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Resistencia Civil

¿Necesitamos más muertos? Por Santiago García

«EL PROBLEMA ES QUE NO HAN TERMINADO DE CAER SUFICIENTES MUERTOS».  Estas son las palabras con las que Pedro –un viejo amigo de la infancia- se refiere al proceso político que se ha llevado a cabo recientemente en el país. En las últimas semanas he escuchado frases similares en diferentes conversaciones. Parece que la efectividad de las protestas, o su capacidad para generar un cambio político, se cuantifica por medio de la violencia que se despliegue, o bien en el número de muertos que surjan de estas.

Ante los acontecimientos llevados a cabo en los últimos años, resulta ingenuo pensar que los conflictos sociales y políticos que atraviesa el país se pueden resolver sin conflicto. El promover un cambio se vuelve más necesario cada día, y los mecanismos completamente pacíficos lastimosamente han resultado inefectivos. Cabe entonces preguntarse: ¿Cuál es el papel de la sociedad civil ante este panorama? ¿Qué estrategias se deben tomar para promover un cambio? Una primera idea que puede venir a la cabeza es: “Vamos a armarnos, si el diálogo no ha resultado, la única opción es el enfrentamiento”.

Quisiera en primer lugar desmentir esta lógica, y en segundo lugar exponer la alternativa -que en mi opinión- resultaría la más adecuada como línea de acción para la sociedad civil.

Diversos análisis han encontrado como la resistencia civil no violenta, es más efectiva a la hora de promover cambios sociales y políticos que los movimientos armados. María Stephan y Erica Chenoweth, realizan un análisis de 323 movimientos violentos y no violentos a lo largo del mundo, entre los años 1900 y 2006. Todos estos promovían cambios gubernamentales en regímenes autoritarios. Sorprendentemente, encontraron que los movimientos no violentos, tenían una probabilidad de éxito de 53%, en comparación a los violentos, cuya probabilidad de éxito era de apenas un 26%. Por el otro lado, los movimientos violentos fracasaban en un 61% de los casos y los no violentos sólo fracasaban en un 21%. El porcentaje restante hace referencia a éxitos parciales, donde el 26% de los movimientos no violentos y el 13% de los violentos lograban parcialmente sus objetivos.

En las últimas décadas esto se ha demostrado en casos como el de Filipinas en 1986, Chile en 1988, Polonia en 1989, Sudáfrica en 1994, Serbia en el 2000, y Túnez en el 2011. En los cuales diversos tipos de resistencia civil, se consideraron los movimientos causantes de cambios políticos en pro de la democracia.

La razón de esto es que los movimientos no violentos tienen más probabilidades de obtener el apoyo de las fuerzas policiales o militares del país. Éstas, son uno de los pilares fundamentales sobre los que se sostienen las figuras de autoridad, dado que son las encargadas de acabar con las manifestaciones de desobediencia civil. El apoyo de los agentes de seguridad se considera un factor fundamental a la hora de generar un cambio político y social. Las personas encargadas de oprimir los movimientos de resistencia, deben optar por apoyarlos en lugar de atacarlos. Si nos ponemos en los zapatos de dichas fuerzas que reciben la orden de reprimir, ¿Cuál movimiento tiene más oportunidades de promover la desobediencia hacia las figuras de autoridad?: La resistencia no violenta sin lugar a dudas.

A su vez, cuando el movimiento es no violento, es más inclusivo. Se ha encontrado que la resistencia civil moviliza hasta cuatro veces más personas que los movimientos violentos. No sólo participan hombres jóvenes con la capacidad de usar armas o de defenderse físicamente, también participan mujeres, ancianos y organizaciones de la sociedad civil, lo cual es de suma importancia porque en los números está la fuerza.

Cuando la masa es mayor y no representa una amenaza para las fuerzas de seguridad, los costos de la represión aumentan. Esto implica que el dar la orden de suprimir un movimiento social es más riesgoso para las figuras de autoridad, dado que las consecuencias pueden perjudicarlos políticamente. En primer lugar, cada individuo de las fuerzas represivas tiene menos razones para seguir las órdenes o utilizar la violencia, lo cual promueve la desobediencia por parte de los agentes de seguridad. En segundo lugar, las figuras que dan la orden pierden el apoyo popular y dan una mala imagen internacionalmente, lo cual des-legitima al régimen tanto dentro como fuera del territorio.

Siguiendo esta línea, la resistencia civil también atrae mayor apoyo de la comunidad internacional, la cual se muestra más abierta a brindar apoyo directo a estos movimientos, o  a sancionar a aquellas figuras que repriman la protesta. Los movimientos no violentos a su vez se logran mantener durante más tiempo y permiten un aumento en la participación ciudadana. A diferencia de los violentos, que si bien generan un gran impacto en la impresión pública, son difíciles de mantener.

Diversos estudios concluyen que aquellos países en los cuales se logró un cambio social y político por medio de la resistencia civil, tenían mejores prospectivas de desarrollo. Los conflictos violentos, por su naturaleza secretiva y jerárquica, promueven gobiernos centralizados, autoritarios y un ambiente social y político inestable, donde la garantía de derechos no se logra mantener durante mucho tiempo. La no violencia es un método más abierto, donde la participación popular facilita la transición a un Estado democrático.

No se trata de ser pacífico y sumiso, los costos de la resistencia civil son elevados: los interesados en mantener la autoridad pueden recurrir a desapariciones forzosas, detenciones y amedrentamientos como estrategias. En el 2019 se han contabilizado 55 muertes durante manifestaciones en el país según el Observatorio de Conflictos (OVCS). Mantener una resistencia cívica requiere esfuerzo, resiliencia y valentía, por lo cual es necesario tener claro los objetivos que se quieren alcanzar. Si estas metas no se alcanzan, el sufrimiento y las muertes que se han llevado a cabo terminarían siendo en vano. Un enfrentamiento violento con las fuerzas de seguridad, ¿ayuda en alguna medida a alcanzar los cambios que se quieren lograr? La evidencia y la historia de conflictos sociopolíticos apuntan en otra dirección, por lo cual, la resistencia cívica resulta el método más inteligente para hacer justicia a los sacrificios que se han hecho en pro de la democracia.  

Sin embargo, la resistencia no violenta es insuficiente para garantizar sus resultados, esta debe ser masificada, resiliente y tener la capacidad estratégica para mantener una línea de acciones coherentes con las metas planteadas. Esto sólo se logra por medio de la organización, y la cooperación de todos los implicados en el movimiento.

Si se quiere que una masa de personas conozcan las razones estratégicas para mantener una resistencia civil, se requiere un liderazgo claro y preciso. Pero no podemos entender el liderazgo únicamente como el rol de los actores más reconocidos de la vida pública. La sociedad civil también tiene la responsabilidad de mantener una disciplina que se ajuste a los lineamientos establecidos dentrodel movimiento. No es suficiente salir a la calle, hace falta entender los objetivos que tienen las manifestaciones, y conocer cuales acciones facilitan el alcance de dichas metas, y cuales son contraproducentes.

Cada ciudadano tiene el deber de ser un líder con sus amigos, su familia y sus vecinos, promoviendo que el movimiento se mantenga a pesar de las dificultades, y que conserve la naturaleza y los principios que lo iniciaron. La resistencia no es una tarea sencilla, los costos son elevados, el miedo y la frustración son respuestas naturales a la dura realidad con la que nos enfrentamos. Sin embargo, es momento de preguntarnos, como ciudadanos y futuros líderes del país. ¿Cuál es el papel que me toca jugar? Y a su vez, ¿Cómo mis acciones promueven los cambios que deseo para Venezuela?.

 

*Santiago García, coordinador de Vamos Convive y miembro de la Unidad de
Conocimiento de Caracas Mi Convive.

5 manifestaciones de resistencia civil no violentas que cambiaron la historia

UNA INVESTIGACIÓN DE LA POLITÓLOGA NORTEAMERICANA Erica Chenoweth quien estudió los movimientos civiles no violentos registrados en el mundo entre 1900 y 2006, reveló que las manifestaciones de resistencia civil no violentas tuvieron el doble de chance de éxito que las protestas violentas. La razón es que las primeras lograron aglutinar mayor cantidad y diversidad de apoyo social al tiempo que redujeron la cooperación ciudadana con los sistemas políticos opresivos.

“La data es clara: cuando la gente opta por la resistencia civil no violenta el apoyo social crece; y cuando un gran número de gente deja de colaborar con los regímenes opresivos, la balanza se inclina a su favor”, sostiene Chenoweth en la investigación titulada: Por qué funciona la resistencia civil: la lógica de la estrategia de los conflictos no violentos.

Entre las manifestaciones analizadas en el estudio están las realizadas en Filipinas entre 1983 y 1986 enmarcadas en la campaña “Poder del Pueblo”, las cuales lograron movilizar a más de dos millones de ciudadanos; también las ocurridas en 1989 en Europa del Este agrupadas en el movimiento “El Otoño de las Naciones” que pusieron fin a gobiernos comunistas. La Revolución Naranja, llevada a cabo en Ucrania a finales de 2004, también fue incluida en el análisis.

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En Venezuela, la Mesa de la Unidad Democrática convocó para el jueves 1 de septiembre a un evento denominado la “Toma de Caracas”, en el cual invitaron a diversos sectores sociales a congregarse en siete puntos de la capital del país a fin de exigir a la autoridad electoral el cronograma que precise las fechas para la realización del referendo revocatorio contra el presidente Nicolás Maduro, vía democrática prevista en el artículo 72 de la Constitución.

Los hallazgos del estudio de Chenoweth fueron presentados durante un ciclo de conferencias TED. Allí, la politóloga demostró que había una tendencia entre las manifestaciones no violentas: aquellas que lograban la movilización sostenida de 3,5% de la población no habían fracasado. A esa tendencia la denominó la “Regla del 3,5%”.

 

“Cada campaña de resistencia civil que sobrepasó el apoyo del 3,5% de la población fue de carácter no violento. De hecho, los movimientos que se apoyan solamente en métodos no violentos fueron, en promedio, cuatro veces más grandes que los que suelen aglutinar las protestas violentas”, explica Chenoweth.

¿Qué es la resistencia civil no violenta?

La politóloga explica que la resistencia civil es un método de coerción en el cual la sociedad civil desarmada aplica activamente sanciones o deja de prestar colaboración a un régimen represivo. La resistencia no violenta incluye diversas tácticas como huelgas, protestas en la calle, ralentización de procesos, toma de espacios públicos, uso de pancartas, etc.

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“La evidencia histórica analizada desde 1900 hasta 2006 sugiere que una vez que las campañas no violentas logran una masa crítica de apoyo social, más eran las campañas que lograban sus objetivos que aquellas que fallaban. Esto fue válido incluso para aquellas que retaban a los regímenes más brutales. 30 de las manifestaciones no violentas que estudiamos fueron en países catalogados como autocracias y sus ciudadanos enfrentaron represiones masivas; en 21 de ellas la resistencia no violenta logró sus objetivos”, explica Chenoweth.   

5 casos de resistencia civil no violenta que cambiaron la historia

El teórico estadounidense Gene Sharp describe que entre los métodos característicos de la resistencia civil se encuentran: persuasión y protesta (discursos, demostraciones, vigilias y peticiones); múltiples formas de no-cooperación política, económica y social (huelgas, boicots, trabajo lento, desobediencia social-simbólica, presión sobre funcionarios), así como formas de acción o intervención directas no violentas (huelga de hambre, crear medios alternativos de transporte, entre otras.

“Poder del Pueblo” (Filipinas, 1986)

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La campaña “Poder del Pueblo” de resistencia civil comenzó en 1983 y se basó en una serie de manifestaciones en contra del gobierno de Ferdinand Marcos, quien tenía 20 años en el poder. Logró aglutinar al apoyo de más de 2 millones de ciudadanos y de amplios sectores de la sociedad, no solo a los partidos políticos.

“El Otoño de las Naciones” (Europa Central, 1989)

Berlin Demonstration

El movimiento de resistencia civil conocido como “El Otoño de las Naciones”, fue una serie de manifestaciones que se sucedieron en Checoslovaquia (República Checa), Polonia, Estonia, Lituania, Alemania Oriental, Hungría y Bulgaria. La unión de diversos sectores sociales fue determinante para el éxito del movimiento que llevó a la disolución de la Unión Soviética y al fin de la Guerra Fría.

Fin del Apartheid, (Sudáfrica, 1990)

Mandela

El inicio de la resistencia civil no violenta data de 1955 e incluyó tácticas como la desobediencia pública y marchas multitudinarias que gradualmente sumaron el apoyo de la comunidad internacional. El sistema de segregación racial encontró en Nelson Mandela un líder político y social cuya salida de prisión marcó un punto de inflexión para el fin de la discriminación racial y política.

Optor!, (Serbia, 2000)

otpor-serbia

El movimiento, que en español significa Resistencia!, se conformó en Serbia en 1988 para manifestar en contra del gobierno de Slobodan Milosevic. Las tácticas del teórico Gene Sharp sobre la no violencia fueron la base para la organización de la campaña que contribuyó al cambio político obtenido en las elecciones de septiembre de 2000.

“Revolución Naranja”, (Ucrania, 2004)

Yushchenko Opposition Supporters Rally in Kiev

La serie de protestas que se iniciaron en noviembre de 2004 y duraron hasta enero de 2005 tuvieron como contexto las elecciones presidenciales en las que la oposición hizo reclamos de fraude, corrupción e intimidación. El movimiento logró su objetivo de realización de nuevas elecciones en las que la oposición obtuvo la mayoría de los votos.

“Yo sabía que mis hijos estaban en la multitud”

La diferencia con las manifestaciones no violentas es que atraen no solo a más gente sino a gente de diversos sectores de la sociedad. “Cuando la resistencia se expande inevitablemente conecta con personas dentro del régimen y estos comienzan a cuestionarse su alianza con el poder. En ningún país del mundo los aliados del régimen viven completamente aislados del resto de la sociedad”, afirma la experta.

Chenoweth relata un caso de Serbia en el cual la resistencia civil no violenta trajo abajo el régimen de Slobodan Milosevic en octubre de 2000. “Cuando la gente comenzó a congregarse en Belgrado hubo policías que desoyeron la orden de disparar contra la multitud. Cuando les preguntaron la razón muchos dijeron que sabían que sus hijos estaban en la manifestación”.

“Las sociedades que enaltecen a héroes salidos de los campos de batalla consideran natural creer que la violencia y la valentía son una y la misma cosa, y que las victorias sociales solo se logran con baños de sangre”, afirma Chenoweth, no obstante, su investigación demuestra que al menos durante los últimos cien años, la resistencia civil ha ganado terreno como método de manifestación popular.

 

Cintillo 1S