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“Hay que dejar la obsesión con Chávez”

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Joseph Weiler, célebre académico en Europa y EE.UU. dice que Venezuela va en camino de acabar con la democracia

Joseph Weiler, un israelí nacido en Sudáfrica y criado en varios países de Europa, es uno de los internacionalistas y académicos más reconocidos en el Viejo Continente y EE.UU. Ha escrito al menos diez libros sobre política y economía europea. Actualmente es presidente del European University Institute y profesor de New York University y Harvard University. Cuando estuvo en Colombia, para inaugurar la maestría de derecho internacional de la Universidad de la Sabana, habló con El Espectador sobre Venezuela y la política colombiana frente al país vecino.

Los acontecimientos de las últimas semanas, aunque también de los últimos 15 años, han puesto a muchos a dudar si hay democracia en Venezuela. ¿Qué piensa?

Nada en Venezuela es blanco y negro. Si no hubiéramos tenido la crisis en Ucrania, el mundo estaría mirando más a Venezuela y hablarían de Maduro como hablaron de Yanukóvich y estarían más indignados por la muerte de manifestantes.

En un nivel profundo, el problema de Venezuela no es sólo la violación de derechos humanos, estas violaciones ocurren en muchos países, aunque en Venezuela están fuera de lo normal. Allá hay un desafío más profundo a la institucionalidad democrática, hay un sentimiento de que no hay respeto por procesos democráticos normales y de que poco a poco la habilidad para cambiar el gobierno, aun cuando haya una voluntad popular por cambiarlo, está siendo estrangulada. Probablemente no sea así en este momento, pero va en esa dirección.

¿Cómo ve el aspecto económico?

Hay algo triste, porque Venezuela es potencialmente un país rico. Antes de Chávez tenía el problema, como muchos otros, de ser rico pero con mucha desigualdad. Una distribución de la riqueza demasiado desigual. Lo que ha pasado en los últimos años es que en un país con las mayores reservas de petróleo del mundo, la producción petrolera cae y hay escasez de comida. Mire a Colombia, probablemente no tenga los mismos recursos, pero es el tercer país más rico de Suramérica, probablemente el número 20 en un universo de 190 países. La comparación es chocante.

¿Cuál fue el error económico del chavismo?

Chávez empujó a su país hacia una especie de una nueva Cuba: una economía controlada acoplada con la corrupción. Esa es una proposición muy perdedora. Cuba debería ser un país próspero y es lo contrario, aunque tampoco es blanco y negro. Por ejemplo, su servicio de salud es muy interesante y de muchas maneras admirable.

¿Cómo se ve desde Europa la situación de derechos humanos en Venezuela?

Venezuela se distingue por dos cosas: primero, es totalmente contraria a la tendencia general en América Latina. Hace 30 años, en la región había muy pocas democracias, muchas dictaduras militares, inestabilidad. Luego vino una transformación democrática. Hoy, ninguna democracia es perfecta. Sin embargo, en Latinoamérica la tendencia es positiva, la gente ya no acepta una clase de régimen no democrático, cargado con culto a la personalidad. Eso está desapareciendo, es anacrónico.

Lo segundo, ya lo dije, es que su nivel de derechos humanos es pobre, pero lo preocupante, más que la tortura u otras violaciones, es que camina hacia profundizar el régimen y quitar el más primitivo principio democrático, que es la habilidad para cambiar el gobierno. Así se ve: toda Latinoamérica en una dirección y Venezuela en otra, con la excusa del antiamericanismo. Hay mucho por lo que Norteamérica tiene que responder en este hemisferio. Hay muchos errores históricos y mucho resentimiento justificado, pero en Venezuela eso se volvió una excusa para hacer muchas cosas bajo la guía del antiamericanismo. Eso no convence en Europa.

Cuba aceptó una invitación de la Unión Europea para abrir un diálogo. ¿Por qué este interés europeo en la isla?

Primero hablo de Estados Unidos. Es un país que cometió y aún comete un gran error histórico con Cuba: el embargo. Si EE.UU. simplemente declarara los mercados abiertos, la libre inmigración y tratara a Cuba como trata a Canadá, el régimen cubano colapsaría en seis meses, sería insostenible. Entonces, esa errónea política americana termina sosteniendo el régimen al que se opone.
Frente a esto Europa cumple un papel constructivo. Es una buena iniciativa europea pero no va a resolver el problema de Cuba, que sólo se resolverá cuando EE.UU. se dé cuenta de que si quiere llevar un cambio a Cuba debe abrir todo, quitar todas las restricciones. Así el régimen cubano colapsará como pasó con Alemania Oriental, porque no se puede sostener la represión al lado de la libertad, simplemente se vuelve ilegítima.

¿Qué balance hace de la política exterior del chavismo?

Un balance muy pobre. Cuando Chávez llegó al poder, había muchas promesas. Había hostilidad de EE.UU., pero muchos otros países deseaban interactuar con él. Tenía una agenda social progresista, lo cual no tiene nada de ilegítimo, pero rápidamente alienó un país tras otro, incluso España. Usó el dinero, el petróleo. No veo como aún el más prochavista pueda decir que hubo una política exterior exitosa. Me recuerda un poco a Robert Mugabe (presidente de Zimbabwe): cuando llegó al poder el mundo estaba extremadamente bien dispuesto hacia él, pero paso a paso el régimen se volvió más autoritario y el país más pobre. ¿No se parece a Venezuela?

¿Y cómo ve la política exterior colombiana?

He notado que Colombia es un país demasiado importante que no entiende eso. Es el tercero con mayor territorio en Suramérica, el tercero con mayor población, el tercero más rico, con un PIB en crecimiento, capital humano muy bueno, recursos naturales y buena posición política. Puedo predecir que, si las políticas son buenas, en 15 años Colombia será más rica que España. Podría tener liderazgo para los países de Latinoamérica que no sean Brasil y Argentina. Pero Colombia no se comporta como tal, no lo cree. Un aspecto de un país importante es que en su política exterior no sólo persiga el interés nacional. Que por ejemplo, en foros como la Alianza del Pacífico, tome el liderazgo regional. Es hora de admitir que tienen un rol por cumplir.

¿Qué futuro ve en la Alianza del Pacífico?

No hay un ejemplo de países que hayan liberalizado el mercado y no se hayan vuelto más ricos. Esto no se aplica a países en África que no tienen nada que comerciar, pero para los que han alcanzado cierta prosperidad no existe ese contraejemplo. En Latinoamérica el ejemplo era Chile que, solo, empezó a buscar el libre mercado y en 10 años cambió totalmente su posición. Ahora esa es la tendencia en la región. Así que en principio la Alianza es interesante.
Segundo, la manera en que uno puede ejercer influencia hoy es mediante acuerdos regionales. Fortalece al país y le permite proyectar sus valores y su comprensión de hacia donde debería ir el mundo. Ese es el futuro en términos de política y economía, ahí tiene que estar Colombia como un jugador importante.

¿Qué futuro ve en las organizaciones regionales que fueron apoyadas por Chávez, como el Alba y la Celac?

En teoría no hay nada malo en ellas. Pero aquí está el problema de la integración económica en Latinoamérica y ellas son un ejemplo extremo: los acuerdos son buenos, la implementación débil. No es un problema sólo latinoamericano. La gente olvida, pero la Unión Europea en 1965 tuvo una gran crisis. Toma tiempo acostumbrarse a la disciplina del regionalismo, pero va a suceder si hay voluntad política y liderazgo.

Y en relación con Chávez…

Demasiadas preguntas sobre Chávez, él no es tan importante. Se ha vuelto una obsesión colombiana un poco injustificada, se gasta mucha energía pensando en Chávez.

Eso se debe a que el país vecino trata de continuar y profundizar el modelo chavista.

¿Pero ese no es un problema para Venezuela? Colombia no debería permitir que Venezuela absorba todos los intereses de su política exterior. Debe ser contenida, tratar de ayudar, ser constructiva, pero seguir adelante: Colombia tienen las dos grandes cosas que necesita para un futuro fuerte: colosales recursos naturales y maravilloso capital humano. Para desarrollarlos se necesita infraestructura y educación. Es hora de trabajar en eso, pero esto de Venezuela absorbe la capacidad mental y política.

Tal vez sea también porque el modelo tiene un impacto en la economía, Venezuela era nuestro segundo socio comercial.

Pero eso es una bendición para Colombia, porque la fuerza a internacionalizarse, a ampliar su mercado, atrae la inversión internacional, el sector del petróleo ahora mira más incluso a Colombia que a Venezuela. Estas cosas con Venezuela pueden parecer al principio dolorosas, pero luego pueden convertirse en catalizadoras para la diversificación.

Por ejemplo, la exención de visas Schengen para colombianos llega después de que Colombia firma un acuerdo comercial con la Unión Europea. ¿Cómo ve ese acuerdo?

Lo más importante del acuerdo Schengen es su simbolismo. Ya que Colombia es un país loco por el fútbol, digamos que han saltado a la Liga Premier. El acuerdo muestra que Colombia es confiable, sus ciudadanos no están tratando de irse a vivir a otros lados, se puede confiar en sus estándares de seguridad. El simbolismo es más importante que el aspecto práctico, que es la mayor facilidad para intercambios económicos. Colombia ha estado durante décadas bajo la sombra de EE.UU., lo cual es importante, pero abrirse a Europa es bueno por razones no sólo económicas, sino políticas y culturales. Es más independencia. Cuando tienes una relación desarrollada y fortalecida con Europa y EE.UU., estás en buena posición.

FUENTE: El Espectador

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Joseph Weiler, célebre académico en Europa y EE.UU. dice que Venezuela va en camino de acabar con la democracia

Joseph Weiler, un israelí nacido en Sudáfrica y criado en varios países de Europa, es uno de los internacionalistas y académicos más reconocidos en el Viejo Continente y EE.UU. Ha escrito al menos diez libros sobre política y economía europea. Actualmente es presidente del European University Institute y profesor de New York University y Harvard University. Cuando estuvo en Colombia, para inaugurar la maestría de derecho internacional de la Universidad de la Sabana, habló con El Espectador sobre Venezuela y la política colombiana frente al país vecino.

Los acontecimientos de las últimas semanas, aunque también de los últimos 15 años, han puesto a muchos a dudar si hay democracia en Venezuela. ¿Qué piensa?

Nada en Venezuela es blanco y negro. Si no hubiéramos tenido la crisis en Ucrania, el mundo estaría mirando más a Venezuela y hablarían de Maduro como hablaron de Yanukóvich y estarían más indignados por la muerte de manifestantes.

En un nivel profundo, el problema de Venezuela no es sólo la violación de derechos humanos, estas violaciones ocurren en muchos países, aunque en Venezuela están fuera de lo normal. Allá hay un desafío más profundo a la institucionalidad democrática, hay un sentimiento de que no hay respeto por procesos democráticos normales y de que poco a poco la habilidad para cambiar el gobierno, aun cuando haya una voluntad popular por cambiarlo, está siendo estrangulada. Probablemente no sea así en este momento, pero va en esa dirección.

¿Cómo ve el aspecto económico?

Hay algo triste, porque Venezuela es potencialmente un país rico. Antes de Chávez tenía el problema, como muchos otros, de ser rico pero con mucha desigualdad. Una distribución de la riqueza demasiado desigual. Lo que ha pasado en los últimos años es que en un país con las mayores reservas de petróleo del mundo, la producción petrolera cae y hay escasez de comida. Mire a Colombia, probablemente no tenga los mismos recursos, pero es el tercer país más rico de Suramérica, probablemente el número 20 en un universo de 190 países. La comparación es chocante.

¿Cuál fue el error económico del chavismo?

Chávez empujó a su país hacia una especie de una nueva Cuba: una economía controlada acoplada con la corrupción. Esa es una proposición muy perdedora. Cuba debería ser un país próspero y es lo contrario, aunque tampoco es blanco y negro. Por ejemplo, su servicio de salud es muy interesante y de muchas maneras admirable.

¿Cómo se ve desde Europa la situación de derechos humanos en Venezuela?

Venezuela se distingue por dos cosas: primero, es totalmente contraria a la tendencia general en América Latina. Hace 30 años, en la región había muy pocas democracias, muchas dictaduras militares, inestabilidad. Luego vino una transformación democrática. Hoy, ninguna democracia es perfecta. Sin embargo, en Latinoamérica la tendencia es positiva, la gente ya no acepta una clase de régimen no democrático, cargado con culto a la personalidad. Eso está desapareciendo, es anacrónico.

Lo segundo, ya lo dije, es que su nivel de derechos humanos es pobre, pero lo preocupante, más que la tortura u otras violaciones, es que camina hacia profundizar el régimen y quitar el más primitivo principio democrático, que es la habilidad para cambiar el gobierno. Así se ve: toda Latinoamérica en una dirección y Venezuela en otra, con la excusa del antiamericanismo. Hay mucho por lo que Norteamérica tiene que responder en este hemisferio. Hay muchos errores históricos y mucho resentimiento justificado, pero en Venezuela eso se volvió una excusa para hacer muchas cosas bajo la guía del antiamericanismo. Eso no convence en Europa.

Cuba aceptó una invitación de la Unión Europea para abrir un diálogo. ¿Por qué este interés europeo en la isla?

Primero hablo de Estados Unidos. Es un país que cometió y aún comete un gran error histórico con Cuba: el embargo. Si EE.UU. simplemente declarara los mercados abiertos, la libre inmigración y tratara a Cuba como trata a Canadá, el régimen cubano colapsaría en seis meses, sería insostenible. Entonces, esa errónea política americana termina sosteniendo el régimen al que se opone.
Frente a esto Europa cumple un papel constructivo. Es una buena iniciativa europea pero no va a resolver el problema de Cuba, que sólo se resolverá cuando EE.UU. se dé cuenta de que si quiere llevar un cambio a Cuba debe abrir todo, quitar todas las restricciones. Así el régimen cubano colapsará como pasó con Alemania Oriental, porque no se puede sostener la represión al lado de la libertad, simplemente se vuelve ilegítima.

¿Qué balance hace de la política exterior del chavismo?

Un balance muy pobre. Cuando Chávez llegó al poder, había muchas promesas. Había hostilidad de EE.UU., pero muchos otros países deseaban interactuar con él. Tenía una agenda social progresista, lo cual no tiene nada de ilegítimo, pero rápidamente alienó un país tras otro, incluso España. Usó el dinero, el petróleo. No veo como aún el más prochavista pueda decir que hubo una política exterior exitosa. Me recuerda un poco a Robert Mugabe (presidente de Zimbabwe): cuando llegó al poder el mundo estaba extremadamente bien dispuesto hacia él, pero paso a paso el régimen se volvió más autoritario y el país más pobre. ¿No se parece a Venezuela?

¿Y cómo ve la política exterior colombiana?

He notado que Colombia es un país demasiado importante que no entiende eso. Es el tercero con mayor territorio en Suramérica, el tercero con mayor población, el tercero más rico, con un PIB en crecimiento, capital humano muy bueno, recursos naturales y buena posición política. Puedo predecir que, si las políticas son buenas, en 15 años Colombia será más rica que España. Podría tener liderazgo para los países de Latinoamérica que no sean Brasil y Argentina. Pero Colombia no se comporta como tal, no lo cree. Un aspecto de un país importante es que en su política exterior no sólo persiga el interés nacional. Que por ejemplo, en foros como la Alianza del Pacífico, tome el liderazgo regional. Es hora de admitir que tienen un rol por cumplir.

¿Qué futuro ve en la Alianza del Pacífico?

No hay un ejemplo de países que hayan liberalizado el mercado y no se hayan vuelto más ricos. Esto no se aplica a países en África que no tienen nada que comerciar, pero para los que han alcanzado cierta prosperidad no existe ese contraejemplo. En Latinoamérica el ejemplo era Chile que, solo, empezó a buscar el libre mercado y en 10 años cambió totalmente su posición. Ahora esa es la tendencia en la región. Así que en principio la Alianza es interesante.
Segundo, la manera en que uno puede ejercer influencia hoy es mediante acuerdos regionales. Fortalece al país y le permite proyectar sus valores y su comprensión de hacia donde debería ir el mundo. Ese es el futuro en términos de política y economía, ahí tiene que estar Colombia como un jugador importante.

¿Qué futuro ve en las organizaciones regionales que fueron apoyadas por Chávez, como el Alba y la Celac?

En teoría no hay nada malo en ellas. Pero aquí está el problema de la integración económica en Latinoamérica y ellas son un ejemplo extremo: los acuerdos son buenos, la implementación débil. No es un problema sólo latinoamericano. La gente olvida, pero la Unión Europea en 1965 tuvo una gran crisis. Toma tiempo acostumbrarse a la disciplina del regionalismo, pero va a suceder si hay voluntad política y liderazgo.

Y en relación con Chávez…

Demasiadas preguntas sobre Chávez, él no es tan importante. Se ha vuelto una obsesión colombiana un poco injustificada, se gasta mucha energía pensando en Chávez.

Eso se debe a que el país vecino trata de continuar y profundizar el modelo chavista.

¿Pero ese no es un problema para Venezuela? Colombia no debería permitir que Venezuela absorba todos los intereses de su política exterior. Debe ser contenida, tratar de ayudar, ser constructiva, pero seguir adelante: Colombia tienen las dos grandes cosas que necesita para un futuro fuerte: colosales recursos naturales y maravilloso capital humano. Para desarrollarlos se necesita infraestructura y educación. Es hora de trabajar en eso, pero esto de Venezuela absorbe la capacidad mental y política.

Tal vez sea también porque el modelo tiene un impacto en la economía, Venezuela era nuestro segundo socio comercial.

Pero eso es una bendición para Colombia, porque la fuerza a internacionalizarse, a ampliar su mercado, atrae la inversión internacional, el sector del petróleo ahora mira más incluso a Colombia que a Venezuela. Estas cosas con Venezuela pueden parecer al principio dolorosas, pero luego pueden convertirse en catalizadoras para la diversificación.

Por ejemplo, la exención de visas Schengen para colombianos llega después de que Colombia firma un acuerdo comercial con la Unión Europea. ¿Cómo ve ese acuerdo?

Lo más importante del acuerdo Schengen es su simbolismo. Ya que Colombia es un país loco por el fútbol, digamos que han saltado a la Liga Premier. El acuerdo muestra que Colombia es confiable, sus ciudadanos no están tratando de irse a vivir a otros lados, se puede confiar en sus estándares de seguridad. El simbolismo es más importante que el aspecto práctico, que es la mayor facilidad para intercambios económicos. Colombia ha estado durante décadas bajo la sombra de EE.UU., lo cual es importante, pero abrirse a Europa es bueno por razones no sólo económicas, sino políticas y culturales. Es más independencia. Cuando tienes una relación desarrollada y fortalecida con Europa y EE.UU., estás en buena posición.

FUENTE: El Espectador

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