Hace pocos días atrás fue concedido el premio Pulitzer a los diarios The Guardian –británico- y The Washington Post –estadounidense- por la publicación de las filtraciones que sobre el sistema americano de escuchas electrónicas realizara el ya famoso excontratista de la CIA Edward Snowden. Reporta la prensa mundial que el jurado destacó, en el caso de The Washington Post, que su exclusiva “ayudó a los ciudadanos a entender cómo las revelaciones encajan en el marco de la seguridad nacional”. Sobre el británico The Guardian, subrayó que su contribución “provocó, gracias a una investigación agresiva, la apertura de un debate sobre la relación entre el Gobierno y los ciudadanos en asuntos de seguridad y privacidad”.
El jurado, por supuesto, no hace ninguna mención al inmenso daño causado por la divulgación de tal información a los servicios de inteligencia estadounidenses y en particular al impacto negativo en la lucha anti-terrorista que libra este país junto con sus aliados europeos. Snowden, que ha sido ensalzado por la gran mayoría de los medios de su país, pero por otro lado mantiene dividida a la opinión pública sobre las filtraciones realizadas, se encuentra asilado en Rusia, viviendo en un Estado donde la libertad de expresión y de prensa no son de las más amplias del mundo y precisamente en el peor momento histórico de relaciones entre esos países desde la Guerra Fría.
Los medios han realizado un excelente trabajo en cuanto a dibujarnos a Snowden, como un atrevido y valiente guerrero, capaz de desafiar a su país y hacer del conocimiento público que el Tío Sam escucha todas las conversaciones de las amas de casa americanas, lee los emails de los estudiantes y además tiene acceso directo al cualquier archivo guardado en el viejo PC con Windows XP.
Así entonces, una vez más, los medios de comunicación contribuyen animadamente a socavar los esquemas de seguridad de un país, bajo el sacrosanto postulado del derecho de las personas a estar informados. Es realmente doloroso observar como el buen criterio de quienes gerencian las grandes cadenas periodísticas y televisivas ha desaparecido, y por lo tanto su capacidad de evaluar el daño que puede hacer la publicación de información clasificada a un país, y en general a los sistemas democráticos de gobierno, los cuales día a día ven amenazada su estabilidad por redes terroristas, grupos criminales y por otras naciones como Rusia y China, que no respetan ni los más mínimos derechos humanos de sus ciudadanos.
Leopoldo E. Colmenares G.
Centro Latinoamericano de Estudios de Seguridad.
Universidad “Simón Bolívar”