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Negro Encarnación

Entre sueños y pesadillas: La revolución en tierra de Juan Bimba por Armando Martini Pietri

RamosAllup

 

Por allá en la sede del partido blanco -¡cuántas cosas podrían contar esas paredes!- y de Juan Bimba, de silencios que en las soledades de las madrugadas se desahogan, hogar del recuerdo imborrable de Rómulo Betancourt, lleno de historias y fantasmas, se encontraba meditando –planificando, más bien, calculando, analizando, como hace permanentemente- el eternizado secretario general del partido cuando de repente se aparece la figura física del también eterno comandante Hugo Chávez. Quien en vida fuera Presidente y en muerte es recuerdo empecinadamente sostenido, vestía con liquiliqui como en los viejos tiempos entre Ramo Verde y Miraflores.

Henry Ramos Allup se quedó un par de segundos estupefacto pero rápidamente plantó cara y, en actitud retadora y con voz categórica, invocó de inmediato al espíritu de nada menos y nada más que al negro Encarnación y exclamó: “¡Negro ayúdame que Hugo vino a buscarme!”

Chávez riendo a carcajadas exclama: “Ramos, quédate tranquilo que Encarnación no viene, ya se convirtió al chavismo como la gran mayoría de los adecos”.

Ramos Allup, que siempre tiene respuesta rápida para todo, ripostó con voz calmada: “como decía Rómulo, adeco es adeco hasta que se muere, y yo añado que después que se muere sigue siéndolo”.

Henry Ramos se afirma en su sillón y marca el paso: “Francamente, Chávez, es una sorpresa, ¿qué haces por aquí? La verdad no creo que quieras inscribirse en…”

Chávez, que también tiene lo suyo y es veterano lo interrumpe: “Vine a conversar contigo un rato, ¿acaso no podemos dialogar?”

Ramos se repatinga en el sillón y desembucha: “¿Quieres que hablemos de su pupilo? ¡Puedo contarle muchas cosas!”

“No”, cortó tajante el comandante, “Deja tranquilo a Nicolás, que ya tiene bastantes rollos. Quiero apelar a tu conocimiento político, a tu veteranía, ¿cómo ves eso de la tercera vía?.

El líder adeco con su característica ironía contesta de inmediato: “No chico no te preocupes, esos son los que no salen ni están en nada, los frustrados y envidiosos. Tú lo sabes, fuiste uno de ellos. Además, comandante repito como loro lo que usted siempre decía: quedarán como “polvo cósmico” quienes se atrevan lanzarse fuera de la MUD-PSUV. Nosotros somos los que mandamos y por eso a la final polarizamos. Acaparamos entre nosotros, aquí no hay pa’más nadie, gústele a quien le guste y parézcale a quien le parezca”

“¿Y qué te parece la actitud de Henry Falcón?”, pregunta Chávez

“Guabinoso siempre resbaladizo”, responde rápido Ramos, “pero los resbaladizos también se pueden caer y se dan su culazo, ¿no le parece, Comandante?”

El ex presidente se queda en silencio por un momento, entrecierra los ojos, se frota las sienes con los dedos, suspira, mira a Ramos con expresión entre seria y dubitativa interroga: “¿Porque tú dices que la revolución entregó el Esequibo si nosotros nos plantamos con honor y dignidad ante Guyana?

“Bueno, Comandante”, se enseria el líder adeco, “es que resulta y acontece que usted nunca dijo mucho sobre el tema, casi que lo silenció por su delirio de la patria grande, ¿se acuerda?, y para colmo de males envió al Maduro, que actuaba como Canciller en 2013, a visitar Guyana y nada dijo sobre las perforaciones petroleras y otros proyectos con empresas americanas y chinas, y me va a perdonar pero ése es un silencio cómplice, casi criminal y traidor, para que ahora vengan a darse golpes de pecho”.

Chávez se desabotona el cuello del liquiliqui, resopla aliviado y sigue con lo mismo pero por un camino alterno más manejable: “Henry, ¿qué te pareció el discurso de Maduro con respecto al problema del Esequibo?”

El representante blanco, acostumbrado a ser directo, no vacila mucho y embiste: “Mire, comandante, Maduro es un bate quebrado que habla mucho y nada dice. Le dije al Diputado Zambrano que le trasmitiera e hiciera referencia a la experiencia de la Rebelión del Rupunnini y cuando comenzó a hacerlo, Maduro lo interrumpió y le dijo: ‘ya lo sé, es una canción nativa de la salsa guyanesa’, ¿en qué estabas pensando cuando lo designaste heredero? ¡En la MUD de vaina no montamos una fiestón!”

Chávez no sonríe pero se va por otra tangente, se saca de adentro una sonrisa de apariencia y exclama “¡la verdad es que tu eres un inventa cuentos, Ramos! Pero hay que escucharte con cuidado, eres peligroso, me dan más bien pena esos carajitos de la MUD negociando contigo”.

Chávez cambia nuevamente el gesto, cambia el tema, curioso: “Explícame eso de la alianza del huevo frito”

Ramos Allup se sorprende y sonríe socarrón: “Carajo, Presidente, usted se entera de todo”, hace una breve pausa, ajusta ideas y explica: “Es sencillo, los de Un Nuevo Tiempo, que son en realidad viejos adecos, y los de Primero Justicia, que son calderistas del siglo XXI, hicimos un pacto para apoderarnos de la MUD porque la verdad es que los partidos pequeños, que no hacen nada sino ladillar –y me perdona la expresión-, querían puestos salidores y ni de vaina lo íbamos a aceptar, ya usted hizo algo parecido con su Polo Patriótico, ¿no?, y los arrogantes Leopoldo, María Corina y Antonio -que después de viejo se las tira de muchacho- querían la fulana “salida” y usted entiende mejor que nadie, que no podíamos ni podemos aceptar esa vaina. Los compromisos se respetan inclusive hasta después de la muerte. Las elecciones parlamentarias son la prioridad, lo demás es paja. Y lo que se interponga lo apartamos. Más nada”.

Sonriente el supremo comandante, que sintió compromiso y sinceridad en las palabras del adversario, de nuevo quiso saber: “¿Qué opinas de las declaraciones de este muchacho Stalin en Quinto Día? Primero dice que ‘ganarán las parlamentarias pero que si las pierden no es una tragedia’ y después parece que no sabe a quién complacer, dijo que ‘Henry Ramos tiene méritos para presidir la Asamblea, como también Julio Borges, Enrique Márquez y Roberto Enríquez’, cómo es eso, tú vales tanto como el jefe de lo que va quedando de Copei?”

El secretario general pone su eficiente sonrisa de compromiso y explica que  “ese muchacho es eso, un muchacho insubstancial que se cree gran cosa y la verdad es que no sabe nada, todavía le falta mucho burdel. ¿Cómo se le ocurre adelantar nuestra estrategia? La idea si no ganamos es cantar fraude y luego aceptar los resultados como siempre lo hemos hecho, y como decía alguno alguna vez: “hay que darle carnita a la gente, que disfruten la pelea pero sin tener que saquear”. Y con respecto a la segunda pregunta, el ambicioso de Enríquez no ganará jamás el circuito del 23 de Enero, tontamente se descartó a sí mismo; Borges jamás será aceptado por Diosdado ni Maduro, a pesar de que José Vicente lo recomiende ampliamente. Márquez es zuliano, responde y hace lo que le ordene Rosales –adeco, ¿recuerdas?-. El único que es aceptado por todos y está capacitado para presidir la Asamblea Nacional soy yo y nadie más, ¿no estás de acuerdo?”

Chávez  responde a la pregunta con otra: “Después de tanto que me criticaste ¿quieres eternizarte como secretario general de AD?”  Ramos no se deja pasar la recta, y batea: “No es que yo quiera morirme en el cargo, es que en AD al igual que en tu PSUV, no hay nadie que pueda sustituirnos, eso sin contar con que Primero Justicia también hace lo mismo; o, mejor dicho, lo hace Julio Borges, que ése sí que ha aprendido mucho”.

Chávez se ríe, “¡qué raro verte tan amiguito de la gente de Primero Justicia después que los criticaste e insultaste llamándolos pechugones, mariposones y petimetres!”. Ramos se mueve incómodo, “Ésas son vainas que se dicen dependiendo del momento, creí que se había olvidado; ahora somos super panas y ellos me han perdonado como lo han hecho con otros”

Al comandante le cambia el gesto, casi pierde los tiempos y gruñe: “A veces se perdonan hasta las traiciones y se les dan votos de confianza a los que andan saltando de un lado a otro, uno aprende que en política como en el amor se vale todo; pero al menos hay tipos como tú y como yo, que no cambiamos partidos”. Se detiene, cambia el tercio, “Oye, Henry, hablando de otra cosa, ¿qué piensas de las candidaturas de Henrique Capriles, Leopoldo López y María Corina Machado?”

Ramos Allup nunca ha sido de los que se resbalan en lo seco: “Mira Chávez, no me vas hacer caer en ese trapo rojo. Para mi ninguno está preparado pero no voy a opinar a destiempo y ahora es que falta para ese tema. Así que paso y gano. Lo que sí le aconsejaría a María Corina es que aproveche el año de inhabilitación para dedicarse a fortalecer su partido, ella ha perdido gente valiosa”.

Chávez saca un paquete más o menos arrugado de cigarrillos, se lleva uno a la boca, se palpa los bolsillos buscando un yesquero que no encuentra, desecha el cigarrillo sobre el escritorio. “Esa vaina da cáncer”, apunta no sin mala intención el dirigente adeco. Chávez no se inmuta, “ya eso dejó de preocuparme, mira, otra cosa, ¿qué piensas de las elecciones primarias de la MUD y las del PSUV?”

El secretario general agarra el fly a la altura del pecho y responde con firmeza: “con respecto a las primarias de la MUD, ¡hasta usted debe reconocerlo!, un éxito total, superaron todas las expectativas, no pudieron estar mejor; y en las de tu partido, ¡lo sabes bien!, allí hubo fraude y pronto presentaré las pruebas.»

Chávez lo mira fijo y le advierte, “No digas pendejadas, Henry, que no soy reportero de El Nacional, no tienes nada que exhibir. Pero dime otra cosa, aquí, entre nosotros, ¿quién crees que ganará las elecciones parlamentarias?”

“Tema difícil y complicado”, reconoce Ramos Allup mientras mira con disimulo el reloj, “falta mucho tiempo pero las encuestas, todas incluyendo las que ustedes hacen, nos dan ganadores por más de 20 puntos de diferencia. Pero eso puede cambiar con el ventajismo insolente y desproporcionado que hacen contra la oposición. En nuestra época lo hacíamos parecido pero con mas decoro y pudor, con mejor fachada democrática”

Retumba un trueno durísimo y comienza a caer un palo de agua, Henry ve para todos lados y se ve solo, se incorpora sin saber muy bien qué hacer; suena el teléfono y contesta entre molesto y aliviado: “Aló, ¿quién es?”

Una voz responde: “Es Luis Aquiles, ya es tarde y me voy a casa”. Henry Ramos Allup respira hondo, parpadea y recupera su tranquilidad: “Ok, también voy saliendo, tengo visitas en casa y Diana se va a molestar si llego tarde”

En eso otro estruendo estremece el ambiente y hace titilar las luces; entre sombras aparece el negro Encarnación Rivas. Ramos se siente en confianza, “Coño, negro, bien bueno que apareciste, te andaba buscando, por ahí anda Chávez, ¿te imaginas?”

El Negro Encarnación, inmutable, parece esfumarse en la oscuridad mientras comenta: “Ya se fue y yo también me voy”. Sonriente Henry mientras recoge unos papeles, se despide: “Bueno, Negro, siempre es un placer verte, no te pierdas, por estos lados sigues haciendo falta, un saludo”. Encarnación desaparece murmurando: “Chao, Henry, ¡hasta la victoria siempre!”

 

@ArmandoMartini