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Atacantes de Puente de Londres intentaron alquilar un camión

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La policía británica detuvo el sábado a dos sospechosos más en relación con el ataque del Puente de Londres, y reveló que la masacre podría haber sido peor si los atacantes hubiesen logrado su objetivo de alquilar un camión, en lugar de una camioneta, para atropellar a peatones.

El sanguinario trio de agresores fue abatido antes de que pudieran regresar al vehículo, donde tenían almacenadas bombas incendiarias.

Las autoridades arrestaron durante la noche a dos sospechosos de 27 y 28 años en el este de Londres, bajo la sospecha de que podrían estar preparando actos terroristas, explicó la policía de la capital británica el sábado. Siete personas están bajo custodia policial por su presunta vinculación con los tres atacantes que mataron a ocho personas e hirieron a más de 50 en el Puente de Londres y sus alrededores el pasado 3 de junio, agregó.

La policía reveló detalles de su investigación el sábado y pidió colaboración ciudadana para obtener información. Según la investigación, Khuram Butt, que se cree era el líder de la trama, intentó alquilar primero un camión de 7,5 toneladas, similar aunque más pequeño que el empleado en un atentado en Niza el año pasado que dejó 86 fallecidos y cientos de heridos.

Cuando su pago fue rechazado, Butt y sus dos cómplices alquilaron una camioneta más pequeña que utilizaron para atropellar a peatones antes de saltar del vehículo y apuñalar a gente al azar. Fue el tercer ataque extremista con víctimas mortales en Gran Bretaña en tres meses.

Tras salir de la furgoneta blanca, los agresores siguieron su ataque empleando cuchillos de más de 30 centímetros (12 pulgadas) con coloridas cuchillas rosas, según Dean Haydon, jefe del comando antiterrorista de la policía metropolitana.

Las autoridades desvelaron también que en el interior de la camioneta se encontraron más de una docena de bombas incendiarias y dos sopletes, y que en la casa de uno de los atacantes había una copia del Corán abierto por la página que “describía el martirio”.

Los investigadores creen que tres personas fueron asesinadas sobre el puente, incluyendo el hombre que fue arrojado al río Támesis. Después, los atacantes dejaron el auto y apuñalaron a cinco más en las inmediaciones del concurrido Borough Market, agregó Haydon. Según la policía, Butt sería el conductor.

«Cuando imagino a Butt intentando controlar un camión de 7,5 toneladas (…) el efecto podría haber sido aún peor”, señaló.

Haydon dijo que los hombres planeaban causar aún más víctimas si conseguían regresar a la camioneta. La policía encontró también varias sillas de oficina, grava y una maleta en el interior del coche.

Los detectives piensan que la grava se colocó para hacer que el vehículo fuese más pesado o que podría ser parte de la coartada para justificar el alquiler, mientras que las sillas podrían haber servido para convencer a familiares y amigos de que estaban trasladando muebles.

ABC.es Mar 24, 2017 | Actualizado hace 7 años
Ruta de la yihad a través de Venezuela


Autoridades de varios países suramericanos han sido alertadas sobre la existencia de una ruta de posibles elementos extremistas islámicos, cuyo paso a través de Venezuela ha quedado documentado. Esas personas en tránsito llegan a los aeropuertos internacionales de Brasil; después de un tiempo se desplazan a la frontera con Venezuela, país que intentan atravesar para alcanzar Colombia y luego probablemente seguir su itinerario hacia Centroamérica y quizás Estados Unidos.

La alerta fue realizada en 2014 por quien entonces dirigía la Oficina Nacional Contra la Delincuencia Organizada y el Financiamiento al Terrorismo de Venezuela, Gyoris Guzmán. La denuncia de Guzmán, que ahora se encuentra en España, donde ha pedido asilo, no supuso ninguna especial reacción del Ministerio del Interior venezolano, cuya titular entonces, Carmen Meléndez, desestimó la gravedad de lo revelado por las investigaciones.

Según asegura, «todos los obstáculos puestos por la ministra estaban muy vinculados con el alto mando político del Gobierno, en el que ya para esa fecha el actual vicepresidente, Tareck el Aissami, tenía injerencia en decisiones de envergadura en el manejo de las relaciones con grupos activistas musulmanes».

«En Venezuela hay una total falta de compromiso del Gobierno para una lucha franca, sincera y acertada contra la criminalidad», lamenta Guzmán. Advierte que el régimen chavista «ni siquiera cumple con compromisos internacionales adquiridos con la ONU o con organismos regionales como Unasur y Mercosur». «Es la ausencia por completo de un Estado», sentencia.

Acuerdos secretos del chavismo para acoger en territorio venezolano células de Hezbolá, el grupo radical chií de origen libanés, ya han sido relevados con anterioridad. También han trascendido operaciones encubiertas desde embajadas de Venezuela en Oriente Medio para facilitar pasaportes a elementos extremistas islámicos. Ahora, queda al descubierto otro modo elemento de esa ayuda chavista al radicalismo musulmán: una ruta a través del territorio nacional.

Unas cuarenta personas

De acuerdo con las investigaciones que hizo el equipo de Guzmán, expuestas en un foro de seguridad de Mercosur, entre 2013 y 2014 hubo cerca decuarenta personas supuestamente vinculadas al extremismo islamista que, en diferentes viajes, entraron ilegalmente en Venezuela desde Brasil por el puesto fronterizo próximo a Santa Elena de Uairén.

Al parecer, habían llegado a Brasil a los aeropuertos internacionales de Sao Paolo y Río de Janeiro. Después de cortas estancias en el país se desplazaron, posiblemente en vuelos locales, hasta Manaos, en el corazón del Amazonas. Luego siguieron su camino por carretera. Una vez en Venezuela pretendían atravesar el país y entrar a Colombia por Cúcuta. La mayoría fueron detenidos nada más entrar en Venezuela, pero otros lo fueron a punto de pasar a territorio colombiano.

La mitad de los detenidos eran de nacionalidad somalí, pero también había personas procedentes de Bangladesh, Etiopía y Kenia. «Todos eran musulmanes y pudimos constatar su radicalismo; aunque no fue posible establecer ninguna vinculación directa con grupos terroristas concretos, concluimos que algunos provenían de zonas en las que podían haber estado en contacto con Daesh o franquicias de Al Qaeda», afirma Guzmán.

Las investigaciones demostraron que la ruta ya se había asentado, gracias a contactos locales que habían permitido crear una red para pernoctar en hoteles escogidos y que incluso podían lograr permisos de trabajo (dos de los detenidos contaban con visas de empleo expedidos por las autoridades brasileñas). «Lo que detectamos muy posiblemente era el ensayo de una ruta, que con el tiempo podía funcionar a mayor escala, para enviar yihadistas hacia el Norteamérica, porque en Colombia no se iban a quedar», razona Guzmán.

 

 

Tragedia en Francia: Las razones de la sin razón por Ricardo Angoso

ProtestasCharlieHebdo

 

Photo: @i_car

 

 

Algo estamos haciendo mal en Europa. En nombre de los valores y libertades del hombre, que están inspirados en esos principios eternos de Libertad, Igualdad y Fraternidad, se ha permitido que una bestia irracional, criminal e incluso salvaje se haya instalado en el corazón del continente. Demasiada tolerancia hacia los bárbaros y demasiado tarde para comprender el problema. Y es que, como decía el general Douglas MacArthur, «la Historia de los fracasos de la guerra se puede resumir en dos palabras: Demasiado tarde. Demasiado tarde para comprender el letal peligro. Demasiado tarde para colocar todos los recursos disponibles para enfrentar ese peligro. Demasiado tarde para ponernos al lado de nuestros amigos.”

Hace tiempo que debíamos de haber comprendido que la bestia que ayer se manifestó en París, de una forma brutal e inhumana asesinando a doce inocentes, se estaba incubando en el interior de nuestras ciudades. Unas políticas migratorias absolutamente erráticas y sin ningún control abrieron  las puertas del continente a gentes sin escrúpulos, bárbaros sin principios y claramente contrarios a nuestro sistema de valores. Llegaron  muchos con buenas intenciones, pero también llegaron seres mezquinos y enemigos de la democracia. En las mezquitas de Europa, como ocurría en Londres, París, Madrid y Roma, algunos imanes llamaban a la guerra santa impunemente y reclutaban a hombres y mujeres para la yihad, es decir, para hoy ejecutar estos crímenes que estamos viendo en las pantallas de nuestros televisores. Era una obligación sagrada para ellos, una simple bestialidad para nosotros.

Nada de lo que está ocurriendo es ajeno a nuestra desidia y falta de interés por combatir la intolerancia y la brutalidad de unos grupos que actuaban con absoluta impunidad. Ya en la guerra de Bosnia y Herzegovina (1992-1995) contemplamos horrorizados como se reclutaban a yihadistas para combatir a los serbios y los croatas, ambos pueblos cristianos, y para expandir el Islam en el corazón de los Balcanes.

Los mismos grupos, la misma barbarie que llevó a un grupo de jóvenes musulmanes parisinos a asesinar a un joven judío, Ilam Halimi, tras torturarlo durante días ante el silencio cómplice de una sociedad que tenía que haber reaccionado de una forma más rotunda y contundente. No lo hizo y ahora estamos pagando las consecuencias. Habrá un Islam de paz y concordia, pero no es el que se está difundiendo hoy en día en las mezquitas y centros musulmanes de Europa.

Es hora de hacer algo, de actuar y decir la verdad

Hace falta un mayor control policial de estas mezquitas, crear mecanismos de expulsión rápida de los que propagan estas ideas que hacen apología del terrorismo en su forma más inhumana y también, por supuesto, prohibir cualquier forma de propaganda radical islámica y poner a buen recaudo, quiero decir en la cárcel, a los más activos miembros de estos hordas de fanáticos. Es hora de actuar, de luchar, de decir la verdad y hacer algo.

Si seguimos así, presas de esta pusilanimidad y de no decir a las cosas por su nombre, nos volverán a atacar y la civilización occidental, basada en el respeto al diferente y la pluralidad social y política dentro de las reglas de juego democrático, acabará sucumbiendo y se derrumbará para siempre  dejando libre el camino al totalitarismo y el despotismo. La defensa del Estado de Derecho, ese logro de la civilización en donde la Ley prima sobre la fuerza bruta, es absolutamente compatible con la pluralidad religiosa, pero siempre desde el respeto al otro y a las ideas nuestros vecinos.

No es un fenómeno nuevo ni ajeno a occidente

Lo que ha ocurrido en París no es nada nuevo. Estos vengadores de Alá llevan conviviendo codo a codo con nosotros en nuestras escuelas, centros de trabajo y también en las calles; son las mismas alimañas que mataron al holandés Theo Van Gogh, simplemente porque les desafió con sus ideas y películas, y los mismos descerebrados que ya atacaron al periódico danés «Jyllands-Posten». No aceptan nuestras libertades ni nuestro modo de vida; luchan por destruir ambas cosas y quizá, fruto de nuestra infinita cobardía, lo acaben consiguiendo.

Las doce víctimas de París son unas más a unir a la larga lista de horrores. La intolerancia del Islam más radical hacia el no creyente se extiende por el mundo y la geografía del mal es muy amplia. En Argelia ya el Frente Islámico de Salvación (FIS) ha asesinado centenares de extranjeros que trabajaban allí, ha asesinado a sacerdotes y ha degollado a inocentes por el simple hecho de no ser musulmanes. Lo mismo podemos ver en otras latitudes, donde los cristianos son perseguidos, tal como ocurre en Egipto, Nigeria, Somalia, Siria e Irak. Estas semillas del odio y del terror se están expandiendo por todo el mundo.

Hasta Estados Unidos han llegado con ese rencor intenso de la mano de esos refugiados chechenos que perpetraron en su día la matanza de Boston durante un acontecimiento deportivo. ¿Cómo fue posible que un joven casi adolescente, Djokhar Tsarnaev, fuera capaz de participar de un acto deplorable y deleznable? Muy fácil: las redes sociales están llenas de esta propaganda criminal y en muchos centros religiosos se infunde este discurso demencial e intolerante que apela a la lucha armada y a la eliminación física del que no comulgue con sus ideas. La misma madre del terrorista, un ser lleno de  ira, locura, odio y resentimiento hacia todo lo que fuera algo distinto de su versión dogmática y fundamentalista del Islam, era presa de esas ideas si es que se le pueden dar ese nombre a semejantes aberraciones. Por no hablar de los iluminados del Estado Islámico, ISIS, esos «humanistas» que han decapitado en los últimos meses a todos aquellos no musulmanes que se encuentran en su camino hacia Bagdad, entre los que destacan periodistas occidentales, kurdos, cristianos iraquíes, mujeres liberales e incluso niños.

Desde la condena más rotunda de este atentado, que vuelve a poner encima la necesidad de vertebrar y articular mecanismos que permitan defender desde la Ley a nuestros sistemas democráticos frente a estas nuevas «maldiciones», hay que reconsiderar muy seriamente los peligros que bajo el paraguas democrático se guarnecen y desde la legalidad trabajan para subvertir nuestro orden político. Hace setenta años terminó la Segunda Guerra Mundial, en la que el mundo quedo aterrado al descubrir el Holocausto y el exterminio de millones de seres humanos -judíos, homosexuales, gitanos, rusos y un sinfín de nacionalidades y condiciones- a manos de los nazis. Sirva el recuerdo de las víctimas de hoy para poner sobre la mesa que las amenazas contra nuestras democracias siguen intactas y que debemos estar alerta. ¿Estaremos a tiempo?

Ricardo Angoso

rangoso@iniciativaradical.org

@ricardoangoso