Muchas encuestas y pocas propuestas
En las últimas semanas la campaña presidencial colombiana ha cobrado ritmo. El candidato-presidente Juan Manuel Santos, que hace meses parecía tener asegurada la reelección, retrocede en intención de voto, mientras que sus contendores crecen y todo apunta a que habrá segunda vuelta.
El paro agrario, la firma de la destitución del alcalde de Bogotá Gustavo Petro y los escándalos que rodean la campaña de Santos, han sido algunos de los episodios que probablemente más han afectado su imagen.
En paralelo, el candidato que se perfila como su principal contendor es Oscar Iván Zuluaga, del Centro Democrático, partido dirigido por el expresidente, senador electo y jefe de la oposición Álvaro Uribe.
La campaña no ha sido profusa en la discusión de propuestas ni en debates entre candidatos, pero sí en encuestas, como se acostumbra en muchas democracias del mundo. Los resultados sucesivos de las encuestadoras ocupan las portadas en los diarios, casi con el mismo énfasis de los resultados electorales (ver, por ejemplo, la edición del 30 de abril de El Espectador).
Las encuestadoras, no obstante, no han estado ajenas a la polémica. Recientemente, hubo un escándalo porque una encuestadora había “inflado” a uno de los candidatos, y otro más por la circulación de una encuesta falsa en redes sociales. Ante la centralidad que han asumido las encuestas en el debate electoral, vale preguntar: ¿Cuál es su papel?
Reacciones
Javier Restrepo Colombia – Director de Opinión Pública en Ipsos Napoleón
¿Por qué importa que se publiquen encuestas durante las campañas electorales?
El valor de la publicación de encuestas electorales tiene que ver con el derecho a la información de las personas. Lo ideal es que los electores dispongan de la mayor cantidad de información posible para que tomen la mejor decisión al momento de votar.
Se trata de democratizar el acceso a las encuestas, pues si éstas no fueran públicas muy pocas personas (solo los partidos políticos, los asesores de campaña, etc.) tendrían acceso a ellas. Por eso, a mí me parece muy valioso que en Colombia las encuestas sean contratadas por los medios de comunicación. Eso garantiza su divulgación.
¿Qué tanto inciden las encuestas en el resultado final de las elecciones?
Las encuestas recogen las opiniones de un determinado momento. Las campañas usan esa información con la intención de fortalecer sus estrategias o cambiarlas, por ejemplo invirtiendo en más publicidad. Las encuestas también influyen sobre los medios de comunicación y sobre los opinadores, que son los que al final inciden con más fuerza sobre lo que piensan los electores.
No es que las encuestas influyan directamente sobre la decisión de la gente. Las encuestas funcionan como un examen médico. El examen médico solo diagnostica los malestares del paciente, pero no hace que su salud mejore o empeore.
¿Pero a la larga las encuestas no terminan castigando a los candidatos minoritarios incentivando el “voto útil”?
Eso puede ocurrir. Hay algún impacto, sin duda. Pero pienso que el impacto es relativamente bajo. Siguiendo con el ejemplo del examen médico, es posible que el examen afecte el comportamiento del paciente. Si encuentra que tiene el colesterol alto, puede cambiar sus hábitos de alimentación o ejercicio.
Sin embargo, la tendencia del colesterol alto ya estaba marcada. Igualmente, un candidato que marca una baja intención de voto ya tiene esa tendencia, con o sin la encuesta.
Si las encuestas cambiaran tanto las tendencias de opinión, nunca acertarían. Pero casi siempre aciertan.
Sin embargo hace cuatro años las encuestas se pifiaron. Daban muchos más votos al candidato Antanas Mockus de los que al final recibió…
Es cierto. Durante la anterior campaña presidencial todas las encuestadoras tuvieron cifras similares, pronosticando un empate técnico entre el candidato Juan Manuel Santos y Mockus. Al final Santos venció por una diferencia muy grande.
Cuando todas las encuestas dan lo mismo, pero el resultado es distinto, quiere decir que lo que cambió fue más la realidad que la medición. Mi interpretación es la siguiente: la Ley colombiana obliga una veda a publicación de encuestas en la semana previa a las elecciones, y durante esa semana sucedieron muchos hechos que cambiaron las tendencias de opinión.
Por ejemplo: en ese lapso se difundió que Mockus padecía Mal de Parkinson, como parte de una campaña sucia, sumado a su mal desempeño en los debates televisivos.
Por otro lado, los “primivotantes” a los que Mockus estaba invocando, eran los más jóvenes y abstencionistas. En las encuestas, lo primero que se pregunta es si va a votar y el 90% dijo que sí. En contraste, las elecciones tuvieron un 50% de abstencionismo.
Las firmas encuestadoras estamos trabajando para que esta distorsión no vuelva a repetirse en la actual campaña.
¿No cree que hay un cubrimiento excesivo de los medios a las encuestas, en detrimento, por ejemplo, de la discusión de las propuestas de los candidatos o la promoción de debates?
Ahí el problema es más de los medios que de las encuestadoras, pero sí le diría que es muy valioso para una sociedad democrática que los medios sean los encargados de contratar y publicar las encuestas. Eso nos obliga a las encuestadoras a elevar nuestros niveles de exigencia técnica.
En países donde solo se publican encuestas filtradas desde las campañas, quedan muchas dudas sobre su independencia.
De todos modos, algunas encuestadoras aceptan trabajar para campañas políticas. ¿Eso no compromete su independencia?
Algunas firmas trabajan para campañas (nosotros no), pero eso no significa que se hayan “vendido”. Son relaciones puramente comerciales. Los clientes nunca son los jefes.
Hace poco se conoció que una encuestadora había “inflado” a uno de los candidatos.
Claro, pero eso es un ejemplo para mostrar las ventajas de que los medios contraten a las encuestadoras. Así pueden ser los mismos medios los que difunden las sospechas sobre sus metodologías. En el caso que menciona, la firma justamente fue puesta en el debate público, se le exigió y se le criticó. Eso es bueno.
¿Qué estándares técnicos de transparencia tienen las encuestadoras para descartar sesgos políticos?
Hay unos estándares globales recomendados por asociaciones de opinión pública mundiales. Asuntos como la cobertura geográfica, el fraseo de las preguntas, el muestreo. Adicionalmente hay una regulación en Colombia del Consejo Nacional Electoral (CNE) que obliga a las firmas encuestadoras, por ejemplo, a publicar siempre la ficha técnica. También el CNE puede imponer sanciones, incluyendo el propio cierre de las firmas encuestadoras.
¿Qué cambiaría de esa reglamentación?
Creo que tenemos buenos estándares de calidad en Colombia. El único cambio que introduciría sería permitir la publicación de encuestas hasta el último día de campaña, para que sus resultados no aparezcan desfasados.
Miguel García Sánchez – Ph.D en Ciencias Políticas, Universidad de Pittsburg. Profesor asociado del Departamento de Ciencias Políticas en la Universidad de Los Andes.
Varios estudios en Ciencia Política han mostrado que la publicación de encuestas es importante porque le brinda al ciudadano una información valiosa. Aunque en Colombia no hay investigación que confirme cuáles ciudadanos son más receptivos a las encuestas, ni existe información de panel político, sí me atrevo a decir que las encuestas impactan sobre la percepción de viabilidad (o no) de los candidatos.
En el mundo, por lo general, un elector vota basado en su identidad partidista. Pero en un país que, como Colombia, tiene una de las más altas desafiliaciones partidistas, las principales pistas para elegir un candidato son factores emocionales, como los que circulan a través de las encuestas.
Las encuestas tienen un pequeñísimo rol en la toma decisión del votante, que consiste en descartar a los candidatos que no tienen ninguna opción de ganar (psicológicamente, a las personas suele no gustarles apoyar a un “perdedor”). Pero ciertamente pesan más otros elementos, por ejemplo las imágenes de Santos bailando salsa o las de Oscar Iván Zuluaga vestido de campesino…
Creo que se tiene una imagen idealizada del elector. Por ejemplo, suele nombrarse una supuesta dicotomía entre “votante de opinión” y “votante de maquinaria”, que hace parecer el primero como un votante reflexivo que valora todos los programas de gobierno y elije el mejor racionalmente. Pero eso no es así. La investigación muestra que el electorado toma decisiones no en función de programas sino por cuestiones emocionales.
Basta revisar los programas de gobierno de los actuales candidatos. Santos, Zuluaga, Enrique Peñalosa y Marta Lucía Ramírez proponen lo mismo. Más allá del tema de la paz y algunas divergencias que propone el Polo Democrático, las campañas se reducen a unos mensajes muy puntuales. Y es que no debemos perder de vista que los candidatos le apuntan a convencer a gente común. Gente que no construye una evaluación de los candidatos analizando sus propuestas sino simplemente a partir de su experiencia cotidiana.
El éxito de las encuestas radica en dos puntos: que haya una muy buena muestra y un electorado no muy volátil. Aunque en Colombia contamos con un excelente gremio de encuestadoras, estas condiciones suelen ser difíciles de conseguir.
Todos los estudios tienen un sesgo por el tipo de diseño muestral empleado. Lo que sucede es que hacer encuestas cuesta mucho, de modo que las firmas encuestadores prefieren ahorrarse un poco de dinero con cierto tipo de decisiones de muestreo: entrevistar más a la población urbana que a la rural, hacer entrevistas telefónicas y no cara a cara, etc. Pero no creo que haya mala fe aquí, sino que entre más sofisticaciones técnicas tenga el muestreo se suben sus costos.
Hay que considerar también que tenemos unas circunstancias difíciles de controlar para las encuestadoras, pues hay una extrema volatilidad en la intención de voto de los electores (por la misma ausencia de identidad partidista que mencioné). Por poner un ejemplo ilustrativo, en 2011, para las elecciones a la Alcaldía de Bogotá, nada menos que el 40% de los encuestados no sabía por quién votar una semana antes de la jornada de votación.
Por otra parte, los medios también terminan decidiendo qué significa la encuesta. Hace semanas El Tiempo publicó en primera plana los resultados de una encuesta que había contratado, titulando que la segunda vuelta sería entre Santos y Peñalosa. Sin embargo la encuesta tenía un dato mucho más relevante: que Peñalosa era el vencedor.
Inevitablemente, los medios deciden el enfoque de las encuestas, lo que puede obedecer a que estos tienen su propia agenda. Pero no hay que olvidar que eso sucede con cualquier tipo de información, y no solo con la proveniente de encuestas.