Siguen sin entender, y eso es muy peligroso por Armando Martini Pietri
Siguen sin entender, y eso es muy peligroso por Armando Martini Pietri

AN2016

 

Este 6 de diciembre un pueblo que estaba harto de palabrerías, fantasías y mentiras, decidió cambiar y ponerle nueva cara a la Asamblea Nacional. Pero estemos claros, el chavismo fue el derrotado por una forma de gobernar sin capacidad real, con un funcionariado obediente a cualquier torpeza e incluso a vagabunderías y un Gobierno compartido por militares y dirigentes del chavismo escogidos por su lealtad y no por su capacidad. Lo que sus principales dirigentes han dicho sobre el revés electoral hasta ahora indica, además, que no han entendido ni de lejos lo que les pasó ni por qué –y esto es mucho peor. 

Ya es oficial que la oposición unida obtuvo la madre de todas las victorias con un 67% de la Asamblea (112 diputados) y el Gobierno sólo pudo lograr lo que más o menos ya se conocía como «el chavismo duro» –aunque ese chavismo hipnotizado y fiel hasta la muerte no fue capaz de encender emociones en Barinas, donde la familia Chávez Frías quedó contra la pared y mal parada, ni en Monagas, por poner dos ejemplos míticos, donde para vergüenza en su condición de jefe máximo del PSUV, hasta ahora segundo hombre del Gobierno y líder natural del estado, Diosdado Cabello resultó electo porque su nombre encabezaba el voto lista, pero no por méritos ni liderazgos propios. No hablemos de otros estados como Aragua y Carabobo, o como el estratégico Bolívar donde el Gobierno nacional y local con sus dirigentes se cansaron de cometer errores y atropellos con los trabajadores organizados en sindicatos experimentados y poderosos, con la minería y hasta con los indígenas locales.

 

¿Qué implica el triunfo de la Unidad en la Asamblea Nacional?

En primera instancia se va a elegir un nuevo presidente y su junta directiva compuesta de dos vice presidentes, un secretario y un sub-secretario de la Asamblea Nacional. Tras esto tendría que venir de inmediato el compromiso inadmisible de postergar y absurdo de incumplir, que no es otro, que la aprobación inmediata de la Ley de Amnistía a favor de los presos y exiliados políticos para restituir la estabilidad jurídica y remediar la violación del derecho humano de disentir. ¡Ninguna promesa hecha es más importante!

Pero al mismo tiempo la nueva Asamblea Nacional controlada por la oposición va a tener que sumergirse, desde el mismo 6 de enero, en todo un tramado de leyes nuevas y modificaciones económicas esenciales para recuperar el crecimiento de la economía que entre Chávez y Maduro han dejado agonizante e incapaz de producir.

No se trata, por ejemplo, de una simple y altamente riesgosa liberación del dólar, pero sí del diseño y establecimiento de un sistema que permita el progresivo ajuste del intercambio entre monedas en operaciones de compra y venta administrado por el Banco Central de Venezuela, con un nuevo y muy profesional equipo al frente. La nueva Asamblea Nacional va a tener que interpelar  e investigar a fondo –y tiene expertos para hacerlo- a los diversos ministros y altos funcionarios del área económica que no sólo han manejado muy deficientemente las finanzas públicas, sino que ni siquiera publican datos y cifras de la economía que son de obligatoria divulgación periódica. 

La aclaratoria de la situación económica del país y definir para información de todos los venezolanos cómo la recién estrenada Asamblea puede contribuir a remediar, a corregir lo que ya es una catástrofe, es más que una necesidad perentoria, una obligación y una fundamental sinceración por parte de la oposición rotundamente mayoritaria.

Una Ley de Producción Nacional y de Primer Empleo, el inicio de un debate serio y responsable con investigación incluida de los actos de corrupción y el robo de los dineros públicos denunciados estos años y especialmente las denuncias concretas realizadas por el ex ministro Jorge Giordani, aprobando una Ley de repatriación de capitales sustraídos de la república. Un debate respecto al inicio de una investigación de los “Narcosobrinos” y casos similares, la posible ejecución de un Referéndum revocatorio. La derogación de algunas leyes que dañan el buen desenvolvimiento de la sociedad. Leyes que garanticen la seguridad jurídica para las inversiones actuales y las nuevas por venir y todas las que sean convenientes para beneficio y bienestar de todos los ciudadanos.

 Establecer las bases para un solo tipo de cambio, leyes contra el enriquecimiento ilícito con penas de cárcel, ley anti-torturas, nueva y más eficaz legislación antidrogas y penas máximas por narcotráfico y lavado de dinero para que Venezuela deje de ser paraíso de narcotraficantes. Derogar la nefasta Ley de Precios Justos, reformular la Ley Orgánica del Trabajo, implementar la estrategia para el reacomodo y dignificación del poder judicial y del sistema policial nacional, y paulatinamente ir estableciendo y fortaleciendo la constitucional separación de los poderes, una de las claves fundamentales del sistema democrático. Y, por supuesto, que los militares regresen a sus cuarteles para que dejen de equivocarse en público y de cometer errores que empeoran la economía nacional. 

Los miembros de la Unidad ya hablaron de todo eso, ahora les toca dejarse de politiquerías y cumplir el enorme compromiso que la inmensa mayoría de la población puso en sus manos, incluyendo normas claras y severas que sancionen las ausencias e incumplimiento de responsabilidades no adecuadamente justificadas por los diputados; los que inician en enero sus responsabilidades deberían tener la certeza de que podrían ser destituidos e incluso inhabilitados de por vida si con irresponsabilidad criminal le fallan al pueblo que los llevó este 6 de diciembre a ser los ejecutores de todo un nuevo poder legislativo venezolano.

Hasta la fecha de redacción de este artículo, tanto opositores como chavistas seguían impactados por lo abrumador de los resultados electorales. Eso es comprensible. Pero al mismo tiempo es tal la magnitud de la emergencia nacional, que los diputados opositores electos deberían hacer un esfuerzo especial y sacudirse los hipnotizantes vapores del aplastante triunfo para ponerse desde ya a trabajar.

Deben saber que los chavistas tampoco han despertado de su propia pesadilla y del mundo de fantasmas terroríficos que se les vino encima, pero ya asoman malas intenciones. Por una parte, y los propios Maduro y Cabello lo han adelantado, pondrán todas las trabas a acciones, normas, leyes e investigaciones que los molesten, e incluso están dispuestos a adelantar nombramientos –como en el Tribunal Supremo de Justicia- que compliquen las decisiones de la nueva Asamblea Nacional, tienen un mes para armar la perversa tramoya. Y peor aún, el Presidente declara en su programa semanal no aceptar la Ley de Amnistía. Nada de esto contribuye al buen desenvolvimiento institucional de los poderes públicos, sólo mantiene la que ha sido característica sociopolítica del chavismo, la agresividad e intransigencia en todos sus niveles. 

Pero también, aunque por lo que han asegurado Maduro y Cabello aún no se han dado cuenta, desde el próximo 6 de enero el Gobierno chavista va a tener un nuevo responsable a quien culpar de sus carencias, la Asamblea Nacional. Todo eso puede llevar a una especie de «tranca» institucional altamente peligrosa para la estabilidad y gobernabilidad de un país harto de hacer colas, de no conseguir los productos que necesita, de ser robado y asesinado a mansalva ante un sistema policial desarmado, poco motivado y peor pagado. 

La oposición deberá disponer de dos o tres voceros muy sólidos, confiables y experimentados para explicar al país, con máxima claridad, lo que se está proponiendo y haciendo, y para desnudar las excusas de un Gobierno que se ha quedado, por ahora, sin base popular. 

Los actores políticos que tienen responsabilidades de replanteamiento y reorganización del Poder Legislativo, mucha madurez política y sentido común.

 

@ArmandoMartini