La Fuerza Armada de Venezuela durante el fin de semana desarrolló un grupo de ejercicios militares con los que insistió en el entrenamiento de civiles para garantizar el orden interno y la defensa del país, en medio de un estado de excepción decretado por el presidente Nicolás Maduro. El mandatario ordenó los ejercicios de defensa “Independencia II 2016″ en momentos que aumenta la crispación social y los intentos de la oposición por sacarlo del poder a través de un referendo revocatorio.
Los militares se desplegaron en siete de los principales estados del país, ubicados en la zona norte costera. Allí activaron simulacros de defensa ante el supuesto desembarco de tropas enemigas y ataques a instalaciones de distribución del sistema eléctrico. El gobierno asegura que movilizó a 520.000 combatientes entre tropas militares y milicias civiles entrenadas. De acuerdo a algunas estimaciones el costo de estos ejercicios fue de unos 20,6 millones de dólares, cifra que sorprende en medio de una crisis económica con altos índices de escasez y desabastecimiento.
Las milicias tomaron parte activa en el manejo y disparo de unidades de defensa antiaérea lanzacohetes. También se entrenó a estudiantes universitarios armados con fusiles de cerrojo, en su mayoría no mayores a 25 años, en zonas boscosas en los alrededores de Caracas. Sobre la participación de los civiles como milicia, el ministro de Defensa y jefe del Comando Estratégico Operacional, Vladimir Padrino, aseguró que “el pueblo también está participando en lo que hemos llamado los órganos de dirección de defensa integral”, para involucrarse en “tareas de lucha no armada”. Los distintos comandantes en los ejercicios mencionaron la llamada guerra de resistencia o guerra no convencional como un elemento clave en la defensa del país.
El uso de la narrativa de unión cívico- militar, genera un estado de alerta en torno al hecho de que se estén otorgando armas a civiles, dejando entonces que la FANB con su componente armado no esté trabajando en defensa del Estado, sino realmente en defensa de un gobierno que enfrenta una crisis de múltiple naturaleza y en su afán por mantenerse en el poder comienza a activar su brazo armado. La transferencia de armas y preparación militar a civiles, profundiza la brecha que existe en un país polarizado, dejando abierta la posibilidad de un enfrentamiento armado de civiles contra civiles ante cualquier decreto de amenaza interna o de desestabilización del país que considere el gobierno nacional.
En estos ejercicios se nombró en varias oportunidades a la “contrarrevolución” creando la imagen de un enemigo real y una amenaza latente, no contra el Estado, sino contra el poder establecido en manos del presidente Maduro y el PSUV. Este enemigo está bien definido, y es la oposición (MUD / dirigentes) y cualquier voluntad que se resista (población) a lo establecido por el presidente Maduro y su tren. Esto muestra entonces una nueva fase en donde se espera que arrecien los controles y la represión, en medio de un Estado de Excepción, que, otorgándole amplias competencias al mandatario nacional, en cualquier momento podría restringir ciertas libertades, como ya se ha comenzado a visualizar con la nueva restricción de manifestaciones en los alrededores de sedes del CNE.
El uso de UBCH, Claps y personal civil en la contención de “amenazas”, exige no solo el aumento del orden y la disciplina en las filas del oficialismo, sino que busca el mantenimiento del legado a través de la coacción entre pueblo y pueblo. No basta el uso de la FANB sino que se arrecia el ejercicio del poder con el uso de las bases organizadas. Esto representa entonces un aviso para lo que viene en la arena política y el uso de la amenaza y el miedo como factor de control.
*Análisis de ORC Consultores
