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Jose A. Guerra Jul 25, 2021 | Actualizado hace 1 mes
¿Es recuperable el bolívar?
El bolívar no es recuperable. El daño que le ocasionó la política económica, especialmente entre 2007 y 2020 lo destruyó como moneda

 

@JoseAGuerra

La respuesta corta es que el bolívar no es recuperable. El daño que le ocasionó la política económica, especialmente entre 2007 y 2020 lo destruyó como moneda. Las monedas como las conocemos hoy se sustentan en la confianza del público; por lo menos aquellas que son reservas, es decir las que el mundo decide aceptar y mantener como un activo, como son los casos del dólar de los Estados Unidos, el euro, la libra esterlina, entre otras. En países inestables financieramente, la emisión de moneda local debe estar sustentada en reservas internacionales para que el público opte por mantener esa moneda.

La receta más expedita para destruir una moneda consiste en que el banco central del país respectivo use su capacidad de emisión para financiar al fisco, hecho popularmente conocido como la emisión inorgánica de dinero.

Esa ha sido la experiencia de todos los países que han sufrido hiperinflaciones. Algunos preguntarán  por qué ese no es el caso de Estados Unidos y la Unión Europea, donde los bancos centrales recientemente han financiado enormes déficits fiscales sin generar elevadas inflaciones. Porque  existe demanda suficiente tanto en Estados Unidos como Europa como en el mundo por el dólar y el euro. Y además debido al hecho que esas naciones jamás han incumplido con el pago de sus deudas y por ello el público confía en que el fisco honrará sus compromisos.

Cuando una moneda se deprecia o devalúa es porque el público no la quiera mantener como parte de sus activos y en consecuencia, cada vez que esa moneda llega a sus manos procura deshacerse de ella para adquirir bienes u otra moneda como el dólar, al cual ve como un activo para proteger su patrimonio. Técnicamente hablando, cae la demanda por dinero y por tanto se incrementa la velocidad de circulación; en consecuencia, la misma pieza monetaria cambia rápidamente de mano en mano y en cada transacción vale menos. Eso es lo que ha venido sucediendo con el bolívar.

Agotado el crédito externo de Venezuela desde 2010, el gobierno comenzó a recurrir cada vez con mayor frecuencia ante un BCV dócil para que financiara su déficit con lo cual se fueron creando las condiciones para la devaluación del bolívar y la aceleración de la inflación, la cual estuvo contenida por la política suicida de elevadas importaciones hasta 2012, lo que significó el agotamiento de las reservas internacionales.

Ya en 2008 y 2018 se hicieron dos reconversiones monetarias sin que las mismas estuviesen acompañadas de un plan económico más o menos bien diseñado. El resultado fue el esperado: siguió el déficit fiscal y su financiamiento con emisión monetaria y de la inflación elevada pasamos a la hiperinflación en noviembre de 2017.

Con ese historial, los venezolanos comenzaron a repudiar al bolívar. No quieren esa moneda, que ya ni para transacciones sirve, menos para ahorrar. Ya es inminente la tercera reconversión monetaria con la cual le quitarían seis ceros al cono monetario; pero ello no hará que los venezolanos prefieran al bolívar. La solución consiste en diseñar y aplicar un amplio programa de reformas económicas e institucionales con financiamiento externo, para evitar que el BCV enjugue el déficit de fiscal; derrotar la hiperinflación y eliminar el bolívar, creando otra moneda nacional con una relación fija con el dólar al inicio, mientras se recupera la economía, para luego avanzar a un sistema de flotación de la nueva moneda, ahora sobre fundamentos sólidos.

25 de julio de 2021

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

#10ConversasDeEconomía | Las consecuencias de una dolarización espontánea y caótica

@victoralvarezr

Mientras la hiperinflación continúe, por muy altos que sean los billetes de mayor denominación, estos alcanzarán cada vez menos para pagar incluso los bienes y servicios de menor precio. El billete de mayor denominación de un millón de bolívares no cubre ni siquiera el costo de una empanada o un café.

En las ciudades del país, sin importar su tamaño, las operaciones de compra-venta están cada vez más dolarizadas. En las ciudades fronterizas superan el 90 % y tiende a usarse la moneda del país vecino. En los sectores abastecidos por productos importados -como el de electrodomésticos- prácticamente el 100 % de las transacciones se hace en dólares.

El bolívar cada vez se usa menos para fijar los precios y como medio de pago. Es más fácil que alguien tenga en su cartera un billete de un dólar que uno de un millón de bolívares que ya no alcanza ni siquiera para comprar un dólar.

La dolarización transaccional es un hecho. La cantidad de divisas que circula internamente es cada vez mayor y esto ejerce una incesante presión para la dolarización de los servicios financieros. Las empresas y familias no pueden seguir guardando su ingreso en divisas en una caja fuerte o debajo del colchón. Es necesario que este creciente circulante en dólares se canalice a través de los bancos hacia el financiamiento de la producción y el consumo.

Muchas economías que optaron por la dolarización lo hicieron porque el dólar ya era el medio de pago predominante. Cuando Ecuador dolarizó, el 54 % de los depósitos del público en el sistema financiero era en dólares y el 66 % de la cartera de crédito estaban en dólares.

En Venezuela, la dolarización se ha ido imponiendo por la fuerza de los hechos y pareciera que lo único que queda pendiente es que se dolaricen los salarios y se tome la decisión oficial de sustituir el bolívar por el dólar.

Los problemas económicos no tienen el mismo significado para todos. Para los hogares el problema más importante es la hiperinflación; para los exportadores es la fijación de un tipo de cambio que respalde su competitividad internacional; para el sector financiero es la liberación de las tasas de interés. La dolarización oficial no es la panacea para todos. Es necesario evaluar los costos y beneficios que genera. En el sector público y privado se tendrá que pagar los salarios en dólares, también las pensiones y jubilaciones, hasta los impuestos se pagarán en dólares.

Los críticos acusan a los partidarios de la dolarización de una visión inmediatista, que se agota en los beneficios de corto plazo y pierden de vista los costos que se pagan a largo plazo, cuando el país ya no pueda hacer un uso integral de las políticas cambiaria, monetaria y fiscal. ¿Cuál es el balance entre los pros y contras de la dolarización? ¿Son más los impactos positivos que los negativos? ¿El saldo neto es favorable para el interés nacional?

Esta pregunta es respondida por el economista Francisco Rodríguez en la última parte de la larga conversación que sostuvimos con él sobre los pros y contras de la dolarización:

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Del país más feliz del mundo al país de los millonarios

@froilanbarriosf

Por cuarto año consecutivo Finlandia ocupa el primer lugar en el último Informe Anual de la Felicidad, basada en datos de la Encuesta Mundial Gallup, que monitorea a 156 países. Islandia, Dinamarca, Suiza y los Países Bajos están en la segunda, tercera, cuarta y quinta posición, respectivamente.

Finlandia se coronó en el primer lugar de los países más felices del mundo por cuarto año consecutivo. A decir de los especialistas, no es de extrañar que este país nórdico haya mantenido la primera posición una vez más, ya que siempre ha ocupado un lugar destacado en lo que respecta a la confianza mutua. Entre tanto, Estados Unidos subió del puesto 18 al 14; y el Reino Unido cayó del 13 al 18. Australia ocupó el puesto 12.

Entre los parámetros con los que se mide la felicidad se hallan: años de vida saludables, libertad para tomar decisiones vitales, confianza, generosidad, ausencia de corrupción, buenos servicios públicos, gobiernos representativos, capacidad para evitar conflictos, preservación del medio ambiente y grado de igualdad. 

Esto no es no es obra del azar, Finlandia forma parte del modelo nórdico de Estado de Bienestar, cuyos objetivos se ubican en el desarrollo y logros humanos y ambientales. Estos se traducen en la reducción de la pobreza y la desigualdad a cifras insignificantes. A decir de Bernardo Klisberg (2021), no son perfectos, pero su balance positivo es imponente, destacando que no es casual que estos modelos, aun cuando tienen poca prensa, representan una alternativa al pensamiento único y a las “economías sin alma”, como las denomina el papa Francisco.

En esa dirección, el Foro Económico Mundial creó en el 2020 una nueva tabla: el Índice Global de Movilidad Social, que es una categoría esencial para medir el progreso. La nueva tabla midió 82 economías y analizó factores como atención sanitaria, educación, protección social, acceso a la tecnología, salarios justos y posibilidades de empleo. Así mismo, examinó en cada país cuántas generaciones se requieren para superar a las anteriores.

Los primeros puestos los ocupan, en este orden, Dinamarca, Noruega, Finlandia, Suecia e Islandia. El informe concluye que el mal funcionamiento o el bloqueo de la movilidad social destruye seriamente la cohesión social y afecta agudamente a las generaciones más jóvenes. Y determina que la movilidad se alcanza si hay igualdad de oportunidades, no en eslóganes, sino en hechos.

De este modelo de desarrollo político, económico, social, ambiental y prácticamente idílico para nosotros, contraponemos nuestra realidad: somos un país de millonarios en materia de moneda nacional, nadie nos iguala a nivel mundial.

Todo venezolano tiene como ingreso millones de bolívares, que traducidos a la realidad son una caricatura por su incapacidad al momento de adquirir cualquier bien necesario para la subsistenci. Aquí donde un pan vale más de un millón de bolívares y un paquete de arroz o de harina de trigo el doble. 

Es más, nadie se nos acerca en América latina. ¿Quién gana millones en México, Argentina, Chile, Brasil, Perú o Colombia? Pocos, un porcentaje minoritario de la población. Aquí nos damos el lujo de ser todos millonarios: trabajadores, jubilados, pensionados, economía informal, desempleados. Y, al mismo tiempo, apartados de toda posibilidad de felicidad. Vivimos una desgracia colectiva ya que los gobernantes odian a la población, quien sufre los efectos de la venganza como política de Estado. Aunque pareciera mentira, esta es pública y confesa, resumida en las intervenciones de la iracunda vicepresidenta de la república: “La revolución es nuestra venganza por la muerte de nuestro padre”.

Ese odio gubernamental les sobresale en la piel. No les importa la muerte de millares de venezolanos por la pandemia o por hambre; o los millones que partieron en el éxodo más notorio a nivel planetario, ya que sus políticas públicas van por el camino contrario al desarrollo humano del modelo nórdico. En nuestro caso están destinadas a la preservación del poder mediante la muerte y la destrucción.

Los casos recientes son la demostración del curso regresivo y antinacional. En primer lugar, el relacionado con las vacunas sujetas al endemoniado cálculo político para no cederle espacio a la oposición; entonces se retarda la decisión y se imponen vacunas cubanas, que no son reconocidas por ningún organismo científico a nivel internacional, bajo la práctica dictatorial de obligar a la población a aceptarlas. Así nos convierten en conejillo de Indias, como si Venezuela fuera una hacienda de esclavos sujeta a los caprichos de sus amos.

En segundo lugar, el reciente caso del estado Apure, donde el ejército venezolano bombardea a zonas rurales para favorecer a grupos guerrilleros que le son afectos, masacrando a los pobladores de la zona, saqueando sus bienes, asesinando e implantando falsos positivos.

Por tanto, qué alternativa tiene la población venezolana, frente a una política devastadora de la nación, que no sea unificar los esfuerzos para rescatar la nación oprimida, sea en el extranjero o en el suelo patrio.

*Movimiento Laborista.

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BCV anunció la incorporación de tres nuevos billetes al cono monetario
Los nuevos billetes, de 200.000, 500.000 y un millón de bolívares, comenzarán a circular «paulatinamente» desde el próximo 8 de marzo

El Banco Central de Venezuela (BCV) anunció este 5 de marzo la incorporación de tres nuevos billetes al cono monetario, equivalentes a 200.000, 500.000 y un millón de bolívares, que será el de más alta denominación, con un valor de 52 centavos de dólar, según la tasa oficial.

Los nuevos billetes comenzarán a circular «paulatinamente» desde el próximo 8 de marzo, según un breve mensaje del BCV en el que aseguran que «vienen a complementar y optimizar el actual cono monetario, para cumplir con los requerimientos de la economía nacional».

Actualmente, el billete de más alta denominación es el de 50.000 bolívares, unos dos centavos de dólar al cambio, por lo que el uso del papel moneda venezolano ha desaparecido de manera casi total en favor de las tarjetas.

Sin embargo, la economía venezolana atraviesa una dolarización transaccional de facto y, mayoritariamente, los precios aparecen denominados en la divisa estadounidense, cuando los comercios lo muestran.

Las tres nuevas especies monetarias tendrán en su anverso la imagen del Simón Bolívar, un diseño casi idéntico al que tienen los billetes que hoy están en desuso.

Los de 200.000 y 500.000 bolívares cuentan con la imagen del mausoleo del Libertador, integrado en el Panteón Nacional, mientras que el de un millón muestra en su reverso la imagen conmemorativa del Bicentenario de la Batalla de Carabobo, decisiva en la Guerra de Independencia.

La última vez que se amplió el cono monetario fue en junio de 2019, cuando se incorporaron los billetes de 10.000, 20.000 y 50.000 bolívares, que entonces equivalían a 1,62; 3,25 y 8,14 dólares, respectivamente.

En agosto de 2018, en Venezuela comenzó a circular un nuevo cono monetario, luego de que el Gobierno de Nicolás Maduro ordenara eliminarle cinco ceros a la moneda nacional, el bolívar, que entonces se llamaba bolívar fuerte y pasó a llevar el apellido de «soberano», como una medida con la que buscaba enfrentar la hiperinflación en la que vive el país desde noviembre de 2017.

En 2008, el entonces presidente Hugo Chávez lanzó otro proceso de reconversión monetaria que le quitó tres ceros a la moneda, con lo que pasó a llamarse bolívar fuerte.

Es decir, a la moneda actual, denominada oficialmente bolívar soberano, le han sido amputados ocho ceros.

EN EL PODCAST 3 EN 1 de la penúltima semana del mes de agosto nos conseguimos tres reportajes que ahondan en la crisis por la que atraviesa el venezolano: la económica, de transporte y la de salud.

El primero tiene que ver con el primer aniversario del más reciente cono monetario del actual gobierno.  

Ahiana Figueroa y Carlos Seijas Meneses coescribieron un trabajo para Tal Cual llamado El Cono Monetario de Maduro se esfumó en apenas un año.

Transcurridos los primeros 365 días de la modificación, la capacidad de compra del cono monetario es casi nula y la mayoría de los establecimientos comerciales no aceptan los billetes de más baja denominación. 

Apenas diez meses de la entrada en circulación, el Banco Central se vio obligado a emitir nuevos billetes de 10, 20 y 50 mil bolívares.

En Runrunes, un trabajo de Lorena Meléndez que lleva por nombre La lista de errores que descarriló al Metro de Caracas expone con lujo de detalles el accidente ocurrido el pasado sábado 17 de agosto en la estación de Los dos Caminos.

Al menos ocho personas resultaron heridas, dos de ellas debieron ser trasladadas a la emergencia del Hospital Pérez de León. Es el tercer descarrilamiento que se produce en el sistema ferroviario de transporte en los últimos cuatro meses.

Finalmente en El Pitazo sobresale el reportaje 29 pacientes fallecieron entre 2017 y 2019 mientras esperaban un trasplante de médula ósea hecho por Armando Altuve.

Según la Asociación para el Trasplante de Médula Ósea de Italia ocho venezolanos murieron en 2017, 19 en 2018 y dos en 2019. Todos a la espera de una operación que no se produjo debido a la deuda que mantiene el gobierno de Maduro con hospitales del país europeo. Desde 2016, Pdvsa y la mencionada asociación tenían un convenio para intervenir quirúrgicamente a pacientes venezolanos, acuerdo que se rompió debido a los problemas de caja por los que atraviesa la estatal petrolera.

 

5  de los 8 billetes del cono monetario no compran nada

OCHO MESES FUERON MÁS QUE suficientes para que los billetes del nuevo cono monetario perdieran tanto valor de compra que la población, los comerciantes y los transportistas se niegan a recibirlos. Los billetes de más alta denominación —500, 200 y 100 bolívares— solo pueden comprar entre 0,4 y 1,3 % de lo que compraban en agosto de 2018, cuando fueron puestos en circulación.

Cinco de los ocho billetes que conforman el cono monetario no compran ningún producto. Las monedas —de 1 y 0,5 bolívares— son prácticamente inexistentes y su circulación fue tan restringida que es poco probable que alguien tenga una.

El cono anterior tardó unos ocho años en perder su valor y convertirse en materia prima para hacer origami. En contraste, menos de un año se necesitó (debido a la hiperinflación) para que los billetes de 2, 5,10, 20 y 50 bolívares, que nacieron con el apellido «soberano», sean objeto de rechazo por el grueso de la población y seguramente falta poco para que se empiecen a ver carteras y monederos hechos con ellos.

Sigue leyendo este trabajo de Reymar Reyes en Crónica Uno

Lorena Meléndez Dic 30, 2018 | Actualizado hace 2 meses
2018: El año del desquite

@loremelendez

Matar a un icono de la «resistencia», mostrar a un preso político semi desnudo y lleno de excremento, arrasar con cualquier militar que suponga una amenaza. Estas son tres acciones que confirman que el gobierno de Nicolás Maduro, tan cuestionado en 2017 por reprimir a las millones de personas que protestaron en su contra y señalado porque las fuerzas leales a él ejecutaron al menos a 83 de las 158 que murieron en medio de los conflictos, no se quedó de brazos cruzados durante 2018. Todo lo contrario.

Aunque el año pasado ya acumulaba nueve denuncias ante la Corte Penal Internacional –incluida la del Alto Comisionado de la ONU, Zeid Ra‘ad al Hussein, quien pidió la apertura de una investigación sobre crímenes de lesa humanidad al mandatario venezolano- Maduro, lejos de asumir una postura que lo distanciara de estos delitos, en 2018 parece haber tomado una que lo reafirmó como violador de derechos humanos. Después de lo débil que se vio durante los cuatro meses de manifestaciones de abril de 2017 y de las sanciones impuestas por Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea en contra de su investidura y la de sus funcionarios más cercanos, Maduro mostró su lado más represivo.

El verbo “desquitar”, según el diccionario de la Real Academia Española, se define como “tomar satisfacción, vengar una ofensa, daño o derrota”. ¿Fue esto lo que hizo el primer mandatario? Aquí un repaso a los hechos que apuntan hacia esta hipótesis.

El castigo a los rebeldes: la muerte de Óscar Pérez


Apenas dos semanas después de que comenzara 2018, el gobierno dio su primera embestida. Durante la madrugada del 15 de enero, decenas de agentes de las fuerzas de seguridad del Estado, armados con fusiles, granadas y lanzacohetes, rodearon un chalet del Kilómetro 16 de El Junquito donde se había refugiado el piloto rebelde Óscar Pérez y seis de sus compañeros.

Fue ese el inicio de la “Operación Gedeón” (que en hebreo significa “destructor” o “guerrero poderoso”), que horas después mató a todos los insurgentes con disparos en las cabezas, de acuerdo con las actas de defunción de las víctimas. El mismo Pérez, antes de morir y con el rostro ensangrentado, hizo saber lo que pasaría a través de un video que se difundió en redes sociales: “No quieren que nos entreguemos. Literalmente nos quieren asesinar. Nos lo acaban de decir”.

Así acabó la historia del hombre que se había convertido en un emblema de la resistencia contra el gobierno de Maduro, aquel inspector del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) que sobrevoló los cielos de Caracas el 27 de junio de 2017, a bordo de un helicóptero policial robado, con una pancarta que llamaba a la desobediencia civil en medio de las protestas antigobierno que ese año dejaron 158 caídos, de acuerdo a cifras y datos recolectados por Runrun.es. El mismo que asaltó un fuerte militar para robar armas y que planeaba una estrategia para derrocar al mandatario.

Horas después de lo que luego se conoció como “La masacre de El Junquito”, Maduro aplaudió la labor de las fuerzas de seguridad por acabar con lo que consideró un “grupo terrorista”. También lanzó una advertencia a cualquiera que intentara sublevarse: “Todo el que entre por el camino del terrorismo y haga armas contra la República, tendrá la oportuna respuesta de nuestras fuerzas armadas y policiales”.

El suceso no acabó allí. Los familiares tuvieron que esperar una semana para que les entregaran los cuerpos de los caídos. Los obligaron a enterrarlos sin un funeral previo y en cortas ceremonias hechas solo con la presencia de los familiares directos a primeras horas de la mañana o en la noche, como fue el caso de Lisbeth Andreína Ramírez, la única mujer del grupo.

Ni uno libre: el año de los militares presos

Tras la masacre de El Junquito, el gobierno comenzó una purga en las filas de sus fuerzas de seguridad. Al menos nueve militares, entre ellos siete primeros tenientes, fueron arrestados por supuestamente tener vínculos con el piloto rebelde. Y la persecución continuó en los meses siguientes.

A finales de febrero, once soldados fueron expulsados de la Fuerza Armada Nacional, mientras que trece oficiales de alto rango fueron degradados “por haber intentado por medios violentos cambiar la forma republicana de la nación”. La orden, dictada por Nicolás Maduro, se publicó en Gaceta Oficial e incluía al general y exministro de la Defensa, Raúl Isaías Baduel, preso desde 2009; Antonio Rivero, dirigente de Voluntad Popular en el exilio; Hebert García Plaza, exministro de Alimentación y al capitán Juan Caguaripano, quien en agosto de 2017 asaltó un fuerte militar.

Días después, ya en marzo, a otros nueve uniformados –entre estos seis tenientes coroneles, un primer teniente y dos sargentos– se les acusó de haber formado una célula insurreccional llamada “Movimiento de Transición a la Dignidad del Pueblo”. A todos les imputaron los delitos de instigación a la rebelión y actos contra el decoro marcial.

En mayo, en días previos a las elecciones presidenciales, 18 efectivos corrieron la misma suerte.  La mayoría pertenecía a la Unidad de Operaciones Especiales (Uope), integrada por miembros de la Armada Venezolana y a la Aviación Militar.

La experta presidenta de la ONG Control Ciudadano para la Seguridad, la Defensa y la Fuerza Armada Nacional, Rocío San Miguel, ha señalado varias veces la gravedad del fenómeno. “No dudo en señalar que el gobierno de Venezuela enfrenta la peor crisis militar desde 1992 (cuando Hugo Chávez encabezó un intento de golpe de Estado contra Carlos Andrés Pérez). La del 2002 (cuando intentaron derrocar a Chávez) fue palaciega, de allí la diferencia”, escribió en su cuenta en Twitter en 1992.

Presidenciales adelantadas o cómo desmotivar a un votante

 

Luego de haber impuesto la elección de una asamblea nacional constituyente (anc) en 2017, dejar fuera de juego a los principales líderes de la oposición e invalidar a la mayoría de los partidos políticos no oficialistas, el gobierno dio una estocada letal a la voluntad popular de participar en comicios electorales: anticipar las presidenciales de 2018 para aprovechar el desánimo en las filas de sus adversarios y evitar que las condiciones económicas empeoraran y que se hiciera más cuesta arriba la conquista de los votos.

La convocatoria a las votaciones, hecha a través de un decreto de la anc, torpedeó el proceso de diálogo que se llevaba a cabo entre el Ejecutivo y un sector de la oposición venezolana. Uno de los puntos que se discutía en esas negociaciones era precisamente la fijación de la fecha de las presidenciales y las condiciones que acordarían ambos bandos.

Luego de realizarse, 19 países de la Organización de Estados Americano (OEA) desconocieron las elecciones. Lo mismo hicieron las naciones que conforman de la Unión Europea. Ambas instituciones argumentaron su decisión por la falta de garantías democráticas al momento de los comicios. Sin embargo, el oficialismo continuó adelante y espera la llegada de 2019 para la juramentación de Maduro en un nuevo período presidencial.

Requesens está desnudo… Y los represores también

El diputado a la Asamblea Nacional por el estado Táchira, Juan Requesens, se convirtió en el segundo semestre del año en otra víctima del allanamiento ilegal de la inmunidad parlamentaria que ha practicado el gobierno de Maduro contra los miembros clave de la oposición. Sin embargo, su caso sobrepasó el abuso de autoridad y dejó en evidencia a un Estado en el que se viola y humilla a quienes se oponen.

A Requesens se lo llevaron 14 funcionarios del Sebin del edificio en donde vivía, en Terrazas del Club Hípico, en Caracas. El arresto ocurrió el martes 7 de agosto y en ese procedimiento también fue detenida su hermana, Rafaela Requesens, presidenta de la Federación de Centros Universitarios FCU-UCV (2017), quien fue liberada poco después.

El parlamentario, en cambio, fue enviado a los calabozos de la sede policial del Helicoide, lugar en donde se grabaron dos videos difundidos en redes sociales: uno, publicado por el ministro de Comunicación e Información, Jorge Rodríguez, en el que el diputado confesó haber facilitado el paso fronterizo a Juan Monasterios, presunto implicado en el estallido de dos drones ocurrido durante un acto oficial presidido por Maduro; y otro, donde se ve al arrestado en unos boxers manchados de excremento, mientras se da la vuelta ante una voz que se lo ordena.

Horas después de la difusión de los audiovisuales, familiares de Requesens escribieron a través de su cuenta en Twitter que tales imágenes confirmaban que el parlamentario “había sido sometido a coacción, tratos crueles e inhumanos”. Más tarde, el mismo asambleísta le comentó a su abogado que no recordaba haber grabado esos videos.

“Esta es la actuación de un Estado que no es democrático, donde la arbitrariedad se ha convertido en la norma (…) y que la Asamblea Nacional Constituyente se abrogó una tarea para la cual no tiene facultades en nuestra Constitución, como es la aprobación del allanamiento de la inmunidad parlamentaria del diputado Requesens”, denunció entonces, ante cámaras, el coordinador de la ONG Provea, Rafael Uzcátegui.

Para el momento en el que todo esto sucedió, Requesens ya llevaba dos días y medio detenido y la situación continuó hasta casi una semana después cuando, en violación al debido proceso, fue presentado ante tribunales con más de 80 horas de retraso, sin que sus parientes pudieran verlo o hablarle. Este encuentro fue solo posible 40 días después del arresto.

Al diputado le imputaron los delitos de instigación pública continuada, homicidio calificado en grado de frustración contra el presidente Nicolás Maduro, homicidio calificado en grado de frustración contra los militares de la Guardia Nacional Bolivariana, uso de artefactos explosivos, asociación para delinquir, financiamiento al terrorismo, daños a la propiedad y  traición a la patria. Defensores en derechos humanos han calificado lo sucedido como una muestra de “terrorismo de Estado”, es decir, una práctica oficial que busca manipular a la población a través de la generación del miedo y el terror en la sociedad.

Requesens sigue preso.

Albán y las ventanas del piso 10

El misterio sobre la muerte del concejal de Primero Justicia, Fernando Albán, continúa cuatro meses después de haber ocurrido. Su cuerpo cayó desde el piso 10 del edificio del Sebin en Plaza Venezuela y mientras el gobierno aseguró que se trató de un suicidio, dirigentes de oposición señalaron que fue un homicidio. Julio Borges, el ex presidente de la Asamblea Nacional que hoy está en el exilio, afirmó que lo lanzaron luego de matarlo.

Las versiones oficiales sobre el hecho se difundieron antes de que se practicara una autopsia al cadáver y fueron tanto diferentes como inconsistentes. Mientras que el fiscal general Tarek William Saab dijo que Albán saltó desde la ventana de un baño al que pidió ser llevado, el ministro de Interiores, Justicia y Paz, Néstor Reverol, apuntó que el concejal se tiró desde un ventanal de la sala de espera cuando iba a ser trasladado a tribunales. Sin embargo, ex presos políticos y fuentes del cuerpo de seguridad confirmaron a Runrun.es que ningún prisionero está sin custodia en ese piso, ni siquiera cuando va a los sanitarios.

El suceso provocó que distintas organizaciones internacionales y diplomáticos se pronunciaran sobre el caso: desde la oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos y la secretaría general de la OEA, hasta representantes de la Unión Europea y de gobiernos de países como Estados Unidos y Argentina. En Venezuela, el reclamo lo hicieron desde defensores de derechos humanos hasta la Arquidiósecis de Caracas.

Albán fue el tercer preso político que murió en custodia del Sebin. Lo antecedieron Rodolfo González, conocido como “El Aviador”, un ex capitán de la Aviación Civil que estuvo asociado a las protestas antigobierno de 2014 y a quien encontraron ahorcado en su celda de El Helicoide; y Carlos Andrés García, concejal del municipio Páez de Apure, que fue detenido en medio de las protestas de diciembre de 2016 tras la salida de circulación del billete de 100 bolívares y murió al no recibir atención médica luego de haber sufrido varias crisis de tensión y un accidente cerebrovascular.

Aunque no se ha imputado a ningún funcionario por la muerte de Albán, el jefe del Sebin, Gustavo González López, fue destituido de su cargo poco después del suceso.

Un mal llamado reconversión monetaria

No hubo ningún economista reconocido en Venezuela que le diera un espaldarazo a esta decisión del gobierno de quitarle cinco ceros a la moneda sin tomar conjuntamente medidas para frenar la hiperinflación que vive Venezuela desde finales de 2017. En lugar de comenzar «un gran proceso histórico de recuperación económica», tal como lo prometió Maduro, la medida devastó el bolsillo ya ahuecado del venezolano.

La reconversión monetaria y el consecuente aumento de salarios impulsó todavía más el ascenso acelerado de los precios. Según las cifras publicadas por el Hambrómetro, provenientes de una firma de análisis económico, el costo de la canasta alimentaria básica se triplicó en los dos meses posteriores a la salida del nuevo cono monetario, cuyo billete de más alta denominación (500 bolívares soberanos) solo sirve a finales de 2018 para comprar seis huevos.

El efecto en la hiperinflación contribuyó incluso a que el dólar perdiera valor adquisitivo en el mercado venezolano. Según un informe de Econométrica publicado en noviembre, luego del aumento de salario mínimo decretado a raíz de la reconversión monetaria –subió 6.000 % en cuestión de horas (pasó de 30 a 1.800 Bs. S.)- ”algunos agentes económicos tuvieron que vender una mayor cantidad de divisas para hacer frente a sus obligaciones”. Hoy, con el más reciente incremento salarial, que lo situó en 4.500 Bs, solo pueden adquirirse cinco hallacas.

Mientras Maduro comió en 2018 el plato frío de la venganza, más de 3 millones de venezolanos emigraron para intentar alimentarse mejor.

Seis piezas del cono monetario anterior podrán seguir circulando y siendo usadas por las personas para efectuar pagos exactos,anunció el Banco Central de Venezuela.

“Las piezas de Bs. 1.000, 2.000, 5.000, 10.000, 20.000 y 100.000 bolívares, del cono monetario anterior, cocircularán con el Bolívar Soberano”, informó el ente emisor en su cuenta oficial en la red social Twitter.

En la Gaceta Oficial Extraordinaria N° 6.379 el decreto indicaba que “El Banco Central de Venezuela determinará mediante resolución de su directorio las denominaciones de los billetes y monedas metálicas por él emitidos, representativos de la unidad monetaria actual, que podrán circular con posterioridad al 4 de agosto de 2018, conservando su poder liberatorio hasta que sean desmonetizados conforme a lo que indique dicho Instituto Emisor”.