Orlando Viera - Blanco archivos - Runrun

Orlando Viera – Blanco

Venezuela, política, pacto y elecciones
María Corina y Rosales pueden ponerse de acuerdo, pero antes deben firmar frente al país un pacto de reconstrucción, cogobierno y emancipación ideológica, instrumental e histórica

 

@ovierablanco

Este año se conmemoran 116 años del natalicio de Rómulo Betancourt y 68 [1956] de la edición de su regia obra: Venezuela, política y petróleo. La oportunidad es buena para hacer un ejercicio reflexivo sobre el papel del petróleo en la política, en el marco de una coyuntura histórica oscura, donde lo electoral no luce suficiente para alcanzar el retorno de la democracia y la paz […] paz que jamás es autoritaria porque no sería paz.  

El chinche de sembrar el petróleo. Con mis hijos…no te metas

Pongamos las cosas en contexto. Decir que por culpa del petróleo Venezuela dejó de ser un país solvente, sea agrícola, pecuario, tecnológico, industrioso, comunicacional, financiero o urbano es temerario. Rómulo Betancourt supo anticipar este cliché propio de la narrativa proautoritaria que, desde los tiempos de Gómez, intentaba ocultar los estragos de una economía feudal, por causa de la economía petrolera.

Betancourt alegaba “que insistir en aquello significaba seguirle el juego a los defensores póstumos del gomecismo, quienes liberaban de culpa al gobierno del fallecido jefe único, por el desacertado manejo de la grave crisis que venía aquejando al sector agrícola desde mucho antes del estallido de la gran depresión en 1929”. Para Betancourt, “Venezuela venía arrastrando una crisis crónica que vino a acentuarse durante el régimen dictatorial de Gómez, debido a la persistencia de un anticuado sistema de producción latifundista, caracterizado por la concentración de la tierra en pocas manos, métodos de cultivo anticuados y el mal aprovechamiento de las aguas para el regadío agrícola”. El petróleo, en su opinión, “solo vino a dejar al descubierto un terrible mal olímpicamente ignorado por los personeros oficiales. Más que culpable de la ruina del campo, el codiciado mineral le dio la estocada final a un estado de cosas que no resistía más la inserción de los nuevos tiempos”.

La revolución industrial había pasado casi inadvertida por Venezuela. Apenas la humareda de los ferrocarriles construidos por el guzmanato y algunas máquinas de poca monta eran presentadas como símbolos inequívocos de un proceso modernizador que fluiría por sí solo, gracias al apoyo del torrente de capitales ingleses y alemanes dispuestos a rendir frutos en esta parte del mundo […] Haciendo mofa de aquellas expresiones chapuceras, Betancourt rebate precisando que “si en lugar de haber destinado aquel primer ‘boom’ petrolero a llenar los bolsillos de los acólitos de turno y a mantener operativo el Estado controlado por Gómez, se hubiese utilizado [aquella súbita riqueza instrumental] para apalancar la economía campesina, distribuyendo su benéfica renta entre toda la población, otro destino se habría escrito para la dinámica productiva del país”.

Estas reflexiones de Betancourt calzan al dedo con la historia patria reciente. Si el presidente Chávez no hubiese destinado la mayor renta petrolera que ha recibido Venezuela en su historia a un populismo irredento a lo interno, a sus camarillas y a una política de subsidio externa plagada de coleópteros, hoy Venezuela sería la Suiza del continente. Bueno acotar que fuimos el país más rico de Sudamérica [2011-13.000 US$ pp] y el más pobre [2023-1340 US$ pp]. Esa ha sido la verdadera guerra económica que devastó el país.

A quienes hablan de las sanciones como factor de depresión económica, Betancourt les hubiese respondido: son los defensores póstumos de un chavismo demoledor, quienes buscan liberar al fallecido jefe único de una economía confiscatoria, de una responsabilidad ineludible.

La tecnología, las comunicaciones, la educación, el trabajo y la industria; el internet de las cosas; puentes y ferrocarriles que quedaron en las arcas de Odebrecht y en los bolsillos de alacranes; nuestro oro, nuestro petróleo, más satélites perdidos en el espacio; nuestro desarrollo y futuro, se desfalcaron en derroche, dádivas y cohecho conductor de la pobreza, desigualdad y crisis humanitaria más extrema.

Si a lo anterior le agregamos que Venezuela todavía obsequia el 10 % de su disminuida protección petrolera [calculada en 700 m/bd] a Cuba y el Caribe, el crimen patrimonial es insólito. Acabaron con el cono monetario, las reservas del BCV y la capacidad industrial instalada. La agricultura quedó transformada en un inmenso desierto rojo, sin planificación ni campesinos, peor que en los tiempos de Gómez. Convirtieron a Venezuela en un país de economía de puerto, donde la “independencia alimentaria”, quedó reducida a bolsas CLAP. Hoy pensionados y jubilados venezolanos hacen colas de horas para recibir una taza de arroz, un par de pollos y un trozo de carne. Esa es la economía revolucionaria, esa es su visión de poder.

De nada hubiese servido “sembrar el petróleo”. Ahí están los índices de construcción, industrialización, movilización social, masificación educativa y hospitalaria que registró el país en 4 décadas de gobiernos progresistas, que en medio de sus dificultades y errores, llevaron a PDVSA ser la primera empresa petrolera del mundo; construir más universidades, carreteras y hospitales que cualquier otro país en la región, represas y centros generadores de energía y electricidad suficientes hasta para exportar, tecnología de punta y comunicaciones a nivel de países desarrollados y un respeto de nuestro derechos civiles y políticos, donde el voto, la justicia, la Asamblea Nacional, los grupos de interés, la academia, las FF. AA., la Iglesia, permitieron la elección de Chávez presidente [no  inhabilitado], elegir una constituyente [no prevista en la Constitución de 1961], votar una nueva Constitución [militarista y reglamentaria] y “relegitimar” poderes públicos con un ventajismo nauseabundo.

El 11A-2002 [que cumplió 22 años], fue un levantamiento masivo de esa Venezuela que gritaba al mundo “con mis hijos, con mi negocio, con mi petróleo y con mi libertad, no te metas”. Lamentablemente esa hermosa demostración de defensa ciudadana quedó fulminada por una reprochable desagregación política, que le permitió “al buen salvaje y buen revolucionario” [Carlos Rángel dixi] regresar con crucifijo en mano. Prohibido olvidar.     

Cómo estamos y hacia dónde vamos

El Acuerdo de Barbados marcó una ruta electoral. Elecciones justas, transparentes y verificables de los legítimos representantes de candidatos de oposición y de los partidos políticos legítimamente representados por sus dirigentes. Nada de ello se ha cumplido.

Revisando el último informe de coyuntura económica de la UCAB, vemos algunos datos que son buenos cruzarlos con lo político. En lo petrolero, “se calcula que el precio promedio del Brent durante el primer trimestre ha sido de $/b 82,7 y que tenderá a descender en el resto del año, para ubicarse en un promedio anual de $/b 82,4 […] Para 2024 se proyecta una tasa de crecimiento [Venezuela] del PIB total de 4,5 %, por encima del 1,3 % que se registró para 2023. Si dicho crecimiento se hiciera efectivo, el tamaño de la economía este año sería similar a la que ya había alcanzado en 1969 o la de El Salvador de hoy.

En este escenario es fundamental para el régimen cumplir con los acuerdos políticos. Las posibilidades de expansión económica en Venezuela no solo dependen de la movilidad eficaz y competitiva de la producción y ampliación del mercado petrolero, sino del retorno de las capacidades de inversión, producción y distribución del sector privado. “Aproximadamente el 50 % del crecimiento del PIB este año estaría explicado por la expansión de la actividad petrolera que podría crecer a una tasa superior al 16 %”.

En otras palabras, sin producción petrolera, no habrá expansión. Chevron no puede atender las expectativas de mejoramiento de la explotación petrolera para generar un repunte económico en el país. Pero sin elecciones libres no hay cumplimiento político; sin cumplimiento político siguen las sanciones, con las sanciones se afecta la expansión petrolera y sin expansión petrolera no hay mejoramiento del PIB, por lo que el país seguirá estancado. ¿Quién es el responsable? ¿Las sanciones?, ¿el modelo?, ¿María Corina?

Es verdad que la variable económica no ha sido la variable dependiente para causar el quiebre de la coalición dominante. Sin embargo, no es una constante desestimable. El informe de coyuntura [UCAB] identifica que “como primer factor de impacto en la producción (76 %), el cobro de excesivos tributos, desplazando la falta de financiamiento y la baja demanda al segundo y tercer puesto respectivamente”. Los sectores productivos [privados] defienden el levantamiento de sanciones, pero también piden eliminar la acción voraz del Estado. Entonces lo electoral trasciende en la medida que produzca un verdadero cambio del modelo de poder. La coexistencia con un Estado de terror -vigilante y mordaz-, no es transición. ¿Qué actor garantiza ese cambio?

Veamos la realidad laboral del país. “El año pasado, de los 20,5 millones de habitantes en edad laboral solo el 54 % estaba ocupado (11 millones). De los ocupados, el número de los empleados asalariados bajo dependencia se redujo en 5 %. Los empleos públicos se redujeron a 2,2 millones de puestos de trabajo, mientras que los empleos asalariados en el sector privado se ubican en 2.8 millones aproximadamente.

Venezuela es un país desempleado. Las personas que no participan en el mercado laboral venezolano se dedican a los quehaceres del hogar (40 %), al retiro (jubilados y pensionados 29 %) y a estudiar exclusivamente (20 %). Todas las reservas de petróleo no serían suficientes mientras un Estado insaciable y de terror siga vigente.

El pasado 15 de marzo se cumplieron dos años desde el último incremento del salario mínimo mediante un decreto presidencial. El monto vigente del salario mínimo nominal es de Bs 130, que inicialmente representaban $30, pero que es equivalente a $3,6/mes en los últimos seis meses. El 65 % y el 75 % del total de ocupados en Venezuela trabaja bajo condiciones de informalidad. Según los parámetros de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) no cuentan con un trabajo decente.

Nada de estos índices hacen suponer que el futuro mejorará en Venezuela si no vamos a una transición que no es solo política, sino económica, actitudinal, republicana, ciudadana ¡y ética! Betancourt advirtió en 1956: “Los gobernantes venezolanos de 1946 estábamos –y estamos– convencidos, de que nuestro país no puede saltar la etapa de desarrollo capitalista de su economía. El estado que atravesamos reclamaba una transformación nacional-revolucionaria y no una ajustada a modelos socialista o comunista”. Y Betancourt tuvo claro que esa visión había que pactarla. 

De la pobreza a la riqueza material, espiritual y humana

Venezuela regresó a niveles de retroceso económico, social y político peores a los vividos durante la dictadura de Juan Vicente Gómez. La solución comienza por elecciones libres conductoras de un nuevo modelo de poder. Participar en la contienda electoral demanda condiciones al derecho de elegir. Sin garantías electorales no habrá cambio real.

Lograr un pacto de unidad -en medio de los obstáculos- hace necesario un pacto previo de cogobernabilidad que se haga público; que abrace visiblemente una transición del Estado-gobierno miliciano al Estado democrático y liberal; un proceso de reinstitucionalización basado en un proyecto-país industrioso donde el petróleo sea el arco estratégico de la modernidad, la felicidad y el regreso a casa.

María Corina garantiza una transición real, profunda, estructural. También está persuadida que debe garantizar la paz ciudadana, que no es la paz que se dobla por la paz autoritaria, sino una paz duradera por estar fundamentada en la justicia, la palabra empeñada y la prosperidad de la gente.

Betancourt, a lo largo de su trajín político y a la luz de las lecturas de diversos autores (Hegel, Marx y Engels), alertó: “Fue operándose en nuestras conciencias un proceso de esclarecimiento ideológico. Comenzamos a darnos cuenta de cómo Gómez era algo más que un déspota nacional: era el instrumento y el vehículo para el control férreo de la economía venezolana, aliado y siervo de poderosos intereses extranjeros”. Betancourt pactó con Jóvito y Caldera romper con el yo-esclavo, romper las cadenas de una ideología instrumental, déspota y servil. Ahora toca hacerlo.

María Corina y Rosales pueden ponerse de acuerdo, pero antes deben firmar, frente al país, un pacto de reconstrucción, cogobierno y emancipación ideológica, instrumental e histórica. Con pragmatismo puro y duro no trasciende lo útil, lo bueno y lo necesario, donde lo bueno es la libertad, la paz y la prosperidad; y lo malo es seguir atados a un instrumento, a un vehículo, para el control férreo de la economía venezolana, aliado y siervo de poderosos intereses extranjeros e ideológicos.

vierablanco@gmail.com

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

El miedo y la esperanza son inseparables
Si no desmantelamos aquello que es lo opuesto al bien, permanecerá lo malo… Ese es mi miedo más profundo. Pero un miedo que fortalece mi esperanza y nos mantiene alerta para no incurrir en nuevos errores

 

@ovierablanco

La esperanza que se demora es tormento del corazón y árbol de vida, es el deseo cumplido. Sabio proverbio que ilumina la razón en momentos que la congoja abate el listón y necesitamos de la buena palabra, la que alegra y nos da paz.

Decía Roche Foucault que la esperanza y el temor son inseparables, no hay temor sin esperanza y no hay esperanza sin temor. No les voy a mentir. Siento miedo. No he dejado de tenerlo desde hace un tiempo. Se ha alojado en mi alma. Miedo a perder el sentido de la reflexión genuina, la que nos ayuda a distinguir lo bueno de lo malo, lo moralmente correcto.

Pero mientras más me atormenta el miedo, más crece mi esperanza. Es como si en la medida que crece la duda, también se eleva un sentimiento incontenible de certeza que, cuando al convertirse en el miedo más profundo, en ese instante un trozo de cielo, azul, limpio y libre se posará sobre sobre la misma tierra, sobre nuestra cabeza.

La ley moral. Lo bueno y lo malo [gut/böse]

Como es sabido, para Kant «lo esencialmente bueno de la acción consiste en la actitud interior, sea el éxito el que sea«, esto es, sea la acción concreta como resultado de la causalidad del arbitrio. Decidir sobre el bien y el mal, el objeto de la razón práctica, lo define mi yo interior. «Los únicos objetos de la razón práctica son el arbitrio entre lo bueno y lo malo. Lo bueno se entiende como un objeto necesario de la facultad deliberativa, lo malo, lo que la razón debe aborrecer”. A tenor de la distinción señalada por Kant entre bueno/malo [gut/böse], provechoso y perjudicial (wohl/übel), parece claro que se refiere al bien moral que da con el objeto y el sujeto necesario.

La tiranía, la corona, el emperador, la dictadura fueron considerados en un momento de la humanidad modelos de poder por útiles, aristócratas y nobles. La revolución francesa –impulsada por el pensamiento ilustrado que hizo de la libertad, la fraternidad y la igualdad el objeto de la deliberación profunda– acabó con ese paradigma. Seguidamente, el positivismo nacionalista, los movimientos fascistas, imperiales y nazis revivieron “las bondades” del ser superior por señorial, totalitario y poderoso.

Para Nietzsche más allá del bien y el mal, definió lo bueno como el modo de ser noble. Una aproximación distinguida donde el bueno controla y el malo (schlécht) tiene que ver con la moral de los esclavos. Aunque se ha descontextualizado el tratado de La genealogía de la moral de Nietzsche, tratando de construir un juicio pronazi, autores como Savater rescatan del concepto “bueno” ofrecido por el filósofo alemán, que no es otra cosa que estar en contra de la pena de muerte, los maltratos de los carceleros y el antisemitismo, lo cual no desdice de una voluntad autócrata. El control debe ser bueno, noble, fructífero.

Si lo trasladamos a la modernidad, ser bueno es ser propietario, exitoso, educado, caballero, emprendedor. Soy malo si permito la esclavitud del yo; es el mal aventurado, desdichado, incapaz de sostener valores y respetar la libertad. Es malo el inepto para gobernar porque no rompe las cadenas de la sumisión y la servidumbre. La filosofía ha dado cuenta de este desdén. Tanto para opresores como para oprimidos. Porque también los oprimidos elegimos malos caminos si no sabemos elegir.

Ya lo decía Víctor Hugo: “La aceptación de la opresión por parte del oprimido acaba por ser complicidad; la cobardía es un consentimiento; existe solidaridad y participación vergonzosa entre el gobierno que hace mal y el pueblo que lo deja hacer”. Entonces ante esta deliberación, no podemos guardar silencio cuando el silencio alberga una mentira. No basta ser bueno sino, además, hay que ser justo. Y lo justo es no resistirse a la fuerza de la verdad, cuando el momento ha llegado.   

No puede haber parentesco con la bondad o la maldad, por razones de credo, condición social, rigor étnico, poder económico, ideología o modo de pensar. Para Nietzsche el pathos de la distancia o pathos [emoción] de la nobleza, es un sentimiento duradero o efímero, en la medida que, al decir de la genealogía de la moral inglesa, lo bueno se hace útil y lo malo es lo infecundo.

La democracia en Venezuela nace de un proceso de satanización de la dictadura. Pasamos del gendarme necesario, del buen salvaje al buen revolucionario; del orden de la unión, paz y trabajo, a la democracia pactada que muere con la “revolución bolivariana”. Según Nietzsche, las acciones que justificaron nuestras transiciones fueron aquellas calificadas como “no egoístas”. Y llegaron al poder “los caudillos”, “los ricos”, “los propietarios”, “los ilustrados” “los veraces” vistos como “aristocráticos”, o “los liberales”, “los socialdemócratas”, los revolucionarios o los reformistas. Fueron buenos, no aquellos por ser ricos o pobres, civiles o militares, liberales o revolucionarios. Fueron buenos quienes hicieron lo útil y necesario por la nación, los que no cedieron ante la maldad y sembraron esperanza. 

El salto a la nada, al nihilismo, a la anomia, es no saber distinguir quiénes son los buenos o los malos. Una sociedad pierde su norte ciudadano cuando carece de sentido de representación. Apela a “cualquier cosa que califica de buena o menos mala” para salir del opresor; se habitúa a la coexistencia con el malo o conviene en su impunidad, para favorecer a quien piensa le “es útil”. Mucho cuidado porque puede subyacer en esa “deliberación”, comodidad, delegación y cobardía.

María Corina, entre lo bueno, lo malo y lo horrible

Distinguir lo bueno de lo malo supone un ejercicio moral riguroso que nos permite separar lo útil por virtuoso, de lo que no lo es. Con su mejor intención, algunos académicos nos ilustran sobre cientos de transiciones negociadas, no violentas, enalteciendo como buenos aquellos con talante libertario y un sentido ciudadano, humanista y patriótico. Mujeres y hombres con desprendimiento, donde el poder no es el fin, sino lo es la paz, la justicia y la felicidad. Pero a esa actitud la ha acompañado un mínimo de garantías y condiciones de elegibilidad, sin lo cual todas las bondades sucumben. Y la complicidad –nos decía Víctor Hugo–no es la ruta, porque en esa ruta, seguiremos siendo esclavos.

Buenos fueron Mandela, Gandi, Walesa, Aylwin, Cámpora, Lagos, Betancourt, Cardozo, Suárez, Espinosa, Belaunde Terry, o la huelguista boliviana Domitila Chungara, que selló el debilitamiento de Hugo Banzer en Bolivia. Verdaderos ejércitos de la libertad, hidalgos del Estado de derecho y la justicia social, tenedores de un pathos [animosidad] por el bienestar real de sus pueblos.  ¿Quiénes son los buenos en Venezuela? Para no caer en personalismos, digamos que todos aquellos que enfrentan de forma auténtica a la dictadura, que no se hacen cómplices y que demuestran coherencia entre lo dicho y lo hecho, donde el pathos [sentimientos] y el ethos [ética] no son la distancia más larga.

Lo que aprende uno de la historia y de un sano filosofar, es que la práctica genuina y firme de nuestra facultad deliberativa es a elegir la acción eficaz y provechosa para apartar a los malvados y aferrarme a los buenos, y saber a quién seguir, a quién apoyar. El Pacto de Puntofijo fue suscrito por hombres buenos. Amén de su alcance y contenido, la palabra empeñada para su cumplimiento, vinieron de fidedignos demócratas. El pathos de la nobleza hizo fecundar la democracia. De los pactos con hombres malos solo obtenemos lo efímero, lo perverso, lo peor por innecesario, que es lo horrible.   

Es cierto que María Corina debe negociar con los malvados y crear un clima de transición posible [sostenible], lo cual supone sensibles concesiones. Pero no equivoquemos el camino. La solidaridad con aquellos que cohabitan con el malvado es tan peligrosa como su permanencia. El ser propietario, emprendedor, laborioso, educado, ciudadano, respetuoso de la ley, la autoridad y la familia no saldrá de su anomia a partir de pactos egoístas y moralmente cuestionables, donde el resultado no será sino un estado frágil por celestino y cooperante.

Si no dejan inscribirse a María Corina o Corina Yoris, las elecciones del 28 de Julio-2024 no perfilan un evento ganador. Ni electoral, ni moral, ni bueno. Tampoco lo será si apoya a otros, inadecuados. El camino real a la libertad, a la reinstitucionalización democrática y la reconstrucción de un Estado moderno pasa por el rescate de nuestros valores desde el mismo momento de votar, que es elegir a los buenos, no a los cómplices.

La llegada de Chávez al poder, y la continuidad de su modelo “revolucionario” es un retroceso histórico que tiene su origen en votarle por creerle bueno, noble, honorable, por lo trajeado de patriotismo. Pero resultó una animosidad invadida de rencor que nos condujo a la instalación de la maldad, que ha sido pobreza, miseria y destierro.

No saber elegir lo bueno por no separar las impurezas del trigo limpio y no aborrecer al mesías a caballo nos condujo a estos lodos. Fue elegir “al menos malo” ataviado de oliva, evocando “el orden” de cachuchas y charreteras, que desdicen de la democracia. Embriagados de citas de Simón Bolívar, Rodríguez, entretejidas con Chomsky, Primera y Marx, hoy más de un tercio del país se ha ido cruzando el tapón del Darién.

Aliviar nuestro dolor, sanamente

El ejercicio que realiza Nietzsche de desmantelamiento, de buscar la solución o la explicación apelando al contrario, al opuesto, a lo que se considera erróneo es lo que le otorga actualidad. Lo opuesto, lo contrario al régimen, no es lo que coexiste con él, no es a quién elige el opresor. Es lo que elegimos la mayoría de los venezolanos. Esta afirmación para nada es extrema. Es profundamente ética, valorativa, desde donde crecen nuestros miedos a hacerlo mal, pero alumbra la esperanza a resistirlo y superarlo, exitosamente. El único móvil que puede ser identificado como fuente de las acciones morales es el instinto de conservación que es la búsqueda de placer, la evitación del dolor y del terror.

La moral es un ejercicio íntimo. Nuestras reflexiones morales no generan acciones morales, sino acciones que nos permitan superar nuestro sufrimiento, nuestra miseria, que dan árbol a la vida y paz al corazón agobiado. Elegir un buen liderazgo, apostar por un buen pacto de unidad, no se agota en una valoración estrictamente utilitaria, que lo es, sino en una deliberación sensiblemente integral, decorosa, contraria a lo que nos oprime y nos produce tristeza y dolor.

Si no desmantelamos aquello que es lo opuesto al bien, permanecerá lo malo… Ese es mi miedo más profundo. Pero un miedo que fortalece mi esperanza y nos mantiene alertas para no incurrir en nuevos errores. Mantengamos un trozo de cielo en nuestra cabeza. El miedo y la esperanza son inseparables. Para derrotar el miedo debe triunfar la esperanza, y la esperanza, que es palabra alegre, triunfa si sabemos distinguir gut and böse [lo bueno de lo malo].

Ella también siente miedo, también siente dolor, ella es buena y también necesita aliviar y sanar su sufrimiento, por lo que también somos su esperanza… No la demoremos. 

vierablanco@gmail.com

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

 
Orlando Viera-Blanco Abr 02, 2024 | Actualizado hace 3 semanas
El gran debate de la humanidad
El voto no es por una candidatura. Es por la transformación profunda de nuestra historia, por el nacimiento del ser-ciudadano y la anulación peligrosa de esa fascinación por el hombre a caballo

 

@ovierablanco

Uno de los grandes debates de la humanidad lo puso sobre la mesa Henri-Benjamín Constant de Rebecque. El político, activista y escritor suizo-francés fue uno de los primeros pensadores que se hizo llamar «liberal». Criticó la Revolución francesa y fue cuidadoso observador de la libertad en términos modernos: libertad de expresión, de pensamiento, de poder representativo de opinión y de tradición; libertad de empresa y derecho a propiedad. Gran Bretaña –en lugar de la antigua Roma– es el modelo práctico de libertad en una gran sociedad mercantil. Su ideal: la monarquía constitucional.

En tiempos turbulentos como los vividos en Venezuela, es bueno revisar cómo en medio de notables movimientos sociales y revolucionarios, la humanidad “en marcha” detuvo el avance del despotismo y el reino del Terror representado –según pensó– en ilustradas ideas como la de Jean-Jacques Rousseau y Abbé de Mably. Y aquí la idea clave de Constant, que se traslada como un martillo revelador a nuestros días: los clásicos de la ilustración francesa confundieron libertad con autoridad, extendiendo cualquier medio para justificar la acción del Estado. La fraternidad se convirtió en el Reino del Terror, la igualdad en muerte de miles de hombres y mujeres que, por ser no iguales a la revolución, justificaría la aparición de déspotas como Napoleón, y la solidaridad la imponían los Comités de Salud Pública de Robespierre. 

La libertad del Consejo Nacional Electoral

Para el Consejo Nacional Electoral [CNE] venezolano, la libertad de elegir o ser elegido no supone una evaluación ciudadana, sino una “preevaluación del pensamiento político”. Si están alineados con el régimen podrán optar a una elección, igualmente vigilada y condicionada. Si no corresponde “a un pensamiento correcto”, simplemente no participa.

La libertad implícita en el CNE es la misma que cabalga en el pensamiento revolucionario clásico: la guerra, la confrontación, la lucha de clases, la confiscación, la exclusión, el dominio como respuesta continua al deseo de vivir en una sociedad liberal. En otras palabras, si el costo de los abusos de autoridad supone un conflicto, una acción desmedida del Estado, lo justifico [patria, revolución o muerte]. Si producto de un comportamiento arbitrario [bloqueo, vetos, inhabilitaciones, secuestro de los partidos políticos, ventajismo, desinformación, discriminación, baldón], la consecuencia es la negación, la violencia, la humillación, pues bienvenida porque justifica la limpieza revolucionaria.

A partir de esta lógica aplanadora del poder, es difícil concebir unas elecciones justas. Aun admitiendo el denominado “efecto baranda o rendija” de transiciones de dictaduras a democracias, el predominio de un despacho electoral cooptado y parcializado hace de la elección una quimera. 

La hendedura política transicional de dictaduras a democracia, sea mediante convivencia con el pasado, ruptura moderada [Chile de Pinochet, España de Adolfo Suárez, reforma pactada [Polonia y Solidaridad de Lech Valesa] o ruptura absoluta [la revolución de los claveles de Portugal], tienen como común denominador lo que Constant denominaba, el respeto a los grupos de representación de agruparse en coaliciones políticas.

En este caso debe existir un mínimo de garantía electoral como lo tuvo el referéndum constituyente español para votar la Constitución de 1978 e ir a elecciones generales; el referéndum chileno [1989] o las elecciones polacas [1990]. En medio de las tensiones, la salida electoral fue plausible. Incluso Chamorro en Nicaragua derrotó a Ortega.

El gran desafío en Venezuela es lograr una elección meritoria, mínimamente vigilada y participativa. No he leído transición política en la historia de la humanidad que teniendo la herramienta del voto censurada [Cuba], haya logrado deslizarse por la “baranda” de la voluntad pacífica de la gente.

En múltiples entregas analizamos transiciones como la uruguaya, el Pacto del Club Naval [1984]. Como Julio María Sanguinetti, a diferencia de Ferreira, se coló por el balaustre con la alianza de los partidos Colorado, Frente Amplio y Unión Cívica y llegó a la presidencia; o la Argentina, donde Héctor Cámpora derrota a la dictadura [1973] y se escurre con su lema “Cámpora al gobierno, Perón al poder”.

Estos procesos transicionales no parecen posibles en una Venezuela donde las libertades electorales se han convertido en un reino de persecución, parcialidad y terror. Un clima social violento, que viola los DD. HH. y siembra magnicidios, transgrediendo el Acuerdo de Barbados [Artículos 3.5 y 6to], que llama a la cultura de la tolerancia, respeto a la ciudadanía y convivencia pacífica. Nos gustaría ver a Gerardo Blyde abogar por la libertad de los presos políticos como condición de un proceso electoral libre. No hay elecciones libres si no hay presos políticos libres.

Entonces qué podemos hacer

¿Quiénes participan en las elecciones presidenciales del 28/7/24 después haber superado los setos del CNE? Primero candidatos tarifados por el régimen. Por otro lado, los “tolerados”. Los candidatos que mantienen una imagen opositora que, sin el aval de María Corina, no llegan –todos juntos– al 15 % de intención de voto. María Corina contra Maduro registra una relación victoriosa 80/20.

Además, los candidatos de oposición que no participaron en las primarias registran entre 75 % y un 85 % de rechazo. El mayor rebote lo tiene el señor Rosales (Meganálisis, marzo 2024). Ante esta realidad, lo más preocupante es que sin la participación y aprobación de María Corina en las presidenciales, la abstención se dispara a un 60 %. En ese escenario Maduro gana.

Si las elecciones están encadenadas por el CNE, el voto es una simulación. No llamo a la abstención. Lo que quiero subrayar es que el asunto dejó de ser estrictamente electoral. Es inmensamente estratégico, funcional, orgánico. En este terreno el compromiso es organizarse disciplinadamente a lo interno y externo, para evidenciar que tendremos un evento electoral ilegítimo y dejar constancia que se ha ejecutado un fraude.

Nada de lo escrito excluye la posibilidad que María Corina dialogue y le dé su “bendición” a una candidatura postulada, como arbitrariamente asoman voceros del régimen. Supongamos que ella decide “en consenso”, favorecer a uno de los postulados. Parto del supuesto que no permitieron [arbitrariamente] la participación de la Dra. Corina Yoris. Lo primero es elegir a aquel que tenga menos rechazo en la población. Lo segundo, optar por aquel que resulte más confiable para respetar los términos de una posible transición, agotando todos los medios necesarios para cobrar un resultado favorable o dejar en evidencia el fraude, subiendo el costo político al régimen por mantenerse detrás de las tapias del terror. ¿Existe ese sustituto? Ese es el dilema. No es votar o no votar. Es ser o no ser…

No podemos caer en provocaciones. No estamos en guerra. La “batalla” es ciudadana. Nuestra responsabilidad es movilizarnos y comprender que el débil no es una representación que quiere cambio, sino un régimen que pende de la fragilidad de la represión. Y cuando el poder depende de la violencia se crispa y quiebra por dentro, inevitablemente. En este contexto opera la comunidad internacional. Si bien no es una variable transicional, es un factor decisivo para mantener la presión y la alianza, que reactive un movimiento social y político que logre quebrar los sistemas de lealtad del régimen.

La libertad no tiene otro dueño que tú. El Estado-Dios

Según Constant “La participación directa [de la autoridad de los Estados] debe ser limitada: consecuencia necesaria del tamaño de los estados modernos […] Los votantes elegirían a los representantes, que deliberarían en el parlamento en nombre del pueblo y salvarían a los ciudadanos de la participación política diaria”. Una sociedad moderna y liberal vota y elige a representantes capaces, honestos y leales, sin ventajismos del Estado. Una representación censitaria. Me preocupa la frase “cualquiera menos Maduro”. El momento demanda mucho más que “es lo que hay”.

Cuando revisamos la historia de la humanidad pasados dos siglos de la Revolución francesa, queda claro que las revoluciones son anacrónicas, sangrientas, suma cero. La bolchevique, la rusa, la comunista, la china, la cubana, la mexicana lo que han traído es hambruna, represión y muerte. Las revoluciones –como las democracias jóvenes– vienen cargadas de resentimiento y revancha. Puede haber reforma, pero no libertad.

La Guerra Fría levantó el planeta en armas. No hubo rincón de la tierra que no viviese sensibles conflictos. La democracia venezolana de los 60 a los 90 fue una democracia meritoria, porque a pesar de su juventud, al decir de Russell, no vino invadida de rencores. Pero la llegada de Chávez mutatis mutandis, como llegó Napoleón después del reino del Terror, vino acompañado de un Estado militarista, resentido y oscuro.

Constant fue un pensador que alertó la libertad de los antiguos, el derecho a participar de los asuntos públicos vs. la libertad de los modernos. Para él, ni revolución ni emperadores. Y luchó por la caída de Napoleón, no del militar, sino del todopoderoso.

La batalla de Waterloo [18/6/1815] selló la derrota de Napoleón como militar. Crónica de una capitulación anunciada que nace de la invasión a Rusia y la Batalla naval de Trafalgar. Pero la gran derrota de Napoleón –como la de todo hombre de vocación imperial y autoritaria– fue la que le instauró Fouché en su cabeza: el poder vitalicio. De allí pasó de primer cónsul a emperador. Reformó la Constitución del siglo VIII, se autoproclamó emperador natalicio y el resto, tres lustros de batallas y ocupaciones que culminaron con su muerte en el exilio de la isla de Santa Elena.

Lo que deseamos destacar es que el hombre en la modernidad no concibe ni triunfa bajo la concepción de la libertad de los antiguos, del monopolio o reserva del poder público. Esa convicción de libertad moderna, del poder del individuo, de lo privado y mercantil sobre el Estado-Dios, procuró la caída de Napoleón, y de todos quienes se han creído la personificación del Estado-Dios. 

La caída del Muro de Berlín, la Unión Soviética, las dictaduras en Asia, África o Latam, más que una lucha por la instalación de la democracia, lo ha sido por el alumbramiento de una nueva relación individuo-Estado. María Corina emerge en un momento de vocación luminosa de nuestra historia contemporánea: el nacimiento de un Estado liberal genuino como lo concebía Constant. No más caudillos, no más hombres de charreteras, sables y trapos rojos.

El voto no es por una candidatura. Es por la transformación profunda de nuestra historia, por el nacimiento del ser-ciudadano y la anulación de esa fascinación peligrosa por el hombre a caballo.  

El gran debate de la humanidad que es la libertad moderna, productiva, creativa, tecnológica, no se reduce a superar un cepo electoral. El reto es más evolutivo, inmensamente ciudadano, sensiblemente humanista. No es solo un salto de un régimen totalitario a uno democrático. Es un salto de 200 años de un republicanismo rural, centralizado, oligarca, pastoral a un Estado federal, descentralizado y liberal, fundamentado en un ciudadano capaz, educado, pluralista y creador.

La mutación social impostergable no depende de un mesías. Depende de reconocernos como individuos comprometidos a un cambio radical de nuestra relación con el Estado. No más populismo, no más presidencialismo.  El Estado no existe si no es construido bajo un firme andamiaje de contrapesos de poderes y justicia social. La bisagra indisoluble entre el individuo y el Estado es la justicia, la propiedad privada y las instituciones en el entendido que unos ciudadanos aportan más que otros y más que es propio Estado, producto de su inteligencia, arte y oficio, por lo cual merecen mayor retribución por su trabajo y menos paternidad del Estado-Dios. El resto es retroceso, es abuso de poder, es utopía.

Nuestra ‘batalla de Waterloo’ no son unas presidenciales. Es un cambio esencial de nuestra cultura y actitud colectiva. Ese es nuestro gran debate, nuestro ser o no ser…

vierablanco@gmail.com

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

 
Orlando Viera-Blanco Mar 27, 2024 | Actualizado hace 3 semanas
Qué debo hacer, qué puedo hacer
Venezuela atraviesa un momento crucial. No se trata de incurrir en una “carreta de sustituciones” para “complacer” la arbitrariedad dominante. Eso sería caer en el error de considerar al “sustituto final” un títere del régimen

 

@ovierablanco

La historia propia y ajena –clásica y contemporánea– nos enseña lo que trasciende: una comprensión íntima y subjetiva de la relación individuo-poder

Immanuel Kant (22 de abril de 1724-12 de febrero de 1804) fue un filósofo de la Ilustración. Máximo exponente del criticismo y precursor del idealismo alemán. Es considerado como uno de los pensadores más influyentes de la Europa moderna y de la filosofía universal y de los últimos pensadores de la modernidad antes de la filosofía contemporánea, cuyo origen suele situarse en 1831 tras la muerte de Hegel.

¿Por qué Kant? Porque la reciente decisión de María Corina Machado es profundamente autocrítica, existencial y categórica, llevando su espíritu y consciencia [de poder] a la más sublime precedencia del país. María Corina ha transitado por la trilogía crítica de la razón pura, y se ha preguntado, al igual que lo sugirió el pensador prusiano: “¿Qué puedo hacer?, ¿qué debo hacer? y ¿qué puedo esperar? A partir de esta reflexión ha conseguido responder quién es María Corina como líder y como mujer.

No todo es conocimiento. No todo es experiencia

Kant expresó: “si bien todo conocimiento comienza con nuestra experiencia, no todo el saber proviene de ella”. Argumentaba que la experiencia, los valores y el significado mismo de la vida serían completamente subjetivos si no hubiesen sido subsumidos por la razón pura, y que usar la razón sin aplicarla a la experiencia, nos llevaría inevitablemente a ilusiones teóricas.

Cuánta experiencia ha acumulado María Corina en sus últimos años de vida política. Cuantas vivencias, aciertos y desaciertos, alegrías y tristezas, reconocimientos y persecución, victorias y derrotas, ilusiones y desilusiones, para llegar al punto de racionalidad al que ha llegado. Tengo el honor de haber compartido con ella momentos de grandes desafíos acompañados de ovaciones, pero también de peligrosas amenazas. María Corina tiene la cualidad que, frente a la adversidad, ni se lamenta ni se va a la lona. Escucha, piensa, replica y se planta. Se cae y se levanta. No asume o descarta de manera absoluta, porque sabe que, en el tiempo y el espacio, no basta la intuición, sino que es imperativo ajustar los sentidos a las realidades y a las consecuencias de cada decisión [Kant].

En su doctrina del idealismo trascendental, Kant argumentó que “hay que darle forma a la experiencia”. Se dice fácil y se escribe pronto, pero pocos son los grandes líderes del pensamiento, y del poder de la historia de la humanidad, que han sabido amoldar su idealismo categórico y ético a las exigencias del momento histórico. Franklin Delano Roosevelt, Margaret Thatcher, Churchill, De Gaulle o Mandela tuvieron mucho que razonar decisiones que condujeron a la humanidad a la paz después de la guerra.

Betancourt fue criticado y vilipendiado por sus propios camaradas, cuando decidió pactar con todas los sectores vivos del país, desmarcarse de Castro-comunismo e imponer la Doctrina Betancourt en la OEA. Y se acercó a Kennedy en días que EE. UU. era uno de los polos de la Guerra Fría en pleno auge.

El poder revolucionario devenido en la Revolución francesa pronto degeneró y quedó al desnudo con los guillotineros jacobinos y los “Comités de Salvación Pública” de Robespierre. Napoleón asume el poder bajo la consigna de liberación y emancipación de la “alianza revolucionaria”. Pero, embriagado de gloria, cae por la desbordada crueldad de fanáticos religiosos y la guerra de clases. Su experiencia y victorias militares no impidieron, después de su derrota en Waterloo, su muerte envenenada en la isla de Santa Elena. Es la razón superada por la obsesión de mando y de poder.

La historia propia y ajena –clásica y contemporánea– nos enseña lo que trasciende: una comprensión íntima y subjetiva de la relación individuo-poder. Si bien es cierto que cada hombre es un fin para sí mismo, trascendemos a nuestros ideales cuando comprendemos –racionalmente– que la vida republicana, la libertad, la nación, la justicia y la paz de los pueblos son valores colectivos que traspasan lo personal, por lo que demanda actos de desposesión en favor de la convivencia pacífica y ciudadana. Betancourt no se aferró al poder, pudiendo intentar su reelección…

Ahí reposa la clave: una larga distancia entre el deber ser, el poder hacer y lo que espero de ese ser y de mi hacer…

La decisión de María Corina de ceder el testigo a la Dra. Corina Yori es un acto de poder íntimo, nutrido de un oportuno sentido de desprendimiento y sabiduría. No bastó la experiencia de lo sufrido, andado o desandado. Su decisión, consciente y racional, respondió a la pregunta qué puedo esperar.

Apenas segundos antes, todo su equipo de campaña fue objeto de persecución mediante órdenes arbitrarias de aprehensión. María Corina ha sido injustamente bloqueada por el régimen y al momento de escribir estas líneas el CNE no da acceso a las tarjetas de la MUD y UNT para postular a Corina Yoris. Todo esto era de esperarse del régimen. Pero la pregunta es, ¿qué debe esperar el régimen de nosotros? ¿Aceptación, aquiescencia o reacción?

Todos los caminos a una elección libre y justa han sido criminalizados. María Corina, como mujer y como madre, ha sido impedida de vivir en familia y en paz, como millones de venezolanos. Ha sufrido momentos de acecho y momentos de soledad y aislamiento. Pero todas estas experiencias han sido solo el comienzo de su conocimiento político. Sin su intuición amoldadora, su decisión “sustitutiva” corría el riesgo de quedar al desnudo. Hoy ella trasciende. Falta que nosotros trascendemos, reflexionemos, razonemos de modo autocrítico y le demos acompañamiento a estas valientes mujeres.

La teoría republicana del poder. El punto medio

La ética afirma que un sujeto racional se autoimpone una ley moral a priori que debe cumplir, que deriva de su buena voluntad. Es el «imperativo categórico». Es la comprensión de la política liberal posmoderna que supone el deber del Estado de garantizar las libertades fundamentales de sus súbditos sin interferencias.

Bajo este concepto la modernidad ha legitimado el poder republicano. Es respetar que el gobierno debe tener contrapesos de poder, un prístino respeto por los DD. HH., civiles y políticos, reconocimiento a la libre empresa y al derecho de propiedad. Surge el derecho de petición [Art 51. CRBV], a recibir oportuna respuesta de las autoridades [Art. 143 ejusdem], a que las autoridades actúen con independencia e imparcialidad [Art. 273 y 293 ejusdem]y que los procesos se ejecuten de forma justa prescindiendo de las formalidades no esenciales [Art. 257 constitucional].

Nuestra generación, que es la de María Corina, nació y creció bajo los postulados liberales y republicanos en comento. Los defectos de nuestra democracia fueron esencialmente el manejo errático y concentrado de la riqueza petrolera. El rentismo nos embriagó de bipartidismo e ineficiencia. Y poco a poco la más elevada tasa de prosperidad y crecimiento vivida en Latinoamérica, quedó relegada y vulnerada.

Bobbio advierte que el criterio predominante para distinguir oligarquía y democracia en Aristóteles deja de ser cuantitativo y pasa a ser cualitativo: “Que la oligarquía sea el gobierno de pocos y la democracia el de muchos puede depender solamente del hecho que generalmente los ricos en toda sociedad son menos que los pobres; pero lo que distingue una forma de gobierno de otra no es el número, sino la condición social de quienes gobiernan”.

Venezuela no ha tenido gobiernos realmente liberales en términos cualitativos. Hemos tenido constituciones con vocación federalista, civilista, positivistas, regladas, nacionalistas. Pero el ejercicio del poder ha sido eminentemente centralista, caudillista, mesiánico, contralor y oligarca. La condición social de nuestros gobernantes ha generado una contradicción republicana entre la modernidad y el hombre a caballo.

Desde Vargas hasta Gómez, o desde Pérez Giménez hasta CAP I, prevaleció un Estado hacendado y del hombre fuerte. Solo con CAP II vivimos matices de un Estado propietario, industrioso, autodeterminado y descentralizado. Pero el poder de los notables y los partidos se resistía, haciendo naufragar el último mohicano de la democracia: CAP.

Desde Chávez, amén de una narrativa revolucionaria, el rentismo, la centralización y el fanatismo clientelar, se exacerbaron. Hoy la gran reflexión de María Corina es la construcción de un Estado nuevo genuinamente liberal, que ofrece una nueva relación del individuo con un Estado descongestionado, sin lucha ni preferencia de clases. La república asegura la paz social porque remedia la causa de tensión mayor en una sociedad: la lucha entre ricos y pobres. La virtud de este régimen es que realiza la única unión posible, a juicio de Aristóteles, entre la riqueza y la pobreza. Para Aristóteles la virtud radica en la mesura, el equilibrio, la moderación, el término medio, la vida intermedia, que evita los excesos en ambos sentidos. El mejor régimen será el que alcance tal punto medio.

Nuestro imperativo colectivo categórico…

Continuando con Kant, “la libertad en sentido práctico es la capacidad que el agente tiene de determinar su propia causalidad, es decir, de autodeterminarse”. En sentido estricto, esta libertad práctica no se da sin la libertad trascendental: la completa independencia de la cadena causal de la naturaleza y, por tanto, la capacidad de causar una radical novedad en dicha cadena.

Venezuela atraviesa un momento crucial. Ser o no ser. No se trata de incurrir en una “carreta de sustituciones” para “complacer” la arbitrariedad de la coalición dominante. Eso sería caer en el error de considerar al “sustituto final” un títere del régimen, un acomodo pactado, cuyo tufillo tartufo, no llevará a una abstención reprochable. Es momento que cada venezolano asuma su autodeterminación. El compromiso libertario nos emplaza a todos, y, por lo tanto, asumir colectivamente la capacidad de causar una radical novedad en la cadena de nuestros deberes ciudadanos, es impostergable, es nuestro imperativo ético categórico. No solo de María Corina y de Corina Yoris.

Kant considera que hay otro sentido más amplio de autodeterminación y, por tanto, de libertad práctica. Se trata de la capacidad de determinarse por medio de representaciones intelectuales. Es decir, el ser humano no funciona al modo estímulo–respuesta, sino que está en su poder configurar racionalmente la respuesta a los diversos estímulos. María Corina se ha convertido en buena representación, en sana determinación de nuestros actos. La elección de Corina Yori no ha sido de ella. Ha sido producto de una cadena causal de experiencias y eventos históricos, genuinamente pensados y razonados. No es ella quien puede ser y hacer a solas.

Somos nosotros quienes debemos seguir nuestra conciencia y valorar nuestra representación. Superemos juntos los obstáculos. Es momento de reemprender vuelo y hacer que permitan la postulación de Corina Yoris. Ya nos tragamos el abuso del bloqueo a María Corina. No más. Seamos libres por esfuerzo de todos, es ese nuestro imperativo colectivo categórico: preguntarnos qué debo hacer, qué puedo hacer y qué esperamos…

vierablanco@gmail.com

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

 
Orlando Viera-Blanco Mar 19, 2024 | Actualizado hace 1 mes
Mano segura no se tranca
María Corina sabe perfectamente lo que tienen que hacer. No busca su felicidad eterna, sino el camino de la esperanza infinita para lograr, hasta el final, el derecho de todos a ser felices. Ese gesto la habilitará para siempre

 

@ovierablanco

La náusea es la primera novela del filósofo francés Jean Paul Sartre. Los temas más importantes que destaca son la muerte, la historia, el progreso, el autoritarismo y la rebelión, entre otros. El autor nos induce a poner en duda la existencia del ser humano y, especialmente, su propósito vital.

Compartiendo algunos puntos con el escritor existencialista Albert Camus, Sartre llega a la conclusión de que la vida del hombre es vacía. Frente a esta constatación, el hombre que se da cuenta de esta evidencia, siente profundamente una sensación de repugnancia, de náusea. “El tiempo es un relámpago. Después de ello, el desfile vuelve a comenzar, nos acomodamos a hacer la adición de las horas y de los días. Lunes, martes, miércoles, abril, mayo, junio de 1924, 1925, 1926: esto es vivir». Los venezolanos –particularmente– llevamos 25 años acumulando náuseas.

Camus, en su novela El extranjero, dice «va a lo absurdo de las cosas”. No asume la vida del hombre “como vacía”. Apuesta a que el reto de la humanidad es ser feliz. Esa es la misión del hombre. El extranjero [L’Étranger] es su primera novela [1942].  El protagonista –Meursault– es un francés- argelino indiferente a la realidad que le rodea por resultar absurda e inabordable. Se constituye en un «extranjero» de su propio entorno. Meursault jamás mostrará sentimiento alguno de injusticia, arrepentimiento o lástima. La pasividad y el escepticismo frente a todo, y todos, recorre el comportamiento del protagonista: un sentido apático de la existencia y de la propia muerte.

L’état de la question. El estado del arte en la política

La política es poder, y poder es querer ser Dios: infinitamente feliz, glorioso, al punto de tener el poder de decidir entre la nobleza y la impiedad [Bertrand Russel]. Entonces las ambiciones infinitas del hombre han sido limitadas por la razón de los mortales. La humanidad ha ido de la voluntad absolutista a la consciencia como imperativo moral, que limita la vocación de poder absoluto y superior. El Estado, la religión, las armas, la riqueza o la opinión –los componentes del poder según Russel– se compensan en procura de la paz y el orden [Contrato Social].

En todo caso, la modernidad ha dado cuenta de los economistas ortodoxos y de Marx, quienes colocan la variable económica como la variante fundamental del interés de las ciencias sociales. Tampoco la riqueza, las armas o la fe, legitiman la política. Es la obediencia ciudadana fundamentada en los derechos fundamentales del hombre: la libertad, la vida, la pluralidad, la igualdad, la diversidad. Quien se gana ‘el poder’ de tutelar la vida republicana moderna, no representa a Dios en la tierra. No personifica la eternidad ni la impiedad. Dan náuseas, a decir de Sartre, aquellos cuyo propósito vital es permutar la vida, la felicidad o la muerte de los demás, por poder. Absurdo…

Thomas Jefferson sentencia: “Nunca he podido concebir cómo un ser racional podría perseguir la felicidad ejerciendo el poder sobre otros”. Es lo que Isaías Berlín definió como libertad negativa, que consiste en que nadie interfiera en mis acciones. «En este sentido, la libertad política es, simplemente, el ámbito en que un ser humano puede actuar sin ser obstaculizado por otro”. Un espacio donde no exista la coacción. Donde mano segura no se tranca… El poder hoy civiliza al hombre medieval, feudal, monarca, dictador, gendarme o totalitario, prohibiéndole truncar y sustituirse en los derechos ciudadanos. Vivir en democracia y libertad también tiene sus fronteras. Los ciudadanos disponen de su libertad política en la medida que no se convierten en obstáculo los unos respecto a los otros. Mano segura no se tranca…

Sartre describe en su novela como reprochable dejar correr el tiempo, las horas, los días, los años, sin darle un sentido vital a la existencia. ¿Cuál es ese sentido vital? La defensa de la libertad de participar de las decisiones de la polis. El poder también comporta no interferir en la libertad de los otros o que los otros no interfieran en la propia. Ganar tiempo es poder. No perderlo, es poder. Tanto gana tiempo el hombre generoso como lo pierde el apático. Y da náuseas.

Un falso dilema

La obra de Camus denuncia a una sociedad que olvida al individuo. Cuando la izquierda habla del hombre nuevo, no habla de un hombre libre. Un hombre ideologizado no es un ser libre. Es un ser vigilado y chantajeado. El hombre es libre en la medida que su aquiescencia no está sometida a la autoridad del estado. El hombre nuevo-socialista, crucifica la prosperidad [económica] como factor de felicidad. Una lógica que esquilma y desconoce la propiedad privada, los medios de producción y la libre empresa. Que concibe “el ser-social», cuyo coraje no es el conocimiento, el emprendimiento, la vida creativa, sino la extirpación y muerte de la voluntad, violentada por un colectivismo igualitario utópico. Ofrecer lo contrario, es mano segura.

La sociedad olvida al individuo en la medida que reconoce como primordial y superior al Estado todo poderoso bajo el mando del tirano o del ególatra. El deber de formar ciudadanía lo delegamos en el caudillo. La sociedad se envilece y envejece cuando se polariza y desconfía de sus vecinos y conciudadanos.

El reto es salir de esta dinámica de odio y anomia […] El reto no es –por ahora– ser presidente. Mano segura… Meursault, en El extranjero de Camus, es el personaje que encarna ese sentimiento de profunda apatía por todo lo que le rodea. Apatía por la injusticia, por la vida, por la muerte, por la guerra o por la paz. Esa actitud extranjera frente al deber existencial de luchar por la felicidad –la propia y la colectiva– extirpa los sentimientos. Meursault, siguiendo el discurso de Sartre, se abstiene de acabar con las ataduras nauseabundas que interfieren.

María Corina ha logrado la aceptación mayoritaria de una sociedad convertida en desecho. Una población cansada, envejecida, apática.

Cuánto mérito tiene una mujer que, en medio de la resaca y la infamia de los nauseabundos, es capaz de recuperar la confianza de los olvidados. María Corina no pretende la felicidad perpetua ni la impiedad. Ella no es Dios, por lo que no es ella quien nos hará libres, sino su inspiración. Mano segura… No es ella expresión de apatía ni absolutez, porque no se presenta como depositaria intransferible de la verdad, sino como propósito vital, incansable y existencial de una transición política compleja e histórica. Su misión es derrotar el ocio y no ver pasar lunes, martes, miércoles; marzos, abriles, mayos; años y décadas, lidiando con la tristeza, la miseria, la mentira y la muerte.

El dilema de María Corina no es “ser o no ser”.  Otelo “sabe que, en los momentos de felicidad perfecta, no le importa la muerte porque sabe que esa felicidad no puede durar eternamente”. Solo Dios puede lograr la bienaventuranza eterna. Esta es la mejor definición de humildad que Shakespeare le ha dado a la humanidad. La tragedia de Otelo, Hamlet o Macbeth es ser o no ser, un vengador, un ruin, un egoísta. El poder que personifica María Corina es poder derrotar la maldad y rescatar la paz, la justicia y la tranquilidad. Ser o no ser no es el estado de la cuestión. Es el ser siendo –consciente y heroico– que nos saca de nuestra degradación, de nuestra extranjería y pérdida. 

Ser o no ser no es la disyuntiva política. Mano segura. Es verdad “que ella tiene el derecho de ir hasta el final”. Pero también es verdad que no sería solo “el final” de María Corina Machado, sino de todos los ciudadanos que, siguiendo su liderazgo, tenemos la ilusión de salir de esta tragedia.

El poder de María Corina –apelando al concepto moderno de poder– no es propio ni único. Es compartido. Su poder es el poder de todos. Sus derechos y sus deberes llegan hasta donde comienzan los deberes y derechos de sus liderados a hacer lo que a ella le impiden hacer. Tanto tiene derecho María Corina a ser candidata como tiene el deber de anteponer el valor superior de la vida que es el respeto humano.

Comprenderlo es mano segura. Un modo de evitar la apatía o la tristeza de «los extranjeros», es darle luz, oportunidad, ruta y coraje a una transición impostergable. Los venezolanos queremos ser felices, convivir y volver a casa. No queremos ser forasteros. Deseamos salir de un modelo de poder que al decir de Roquentin (el personaje principal de la novela La Náusea, de Sartre), “nos ha obligado a llevarla cabeza baja, solos ante una masa negra y nudosa, enteramente bruta, que me [nos] causa miedo”.

María Corina nos hace subir la cabeza. Revelarnos a esa masa negra y nudosa de un Estado totalitario. Nos hace ganar tiempo y perder el miedo. Ahí reposa la mano segura. La propia coalición dominante debería contagiarse de esa luz, de esa oportunidad.

María Corina será presidenta de la nueva Venezuela. Quizás algunas cosas deben suceder antes. No por mucho tiempo, porque, a fin de cuentas, María Corina no es un personaje de Shakespeare, no lidia con venganzas ni traiciones, sino con la generosidad de un pueblo que cree en su nobleza. Tampoco es Dios. María Corina sabe perfectamente lo que tienen que hacer. No busca su felicidad eterna sino el camino de la esperanza infinita para lograr hasta el final, el derecho de todos a ser felices. Ese gesto –estadista e hidalgo– la habilitará para siempre. ¡Mano segura no se tranca!

vierablanco@gmail.com

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

 
 
 
El silencio de los intelectuales
En ese pozo pestífero, arrastrados por una memoria resentida y la ausencia de una moderna oferta liberal que redefina el trato del individuo con el Estado, desandamos caminos. Es el silencio de los intelectuales, del ser-ciudadano

 

@ovierablanco

Las lecturas del historiador Françoise Dosse refrescan el pensamiento francés de la segunda mitad del siglo XX. Dosse asume el desafío de historizar –panorámica y sistemáticamente– la aventura histórica y creativa de los intelectuales franceses en el periodo entre la liberación del yugo nazi y el bicentenario de la Revolución francesa, caída del Muro de Berlín [1789-1989].

De la lectura introductoria de su obra La Saga de los intelectuales franceses [1944-1989], denotamos su preocupación por una intelectualidad que ha asumido la historia desde un adelgazamiento metodológico que reduce el análisis crítico y la construcción del futuro a un acentuamiento selectivo de hechos del pasado. Nunca el ideal comunista fue tan exitoso en derrotar el liberalismo económico, pero ineficaz en lo económico. Por el contrario, nunca el liberalismo ha sido eficaz para rescatar la relación del individuo con el Estado, siendo que en lo económico aún queda mucho en el tintero elaborar [Bertrand Russell]. Es la deuda de los intelectuales de occidente con la humanidad.

La agonía de Occidente

La agonía de Occidente

El estructuralismo une el pensamiento literario-lingüístico de Nietzsche y Barthes, la antropología de Levi-Strauss o el psicoanálisis de Freud, con el fin de “corroborar” el conocimiento mediante la estrategia de la sospecha y el desvelamiento de la mala fe, incapaz de producir dogmas. Todo es discutible. Un palmario avance evolutivo en la metodología del autoconocimiento.

Dosse “denuncia” que es tarea de los intelectuales del siglo XXI, “asumir sus responsabilidades” [Hans Jonás dixit].  Y nos preguntamos ¿qué ha sucedido con los intelectuales en Venezuela? ¿Acaso se han quedado aferrados a un silencio ruidoso, al dogma portátil del socialismo redentor? ¿Es la retina de un espíritu crítico por la fe pobrecitista, la literatura de la victimización del buen salvaje o la poesía al servicio de la muerte o de las sombras?   

Al decir de Maurice Blanchot, “no me encuentro entre quienes depositan con el corazón satisfecho, la losa funeraria sobre los intelectuales”. A fin de cuentas, no deseo huir de mis responsabilidades. Pero sí es tiempo de no pasar por alto otras obras, otras tendencias, otros desafíos liberales.

La primavera francesa de Mayo del 68

Se conoce como Mayo francés o Mayo del 68, la cadena de protestas estudiantiles –principalmente universitarias y luego sindicales– sucedidas en París durante los meses de mayo y junio de 1968. Esta serie de protestas espontáneas fue iniciada por grupos estudiantiles contrarios a la sociedad de consumo, el capitalismo, el imperialismo, el autoritarismo y aquellos que, en general, desautorizaban las organizaciones políticas y sociales de la época, como los partidos políticos, el gobierno, los sindicatos o la propia universidad. Y explotó la intelectualidad francesa por medio siglo, al corriente del ser social existencial, seducido por la fuerza marxista revolucionaria o la esencia del yo-colectivo.

Este movimiento –barnizado de una izquierda irredenta– hizo su trabajo. Un pensamiento hipercrítico que no encontró, del otro lado de la historia, una respuesta oportuna, ilustrada y elaborada de un liberalismo en talegas que aún no llega a la adultez. No es de extrañar que se hable del “silencio de los intelectuales” para encarar aquellos que se apropiaron “de darle sentido al poder y la vida” bajo las tesis de l’abolition de la société de clase [fin de la lucha de clases].    

Al movimiento estudiantil pronto se unieron grupos de obreros industriales, los sindicatos y el Partido Comunista Francés. Una huelga general de la historia de Francia y Europa occidental, secundada por más de nueve millones de trabajadores. El grueso de las protestas culminó cuando De Gaulle anticipó elecciones que tuvieron lugar el 23 y 30 de junio de 1968, las cuales ganó con Unión Demócratas por la República con un 38 % vs. El Partido Comunista que bajó a un 20 %. Sin embargo, De Gaulle desaparece de la vida política al perder el referéndum por la regionalización en 1969. Avanza el Estado de l’Humanité y Combat

Es la crónica de movimientos y grandes retos de intelectuales de vocación hegemónica y contestataria. Un movimiento de estudiantes que pasó de 23.000 en 1945 a 800.000 pupilos en 1975, cuadruplicando la planta de profesores entre 1960 y 1973. Surge una demanda editorial intensa, representada en decenas de revistas, miles de libros, foros y periódicos. Ello marcó el “funeral intelectual” de aquellos intelectuales llamados a reivindicar un pasado de tradiciones y libertades modernas.

Entre movimientos estructuralistas y existencialistas, los intelectuales, a decir de Albert Camus en su discurso de Oslo al recibir el premio nobel, se sentían con la responsabilidad de rehacer el mundo. No lo lograron. Pero la misión, ahora, debe ser menos pletórica y utópica: impedir que se deshaga.

De prosa en prosa. Nuestros intelectuales en Venezuela

Aterrizando en la historia contemporánea de Venezuela, en un país que pasaba de casas muertas a balancines de oro negro, sus intelectuales se mecían entre Marx, Gramsci y de vez en cuando Dostoyevski, el jesuita Sommet, el irreverente Camus o el surrealista Aragón. A partir del alumbramiento de nuestra democracia pactada, muchos de nuestros intelectuales de las generaciones del 28, 38 y del 58, intentaron defender un futuro culturalmente urbano, educado y romántico.

Nuestra historia se edificada entre sables, alzados, petróleo y el mito del dorado, el ser pobre-rico-excluido. Uslar se cansó de sugerir la siembra del petróleo, pero no lo hacía desde la tribuna literaria, sino desde la narrativa política tildada de un criticismo inoportuno. Durante todo el siglo XX y lo que va del XIX, Venezuela no ha perdido su fascinación por el hombre a caballo. Una generación de los nuevos mandarines, donde muchos de nuestros intelectuales querían ser jinetes.

La década del 60 vivió una serie de cambios mundiales que llevaron al cuestionamiento de Occidente. Triunfa la Revolución cubana y el auge de movimientos izquierdistas en Latinoamérica. Un amplio movimiento antiimperialista. Los intelectuales de esta era construían la tumba de una historia clásica y noble como la ateniense o la Revolución francesa para fundar un nuevo paradigma a partir del presentismo. Es lo que hace que el presente se presente así mismo sin otra oferta social que borrar el pasado y convertir el poder, en un presente anquilosado de tiranía de las masas. Y como dice Fukuyama, desde 1989 “se pone fin a la historia”.

Sepultando la IV República sin que nazca la V

Muchos de nuestros intelectuales al servicio de un ideal democrático también apelaban a un criticismo cortesano, intrigante, que maquinaban en secreto.

La célebre tesis materialista de Marx “que el ser social determina la conciencia, tanto la social como la individual”, aparecía como un marcaje indeleble. Es el hechizo por el materialismo histórico donde los hombres hacen la historia, pero la historia también hace a los hombres. Lo falaz de esta sentencia era –y lo es– que el pensamiento dialéctico niega y destruye la historia, porque la deforma arruinando la consciencia y la moral del individuo inteligente y capaz.

La poesía como ejemplo de expresión crítica-lírica y sonora quedaba influenciada al encanto del ser social. ¿Qué sucede cuando lo lírico se convierte en un sublime mensaje de dolor y muerte? Se pierde el arte del ser-yo-ideal, que es ser-luz de uno mismo. Los movimientos intelectuales en Latinoamérica –invadidos de venas abiertas de existencialismo proletario y lucha de clases– han inoculado plomo y oscuridad a la consciencia individual. El ser social que se inmola por una revolución con fachada salvadora.

Poetas como Vicente Gerbasi y su Grupo Viernes, acompañados de ilustres trovadores como Pascual Venegas, Luis Fernando Álvarez, José Ramón Heredia, Óscar Rojas Jiménez, Ángel Miguel Queremel, Otto de Sola y el crítico Fernando Cabrices, se sitúan en la «generación de 1938». Su ingenio fue su lucha contra la barbarie y la vergüenza de ser un hombre sin valor, sin espíritu. La soledad y el olor añejo de la tierra oprimida, se siente y resiente en el peso de un amor imposible, cuando no somos viento y luz. ¿Pero podía esa prosa ser liberal? 

Lo mismo ocurre con la generación poética de 1958. Alfredo Silva Estrada, había publicado De la casa arraigada en 1953 “… Un mundo en ruinas como un insecto que cohabita con su sombra y una casa arraigada”. La belleza de esta prosa está en el coraje del ser que derrota todos sus miedos, pero no se libra de la vulnerabilidad del sufrimiento. Si acaso lo comprende… 

Rafael José Muñoz, colaborador de la Revista Nacional de Cultura, en su regio libro Los pasos de la muerte, nos obsequia una desconcertante exploración de la muerte como presencia cotidiana. Y entre humor y parodias escribe: «Por aquí viene la muerte caminando con su pesada carga de cabellos…”. Un año antes habían matado a su mejor amigo: Leonardo Ruiz Pineda [1952]. Su prosa –inundada de justificado dolor– no podía ser más que un canto a la América encadenada por ruedas de frío hierro, grilletes que amarraron sus muñecas docenas de veces, en las mazmorras de Pérez Jiménez.

Cómo «no mandar al carajo» y zarandear el cuello con la corbata a su camarada Rómulo Betancourt, cuando le quisieron “disciplinar” su candidatura. ¿Podían nuestros poetas, nuestros hombres avergonzados por tanta tiranía de la memoria, parir ideas o disciplinas de fe liberal? 

¿Quién nos habría podido conducir a una prosa alejada de tirria, una sociedad jubilada de un hipercriticismo a lo liberal? Por eso Neruda describió a Rómulo Betancourt como un queso «cuadrado por fuera y opaco por dentro». Ludovico Silva resume esta cita así: “… Con Betancourt apareció la violencia social y política; con él se devaluó el bolívar; con él, la clase media venezolana experimentó un impresionante ascenso histórico; con él también creció abrumadoramente la clase social de los marginados, los expulsados del aparato productivo, los sarnosos, los llenos de mierda hasta la nariz; con él, apareció la poesía. Porque eso significó la poesía para la generación de 1958: mierda”.

Pues bien, en ese pozo pestífero, arrastrados por una memoria resentida y la ausencia de una moderna oferta liberal que redefina el trato del individuo con el Estado, desandamos caminos. Es el silencio de los intelectuales, del ser-ciudadano, por un mundo nuevo y esplendoroso.

Esa es la saga de los intelectuales de Occidente que tratan de emanciparse de un pasado existencialista embriagado de Estado-social. Es nuestra saga. Construir una Venezuela feliz y próspera, nuevos métodos que definan la relación del individuo con un Estado, libre de odios y mandarines. ¡Hagamos ruido!

vierablanco@gmail.com

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

 
 
Orlando Viera-Blanco Mar 05, 2024 | Actualizado hace 2 meses
Histórica decisión en La Haya
El profesionalismo, la eficiencia y la ética demostrada por los magistrados, la Oficina Fiscal y la Oficina de Víctimas, ha sido impecable. Además, una gran lección: los artificios, la mentira y los formalismos no impiden ir al fondo

 

@ovierablanco

El 1ro. de marzo 2024, la Sala de Apelaciones [SA] de la Corte Penal Internacional de La Haya [CPI], desestimó los alegatos presentados por el Estado venezolano que pretendían frenar la continuación de la investigación por presuntos crímenes de lesa humanidad que lleva a cabo la Oficina Fiscal [OF] Hon. Karim Khan, cometidos bajo el mandato de Nicolás Maduro.

Esta histórica victoria procesal en La Haya dignifica a las víctimas y desmiente al legalismo autocrático. La decisión abre la ruta a las responsabilidades individuales de los presuntos perpetradores de crímenes de lesa humanidad; esto es, a los altos funcionarios de la cadena de mando. Se habilita una fase de valoración probatoria, que conducirá a la fase juicio y condena.

Alegatos desestimados por la CPI 

La Sala de Apelaciones [SA] rechazó por unanimidad cada uno de los argumentos presentados por Venezuela. El juez Marc Perrin de Brichambaut, que preside la SA de la CPI, leyó el dictamen que echó por tierra, uno a uno, los alegatos interpuestos por el abogado de Venezuela, el inglés Larry Devoe, quien apeló en agosto de 2023 la decisión de la Sala de Cuestiones Preliminares [SCP] que autorizó investigar.

Venezuela plantea seis motivos de apelación:

i. Sostiene que la SCP se equivocó al imponer al Estado venezolano la carga de la prueba, y aceptar la notificación fiscal sobre su intención de investigar, a pesar de deficiencias procesales. A este argumento el fiscal replicó que en Venezuela no existen investigaciones genuinas, la justicia no es independiente, y Venezuela no probó lo contrario. Agrega que el Estado investigado –que pide aplazamiento de la investigación– tiene la carga de la prueba conforme reza el artículo 18 [1 y 2]:

1. “Cuando se haya remitido a la Corte una situación en virtud del artículo 13 a) y el fiscal haya determinado que existen fundamentos razonables para comenzar una investigación, o el fiscal inicie una investigación en virtud de los artículos 13 c) y 15, este lo notificará a todos los Estados partes”;

2. “Dentro del mes siguiente a la recepción de dicha notificación, el Estado podrá informar a la Corte que está llevando o ha llevado a cabo una investigación en relación con sus nacionales u otras personas bajo su jurisdicción respecto de actos criminales que puedan constituir crímenes contemplados en el artículo 5 y a los que se refiera la información proporcionada en la notificación a los Estado.” Así lo notifico el fiscal Khan.

ii. Venezuela argumenta que la SCP incurrió en error al basarse exclusivamente en traducciones al inglés de expedientes de casos seleccionados; no exigir traducciones de la información relativa a las investigaciones nacionales y no examinar las traducciones al inglés de resúmenes de expedientes. El fiscal respondió que el idioma oficial de la CPI es el inglés y el francés, siendo que, en base a ello, valoró pruebas relevantes. Igualmente denunció mala fe procesal del Estado venezolano por pretender “inundar y asfixiar” el expediente de cientos de páginas con testimoniales e incidencias irrelevantes.

iii. Venezuela sostiene que la SCP incurrió en error al basarse en el alcance temporal de la situación remitida al fiscal por seis Estados partes. El fiscal respondió que el Estado venezolano confunde alcance temporal de la situación [temporal scope] con el alcance temporal de la jurisdicción de la Corte [temporal jurisdiction]. En otras palabras, la determinación temporal contenida en la remisión [denuncia] de los Estado partes [Argentina, Colombia, Canadá, Paraguay, Chile y Perú] no limita el alcance temporal que puede investigar la CPI. El fiscal probó que se habrían cometido crímenes de lesa humanidad desde febrero 2014, cuyo ámbito de valoración está dentro de sus competencias.

iv. Venezuela argumenta que la SCP se equivocó al concluir que era necesario que las investigaciones internas cubrieran elementos contextuales [vinculados] a crímenes de lesa humanidad, intenciones discriminatorias y crímenes sexuales y de género. Este argumento fue refutado por la Fiscalía y la Oficina de Víctimas, aclarando que los crímenes sexuales y de género han debido ser investigados en Venezuela en el contexto de los crímenes de lesa humanidad tipificados en el Artículo 7 del Estatuto de Roma como f) Tortura y g) Violación […] o cualquier otra forma de violencia sexual de gravedad comparable [y otros tipos criminales].

v. Bajo el quinto motivo de apelación, Venezuela sostiene que la SCP cometió un error de derecho en su evaluación de la complementariedad al basarse en factores irrelevantes. La OF rechazó este alegato, demostrando que Venezuela no aportó pruebas relevantes de investigaciones genuinas, juicios, ni condenas a presuntos responsables de crímenes de lesa humanidad, por lo cual queda habilitada la competencia complementaria de la CPI.

vi. Finalmente, Venezuela argumenta que la Sala de Cuestiones Preliminares [SCP] incurrió en error al excluir los procedimientos nacionales de su determinación, sobre la base que habían existido demoras y períodos de inactividad. La respuesta del OF y la Oficina de Representación de las Víctimas fue que no son solo son demoras, sino ausencia o inexistencia de procesos judiciales que investiguen crímenes de lesa humanidad, además a funcionarios de altos cargos y cadena de mando. 

La Sala de Apelaciones de la CPI –en efecto– rechazó cada uno de los alegatos del Estado venezolano y confirmó los argumentos de la Sala de Cuestiones Previas, de la Oficina Fiscal y Oficina de Víctimas.

Breve historia de una justicia que tarda pero que llega

En noviembre de 2021, Venezuela se convirtió en el primer país de América Latina en el que la CPI abrió una investigación formal, luego de que el fiscal británico Karim Khan anunciara la apertura del caso conocido como «Venezuela I», por presuntos crímenes de lesa humanidad.

El año pasado el gobierno de Maduro apeló el fallo que reanuda la investigación, bajo el argumento de que debía respetarse el principio de complementariedad, según el cual un tribunal internacional complementa a la justicia nacional y solo puede intervenir si un país no está investigando en los mismos crímenes. La SA de la CPI rechazó por unanimidad los alegatos de la apelación, dando luz verde a la Fiscalía de la CPI para reanudar las pesquisas sobre los abusos por parte de las fuerzas de seguridad [2017] que dejaron 125 muertos.

Caracas solicitó en abril de 2022 aplazar las investigaciones de la CPI para dejarlas en manos de las autoridades venezolanas. Sin embargo, siete meses después [noviembre 2022], el fiscal solicitó a la Sala de Cuestiones Preliminares [SCP] autorización para reanudar la investigación, argumentando que Venezuela no estaba haciendo lo suficiente en el caso. La SCP ordenó continuar la investigación en junio 2023. Venezuela apeló. 

En las audiencias de noviembre 2023 ante la Sala de Apelaciones, el ministro de Exteriores venezolano, Yvan Gil, afirmó que la justicia nacional ya estaba actuando y mencionó que más de 255 agentes del Estado habían sido imputados, 64 acusados y 62 condenados por casos de violaciones de DD. HH., los cuales son de interés para la CPI… Gil lamentó que la CPI no respetara el principio de complementariedad. En respuesta, el fiscal señaló que su investigación estaba en fase preliminar y era poco razonable identificar sospechosos o establecer el alcance del caso.

Venezuela sostiene que el artículo 18 del Estatuto de Roma “se basa en una presunción a favor de las investigaciones nacionales”, por lo tanto, el fiscal está obligado a fundamentar su solicitud en virtud del Artículo 18 (2) in comento [Estatuto de Roma] demostrando que la información transmitida por el Estado no refleja el alcance de criminalidad, establecido en la notificación, según Artículo 18 (1).

La Sala de Apelaciones [SA] señala a este respecto que el Preámbulo del Estatuto de Roma [ER] estipula que un “enjuiciamiento efectivo” de “los crímenes más graves que preocupan a la comunidad internacional en su conjunto (…) debe garantizarse mediante la adopción de medidas a nivel nacional”. El Preámbulo también impone a cada Estado “el deber de ejercer su jurisdicción penal sobre los responsables de crímenes internacionales”. Por lo tanto, si bien el ER no impone expresamente a los Estados partes, la obligación de incorporar crímenes de lesa humanidad en su legislación interna, sí subyace el deber de ejercer jurisdicción penal sobre “los responsables de crímenes internacionales”.

La Sala de Apelaciones coincide a este respecto con la Sala de Cuestiones Preliminares que “en general, se exhorta a los Estados Partes incorporar el Estatuto a su legislación interna”.

Existe jurisprudencia en la CPI que determina “es la presunta conducta, a diferencia de su caracterización o tipificación jurídica, lo que importa a la hora de evaluar si el caso interno refleja suficientemente el caso ante la Corte”. De allí que violaciones, abusos sexuales, cualquier forma de violencia sexual, persecución política o cualquier hecho punible debe ser suficientemente contextualizada con el Estatuto de Roma sin importar si la legislación interna lo prevé.

El deber de probar que se hace justicia

La Sala de Apelaciones enfatizó que la conclusión de la Sala de Cuestiones Previas respecto la carga de la prueba de crímenes de lesa humanidad según el ER, corresponde a los Estados Partes. La Sala de Apelaciones considera que el principio rector de contextualización y el deber de investigar de los Estados, es el espíritu y propósito del artículo 18.

Si bien un Estado que solicita un aplazamiento de la decisión del fiscal de investigar no está obligado a probar que investiga presuntos actos delictivos bajo la calificación jurídica de crímenes de lesa humanidad, sí debe probar “que sus investigaciones son genuinas y [sus] enjuiciamientos internos abarcan las alegaciones fácticas que sustentan los elementos contextuales antes mencionados”. Es decir, aun si la legislación interna no caracteriza crímenes de lesa humanidad –como la tortura, desapariciones forzosas, persecución política et all– ello no exime el deber del Estado de investigar conductas punibles conexas a crímenes de lesa humanidad.

En conclusión, la Sala de Apelaciones de La Haya le ha dado la razón a la Sala de Cuestiones previas, al fiscal y a la Oficina de Víctimas. Ha desestimado cada uno de los alegatos de la representación de Venezuela, generando jurisprudencia y precedentes históricos, donde la falta de tipicidad interna o la existencia de investigaciones irrelevantes no excusan el cumplimiento del ER y las reglas de procedimiento y prueba.

Vamos a una investigación penal internacional rigurosa. Los responsables de crímenes de lesa humanidad serán eficazmente investigados, citados, emplazados, capturados. No hablamos de funcionarios de bajo nivel. La CPI va por los responsables de alto rango. La legalidad autocrática del régimen ha quedado al desnudo. Quedó demostrado que en Venezuela no hay justicia, por lo que la justicia penal internacional, la complementa legal y legítimamente.

El profesionalismo, la eficiencia y la ética demostrados por los magistrados, la Oficina Fiscal y la Oficina de Victimas han sido impecables. Además, una gran lección: los artificios, la mentira y los formalismos no impiden ir al fondo, ni son valorados en el marco de la equidad procesal de la CPI.

Es el triunfo de la verdad, de la justicia, de las víctimas. Un precedente noble e histórico. Cambia el juego. El gobierno y su cadena de mando están bajo investigación, que no es otra cosa que validar la sospecha de que en Venezuela se cometen crímenes aberrantes bajo el amparo de un legalismo autocrático y represor.

vierablanco@gmail.com

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

 
 
 
Orlando Viera-Blanco Feb 27, 2024 | Actualizado hace 2 meses
La verdad sobre los Bonos 2020
La opinión de la Corte de Apelaciones de NY viene a reivindicar el sentido del interés público donde lo político, lo privado y lo personal no pueden transgredir el interés público nacional y su marco regulatorio originario

 

@ovierablanco

El 20/2/24 la Corte de Apelaciones de NY decidió favorablemente la apelación ejercida por Petróleos de Venezuela S. A., vinculada a la validez del canje de Bonos 2020, emitidos por la estatal petrolera venezolana y garantizados con el 50.1 % del capital social de PDV Holding en CITGO Holding, propietaria de Citgo Corporation. Esta decisión básicamente determina que para la validez de dicha emisión debe considerarse la aplicación de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela [CRBV], específicamente de los artículos 150 y 187.9.    

Un precedente normativo según el cual opiniones o determinaciones políticas no pueden omitir la ley, cuando la norma constitucional condiciona la intervención de otros poderes para validar, de manera efectiva y pertinente, el endeudamiento público.   

La Sentencia. De los contratos de interés público nacional

Dice la sentencia: “El Artículo 150 de la CRBV establece que ‘la celebración de los contratos de interés público nacional requerirá la aprobación de la AN en los casos que determine la ley. No podrá celebrarse contrato alguno de interés público municipal, estadal o nacional con Estados o entidades oficiales extranjeras o con sociedades no domiciliadas en Venezuela, ni traspasarse a ellos sin la aprobación de la AN. La ley podrá́ exigir en los contratos de interés público determinadas condiciones de nacionalidad, domicilio o de otro orden, o requerir especiales garantías”.

Por su parte, dispone el Artículo 187.9 ejusdem: “Corresponde a la AN: autorizar al Ejecutivo nacional para celebrar contratos de interés nacional, en los casos establecidos en la ley. Autorizar los contratos de interés público municipal, estadal o nacional con Estados o entidades oficiales extranjeros o con sociedades no domiciliadas en Venezuela”.

La distinguida obra de Jesús Caballero Ortiz [De los contratos administrativos, de los contratos de interés público y los contratos de interés nacional], cita las notas de Gonzalo PÉREZ LUCIANI, quien señala “que fue en la Constitución de 1864 cuando apareció por primera vez la expresión «contratos de interés nacional», los cuales debían ser sometidos a la aprobación de la «Legislativa». La disposición se mantiene, con algunas variantes, en las constituciones desde la de 1874 hasta la de 1947”. Solo en la Constitución de 1953 desaparece la atribución al conferírsele al presidente de la República la potestad de celebrar contratos sin alguna otra calificación [período dictadura de Pérez Jiménez].

Sin embargo, en la Constitución de 1961 reaparece la norma al prever, en el artículo 126, lo siguiente: “Sin la aprobación del Congreso, no podrá́ celebrarse ningún contrato de interés nacional, salvo los que fuesen necesarios para el normal desarrollo de la Administración Pública o los que permita la ley [omissis]. Tampoco podrá celebrarse ningún contrato de interés público nacional, estatal o municipal o nacional, con estados o entidades oficiales extranjeras ni con sociedades no domiciliadas en Venezuela, ni traspasarse a ellos, sin la aprobación del Congreso”.

Tal y como lo destaca PÉREZ LUCIANI, las expresiones contratos de interés nacional y contratos de interés público constituyen nociones autóctonas que figuran en nuestras constituciones desde 1864, diferentes al criterio francés del caso Arret Terrier [Francia], donde cualquier contrato de la administración pública, que tenga que ver con la organización y funcionamiento de la administración pública, se considera parte de la administración pública.

PÉREZ LUCIANI establece acertadamente que la preocupación del constituyente “ha girado en torno a cuestiones como los importantes compromisos económicos o financieros que pudieran resultar a cargo del Estado [de contenido administrativo y público]; el temor a que se malgasten o dilapiden los fondos públicos o la necesidad de conservar los bienes patrimoniales o los recursos materiales del Estado […]. La aparición del término contrato de interés nacional en la primera Constitución federal, sometiéndolos a una regulación que incluía su aprobación por el Congreso, revela una preocupación por las consecuencias económicas y financieras debidas a los contratos y compromisos asumidos por los gobiernos de la llamada «oligarquía conservadora. ¿Qué otra preocupación podrían tener los constituyentes de 1864?”. Otro elemento es la circunstancia “que el pago del contrato deba hacerse con cargo a varios ejercicios fiscales, de tal modo que se comprometan cantidades de dinero y recursos fiscales de presupuestos futuros”. 

El dictamen considera relevante la valoración histórica y constitucional resumida en los artículos 150 y 187.9 de la CRBV. Aunque no analiza el alcance de los conceptos in comento, sí invita a valorarlos para considerar válida [o no] la emisión de los Bonos 2020 y la pignoración del 50.1 % de CITGO “conforme a la jurisdicción del ente emisor”. Sin duda alguna, comprometer más de la mitad del capital social de la principal empresa del Estado Venezolano en el exterior, CITGO, comporta una obligación de elevadísimas consecuencias económicas y financieras, que pignora el patrimonio nacional y compromete generaciones futuras. Esta lógica jurídica –y también comercial  trata de proteger tanto el erario público como a los inversionistas, quienes deben estar persuadidos de la legalidad de los instrumentos en los que invierten. 

Un endeudamiento irresponsable e inconstitucional

En abril 2007 PDVSA emitió 3000 millones de dólares en bonos no garantizados en NY, cuyo vencimiento estaba previsto para abril 2017. En octubre 2010 y enero de 2011, PDVSA emitió además un total combinado de 6150 millones de dólares en bonos adicionales con vencimiento noviembre 2017. Estas emisiones son colectivamente denominadas “Bonos de 2017”. A medida que se acercaba la fecha de vencimiento de los Bonos de 2017, quedó claro que, debido a la disminución de los ingresos petroleros, era probable que PDVSA incumpliera los pagos de los Bonos de 2017. En mayo de 2016, el presidente Nicolás Maduro declaró un “Estado de Excepción y Emergencia Económica” otorgándose la autoridad para ejecutar contratos de interés público unilateralmente [opinión Corte de Apelaciones 20/2/24].

Trece días después, la AN de Venezuela [electa en 2015], aprobó una resolución que decía: “En relación con contratos de carácter nacional e interés público celebrado por y entre el Ejecutivo Nacional y empresas no domiciliadas en Venezuela, la CBV ordena, sin excepción, la aprobación de la AN” y “toda actividad realizada por un órgano que usurpe funciones constitucionales […] de otra autoridad es nula y se tendrá por inexistente”. No obstante, a principios de septiembre de 2016, el directorio de PDVSA aprobó la transacción de canje en cuestión.

Las partes coinciden en que la transacción fue un intento de evitar el incumplimiento de los Bonos 2017, retrasando la fecha de vencimiento tres años más. Las Notas 2020 fueron garantizadas por una prenda de PDVH [Petróleos de Venezuela Holding] del 50.1 % del capital social de CITGO Holding [otorgada unilateralmente por el Ejecutivo nacional]. La prenda tiene a PDVH como pignorante, PDVSA emisor, y las demandadas GLAS Américas, LLC (GLAS) como agente colateral y MUFG Union Bank, N. A. et al como agente fiduciario. La AN respondió aprobando una II resolución que decía que la oferta de canje y garantía del 50,1 % de acciones de PDVSA en la filial CITGO Holding, vulnera la facultad de control de la AN [Art. 187.9 CBV] y cualquier transacción que comprometa como garantía los activos de PDVH;

La oferta de canje expiró el 21/10/2016. Tenedores del 39,4 % del monto principal de los Bonos 2017, [2800 millones de dólares], aceptaron la oferta. PDVSA y sus subsidiarias ejecutaron oferta de canje. Las Notas 2020 se emitieron el 28/10/2016 por un monto principal $3300 millones, a pesar de la objeción de la AN… En octubre de 2019, la AN aprobó una tercera resolución que abordaba la oferta de canje. Designó el contrato como “contrato público nacional” que debería haber sido autorizado por la AN conforme al artículo 150 de la Constitución, y afirmó que la transacción no estaba autorizada.

La junta directiva ad hoc demandó nulidad de los Bonos de 2020 por “inválidos, ilegales, nulos y sin valor ab initio y, por lo tanto, inaplicables”. El Tribunal del Distrito Sur de Nueva York [ en I Instancia] aceptó la moción de los demandados, denegó la moción de los demandantes y declaró, entre otras cosas, que “los Bonos de 2020 y los Documentos Rectores son válidos y ejecutables». El tribunal ad quo [Distrito Sur de NY] concluyó que el Art. 150 de la Constitución Venezolana no se refería a la autorización de los Bonos 2020, porque se aplicaba a una “categoría amplia de contratos, y no tiene nada que ver con la emisión de valores”.

En lugar de considerar la aplicación de una ley más específica, «el tribunal [Distrito Sur de NY] aplicó el análisis del “centro de gravedad” o de la “agrupación de contactos” para concluir que la ley de NY se aplica porque “tiene la relación más sustancial con la ley”. La junta directiva de PDVSA ad hoc y su procurador especial apelaron esta decisión, por considerar que estábamos frente a un endeudamiento ilegal, no daba margen de negociación y colocaba a la empresa en un estado de ejecución perentoria de la garantía. 

¿Dónde estamos y adónde vamos?

Es importante subrayar que la Corte Superior de NY aplazó la decisión del Distrito Sur de NY, porque “este caso plantea cuestiones importantes sobre el alcance de una disposición aún no interpretada por mandato propio del Código de Comercio de Nueva York y sobre posibles excepciones del derecho consuetudinario al enfoque general de ese estado”.

La Corte de apelaciones respondió afirmativamente a las cuestiones relacionadas con la “validez del valor” en cuestión, y concluye “que Bonos 2020, se rigen y valoran por la ley de Venezuela, es decir, la ley local de la jurisdicción del emisor” según código de comercio de NY/UCC 8-110 (a). Lo anterior quiere decir que el argumento de los demandantes de que los Bonos 2020 son inválidos, tiene asidero, porque su emisión contravino normas constitucionales que requerían aprobación de la AN.

Como señala el exprocurador José Ignacio Hernández, “lo que va a pasar es que la Corte de Apelaciones va a declarar con lugar la apelación, al considerar que el derecho de Venezuela sí rige los bonos. Luego, el caso volverá a la Corte de Distrito para dictar una nueva sentencia”.

Los lobos bonistas

Algunos venezolanos abogan por la “legalidad” de los Bonos 2020, confundiendo a la opinión pública. Hacen creer que esos instrumentos y documentos rectores [prenda] gozan de legalidad, viabilidad y valor ejecutable. La opinión de la Corte de Apelaciones de NY viene a reivindicar el sentido del interés público donde lo político, lo privado y lo personal no puede transgredir el interés público nacional y su marco regulatorio originario.

Es un precedente muy importante porque confiere peso a los contratos de interés público, y a la valoración que la carta magna confiere a la visión de derecho internacional público como ley rectora, ”cuando grandes contrataciones susceptibles de comprometer gravemente el patrimonio económico de la República, de exponerla a pérdidas graves o inclusive a reclamaciones internacionales, pudieran llegar a atentar contra la soberanía o la integridad del país” [Allan Brewer ob. cit Cfr. José Melich Orsini, La noción de contrato de interés público, en Revista de Derecho Público n° 7, Caracas, 1981, p. 61]

En resumidas, un contrato de interés público lo es tanto en defensa de la nación y sus connacionales, como para los inversionistas locales, quienes deben estar persuadidos y seguros de la legalidad del instrumento financiero de un estado en el cual están invirtiendo. La Corte de Apelaciones de NY ha ordenado revisar la ley aplicable. Y corresponde a la Corte de Distrito Sur de NY volver a sentenciar. Una victoria procesal trascendente para la protección del patrimonio de la nación ante cortes extranjeras.

vierablanco@gmail.com

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es