Cuando el pasado 23 de abril Argentina dejó de publicar las cifras sobre pobreza, José Eduardo Echaniz desapareció de las estadÃsticas oficiales. Pero su coche sigue dando vueltas por las calles de Buenos Aires en busca de cartones o algo de valor que aparezca en la basura. José Eduardo tiene 36 años, tres hijos, una mujer y hasta diciembre pasado para el Gobierno argentino era indigente: su dieta no alcanza a cubrir las calorÃas mÃnimas diarias.
Pero no solo José Eduardo ha desaparecido del mapa oficial estadÃstico. Aunque el número de argentinos que la Administración de Cristina Fernández de Kirchner ha barrido debajo de la alfombra varÃa según quién haga las mediciones, las últimas cifras oficiales publicadas hablaban de que el 4,7% de la población -alrededor de dos millones de personas- estaban bajo el umbral de la pobreza. Los técnicos desplazados del Instituto Nacional de EstadÃsticas y Censo (Indec) -el organismo encargado de elaborar las estadÃsticas en Argentina y que, en 2007, el Gobierno de Fernández de Kirchner decidió intervenir para manipular los resultados de su gestión- aseguran que los pobres rondan el 20,4%, o sea que son unos 8.400.000 argentinos. Para el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), en el paÃs hay más de 11 millones de pobres. Son un 27,5% de los 41 millones de habitantes.
La polémica por las cifras sobre la pobreza creció cuando la semana pasada la oficialista Central de Trabajadores Argentinos (CTA) clasificó como pobres al 18,2% de la población. Son 7.681.000 pobres, de los cuales el 4,4% o 1.815.000 serÃan indigentes. Lo que indica que la situación social medida hasta 2013 estaba lejos de la realidad o que empeoró en los últimos tiempos, cuando Argentina comenzó a vivir signos de estancamiento en la economÃa.
El ministro de EconomÃa, Axel Kicillof, no dio explicaciones de por qué suspendÃa la rueda de prensa para dar a conocer las datos públicos de pobreza a fines de abril. Luego, el jefe de gabinete, Jorge Capitanich, se encargó de explicar, leyendo un papel, que el motivo se debió a un «empalme de metodologÃas». La enigmática frase hizo referencia al intento de remediar los problemas derivados de la manipulación de las mediciones que han afectado la credibilidad del paÃs desde hace seis años.
Argentina no solo comienza a vivir la pasión del Mundial del fútbol, sino también una larga campaña electoral que tiene como meta final las elecciones presidenciales de octubre de 2015, cuando finaliza su segundo mandato Fernández de Kirchner, quien ya no puede ser reelegida. Para este último año y medio de gobierno, la Administración kirchnerista necesita financiación externa y, en busca de préstamos, ha tenido que arreglar algunos asuntos pendientes, como reformular la metodologÃa de la mediciones que hasta hace unos meses negaba la existencia de la inflación, que en realidad ronda el 30% anual.
Cambio de metodologÃa
Con este cambio de metodologÃa surgió una nueva Argentina en cifras y sin pobres. La explicación del borrón de la pobreza apunta a la posibilidad de aceptarla, analiza Daniel Arroyo, quien fue viceministro de Acción Social del expresidente Néstor Kirchner (2003-2007) y conoce bien la problemática. Para el exfuncionario -ahora enrolado en el equipo de Sergio Massa, el candidato presidencial del opositor Frente Renovador y lÃder en las encuestas- la metodologÃa del Indec era buena.«Lo que sucedió es que, en los últimos años, han tomado a los alimentos que integran la cesta básica de la compra, y que determina si se es pobre o no, a precios irrisorios. Al ser el valor de los alimentos falsamente bajos, se encubrió la situación de pobreza», explica. Según Arroyo, con el nuevo método al Gobierno le saldrÃa que alrededor del 27% de la población son pobres. «No lo pueden publicar porque es muy difÃcil explicar ese salto», sostiene.
Arroyo suma dos datos crÃticos al panorama social argentino actual: además del 27% de pobreza, hay un 34% de trabajo ilegal y un millón y medio de jóvenes que no trabajan ni estudian. «El Gobierno oculta la condición de pobre de más de una de cada cinco personas, son nueve millones de personas», dice Adolfo Prat-Gay, exdiputado, polÃtico de la alianza opositora UNEN y expresidente del Banco Central entre 2002 y 2004, durante las presidencias de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner. «¿La razón? Están haciendo lo que les exige el Fondo Monetario Internacional (FMI), pero no están dispuestos a renunciar a la parte de su relato que dice que en estos diez años bajó la pobreza. En realidad, desde 2007 no se redujo este Ãndice», asegura el economista que entabló una demanda penal contra el gobierno por falsear los datos.
José Eduardo Echaniz desconoce esta polémica, pero la vive todos los dÃas. Nunca tuvo un trabajo formal y la alimentación de su familia depende de lo que consigue en la basura o lo que le dan en uno de los comedores comunitarios que funciona en Buenos Aires, y adonde, en estos últimos meses, más gente acude a pedir comida. «Esta época es la más difÃcil, ya no hay trabajitos porque hay menos obras de construcción. No es fácil lograr unos pesos para vivir», comenta José Eduardo mientras prepara su coche para salir. Son las primeras mañanas frÃas del invierno de Buenos Aires. Los hijos de José Eduardo juegan con unos globos verdes. No van a la escuela. A unos metros, unos muchachos fuman cigarrillos de tabaco y paco (pasta base de la cocaÃna) junto a una pequeña cancha de fútbol.
Encarecimiento de la vida
Arroyo insiste en que a los tres datos crÃticos se suma que a los ciudadanos no les alcanza el dinero porque las cosas están más caras y faltan los trabajos temporales que daban la construcción y la industria textil, lo que permitÃa sobrevivir a los sectores populares, y que esta parte de la sociedad argentina se ha endeudado en los últimos tiempos.
El no publicar las cifras de la pobreza no solo tapa la realidad. Arroyo asegura que el Gobierno ha creÃdo que habÃa menos pobreza y que, por lo tanto, no vio la necesidad de implementar polÃticas sociales. «No es solo el problema de no decir la verdad, sino también de cometer errores fácticos en la implementación de polÃticas públicas», dice.
La manipulación de las estadÃsticas también ha tenido consecuencias en el ámbito judicial y ha modificado algunos de los logros que hasta este momento hacÃa gala el kirchnerismo, como el crecimiento económico al ritmo chino. Cristina Fernández de Kirchner y parte de sus funcionarios han sido demandados penalmente por la falta de claridad en las mediciones. Ya existen dos causas abiertas. Una, por la manipulación de las cifras del crecimiento del Producto Interior Bruto (PBI).
Con la nueva forma de hacer cuentas oficiales, entre 2005 y 2012 la economÃa argentina creció diez puntos menos de lo que resultaba del cálculo anterior: la tasa de crecimiento anual promedio fue del 5,9% y no del 6,7%. El año que causó una de las demandas es 2008, cuando el Gobierno argentino pagó un bono relacionado con el crecimiento del PIB. Según las cifras oficiales anteriores, ese año la economÃa argentina habÃa crecido un 6,8%, pero en realidad lo hizo un 3%, por lo que se pagaron casi 2.000 millones de dólares cuando no se debÃa haber pagado nada.
La otra denuncia tiene que ver con la polémica sobre la cantidad de pobres. La demanda -firmada por los diputados opositores Elisa Carrió, Fernando Sánchez y Pablo Javkin; la senadora Magdalena Odarda y la economista Fernanda Reyes- imputa a la presidenta y a los funcionarios del Indec por falsear, omitir y demorar la publicación de las estadÃsticas sobre pobreza. «Los pobres son desaparecidos sociales, el Estado no los reconoce y ha decidido ignorarlos», aseguró Carrió ante los tribunales. «Nada nuevo», dice José Eduardo Echaniz cuando le explican lo que están discutiendo por la televisión de un bar de la avenida de Los Corrales, en el barrio porteño de Mataderos. «Nunca existimos para los polÃticos, ahora está más claro».