del Municipio Sucre, Estado Miranda
