MIENTRAS EL PAÍS SE PARALIZA política y financieramente, las bandas de la pillería andan por la libre. En la Gobernación del Zulia dieron la orden de que a partir del lunes 7 de enero cada productor ganadero debe dejar en los mataderos una (1) cabeza por cada entrega de dos hasta seis animales, dos (2) cabezas por cada entrega de siete a nueve animales y, a partir de diez, debe dejar el 30% de cualquier cantidad que entregue.
La orden la imparte Rafael Bracho, mano derecha para estos asuntos del gobernador zuliano Omar Prieto, dejando claro en su último mensaje: “Quien no lo entienda le agradezco que se comunique conmigo”. Guapo y apoyado nos dicen los amigos que nos llaman.
Efecto de esta arbitrariedad -“extorsión y robo descarado” la llama uno de los afectados- es que en breve desaparecerá la carne en todo el país. El Zulia tiene más del 20% de todos los mataderos existentes en Venezuela. La medida de ocupar los mataderos ha tenido consecuencias nefastas para la dieta del venezolano, amén de que ahora, en medio de la peor crisis alimentaria de nuestra historia republicana, esta escasez de carne contribuye a estimular -y empujar hacia la estratósfera- los precios de esta y por ende a elevar la ya indetenible espiral inflacionaria. Una vez más, en medio de la palabrería presidencial y del incapaz e ineficiente funcionariado rojo, se convierten en “polvo cósmico” todas las improvisadas medidas para bajar la hiperinflación, que ya alcanzó una cifra alarmante y que pareciera increíble estos días en que comienza el año 2019: 1.698.488%.
“Hecho en Revolución” decía Chávez.
“Desecho en Robolución” debe ser el nuevo lema.
