Nicolás no tiene otra salida que enseñar su partida de nacimiento por Isa Dobles @IsaOropeza - Runrun
CAP Rafaél Caldera Carlos Andrés Pérez
Para llegar aquí, a una transmisión de mando, o llevar la banda presidencial, hay que ser venezolano.. Como cuando nacemos, ese es el primer requisito señalado sobre el cuerpito recién nacido…sexo, nacionalidad….y las huellas. Nos definimos ante la vida que comienza.  Y la responsabilidad  de ese camino
Nicolás no tiene otra salida que enseñar su partida de nacimiento. A estas alturas, tiene que responder a la presión que se incrementa minuto a minuto. Y es que no tiene otra. El más humilde de los venezolanos tiene que presentar original y copia de su boleta de nacimiento expedida por la Maternidad o centro sanitario donde nació el interesado. Y si quien la  solicita es un venezolano   con 16 años, necesita original y copia de la partida de nacimiento de la jefatura civil donde fue presentado; mayor de 18 años, original y copia de la partida de nacimiento del registro principal y de la jefatura civil donde fue presentado, original y copia de la boleta de nacimiento de la maternidad  y declaración notariada de tres testigos venezolanos mayores de edad.
La cédula es el documento de identidad más importante para los venezolanos y de ella depende prácticamente cualquier TRAMITE LEGAL, ACADEMICO Y POLITICO. Todos los presidentes  democráticos han cumplido con esas exigencias, y es que no les queda otra. Porque el jefe de Estado es  el modelo de leyes y principios y la legalidad de esos primeros requisitos  va más allá de una foto o una firma. Lleva implícito el respeto a su pueblo, la ética  y la transparencia necesarias para atreverse a dirigir los destinos de millones de seres que   dependen en vida y  recursos de esas virtudes.
Aquí la lista de transgresores de la ley y esas virtudes es inmensa. Hemos llegado hasta aquí por la  indecencia Y complicidad de las Instituciones que  ante una macabra decisión  de un hombre moribundo y  poseído de una demencial visión del poder, delega en otro   la suerte de un País encandilado y confuso,  conducido por la histeria y el temor.  Y se brincan todas las normas, todos los límites.
Hoy tenemos un hombre en un poder  cuestionado,  no sólo por casi ocho millones de venezolanos que le impugnan, sino por que en una burla  arrogante y obvia, niega al País  el derecho a conocer exactamente la información sobre la cual depende su identidad venezolana exigida para ocupar el rol que ya le impugnaba el pueblo.
Los cubanos, que  siniestramente están  en todas partes,  parecen estar también  tras la cedulación venezolana.  Cada día se hace más   grave la ausencia de esa partida de nacimiento. Si la enseña hoy, sobre ella caerá la suspicacia que es natural con los usurpadores sin vergüenza que engañan   sin  moral alguna.
Mas con esta trama  obscura, esta conjura inmoral que  la Historia resolverá  para el asombro de nuestras generaciones.