Rafael Uzcátegui, autor en Runrun

Rafael Uzcategui

Informe: Retorno de venezolanos necesita protocolos claros de atención sanitaria con respeto a los derechos humanos

Debido a su situación de vulnerabilidad y desprotección en otros países, centenares de venezolanos y venezolanas en situación de migración forzada están retornando a Venezuela en el contexto de la pandemia por el Covid-19. Las autoridades locales deben garantizar que los protocolos de atención a su llegada cumplan con principios médicos y técnicos, pero también respetuosos de la dignidad humana. Las agencias de Naciones Unidas presentes en Venezuela deben trasladarse a frontera y garantizar la realización de procedimientos correctos por parte de las autoridades. No se debe obstaculizar el trabajo de los actores humanitarios nacionales, y defensores de derechos humanos, que puedan brindar apoyo en las garantías a los derechos humanos de quienes regresan al país en difíciles circunstancias físicas y emocionales.

Forzados a migrar, obligados a regresar

Debido a la ausencia de democracia y la emergencia humanitaria compleja Venezuela es el centro de una de las peores crisis migratorias de la región en los últimos años. En octubre de 2019 la Agencia de la ONU para Refugiados (ACNUR), estimó que para finales del 2020 la cantidad de venezolanos en situación de migración forzada podía superar los 6 millones de personas. Esta crisis ha representado múltiples desafíos para los países de acogida, quienes no han establecido todas las medidas necesarias de protección, lo cual ha quedado en evidencia en situaciones críticas como en la actual pandemia de Covid-19.

El gobierno colombiano ha emitido 33 decretos para hacer frente a la emergencia causada por la pandemia del coronavirus. Sin embargo, los migrantes venezolanos, quienes constituyen el 92 %de la población migrante en el hermano país, 1.800.000 de personas según cifras oficiales, quedaron por fuera de todos, lo cual los colocó en una mayor situación de vulnerabilidad a la que ya poseían como personas necesitadas de refugio.

Según el diario La Opinión de Cúcuta “Pese a que el Ministerio de Salud publicó los lineamientos para la prevención, detección y manejo de casos de Covid-19 entre la población migrante en Colombia, no hay un marco legal lo suficientemente amplio que abarque a todos los ciudadanos. Solo se han ejecutado medidas temporales como transferencias monetarias a 150 mil familias y 150 mil mercados a personas en condición de vulnerabilidad en Bogotá.” Diferentes políticos y especialistas del tema migración en el hermano país han estado solicitando aprobación de medidas que incluyan a los venezolanos como población vulnerable. Por ejemplo, el senador Antonio Sanguino propuso al presidente Iván Duque para que expida un decreto ley relacionado con el asunto migratorio en el marco del coronavirus, basado en una regularización migratoria, un sistema de registro de información y de asistencia a los migrantes bajo una figura institucional. También planteó, siguiendo el ejemplo de España, apresurar la homologación de títulos y permisos de trabajo para incorporar a los médicos migrantes al Sistema Nacional de Salud y así afrontar la enfermedad.

Sin trabajo y sin hogar

Los primeros días de abril se denunció el desalojo de familias de venezolanos de pensiones conocidas como “pagadiario” en Bogotá, pues las personas pagan por día de pernocta. Claudia López, alcaldesa de Bogotá, en una polémica declaración pidió recursos al gobierno central para sufragar el costo de los alquileres en familias en condición vulnerable bajo la pandemia, incluyendo a los venezolanos: “Ya pagamos la comida, ya pagamos el nacimiento, ya pagamos el jardín, ya pagamos la escuela, ya damos empleo. Qué pena que lo único que no podemos cubrir, es el arriendo. Y para eso pedimos un poquito de ayuda del Gobierno Nacional. Un peso aunque sea, uno. Porque todas estas cosas las pagan los impuestos de los bogotanos sin chistar. Llevamos tres años pagando eso, a 450.000 personas de Venezuela”. El presidente Iván Duque expresó posteriormente: “Hay algunos alcaldes que de alguna manera están tratando decir: Es que ese no es mi problema. Es una responsabilidad de todos. Aquí nadie puede lavarse las manos, nadie, frente a un tema tan sensible”, dijo en un comunicado de la Presidencia de Colombia, sin referirse de manera directa a López.

La situación se repitió en el departamento de Magdalena, cuya capital es Santa Marta. Según recogió el diario argentino Clarín: “el grueso de los retornados comenzó en el Departamento de Magdalena en Colombia donde fueron desalojados de sus viviendas porque no podían seguir pagando el alquiler (…) Este miércoles varios propietarios de pensiones realizaron un desalojo masivo entre las calles 22 – 24 y carreras 17 – 18, a personas que vivían allí con el sistema de renta ‘paga diario’.

La comunidad venezolana residía en este barrio de la localidad Los Mártires, en varias de las edificaciones que están ubicadas en la zona de tolerancia. “El motivo del desalojo de los venezolanos se habría hecho porque llevaban varios días sin pagar arriendo y pese a que la alcaldía de esta localidad ordenó que según el Decreto 903 en el Artículo 6, no se puede desalojar a nadie del lugar donde vive, esta comunidad estaba en la calle sin un lugar a donde ir, sin alimento, ni medios económicos para mantenerse; ya que no han podido trabajar por las medidas de aislamiento impuestas por el Gobierno nacional”, agregó la nota del periódico argentino.

Los venezolanos se ven impedidos de ejercer sus ocupaciones informales y están siendo desalojados de sus viviendas al no poder seguir pagando los alquileres. El 7 de abril la gobernación del Norte de Santander reveló que desde el 14 de marzo habrían pasado 30 mil personas a Venezuela. Desde el 18 de marzo las organizaciones humanitarias que brindaban apoyo en la frontera del lado colombiano, comida y medicinas, a los venezolanos suspendieron sus actividades hasta nuevo aviso, como medida para prevenir la propagación del Covid-19.

 

*Vea el informe completo en Perdido en Itaca

 

Javier Torres: En Venezuela hay una dictadura como la que sufrió Perú bajo el Fujimorismo

javier torres

Por Rafael Uzcátegui, con apoyo de Daniel Klie

 

Javier Torres, antropólogo peruano y activista de derechos humanos, estuvo recientemente en Venezuela para reunirse con sus colegas de las organizaciones del país y compartir la experiencia de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos del Perú (CNDDH) en la resistencia contra la dictadura fujimorista. Torres es directivo de la ONG Servicios Educativos Rurales y es analista político para la revista Poder y el portal Lamula.pe. En el año 2012, cuando se inició el juicio contra Alberto Fujimori, era el Secretario Ejecutivo de la CNDDHH, desde donde se promovió una estrategia jurídica y de movilización ciudadana para lograr ponerlo bajo la justicia.

– ¿Cuáles son las principales semejanzas entre los gobiernos de Nicolás Maduro y Alberto Fujimori?

– Son muchas. Para que haya democracia en un país tiene que haber separación de poderes, prensa libre, tienes que tener elecciones libres. Hay otros elementos, pero estos son los fundamentales. Tanto en el Perú de Fujimori como en la Venezuela de Maduro no hay separación de poderes. Las leyes de excepción que se van dando, las mismas modificaciones o violaciones que estos gobernantes realizan, configura un escenario dictatorial, allí hay una clara semejanza.

Lo otro tiene que ver con un tema de libertad de expresión, que es un factor que tiene que darse bajo determinadas condiciones. El hecho que haya elecciones no garantiza que exista una democracia si el sistema electoral no cumple con los deberes mínimos que deben tener, por ejemplo los calendarios electorales. Un sistema electoral tiene que ser previsible y no debe estar sometido a los caprichos del rol ejecutivo, que es un poco que pasa en Perú y lo que uno percibe en Venezuela. Me parece que lo que tenemos aquí es una dictadura como la que sufrimos nosotros.

Lamentablemente hay sectores que no aceptan esta visión porque hay una perspectiva demasiado conservadora para calificar una situación como “dictadura”. El poder y el Estado pueden funcionar pero no necesariamente son autónomos, que exista un poder judicial no quiere decir que la ley sea igual para todos. En ese sentido hay un trato a la oposición venezolana que no responde a estándares mínimos.

– ¿Cuáles piensas que son las principales diferencias?

– A pesar que son regímenes totalitarios hay unas diferencias claves en cada contexto. El gobierno de Fujimori fue un régimen que privatizó todo salvo el servicio del agua, se entregó el tema minero a transnacionales. En el caso Venezuela sucede lo contrario, ahí es diferente porque su lógica ha sido la nacionalización de las empresas y los espacios. Todo está supeditado a los momentos económicos que atravesaron cada uno de los países.

Hay una similitud en que ambos tienen una lógica extractiva, básicamente el concepto es extraer el recurso y sacar provecho, pero el problema central está en la dependencia, razón por la que descuidas todo el aparato productivo.

Dictaduras modernas

– ¿Encontraron resistencia entre los movimientos sociales, sobre todo en los del Cono Sur, para catalogar al gobierno de Fujimori como una dictadura?

– Las dictaduras también aprenden y se sofistican en sus métodos. En el caso peruano, debido a las características de una apuesta privatizadora, no hubo una resistencia a esa concepción. Fujimori había cerrado el Congreso y luego hubo una elección con denuncias de fraude. Al año siguiente ya estaba interviniendo el Tribunal Constitucional.

Incluso en el caso de Perú, para 1990 ó 1991, lo que tenemos es la construcción de un recurso que va a reafirmar ese golpe: el discurso fujimorista era un discurso totalmente antipolítico, absolutamente en contra de la búsqueda del consenso. Era un discurso que se apoyaba en decir que la política no sirve para nada, la democracia no sirve, hay que ser pragmático, se empezaba a justificar la acción de la privatización.

En la sociedad civil peruana no hubo un gran debate en torno a la consolidación de la dictadura, como si puede haberlo en el caso Venezuela, donde creo que tiene que ver sobre cómo es percibido el régimen desde otros espacios. En otros países se le percibe como un gobierno de izquierda que ha generado programas sociales. Por allí viene más el tema, de actividades ideológicas que van generando esa resistencia a denominarla dictadura.

Sobre las transiciones

En Venezuela se ha debatido sobre cómo debería ser la resolución del conflicto: se habla de transición por colapso y transición por resolución. En el caso peruano ¿Cómo fue el quiebre de la coalición dominante?

– En el caso peruano fue una transición al final por colapso. En el año 2000 es cierto que ya estaba instalada una mesa de diálogo desde que se había denunciado el fraude en las elecciones. Pero el Gobierno de Fujimori, para el inicio de su tercer mandato, había logrado neutralizar la movilización popular, sobre todo debido al desgaste.

Y allí creo que lo ocurrieron fueron dos elementos: la denuncia de tráfico de armas a la FARC, en una operación un tanto incomprensible, donde Fujimori sale saludando a Montesinos, cuando el que había hecho el tráfico de armas era Montesinos (risas). Fue una operación publicitaria, pero como había cabos sueltos se empezó a dudar y eso evidenció que existía una presión interna.

Y lo otro fue el colapso final, entre septiembre y noviembre, motivado por la filtración de un vídeo, el primer «Vladi-vídeo» donde se veía al asesor presidencial, Vladimiro Montesinos, comprando a un congresista por 30.000 dólares.  Eso se transmitió por la televisión nacional y fue el inicio del colapso.

A los tres días Fujimori tuvo que salir, la noche de un domingo, a anunciar que convocaría elecciones y señalar que ya no se iba a postular. Luego siguió la persecución de Fujimori a Montesinos, la fuga de Montesinos y finalmente la fuga de Fujimori. Fue un presidente que renunció por fax y nadie en su entorno sabía que estaba renunciando.

Entonces la transición fue por colapso. Hubo una primera etapa de negociación, pero al final el régimen se desploma por sus propias contradicciones porque la filtración vino de algún lado. Eso quería decir que había demasiadas fracturas en la coalición gobernante.

– Por tus comentarios un momento clave fue la pérdida del apoyo popular con el que también contaba Fujimori en sus primeros años…

– Hay un momento en la campaña electoral, por primera vez en toda esa década, en el que en algunas localidades Fujimori empieza a ser rechazado. Nadie se hubiera atrevido antes a realizar una manifestación opositora. Lo clave es que no era premeditado, todo era espontáneo. Empezaba el hartazgo del Fujimorismo, Este tipo de regímenes no aceptan irse por la vía electoral, están tan involucrados en la corrupción que tienen que quedarse.

Ese es otro problema de las dictaduras: los dictadores no se van por voluntad propia. Entonces creo que empezaba a percibirse cierto malestar general en las regiones, las promesas de crecimiento no eran las que se habían planteado. También el cansancio, la gente se cansa de este tipo de regímenes, al final se espera que haya una renovación de lo político.

Todo fue una suma de factores, por un lado era el rechazo del poder, por otro un cambio en la situación económica, las contradicciones internas y la evidencia de la corrupción generalizada es lo que termina desplomando al régimen.

Participación, diálogo y consensos

– Si uno está convencido que estos autoritarismos no salen por elecciones, ¿Tiene sentido participar en procesos organizados en condiciones no equitativas?

– Es un tema de debate porque estos procesos pueden legitimar a terceros, pueden ser fraudulentos, pero justamente captan la atención de la gente. Pueden no ir a votar, pero están atentos a lo que está pasando. Las elecciones pueden ser una suerte de caja de resonancia, algunos participan para formar parte. Pero si entiendes la lógica de la abstención siempre es muy difícil lograr una abstención total de toda la fuerza política, entonces la no participación de unos le da oportunidad a otros.

Lo otro es que todo espacio vacío se ocupa. Si se deja el espacio vacío a la dictadura, la dictadura va a ocuparlo todo. La gente no necesariamente puede percibirlo así, sólo ven el fraude después, no lo ve antes, sólo cuando ve las pruebas. Es un tema que se ve después de los procesos.

– Por la naturaleza del conflicto se deben promover mecanismos de diálogo. ¿Cómo hacerlo en situaciones adversas?

– Llega un momento en que los mismos partidos políticos perciben su falta de legitimidad y aceptan que se siente en la mesa una organización de la sociedad civil u otras que toman la iniciativa para tender puentes, que les muestran que hay un objetivo común: el restablecimiento de la democracia.

Algunos partidos políticos, cuando se dan cuenta que el Fujimorismo tenía planteado ser un proyecto de 20 años, cambian la actitud. Empiezan a anotarse en un Foro Político, convocados por gente cercana de la política. También se crea la asociación Transparencia, grupo que monitoreó los procesos electorales.

Había que ser muy transparente y profesional. En el caso de las organizaciones de la sociedad civil, no sólo estábamos atendiendo casos en la Corte Interamericana de Derechos Humanos o denunciando en la Comisión Interamericana, sino que ya frente a lo que veníamos venir, el hecho de tomar posición frente a la re-elección de Fujimori, generó la convergencia de intereses con otros sectores.

Cuando se trabajaban los procesos políticos hay una falsa idea de que los consensos se traducían en una presunta igualdad. No todos tenemos que pensar igual y tenemos diferentes intereses, pero queremos que la democracia se restablezca. Unos porque quieren parcelas de poder, nosotros queríamos que se respetaran los derechos humanos, cada uno respondía a un interés distinto.

Nosotros, en el movimiento de derechos humanos, además siempre hemos sido una coalición de organizaciones que tenía como regla el consenso. Era un directorio de 15 organizaciones, para llegar a un acuerdo funcionábamos así. Podíamos tener diferentes visiones, tener perspectivas sobre abordajes, pero coincidíamos en el fin.

La política es el arte de llegar a acuerdos, no es solamente tomar el poder, es llegar a puntos en común. Eso no sucedía con todos, hay con quienes nunca podíamos llegar a un acuerdo. En situaciones de crisis hay que saber dialogar. A veces pueden decir que es una traición de ideales, pero yo no estaba suscribiendo los ideales de los otros grupos, era encontrar un punto en común.

El retorno de la democracia

– ¿Cuáles consideras que son las deudas del proceso de transición a la democracia en el Perú?

– Los procesos de transición, sobre todo en el caso peruano, involucró temas claves como la reforma del sistema de justicia. Ahí no se avanzó tan rápido como se debía, a diferencia de lo que sucedió cuando construimos nuestro sistema electoral en un tiempo récord: en cuatro meses pasó de ser una institución controlada por el Servicio de Inteligencia al control ciudadano.

En el caso judicial no hubo un pleno compromiso con la reforma y habían demasiados poderes instalados en el sistema de Justicia. Otro punto fue el tema de la lucha contra la corrupción, se avanzó en sancionar a un conjunto de actores, pero lamentablemente no se mantuvieron los candados para que eso no volviera a pasar.

De ese momento tenemos: Presidente prófugo y otro presidente que tiene todas las acusaciones del mundo pero que nunca es llevado a juicio, ese es Alan García. Tienes todos a los presidentes de los últimos 15 años denunciados y al presidente actual con averiguaciones en el Congreso, entonces conlleva cierta complejidad. Faltó poner los candados, no bastó con poner presos a los corruptos. Lo último es que no se quiso tocar el modelo económico peruano, y no digo que había que volver a las políticas anteriores pero sí había que revisarlo, en el tema económico se debía llevar determinados casos a la justicia y no se hizo.

– ¿Estas deudas no son las que han mantenido la puerta abierta para un eventual regreso del fujimorismo?

– Ahí es donde entra la reforma del sistema político. Los partidos se han reconstruido, pero muchos de ellos no son transparentes, no demuestran cuál es su financiamiento. Se hizo una ley de partidos pero se omitió el tema de los financiamientos. Entonces evidentemente eso siempre genera un peligro de volver a soluciones “salvadoras”.

Hay mucho caudillismo en el ADN de la historia política latinoamericana, eso hace que haya una desafección a la Democracia y de alguna manera la gente siente que ella no resuelve sus problemas.

Para ver el foro realizado por Javier Torres en Venezuela: https://youtu.be/sQlyrwbBIzI

Movimientismo en contraste, por Rafael Uzcátegui

marcha 18F

Manuel Castells, en “Redes de indignación y esperanza”, ha postulado que los movimientos sociales actuales, articulados y vinculados en red, tienen capacidad de reflexionar y aprender sobre su propia experiencia. Para aportar en este sentido, comparto un esquema sobre las que considero las principales diferencias entre las protestas del año 2014 y las que se están desarrollando en este mismo momento en el país. Enlisto primero las características de las anteriores y, seguidamente, su contraste actual (Algunas características podrían cambiar tras el 19 de abril).

2014
– Se realizaron en democracia restringida
– Fueron criminalizadas por todas las instituciones estatales
– Sin centro
– Protestas de importancia en todo el país (18 estados)
– Diversidad en las estrategias de movilización
– Consigna central “Maduro vete ya”
– Escasa atención de la comunidad internacional
– Expectativa en diálogo como mecanismo de mediación
– Sus referentes fueron protestas internacionales
– Partidos políticos de oposición divididos frente al fenómeno
– Chavismo era mayoría electoral
– Protagonizada por clase media y algunos sectores populares
– Emergencia de crisis económica
– Forma de comunicación resaltante: Tuits con fotografías

2017
– Se realizan en dictadura
– Fiscalía desentona con línea oficial
– Relativo liderazgo de la Asamblea Nacional
– Protestas en 9 estados, con protagonismo de Caracas
– Algunas estrategias de movilización, énfasis marchas y concentraciones
– Consigna central “Elecciones ya”
– Alta atención de la comunidad internacional
– Ocurren tras fallido mecanismo de diálogo
– Aprendizaje acumulado de protestas locales anteriores
– Partidos políticos de oposición unidos frente al fenómeno
– Chavismo es minoría electoral
– Protagonizada tanto por clase media como por sectores populares
– Profundización de crisis económica
– Forma de comunicación resaltante: Videos y mensajes de voz por Whatsapp

@fanzinero

Pulso Latinoamericano | Clifton Ross: Sentí mucha culpa por haber apoyado el proyecto de Chávez

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FOTO: Scott Braley 

 

Rafael Uzcátegui
@fanzinero

 

Clifton Ross es un poeta, escritor y documentalista norteamericano que, atraído por el discurso bolivariano, vivió en Venezuela entre 2005 y 2006. Como muchos otros apostó por lo que representaba Hugo Chávez, pero a diferencia del resto, cuando el sueño devino en pesadilla, tuvo la honestidad intelectual de reconocerlo. Hoy es una pluma censurada en los medios de izquierda estadounidense, pero continúa su cruzada personal con la publicación del libro “Inicio desde el lado oscuro de la utopía” (AK Press, 2016) cuyo foco es el deterioro de nuestro país. 

– Acaba de aparecer su libro «Home from the Dark Side of Utopia», dos años después del texto «Until the Rulers Obey: Voices From Latin American Social Movements». Ambos poseen capítulos sobre nuestro país. ¿Cuál es la diferencia entre ambas publicaciones?, ¿Por qué enfocó sus esfuerzos intelectuales en Venezuela?

Home from the Dark Side of Utopia” (HDSU) es un libro de memoria, escrito después de una gira con “Until the Rulers Obey” (URO), un libro de entrevistas con activistas de América Latina. Es una autobiografía. Empiezo con mi niñez en bases militares (mi padre en las fuerzas aéreas), pasando por mis años como hippie drogado y luego como cristiano en una comunidad anabaptista en Berkeley, California, donde encontré la teología de la liberación. Luego relato mis experiencias con el sandinismo y el zapatismo; el trabajo en colectivos revolucionarios en Estados Unidos y, finalmente, el enfoque del libro: En Venezuela como activista de solidaridad con los bolivarianos, desde 2004 hasta que rompí con ellos en 2013. Es un argumento contra el utopismo; es decir mi “enantiodromia” (correr en sentido contrario).

La gira con URO duró año y medio: 65 presentaciones en EE.UU y un poco más de una docena en Europa. La hice porque me había vuelto muy crítico de la revolución bolivariana, y ya no quisieron publicarme las editoriales y sitios web izquierdistas en EEUU. Me censuraron por mi punto de vista simpatizante con los movimientos sociales venezolanos: los estudiantes, los indígenas, los obreros de Guayana, la izquierda anti-chavista. Y, como poeta rebelde que soy, cuando alguien me dice “cállate,” empiezo a gritar más fuerte.

Aproveché la oportunidad de la publicación de URO para educar a la gente sobre lo que estaba pasando con la revolución bolivariana. Y también para desagraviar la impresión que di a los norteamericanos con mi película de cuando apoyaba a Chávez: “Venezuela: Revolution from the Inside Out” (Venezuela: Revolución desde adentro). Cuando volví a Venezuela en abril de 2013 empecé a repensar todo, un proceso que había empezado en enero de 2011. Sentí mucha culpa por haber dado mi apoyo al proyecto de Chávez en la película y en muchos artículos que escribí entre 2004 hasta 2011.

Tenía dudas personales, que no había expresado, sobre la revolución bolivariana. Pero cuando llegue a Venezuela, en abril de 2013, el día después de las elecciones presidenciales, de pronto la situación se había aclarado para mí. Entrevisté a gente que antes había menospreciado: Damián Prat, Margarita López Maya, Orlando Chirino, y a otros. Toda esta historia, y reflexiones sobre esos viajes, constituyen la mitad de HDSU.

 

Muchas pruebas, pocos éxitos

En 2005 fue invitado al Festival Internacional de la Poesía en Venezuela. ¿Cuáles eran las expectativas sobre el gobierno bolivariano en ese momento?, ¿Cuáles se cumplieron y cuáles no?

– Cuando viví durante dos años en Mérida, entre el 2005 y 2006, muchos hablaban de “democracia participativa y protagónica”, desarrollo endógeno, cooperativas, de la construcción del Socialismo del Siglo XXI. Había una esperanza de que, por fin, Venezuela iba a independizarse del petróleo.   Luego Chávez propuso los Consejos Comunales, que iban a formar el Estado Comunal. Yo, y creo que otros que llegaron a Venezuela entonces, vimos recursos llegando a los pobres y todo un discurso de un socialismo nuevo que parecía distinto al socialismo del siglo XX. Todo esto nos inspiró.

Luego, al vivir en Mérida unos meses, tenía algunas preocupaciones. ¿Por qué Chávez no hizo nada con la corrupción? Luego, más preguntas ¿Por qué con todas las Misiones y gastos no vimos más producción? ¿Por qué incrementaron las importaciones? ¿Por qué fracasaron las cooperativas? ¿Por qué no integraron las misiones una a la otra? Surgía una y desaparecía y llega otra… Muchas pruebas, pocos éxitos.

Volví a Berkeley en 2006, pero cuando tenía tiempo libre visité Venezuela en 2007 y 2008. Entre 2009 y 2011 viajé más a otros países, haciendo entrevistas para URO, y no volví a Venezuela 2011. En ese año y el siguiente mis preocupaciones crecieron, pero no me sentí cómodo hablando abiertamente de ellas: No quería dar argumentos a “los imperialistas” y la “oligarquía venezolana.” Realmente viví dentro de esa narrativa bolivariana, hasta abril de 2013.

Intelectuales norteamericanos como Noam Chomsky han cambiado su opinión sobre el gobierno bolivariano. ¿Cree que hay una variación importante en la actitud de la intelectualidad de EE UU sobre lo que pasa en Venezuela?, ¿Cuáles han sido las razones de este cambio?

– Noam Chomsky es un hombre de estatura como ningún otro intelectual de izquierda norteamericana. Él puede hablar del fracaso de la revolución bolivariana y los otros izquierdistas le escucharán. Pero, de hecho, la entrevista donde criticó a los bolivarianos no ha aparecido en inglés. Una parte la traduje y la incluí en HDSU, pero no he visto publicado estos comentarios críticos en ningún otro lugar.

Muy recientemente algunos como Julia Buxton han empezado a criticar al gobierno de Maduro, después de haber callado. Michael Albert ha entrevistado recientemente a Miguel Rodríguez Torres. Pero todavía faltan voces críticas en la izquierda norteamericana y aún no hay voluntad de mirar o analizar profundamente al proceso bolivariano y, más aún, el socialismo. Esta apertura se debe a la catástrofe existente en Venezuela, que ya no se puede negar. Sin embargo, en lugar de autocriticarse, la mayoría de los que apoyaron a Chávez y Maduro se han callado. Creo que muchos esperan que el mundo olvide que, en algún momento, apoyaron. En mi caso las editoriales y sitios de web donde publiqué siguen censurándome. Había una leve apertura en medios estadounidenses de izquierda después de las elecciones parlamentarias, que de nuevo se está cerrando. La misma polarización política de Venezuela la tenemos aquí: que los bolivarianos son de “izquierda” y los opositores son “de derecha”. Chávez gastó más que $300 millones de dólares respaldando a Venezuelan Information Office en Washington D.C.; apoyando escritores y periódicos de izquierda, haciendo lobby y vendiendo su “narrativa” al público norteamericano (véase al libro de Casto Ocando, “Chavistas en el Imperio”). A cambio, el gobierno norteamericano destina $5 ó 6 millones por año para “promover la democracia en Venezuela” (aunque desconocemos el monto de su “presupuesto negro”). Los izquierdistas aquí, o son comprados o ellos mismos han adquirido la retórica de los bolivarianos. No creo que haya un cambio todavía en la izquierda norteamericana hacia la revolución bolivariana.

Populismo: arte del engaño

– Pronto se presentará en la Feria del Libro Anarquista de Seattle con el foro «Por qué fracasó la revolución bolivariana y por qué debemos entender la razón». ¿Cuáles son las principales ideas que pudieran explicar a los activistas norteamericanos el fracaso del chavismo?

– Voy a hablar sobre la “anti-política” que es el populismo. La política es la “ciencia” o el arte de gobernar la ciudad o “polis”, manejar extremos, distintas voluntades contradictorias para que todos podamos convivir. El populismo es el arte o ciencia de engaño, de manipular las masas y ponerles en contra del otro (o de ellos mismos) para ganar el poder.

Segundo, que a la izquierda mundial le falta des-comunizarse, y la prueba es Venezuela. Todavía no se puede criticar a Fidel Castro en muchos círculos. Y aunque muchos criticarán a los bolivarianos no sería por el proyecto en sí, sino por la mala manera como lo han puesto en práctica. O sea, Julia Buxton, por ejemplo, no va a criticar el proyecto de socialismo, la intención de centralizar toda la economía bajo control del Estado. Ella critica al nepotismo, la corrupción, la ineficiencia. Igual Heinz Dieterich y otros. Pero la idea santa de socialismo no se toca.

Creo que la descomunización es un asunto complicado. No quiero ver otra cacería de brujas como pasó en los EEUU en los 50´s bajo Joe McCarthy. Sin embargo, que estas ideas que fracasaron, que destruyeron tanta gente, y sociedades enteras y que sean todavía creíbles, es espantoso. Este proceso de des-comunización debe ser un proceso propio de la izquierda: debemos purificarnos a nosotros mismos de estas ideas vencidas y contraproducentes si queremos tener alguna relevancia en el futuro.

Por otro lado, hay muchos que no tienen definido bien lo que es el socialismo, entre ellos, jóvenes que apoyaron a Bernie Sanders, quien tampoco había definido que quiere decir el “socialismo” propuesto en su campaña. Para esa gente esto es un significante vacío, símbolo de rebelión contra el capitalismo. Obvio, hay mucho contra qué rebelarse, pero ¿dónde están las propuestas concretas?  Muchos vieron a la revolución bolivariana como otra propuesta anticapitalista, y no lo fue.

Lo que veo en Venezuela es otro intento de construir el socialismo del mismo tipo que tenían en mente Lenin y Stalin. Se puede llamarlo “socialismo” o “capitalismo de Estado”, pero es la misma cosa, y por mi parte, prefería estar en un sistema capitalista como los EEUU, o aún Colombia, que en un sistema de “Capitalismo de Estado” como Cuba, Corea del Norte o Venezuela hoy día. Y como dice Marx: si la historia se repite es primero como tragedia y segundo como farsa. Diría que la farsa del proyecto de Chávez/Maduro tiene muchos elementos de tragedia, y no veo nada de comedia en la Venezuela que han creado hoy.

 

Socialismo salvaje

– ¿Cuáles crees que son las principales lecciones que los activistas de izquierda deberían aprender del fin de la «década progresista» en América Latina y, específicamente, de la experiencia bolivariana?

Estoy en acuerdo con Chomsky: La corrupción, el bonapartidismo (o sea, caudillismo) ha sido el Talón de Aquiles de los gobiernos populistas como Venezuela, Nicaragua, Argentina y, pronto, Ecuador y Bolivia. El nepotismo, el maniqueísmo donde un grupo gana a costa del otro. También estoy de acuerdo con Margarita López Maya quien dijo que no deberíamos olvidar los valores liberales de cheques y balanzas, del derecho de protestar, de opinar distinto a los otros. En este sentido, los gobiernos progresistas no avanzaron por caminos distintos al Estado de seguridad nacional de los EEUU. No presentaron otro modelo que el capitalismo extractivista. De verdad fueron precisamente gobiernos idóneos para la globalización capitalista, élites que abrieron sus países a las transnacionales. Fueron gobiernos “post-neoliberales” pero no gobiernos “post-capitalistas”.

El único obstáculo a esta explotación, en este caso el único obstáculo al socialismo salvaje, son los movimientos sociales. Y cuando preguntamos qué sociedades propician más el crecimiento y fortalecimiento de los movimientos sociales, la respuesta es obvia: las sociedades liberales-democráticas, es decir, las capitalistas.

Para no ser malentendido aclaro: no digo “las sociedades neoliberales”. Como muestra el filósofo inglés John Gray, el neoliberalismo es sólo un tipo de los muchos capitalismos en el mundo de hoy. Y digo todo esto no porque crea que el capitalismo sea el mejor sistema posible: debemos buscar otras alternativas. Pero hoy creo que ni el comunismo ni el socialismo son mejores opciones que el capitalismo. Aunque cuesta admitir esto, creo que debemos empezar por allí. Y si tenemos el coraje de ser honestos y reconocer el “lado oscuro” de la utopía, debemos volver a nuestras vidas en este mundo donde el capitalismo es el sistema dominante e imperante, empezar desde esta base para resolver problemas en lugar de tratar de crear otra utopía. Así pensó Karl Popper: la utopía siempre trajo consigo la violencia. Y allí está la evidencia: El intento de recrear la sociedad y la humanidad, “el hombre nuevo”, siempre requiere fuerza, coerción y violencia, porque la humanidad no quiere ser “recreada”. No queremos ser “el Ché”: Yo quiero ser Clif, y Rafael quiere ser Rafael. Y en la sociedad liberal, llamada “burguesa”, eso está bien: Yo puedo ser Clif y tú puedes ser Rafael.

Es cierto que hay muchos problemas con el capitalismo que deberíamos resolver, pero se me hace que son menos que los del socialismo. Comparemos Colombia, el país neoliberal y capitalista, con la Venezuela socialista. ¿Qué vemos? ¿Cuál está en mejores condiciones? Los movimientos sociales tienen sus problemas con el gobierno colombiano, incluso hasta la muerte. Pero ¿Venezuela? ¿Dónde están los movimientos sociales autónomos? ¿Fueron mejor tratados los estudiantes venezolanos de febrero del 2014 que los estudiantes que protestan en Colombia? ¿No están asesinados a los yukpas venezolanos como Sabino Romero o Cristóbal y varios otros, con impunidad? Por lo menos Colombia tiene una rama judicial independiente para que la gente exija justicia. ¿Cuál independencia tiene el TSJ venezolano del PSUV y del gobierno bolivariano?

La discusión no está entre capitalismo y socialismo: Ésta se resolvió, en la mayoría del mundo, en el siglo XX. Aunque Venezuela tenia que volver al asunto otra vez con resultados catastróficos. La discusión, me parece, es ¿qué tipo de capitalismo queremos hasta que tenemos otra propuesta mejor? ¿Cómo vamos a limitar el mercado? ¿Cómo vamos a liberar del mercado las cosas que no tienen “valor” para el mercado?: la fe, el arte, el corazón humano, los animales en peligro de extinción, los ríos, las montañas, la naturaleza, etcétera.

Volvamos a los movimientos sociales. Son grupos autónomos de Estados y fuera de los mercados que pelean para abrir estos espacios de sociedad civil, de convivencia sin comercio (y sin anuncios comerciales). Creo que deberíamos empezar allí para empezar definir una izquierda en el mundo post-socialista para un mundo post-capitalista.

 

Movimiento “Anti-Trump”

– Después de Occupy Wall Street, ¿Cuáles son los movimientos sociales más interesantes dentro de Estados Unidos? 

Para mí el Black Lives Matter es el movimiento más importante ahora. Occupy fue un momento, no un movimiento. Sin embargo, el alzamiento en Ferguson ha creado una fuerza muy potente para defender a los afro-descendientes en este país racista. Cada día, para ser exacto, cada 28 horas, una persona de color es asesinada por un policía en los EEUU.

Otro es el Movimiento para los Quince Dólares, o sea, para aumentar el salario mínimo. Ahora está en $7.25 en todo el país ($10.00 en California)

Hay también movimiento para derechos de los inmigrantes que, hace años tenía una manifestación nacional histórica. No es tan visible hoy, pero sigue fuerte, muchos trabajando en ONGs y en organizaciones locales, vinculados en redes.

El movimiento ecologista sigue y va extendiéndose, con sub-movimientos por derechos indígenas, contra el extractivismo, por la justicia ambientalista, debido a que muchas industrias sucias se ubican en barrios pobres con alto porcentaje de latinos y negros. Igualmente, el movimiento LGBT y los movimientos de “estilo de vida” siguen luchando y creciendo.

El problema ahora es que mucha energía ha sido captada por el imán de las elecciones. Tenemos el Movimiento “Anti-Trump”, que seguro va a desaparecer después de noviembre. Cuando la marca del capitalismo de Clinton gane, seguro va a generar otros conflictos. Vamos a ver a otros movimientos surgir.

El problema en EEUU es nuestra cultura individualista que hace que los movimientos no tengan continuidad: surgen, y cuando ganan, o pierden, se desintegran. Son fluidos, aunque usualmente hay gente, un “núcleo duro” en cualquier comunidad de activistas, especialmente en los centros urbanos, que siguen de lucha en lucha organizando la gente oportunistamente (en el buen sentido de la palabra). Ellos son la continuidad de estos movimientos.

 

Pulso Latinoamericano | César Montúfar: Ecuador está a 4 años de caer al nivel de Venezuela

motufar

Rafael Uzcátegui
@fanzinero

 

La Universidad Andina Simón Bolívar de Ecuador ha sido noticia en las últimas semanas, debido a las pretensiones del gobierno del presidente Rafael Correa de asfixiar su autonomía e imponer un rector diferente al electo por los mecanismos institucionales. ¿La razón? La libertad académica de la casa de estudios, que la ha convertido en epicentro del debate intelectual, de altura y con crítica, sobre el proceso político promovido por la llamada “Revolución Ciudadana”.

En su sede, en Quito, conversamos con César Montúfar, director y profesor del Área de Estudios Sociales y Globales, sobre las similitudes entre Ecuador y Venezuela. Con una vasta obra publicada, sigue el pulso de la realidad del país cada semana a través de su columna en el diario El Comercio. En el año 2012 recibió una condecoración por parte de la Cámara de Comercio de la capital ecuatoriana por su defensa de los valores de democracia, justicia y libertad.

– Los gobiernos venezolano y ecuatoriano son permanentemente comparados como parte de una misma tendencia. ¿Cuáles son sus problemas comunes actuales?

– En el caso del Ecuador, el correísmo creó un nuevo régimen político distinto al anterior. Creo que en Venezuela también. En el Ecuador existe un deterioro grave de los derechos humanos, pero no sé si al nivel de Venezuela. Quizás en algunos derechos como el de libertad de expresión, por la aprobación de la Ley de Telecomunicación, en Ecuador los medios estén mucho más controlados, pues existen muchos mecanismos para que el gobierno, a través de sanciones administrativas, haya generado una verdadera situación de censura previa. Este, quizás, sea un derecho que en Ecuador se haya deteriorado más que en Venezuela. Igualmente el derecho a la asociación mediante el decreto 16, garantía que se deteriorado más fuertemente. Sin embargo otros, en comparación con Venezuela, han sido menos golpeados.

 

El mito soy yo

 

– Comparativamente a lo logrado en Venezuela alrededor de la noción de la “revolución bolivariana”, ¿El correísmo logró construir una identidad política en torno al llamado “Buen Vivir” o a su partido Alianza País?
– Creo que no. En el caso venezolano tiene que ver con la fuerza del liderazgo de Hugo Chávez en relación al de Correa. Digamos que el chavismo se movió discursivamente en torno a una frecuencia mucho más mitológica, como lo del culto a Bolívar. En cambio acá no hay algo similar. El Buen Vivir no reemplaza a ese mito fundacional tan fuerte. El correísmo no ha logrado esos niveles importantes de apoyo sobre la base de una conciencia profunda. Creo que en 2017 puede pasar algo similar a lo que ocurrió en Venezuela cuando fue elegido Nicolás Maduro. Es decir, que puedan continuar siendo gobierno porque pueden conservar una mayoría electoral. Por ello, otra diferencia es que la composición de la oposición ecuatoriana es distinta a la venezolana: Aquí hay dos oposiciones muy diferentes. Pero podría darse que en 2017 pudiera reelegirse un gobierno de Alianza País como fue elegido Maduro, o porque el propio CNE, que en Ecuador se llama igual, haga alguna maniobra que impida un recambio. Pero allí va a pasar algo similar, el desgaste del gobierno, con un liderazgo mucho menos potente y en una situación de agravamiento de la crisis económica, posiblemente conduzca a la situación ecuatoriana a lo que ustedes ya están viviendo. Es una crisis ya presente en todos los niveles. Mirándolo este momento hay más posibilidades que exista una continuación electoral del correísmo, sobre todo porque la oposición ecuatoriana no está en perspectivas de lograr algo parecido a lo que fue la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).

 

Dos oposiciones

 

– ¿Cuáles son las divergencias internas de las oposiciones al correísmo?
– Hay varias. Una primera es que, a diferencia del chavismo, el correísmo no logró captar a toda la izquierda dentro de su plataforma electoral. Alianza País no es el Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv). Eso muestra manifestaciones políticas de una izquierda no correísta, sin mucha fuerza electoral pero con mucha amplificación en la visibilidad del debate público, y que además incorpora movimientos sociales importantes, indígenas y sindicales. Existe una oposición social y política desde la izquierda al correísmo y esto en Venezuela no existe porque el Psuv la absorbió. La segunda diferencia es que en el Ecuador todavía están presentes como opciones electorales, aunque débiles, supervivientes del anterior régimen político. Son los casos de Lucio Gutiérrez y  Álvaro Noboa. Hay un populismo de derecha que ha persistido, débil, pero existe. Una tercera diferencia es que tienes una derecha también vinculada con el viejo régimen que a su vez también existe. Si bien el correísmo arrasó con los actores del régimen político anterior, no lo logró totalmente. La oposición ecuatoriana es muy heterogénea y muy difícilmente se dé un fenómeno como el de la MUD en Venezuela. Y a eso le sumas el hecho de que no hay, en el caso ecuatoriano, la emergencia de liderazgos jóvenes, similares a los de Henrique Capriles o a Leopoldo López que, aunque proviniendo de la derecha, puedan tener la capacidad de captar todo el espacio de la oposición. Tenemos una oposición tremendamente fragmentada y los sectores de oposición de izquierda, en muchos casos, preferirían al correísmo que a la oposición de derecha. Eso propicia las condiciones para la reelección del correísmo y que el Ecuador en unos 2 ó 3 años se encuentre en la misma situación que está Venezuela en este momento. Para resumirlo todo: creo que el Ecuador está a 4 ó 5 años atrás de lo que ha sido el proceso venezolano, si es que de alguna manera uno puede pensar que estos son procesos que tienen lógica o trayectoria de consolidación o de desgaste.

– A lo interno de Alianza País,  ¿hay facciones o grupos?

– Sí, como en el chavismo. Pero la diferencia es que ninguno tiene una alianza militar. Aquí los militares están por fuera. Hay un sector más ideológico y otro sector más, digamos, mafioso. Una diferencia gruesa entre el chavismo y el correísmo, y que también se expresa en el caso ecuatoriano, es que el tema comunicación, la potencia del aparato de propaganda es tremendamente fuerte. Es toda una maquinaria con presencia dentro del propio grupo de gobierno. Sin embargo, el liderazgo absoluto de Correa dentro de todas las facciones es determinante. Creo que el sector que va a ganar la mano dentro del gobierno es el sector más mafioso del correísmo, el que maneja los negocios, la facción liderada por el actual vicepresidente. Ese grupo tendrá que pactar con los otros y quizás forme un gobierno muy débil con un Correa que seguirá en la escena, pero que también va a quedar muy debilitado y va a continuar debilitándose, porque al dejar el gobierno la crisis se agravará.

– ¿Es posible hablar de “unidad cívico-militar” a la ecuatoriana?

– Los militares siempre han sido un Estado dentro del Estado en Ecuador y así se han mantenido, a pesar de los intentos divisionistas del correísmo, de antagonizar entre la oficialidad y la tropa, lo que más o menos Chávez hizo. Los militares hoy en Ecuador se mantienen aislados del proceso político, constantemente provocados por el gobierno. Correa les ha provocado en los últimos meses intentando que reaccionen y ocurra una situación de golpe de Estado que incluso le permitiera a Correa un tipo de salida distinta a la prefigurada. Son pocos los oficiales correístas dentro del gobierno. Más bien la oficialidad en su conjunto, y la tropa también, rechaza al gobierno. Y tampoco los militares están en condiciones de reaccionar para generar un tipo de respuesta político-militar al correísmo, que sería nefasto porque eso le ayudaría al gobierno a consolidarse.

– ¿El partido Alianza País intentó promover nuevas estructuras de representación en la sociedad?

– Se intentó pero sin éxito. Acá no hay nada parecido a lo que Chávez logró hacer, de meterse y tratar de organizar desde el Estado a la sociedad. Lo intentaron, por ejemplo mediante “Comités de la Revolución Ciudadana” en los barrios. Han generado sí un tipo de organización paralela, sobre todo a nivel sindical y a nivel indígena, a nivel de la organización de maestros, pero sin mayor fuerza. El tejido organizativo de la sociedad en Ecuador de alguna u otra manera ha logrado con mucha dificultad mantenerse, muy debilitado, pero se ha mantenido. A diferencia del gobierno de  Chávez, el de Correa es un gobierno sustentado en la propaganda. Sostengo que el chavismo sí es un movimiento populista, logró tener vinculación orgánica con la sociedad. El correísmo no, porque es más un fenómeno mediático. Por eso el énfasis en la ley de comunicación, en todos esos mecanismos legales a través de los cuales han logrado tener un control del acceso a la información que circula, de las opiniones que se emiten.

– En Venezuela, algunos opositores a Maduro afirman que Correa es un autoritario “eficiente”. ¿Esto también es parte de la propaganda?

– Creo que lo es, pero es algo que se percibe. Aunque es distinto a los niveles de politización, de ineficiencia o corrupción que se han dado en el chavismo. Algunos han dicho que en Ecuador hay un populismo tecnocrático. No creo que sea eso. Opino que la forma de gobierno de Correa es más parecida a la de Álvaro Uribe que a la de Chávez. El ex presidente de Colombia también fue un fenómeno mediático.  

 

Crisis regional

 

– Con la muerte de Hugo Chávez también se sostuvo que Correa intentó copar el espacio internacional que había dejado el líder venezolano…

– Claro. Lo que pasa es que el tamaño del Ecuador y su proyección económica es muchísimo más pequeña que la de Venezuela. No tenemos el peso geopolítico necesario. Hoy Correa ha quedado como lo que es, no más que eso. Hay que decir que la crisis no es sólo venezolana o ecuatoriana. Las de Brasil y Argentina marcan regionalmente la vigencia o viabilidad de los proyectos de integración que se generaron alrededor de Unasur. Estamos al final de un ciclo, asociado con este boom de los commodities, de los precios del petróleo y de los productos primarios,  lo cual -dada la naturaleza de estos regímenes políticos-  no necesariamente tienen una salida. Es decir, creo que el correísmo puede sobrevivir. Son regímenes muy resistentes al aferrarse al poder porque tienen otro funcionamiento de su lógica de legitimación. A diferencia de regímenes anteriores, que ante una crisis así ya se hubieran desplomado cien veces. No es tan sencilla la transición a la democracia con ese tipo de autoritarismos. En el caso ecuatoriano -más difícil que el venezolano, porque aquí la potencia y su capacidad de comunicación está mucho más desarrollada-  es todo un aparato. Es una corporación de comunicación la que se ha creado. Además, y es importante, han logrado aislar su crisis del contorno internacional. Miren lo difícil de aplicar la Carta Democrática en el caso venezolano. Igual va a ser para el caso ecuatoriano, a través del debilitamiento de organismos internacionales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Han logrado desactivar los espacios institucionales que internacionalmente operaban como contrapeso. Recordemos el caso de Perú, cuando el colapso del fujimorismo, la Organización de Estados Americanos (OEA) la Comisión Interamericana tuvieron un papel importante. Estos regímenes han logrado mucho más que los autoritarismos del pasado.

 

∗ Rafael Uzcátegui , periodista, sociólogo y coordinador general de Provea, inicia con esta entrevista una serie de conversaciones con analistas latinoamericanos, quienes comparan los contextos de sus respectivos países con la realidad de Venezuela.   

 

Decreto de Excepción y Emergencia Económica en 5 minutos, por Rafael Uzcátegui

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Decreto N 2.323, aparecido en la Gaceta Oficial Nº 6.227 Extraordinario, del 13 de mayo de 2016.

Se declara Estado de Excepción y de la Emergencia Económica debido a “circunstancias extraordinarias de orden Social, Económico, Político, Natural y Ecológicas, que afectan gravemente la Economía Nacional”. Se presume así que la medida intenta evitar un colapso del funcionamiento del país mediante la promoción de medidas extraordinarias.

En el preámbulo de sus considerandos, la medida se legitimaría por las atribuciones constitucionales presentes en el artículo 226 (irrelevante), el numeral 7 del artículo 236 (“Declarar estados de excepción y decretar la restricción de garantías en los casos previstos en la Constitución”) y los artículos 337, 338 y 339 que regulan los estados de excepción.

En los considerandos, la decisión se toma por:

1) y 2) Guerra económica iniciada a partir de la muerte de Hugo Chávez

3) La caída de los precios petroleros

4) Asamblea Nacional controlada por la oposición

5) captación de recursos extraordinarios y medidas “excepcionales”

6) Decreto Obama del 8 de marzo 2015

7) El Niño

8) El Bachaqueo como fenómeno promovido por extranjeros

9) OLP contra paramilitares financiados del extranjero

10) La suma de todas las anteriores, con la intención de derrocar al gobierno, pone “seriamente en peligro la seguridad de la nación, de sus ciudadanas y ciudadanos, y de su institucionalidad”.

11) Proteger al pueblo de amenazas internas y externas a fin de evitar “la ruptura del equilibrio económico financiero”.

Artículo 1

Se declara Estado de Excepción y de Emergencia Económica en todo el país, para adoptar “medidas oportunas, excepcionales y extraordinarias” temas acceso a los alimentos, generación eléctrica y preservar orden interno.

Artículo 2

Medidas en:

1) “Asegurar” apoyo del sector productivo privado en acceso alimentos

2) Mecanismos “excepcionales” para promover desarrollo agrícola y ganadero nacional

3) Militarización del proceso de distribución y comercialización de alimentos con participación de los CLAP

4) Aprobación de recursos extraordinarios no pasará por la Asamblea Nacional

5) Contratos para obtención de recursos extraordinarios no pasará por la Asamblea Nacional (Arco Minero)

6) Se realizará asignación directa de divisas para compra de “rubros prioritarios”

7) Suspende “temporalmente” sanciones políticas de la AN contra autoridades del poder público y altos funcionarios

8) Políticas de seguimientos de productos de primera necesidad

9) Otorga labores de seguridad ciudadana y orden público a los llamados “Comités Locales de Abastecimiento y Distribución” (CLAP)

10) Cronogramas de venta de productos (cronogramas de oportunidad) se harán más estrictos

11) De manera “excepcional” se harán nuevos acuerdos internacionales para salud, alimentación y prestación de servicios básicos

12) Continuará el ajuste de la jornada laboral, se contratara internacionalmente expertos sobre el tema y se militarizarán las fuentes de agua del país

13) Se pedirá apoyo de todos los sitios posibles para recuperar capacidad de generación de energía

14) Adoptar todas las medidas necesarias y urgentes para restablecer y mantener generación energía eléctrica

15) Militarización de los bosques del país para evitar deforestación, tala y quema que disminuyen lluvias

16) Medidas y planes especiales para enfrentar acciones desestabilizadoras tanto en la vida interna del país o en las relaciones internacionales

17) Adopción de medidas especiales para garantizar soberanía e impedir injerencia extranjera

18) Suspensión de cooperación internacional a ONGs con el argumento de finalidad política o desestabilización.

Artículo 3

El presidente puede dictar “otras medidas” no contempladas en los anteriores.

Artículo 4

Se podrán establecer límites máximos de ingreso o egreso de efectivo, restricciones a determinadas operaciones comerciales o financieras, restringir circulación de efectivo a operaciones electrónicas

Artículo 5

Salvo a la Fuerza Armada, se puede suspender “temporalmente” porte de armas en todo el territorio nacional

Artículo 6

Coordinación interinstitucional de medidas adoptadas

Artículo 7

Saludo a la bandera: Palabras más palabras menos: Poder Judicial y Ministerio Público deben hacer su trabajo, sumando las atribuciones por el presente decreto.

Artículo 8

Se remite decreto a la Asamblea Nacional

Artículo 9

Se remite a Sala Constitucional

Artículo 10

Vigencia 60 días prorrogables por 60 días más

Artículo 11

Vicepresidente y Ministros quedan encargados de aplicación

Artículo 12

Entra en vigencia a partir de su publicación en Gaceta.

https://rafaeluzcategui.wordpress.com

@fanzinero

Cambiar gasto militar por inversión social por Rafael Uzcátegui

gastomilitar

 

Cada vez que Chávez o Maduro despotricaba contra los Estados Unidos, pavoneando su alineación con países como Rusia, mis amigos anti-imperialistas tenían orgasmos múltiples. Lo que no sabían los camaritas, o no querían saber, es que la paranoia sobre la invasión de los marines, que ha tenido momentos estelares en la última década y media, tenía como una de sus fuentes de combustible lo que mis amigos de la Internacional de Resistentes a la Guerra denominan «especuladores de la industria de armamento», o mis tíos de Ejido «perros de la guerra».

Cada vez que los próceres bolivarianos ­volvían­ a declararle la guerra a Washington, estos personajes se frotaban las manos. Y no es para menos. Entre los años 1999 al 2015, según una fuente informativa alabada por el propio Eleazar Díaz Rangel ­el Instituto de Investigaciones de Paz de Estocolmo-, Venezuela gastó la cifra de 5.620.000.000 de dólares, el 70% del dinero en tres tipos de armamento para repeler la invasión desde las playas de Machurucuto: Aviones de guerra, misiles y defensa antiaérea. El «bigbroker» ha sido Rusia, a través de su estatal de venta de armas Rosoboroneksport, quien ha facturado del total la tajada de 4.005.000.000 de dólares. Como en la película de Kubrick, cada vez que el teléfono rojo sonaba, volaban divisas hacia Moscú.

Uno de los problemas al que las autoridades le han prestado poca atención es la corrupción.

La frase no es sobre Venezuela sino sobre Rusia, el texto del español Antonio Sánchez «¿De la crisis al resurgimiento? La industria militar rusa en el siglo XXI». Continuo la cita: «Esta es una característica de la economía rusa y afecta también a la industria de la defensa. Respecto a este último ámbito, la corrupción depreda el presupuesto del área, al tiempo que potencia el aumento en los precios y reduce la calidad del armamento». No paso a comentar lo que usted está pensando en este momento. Según este autor, Venezuela es el cuarto mejor cliente de Rosoboroneksport, detrás de China, India y Argelia.

El dinero malgastado en la carrera armamentista hubiera sido de mayor utilidad en inversión social.

Así por lo menos se hubiera dado la sensación que la Campaña de la Comisión para el Desarme, realizada por artistas y locutores cuyos nombres no quisiera acordarme, era un poquitico verdad.

Con esa plata se hubieran entregados 112.400 apartamentos de la Misión Vivienda «full equipo».

O se hubieran construido 56 hospitales de 2 pisos con 220 camas cada uno. O se hubieran levantado 4.257 liceos bolivarianos, de esos con los que soñaba Héctor Rodríguez cuando ministro. Mis panas anti-imperialistas deberían convocar una de esas marchas que en su momento promovió Uslar Pietri.

Ver el vaso medio lleno y convertir las crisis en oportunidad. El creciente desprestigio de lo verde oliva entre nosotros abre un escenario favorable para la desmilitarización del país, del territorio, de nuestras mentes y cuerpos. Eso andamos motivando algunos y algunas.

 

 

@fanzinero

TalCual 

Rafael Uzcategui Nov 10, 2015 | Actualizado hace 8 años
Efecto Chomsky por Rafael Uzcátegui

ChomskyyChávez

 

En el año 2009 la editorial See Sharp Press de Estados Unidos, pequeña, independiente y libertaria, le propuso a este servidor escribir un libro para el público altermundista norteamericano, donde se plasmaran las principales críticas y contradicciones del gobierno bolivariano. Al asumir la redacción del texto para intentar comunicar con los potenciales lectores, la estrategia que asumí fue entablar un debate imaginario con quien para ese momento era uno de los principales referentes de apoyo de Hugo Chávez dentro de la intelectualidad izquierdista del imperio: Noam Chomsky. Fue así como se publicó el texto Venezuela: La revolución como espectáculo. Una crítica anarquista del gobierno bolivariano, que tuvo la buenaventura de ser, además de su edición inglesa, ser publicado en castellano y francés, con lo cual aumenté la cuota personal de detractores, incluyendo voceros de oposición.

Chomsky había sido seducido por la paciente y tezuda labor de un exministro de turismo y comunicación, quien había creado en EE UU una red de apoyo entre figuras públicas que incluía actores de Hollywood, músicos e intelectuales. Como cité en el texto, el lingüista aseguraba -entre otras fábulas- que por primera vez el petróleo estaba en manos del Estado y era usado en beneficio de la población, o que el Barinés había creado la asistencia sanitaria y la educación gratuita. Cuando cerraba la redacción del libro, el catedrático del MIT visitaba por primera vez el país, en agosto del 2009, para, tras una visita fugaz, decirle al barinés: “Es fácil criticar el sistema actual, lo difícil es construir uno nuevo. Usted es el que representa esa esperanza”.

Por todo lo anterior no deja de ser significativo que, como ha expresado en una reciente entrevista concedida al portal Perfil.com, Noam Chomsky tenga ahora una opinión diferente sobre el bolivarianismo: “-En Venezuela- hubo propuestas significativas, esfuerzos, iniciativas, pero en un sistema que estaba un poco desbalanceado desde el principio no se puede. Hubo varios cambios instituidos desde arriba, bastante poco relacionados con la iniciativa popular, con algo de participación, pero no: venían desde arriba principalmente. Es poco probable que eso funcione. Hubo muchos fracasos en el camino después, pero en este momento, de nuevo, la tremenda corrupción y la incompetencia del país nunca lograron liberarse de la dependencia casi total de una exportación única, el petróleo”. Más adelante, en la conversación, afirma: “En América Latina, creo que el modelo de Chávez ha sido destructivo”.

No es menor que uno de los referentes de la izquierda norteamericana haya transitado, con el llamado socialismo del siglo XXI, de la esperanza a la decepción. El abandono del apoyo, ciego y mecánico, de quienes en algún momento fueron el baluarte internacional del hoy madurismo-cabellismo es una tendencia irreversible. Otras opiniones similares vendrán, y necesitarán de toda la difusión necesaria para que contribuyan a vencer la soberbia del autoritarismo.

 

Correo del Caroní