Basta pasearse por las calles de cualquier rincón de Venezuela para escuchar sentenciar a cualquier mortal, incluso los fanáticos del régimen, de manera corta y concisa: “¡Esto se jodió!”; acompañada por la pregunta: ¿Y hasta cuando…? Para la cual ni el analista, historiador o intelectual más aguerrido tiene la respuesta, ni siquiera algún vidente.
País diezmado por donde se le mire. Evidente a los ojos del que quiera ver. Decadencia tan sorprendente, que a algunos ya ni sorprende. Entidades públicas, manejadas, por supuesto, por el oficialismo, son ejemplo contundente de la pésima administración llevada a cabo a lo largo de éstos quince años.
Cualquiera que tenga la necesidad (¿o la desgracia?) de acudir a una de las tantas entidades públicas, podrá observar el bochornoso proselitismo político, adoctrinamiento y culto a la personalidad, que el régimen busca implantar hasta los tuétanos de los ciudadanos. Similar al de regímenes como el de Castro, Hitler, Mao, Stalin, y algunos otros parias de la historia, guardando distancias en tiempo y espacio. Una de las frases del difunto ex presidente, que en las paredes de estas entidades se observa, captó mi atención: “La conciencia del pueblo es el combustible fundamental para alcanzar una revolución victoriosa.” De ser así, podemos vislumbrar que el combustible fundamental se acabó (literal y metafóricamente), o ¿acaso nunca existió? Por ende, tomando las palabras del “Comandante Galáctico”. La revolución nació vencida.
Aún cuando el conformismo y la desesperanza aprendida, de la cual habla Seligman, nos persigue, como nuestra propia sombra; existen venezolanos, los estudiantes, por ejemplo, que se niegan a que esto se perpetúe. Ahora bien, es fundamental comprender que la gran crisis acechante, se comienza a solucionar retomando la siembra de valores y principios en nuestra cotidianidad. Ha sido subestimada la esencialidad de los valores, quizás, descartando el meollo del asunto. Por ello, como bien enuncia Isabel Pereira Pizani en la portada de su libro, actualmente sufrimos “La quiebra moral de un país.”
La conciencia del pueblo, en gran parte, no está limpia. Los valores y principios han sido subestimados, menospreciados. La moral se ha “quebrado”. Y, por supuesto, la revolución fracasó. No es necesario algún vidente que indique cuando se saldrá de esta pesadilla que acosa al venezolano y no le permite, siquiera, aspirar a ser feliz. Es imposible descifrar hasta cuando durará el régimen en el poder; sin embargo, es posible descifrar los puntos claves por los cuales empezar a reconstruir el país. Punto clave imperante es comenzar a retomar la siembra de valores que otrora nos caracterizó, que años atrás, incluso mucho antes de la revolución, se perdió; consolidar la moral; asumir la mea culpa. Tarea que no depende de poder político alguno. Tarea que empieza por cada uno de nosotros … Los venezolanos.
José Manuel Rebolledo V.