Dice el ministro de Transportes de Venezuela, Haiman El Troudi, que la casa automotriz Ford reanudará su producción tras el pago de 20 millones de dólares para así poder solventar los “nudos críticos”.
El secuaz de Nicolás Maduro no ignora que esta industria está en punto muerto después de años padeciendo los principios económicos dictados desde gobiernos sentados en la creencia del Socialismo del Siglo XXI y que han llevado al país a la situación de desesperación y desabastecimiento actual.
Las cifras no engañan: en 1998 el país ingresaba 401 millones de dólares por la exportación de autos, una década más tarde -con Chávez mediante-, se había encogido a una cuarta parte. Más datos suministrados desde las propias esferas gubernamentales: en 2012 el mercado se comprimió hasta obtener tan sólo 8,5 millones.
Insistimos en que estas cifras son las aportadas por el propio Gobierno, lo que implica que la fotografía que reflejan no puede ser cuestionada por ningún acérrimo creyente y seguidor de las anticuadas y fracasadas políticas socialistas. Antes al contrario, son el espejo de un régimen incapaz de que su población pueda disfrutar de un mayor bienestar cada día. Y es que la industria automotriz al final no es más que otro ejemplo de los jirones en los que están quedando todos los sectores económicos del país por la inoperancia administrada e impulsada sobre todas las esferas desde el Palacio de Miraflores.
Sostiene el diccionario de la RAE que el nudo gordiano es aquél que es “muy enredado o imposible de desatar”. La situación en Venezuela es parecida: muy enredada e imposible de salvación mientras continúen en la poltrona del poder los mismos que la han guiado a su ruina. La solución pasa por deshacer esa atadura y, por tanto, deshacerse de los que la han generado.
