El mega acuerdo chino-soviético
Hace unos días Rusia y China firmaron un mega acuerdo a través del cual Rusia venderá y enviará por gasoducto a China gas natural a partir del 2018 a lo largo de 30 años por un valor estimado de 400 millardos (billions) de dólares que representan 38 millones de metros cúbicos por año.
Bajo el aspecto económico el acuerdo marca la conclusión de años de duras y tensas negociaciones entre las dos potencias del mundo oriental que por un lado garantiza a Rusia una importante entrada fiscal y por el otro un vital aporte energético que le permite a China asegurar un respetable nivel de expansión industrial.
Bajo el aspecto político el acuerdo parece que volviera a la vida el axis sino-soviético de la época de la guerra fría en que los dos gigantes de Asia se unieron para hacer frente al mundo occidental. De hecho varios observadores políticos consideran el pacto una hábil maniobra y victoria estratégica de Vladimir Putin para neutralizar la gradual puesta en marcha de sanciones económicas por parte de los Estados Unidos y Europa para castigar la invasión Rusa de Crimea y el intento latente de Moscú de adueñarse por la fuerza también a Ucrania.
Pero el acuerdo es minado de muchas controversias y dificultades que podrían anular lo que en el papel aparece como un éxito sustancial y mas bien resalta los puntos débiles de la situación energética y económica tanto de Pequín como de Moscú.
1) El proyecto contempla la construcción de gasoductos que una la red de distribución de Rusia a un terminal en China y una similar construcción que una los varios ramales de la red de China para que sus principales regiones tengan acceso al gas ruso. Para cada país se trata de una inversión de USD$ 55 billones y por lo menos dos años de construcción que muchos expertos consideran no finalizará antes del año 2020. Por lo tanto su beneficios no son inmediatos.
2) Rusia considera que su aporte es de un solo gasoducto dirigido a un solo terminal chino. China quiere que además de un gasoducto dirigido al terminal central chino Rusia construya otro que alimente la parte nororiental de China para ser compartido con Corea del Sur y Japón.
3) Al renovarse las hostilidades y una posible nueva “guerra fría” entre el Occidente y Rusia, Estados Unidos y Europa están gradualmente reemplazando un 8 al 10 % de las importaciones de gas de Rusia a Europa con envíos de gas licuado natural (LNG) de Estados Unidos y otras países Atlánticos al puerto de Rotterdam en Holanda. Esto está ya causando una baja del precio del gas ruso y el acuerdo sino-ruso contempla que Pequín no pagará a Rusia ni más ni menos del precio que paga Europa, dejando entrever que es China la que saldrá más beneficiada.
4) No cabe duda que China aspira seguir creciendo económicamente y sus necesidades energéticas irán paulatinamente aumentando pero el acuerdo con Rusia representa solamente un 20 por ciento de sus necesidades energéticas a corto plazo. Por otro lado Rusia tiene la urgente necesidad de aumentar sus ingresos para sostener su creciente gasto público y un ritmo de crecimiento medianamente aceptable, sin hablar del propósito de Putin de devolver su país la “grandeza” de la antigua Unión Soviética.
La potencia y el potencial de Rusia y la China no tienen que ser subestimados, pero lo cierto es que al igual que los Estados Unidos y Europa el camino hacia una estabilidad económica y política que les garantice tranquilidad no es nada fácil ni inmediato.