Diplomacia contra petrochequera

Por Leonardo Suárez Montoya
Ni Venezuela le ha dado la espalda al mundo, ni el orbe se olvidó de Venezuela. La tentación de algunos mandatarios por hacerse con parte del botín de uno de los mejores petróleos del mundo los llevó a maximizar el gobierno de oferta socialista, como si fuera el Estado venezolano.
Ya entrado el siglo XXI, con el auge de las redes sociales, con la ausencia de Chávez, el desgaste de su proyecto, los escándalos de sus herederos -y familiares- 2015 lució como el año en el que la comunidad internacional no podía eludir más su responsabilidad con la violación de derechos humanos en Venezuela.
Ante la falta de amparo del petróleo, por su caída de precios -cuya previsión existía desde hacía tiempo en la OPEP-, la influencia de la petrochequera perdió solidez; decisiones como mudar las reservas internacionales del país -que sólo implicó un desembolso mil millonario- y cambiarlas en oro -un commodity muy inestable- probaron nuevamente el profundo desconocimiento técnico de la ciencia económica.
El primero
El 27 de enero de 2015, el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, lanzó un primer zarpazo a una lealtad -perniciosamente silenciosa- con Miraflores que hasta entonces parecía automática en Latinoamérica. El Palacio de Nariño afirmó que esperaba lo antes posible la liberación de los presos políticos. La Cancillería venezolana tildó este deseo como inamistoso.
La pugna con Bogotá es de vieja data. La retórica pragmática de Santos recuperó las relaciones con Caracas en la primera semana de la asunción de su primer mandato. El estilo de la canciller María Ángela Holguín probó poder sostenerle el pulso al entonces ministro de Relaciones Exteriores, Nicolás Maduro.
El chavismo denominó un nuevo eje del mal: Bogotá-Washington-Madrid. Comenzó un vaivén de reyertas: a ratos Maduro cazaba pelea con Nariño; a ratos, los asesores recomendaban reciclar la altivez contra la Casa Blanca.
Luego de la emisión del decreto que avalaba el uso de armas letales para contrarrestar las protestas en Venezuela, en enero, del encarcelamiento de Antonio Ledezma, en febrero, siguió el homicidio del adolescente Kluivert Rojas, que terminó de despertar las alarmas en la comunidad internacional… precisamente por la advertencia del uso discrecional de armas de fuego para disuadir una manifestación.
Divorcio internacional
2014 no fue tampoco un buen año para el régimen, ahora de Maduro, en la arena internacional: el examen del país ante el Comité de tortura no dejó bien parado al gobierno heredero de Chávez; haber enviado al inexperto José Vicente Rangel Ávalos, viceministro de Interior, escoltado por el veterano Jorge Valero, no devino en nada positivo para la imagen de Venezuela en el exterior; la designación de María Gabriela, una hija de Chávez, como embajadora ante la ONU; el defenestración de Rafael Ramírez y su infructuosa gira por el medio Oriente en diciembre, que tuvo que reeditar Maduro en enero de este año fueron señas preclaras del debilitamiento de la política exterior… cuyo extitular, Maduro, comandó por seis años.
En febrero de 2015, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos instó a Maduro a no criminalizar a la oposición. Dos meses atrás, hubo un pronunciamiento para resguardar los derechos de presos tras la muerte supuestamente por envenenamiento de 43 reos en la cárcel de Uribana. Que Venezuela haya denunciado la Convención Americana sobre Derechos Humanos sólo implicó una mayor preocupación (y seguimiento más detallado) por parte de esta institución.
Naciones Unidas y la Unión Europea han seguido los pasos de la CIDH. En marzo, el alto comisionado de las Naciones Unidas para los derechos humanos, Zeid Ra’ad Al Hussein expresó estar preocupado por “el deterioro de los derechos humanos en Venezuela, particularmente las duras respuestas del gobierno a las críticas y a expresiones pacíficas de discrepancia”.
Un primer golpe fulminante fue el restablecimiento de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, bendecido este año por el papa Francisco.
Asomo de Brasil
El primer trimestre de la política exterior venezolana terminó con un nuevo paquete de sanciones del despacho oval de la Casa Blanca… no contra Venezuela, sino contra siete funcionarios de Maduro, acusados de corrupción y violar derechos humanos.
Maduro intentó hacer del tema una cruzada nacional. Su pecado fue haber prometido 10 millones de firmas y llevarlas a Panamá, donde se celebró la VI Cumbre Iberoamericana. Se desconoce el paradero de las cajas. El presidente norteamericano no se inmutó; públicamente se reunió con Raúl Castro, mandatario de Cuba, y sin atención mediática con Maduro.
El apretón de manos entre Castro y Obama acaparó toda la atención que había intentado concentrar Maduro con los 10 millones de firmas.
En la víspera de la inauguración de la cumbre, la mandataria de Brasil, Dilma Rousseff afirmó que Unasur tenía el absoluto interés de que Venezuela liberase a los presos políticos. El régimen de Maduro sólo apretó más.