Las protestas en Táchira le quitan el sueño a Maduro
El presidente incluso pidió ayuda para acabar con la sublevación, calificó a su capital como un “gueto de violencia” y dijo sentirse angustiado
“Han destruido San Cristóbal, tienen 40 puntos de barricada”. Nicolás Maduro reconoció el miércoles por la noche, durante la Conferencia Nacional de Paz convocada por él mismo, que Táchira, estado fronterizo con Colombia y mayoritariamente opositor, está fuera de control.
El presidente incluso pidió ayuda para acabar con la sublevación, calificó a su capital como un “gueto de violencia” y dijo sentirse angustiado. “Meterse allí con el nivel de violencia y destrucción tiene grandes consecuencias y costos ¿Dejo de actuar? ¿Qué hago? ¿Qué hacemos con el reducto organizado por el alcalde, Daniel Ceballos [dirigente de Voluntad Popular, el partido de Leopoldo López]?”, se cuestionó el “hijo de Chávez”.
El mandatario acertó en la dimensión que ha alcanzado la protesta, que se inició a principios de mes tras el intento de violación de una universitaria. Pero le falló la aritmética: son más de 200, como mínimo, las barricadas repartidas en los cuatro puntos cardinales de la ciudad. Maduro también yerra cuando intenta acusar a elementos “colombianos”, que pretenderían independizar al estado, según la retórica revolucionaria.
El gocho (tachirense) está tan orgulloso de ser venezolano que canta el himno siempre que puede, ya sea durante el sepelio de Jimmy Vargas, muerto al intentar huir de la Guardia Nacional, o durante la marcha de mujeres que pidieron la liberación del estudiante preso en la cárcel de Coro.
Cuando en la mañana de ayer una brigada militar llegó hasta una de las calles del barrio de San José Obrero, se encontraron con una veintena de “guarimberos gochos”, como se llaman a sí mismos los rebeldes del bastión del antichavismo. Los soldados consiguieron limpiar los escombros de una esquina, pero los rebeldes se les plantaron en medio de la calle. Dos minutos y llovieron las piedras de ambos lados.
La batalla, a la que se sumaron 40 guardias nacionales motorizados, los famosos Robocops, se prolongó durante 45 minutos. La valenciana, (“nuestra princesa”, se lamentaba uno de los jóvenes), fue detenida por el contingente del orden público.
Ambos bandos no sólo se atacaban con sus armas, también con las palabras. “¡Yo también soy pueblo!”, gritaba un soldado. “¡Ignorante, por culpa de gente como tú nos están matando!”, le contestaba un estudiante de Informática, de 23 años.
Docenas de personas salieron de sus casas para cacerolear a las tropas. “¡Cubanos, fuera de aquí! ¡Miserables, malditos asesinos!”, gritaban mientras sonaba la música electoral de Henrique Capriles y la salsa “Mentiras frescas”, que el panameño Willie Colón dedicó a Maduro.
“Cuando pase un guardia o un policía, apláudanlo, ayúdenlo, para que capturen a los delincuentes”, clamó Vielma, quien asegura que recibió órdenes de Caracas de no atacar a los rebeldes.
En la capital, el primer día de carnaval por decreto también sumó otra concentración que acabó a la fuerza por la acción de los antidisturbios. En Aragua se repitieron los saqueos.
“Queremos salir de un régimen que nos reprime, las calles no se negocian”, se desahogó en San Cristóbal Angie Márquez, ama de casa de 36 años. Tras la refriega le temblaban las piernas, no por miedo, sino por la adrenalina.
Los guarimberos son jóvenes y estudiantes, dispuestos a pelear las 24 horas. Pero en las barricadas hay maestros, abogados, ingenieros, comerciantes, incluso jubilados. Uno de ellos, Wilmer, se acercó a este corresponsal cuando ni siquiera había acabado la batalla: “Yo se lo explico, no es difícil de comprender. Ésta es la voz de un pueblo, un pueblo que no va a bajar sus manos”.
FUENTE: El País