La primera lectura de la destitución por televisión del ex superpoderoso ministro Miguel Rodríguez Torres, es la de que se trató de una presa entregada para calmar las iras de los grupos violentos que sostienen al chavismo en el poder, luego de la razzia que abatió varios integrantes de los colectivos «5 de Marzo» y «Escudo de la Patria» acusados de haber cometido numerosos delitos. Visto así por encimita, podría apreciarse como una debilidad del poder legal (el gobierno) ante el poder factual (los colectivos armados), y ante esa eventualidad el régimen ha pagado en términos de opinión un peaje de pronósticos reservados. Luego de este precedente ¿cómo podrá el gobierno contener exigencias futuras de los colectivos armados en defensa de sus “fueros”? Sin embargo, por esas cosas que uno sabe porque se saben, lo de los colectivos no fue la razón sino el pretexto para sacar del match a Rodríguez Torres. El tema de fondo son las rivalidades políticas chavismo adentro, donde zancadillas y liquidaciones son instrumentos rutinarios de solución de conflictos, como lo son en todas en las luchas encarnizadas por el poder. No se trató de enmendar la inconstitucionalidad continuada desde Chávez para acá, por haber entregado a la discrecionalidad castrense el ejercicio de funciones constitucionalmente reservadas a los civiles y vedadas a los militares en servicio activo, porque en este caso han sustituido a un militar por otro y todo sigue quedando en manos militares en un cambio gatopardiano en el que se modifica algo para que todo siga igual. La razón tampoco pudo ser el fiasco sucesivo de los planes de seguridad que se han tragado miles de millones, porque si de eso se tratara el gobierno debería auto destituirse masivamente por su fracaso rumboso en todas las áreas de su competencia, llámense economía, servicios públicos, etcétera. Rodríguez Torres no es un militar más. De altísima confianza de Chávez desde siempre, tanto como para ser el único militar que pronunciara un discurso solemne ante el ataúd en el Cuartel de la Montaña (obviamente con el beneplácito de la familia del fallecido), rendía cuenta directa al presidente sobre las actividades de los órganos de la inteligencia civil y militar que le estuvieron encomendados por encima de los ministros del área. Una pelusa. La enorme cantidad de “saber” acumulada en 15 años no es una fortuna perdida, claro que no, sino una gigantesca póliza de seguro del mismo tamaño de la que posee el cuasi desplazado Rafael Ramírez por haber sido todopoderoso Ministro de Energía y Petróleo y Presidente de PDVSA, es decir, el conocedor más completo y profundo de la caja grande y la caja chica del régimen y de todos sus jerarcas. Que uno u otro no puedan disponer de la información acumulada como instrumentos de retaliación porque en todos los hechos aparezcan como agentes principales, cómplices o cooperadores es distinto. Pero de que saben, saben, y los otros saben que ellos saben. Creo que la verdadera razón de la destitución, es que Rodríguez Torres se percibía como presidenciable en sectores del chavismo y más allá. A ratos declaraba más como civil y como político que como militar, mientras que Maduro sólo declara como civil porque lo militar no le cuadra y Diosdado solo lo hace como militar porque lo civil no le calza. A pesar de todo, es posible que para disimular puedan nombrarlo Vicepresidente de algo.
