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Segunda carta de un empresario a su hijo por Carlos Dorado

Luisana Solano
Hace 11 años

motivación

 

Hijo, quizás me preguntes: ¿Por qué comenzaste pateando calle?, muy sencillo, era lo único que no requería de una inversión y una infraestructura. O sea; no requería de nada, y eso era lo que yo tenía en abundancia. ¿No requería nada? No; no es verdad, si requería: motivación y perseverancia; y eso era precisamente lo que yo tenía en abundancia.

Recuerdo que estando en tercer año de la universidad, el Banco Mercantil puso unos avisos, con el objeto de reclutar  a estudiantes que deseasen iniciar su carrera en el sector bancario. Fui a la entrevista; pero  decidí no aceptar (lo dueños nunca me lo agradecieron), y salí de la misma con un claro objetivo: ¡No quería ser empleado, quería ser empleador!

¡Ya tenía un plan!, y como todo plan que se precie tenía un objetivo (estaba muy claro de lo que quería lograr), y tenía un fuerte compromiso conmigo mismo, (estaba dispuesto a poner todo el esfuerzo y sacrificio de mi parte para conseguirlo).  Tenía una gran motivación, y también creía que tenía el conocimiento para hacerlo. ¡No tenía recursos!, pero no me hacían falta; el recurso era yo, y tenía todo el tiempo del mundo para lograrlo. ¡Objetivo, compromiso,  motivación, conocimiento, tiempo y recursos! Media docena de palabras que son los ingredientes básicos para cocinar el éxito, mi objetivo fundamental.

Decía mi madre: “Para quien navega sin rumbo, ningún viento es favorable”. Yo, ya sabía a dónde quería ir; y estaba dispuesto, si hacía falta,  a dejarme la piel para lograrlo. ¿Perseverancia? ¿Sabes hijo lo que significa: Metodio? Metodio es un nombre griego relacionado con el que sigue su camino siempre hacia adelante; con método, con perseverancia, con tenacidad, que no se doblega jamás. En ese momento yo era: “Metodio Dorado”. ¡No estaba dispuesto a rendirme!

Estoy convencido de que lo que separa a los emprendedores con éxito, de los que no lo tienen, es la perseverancia. ¡Claro que es difícil, pones tanto de tu vida en esto!, yo diría que la mayoría de la vida. Hay momentos tan duros en los que muchos se dan por vencidos, no los culpo; es muy difícil y consume gran parte de tu vida, y a menos que tengas mucha pasión en lo que haces y un firme compromiso contigo mismo por lograrlo, no vas a sobrevivir, vas a darte por vencido. La vida no es fácil. ¿Pero qué hay con eso? Debemos de tener perseverancia y confianza en nosotros mismos.

Pero esa perseverancia, no debe ser consecuencia ciega del primer impulso, obra de la inercia; debe ser una perseverancia reflexiva; ya que las recetas rápidas no funcionan. Todo cambio duradero requiere tiempo y esfuerzo, y si se siembra la semilla con fe y se cuida con perseverancia, sólo será cuestión  de  tiempo, para recoger sus frutos.

Por eso la perseverancia es la madre del cambio personal, y sólo teniendo el coraje de actuar en lugar de reaccionar, es que los sueños pueden convertirse en realidad. ¡Y nunca será tarde para perseguirlos y buscar un mundo mejor!

Hijo, la vida sin objetivos es como la comida sin sal: muy sosa; y como solía decirme mi madre: “Carlos, hay dos grandes días en la vida de cualquier persona. El día en que nace, y el día en que descubre para qué”.

Yo, ese día que regresé de la entrevista con el banco Mercantil, me sentí como Martin Luther King en 1963, cuando dijo en su discurso en Washington DC: “Yo tengo un sueño” (I have a dream).  Yo, tenía un sueño y un objetivo; y aunque no lo creas, también tenía todo lo necesario para hacerlo realidad, a pesar de que no tenía nada.

cdoradof@hotmail.com

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