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Una teoría de la causalidad (inmoral), por Antonio José Monagas

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Aun cuando el término “causalidad” está asociado a eventos que relacionan lo que ocurre entre una causa y su efecto, lo cual se dificulta entenderlo al primer esfuerzo, tal acepción resiste el análisis en lo que implica el ejercicio de la política. No obstante, vale ayudarse del concepto que la física le asigna. Ésta la plantea a través del principio de la causalidad mediante el cual “todo efecto tiene siempre una causa”. O de lo que la filosofía le endilga cuando señala que “es la ley en virtud de la cual se generan efectos”. Otras ciencias, también buscan enunciarla de acuerdo a propósitos vinculantes con sus incumbencias. Quizás, tanta diversidad conceptual, complican su interpretación.

Para la teoría política, la “causalidad” se dilucida en los hechos reales por los cuales transita la praxis política. Y desde luego, si esta se realiza a partir de criterios impregnados por la perversidad más agobiante, es posible aludir a una causalidad plagada de inmoralidad. Es decir, a una sucesión de hechos cuya vinculación entre sus causas y efectos, además de delictuosa, es licenciosa dada la carga de perversidad que sobrelleva. Para ilustrar mejor su sentido, vale traer a colación aquel adagio popular que reza: “quien siembra vientos recoge tempestades” lo que hace ver que todo comportamiento tiene inevitablemente sus consecuencias. Y si hay alevosía en ello, no es de dudar que los resultados se tornan ciertamente contraproducentes.

Hablar de una teoría que exponga la causalidad que reviste toda política movilizada desde el populismo demagógico, lleva a considerar la suma de efectos cuyo descarrío o torcidas consecuencias pueden encontrarse en la degradación que estructura su causa. O sea, que en la concepción de toda decisión o proyecto inspirado en ideologías contrarias al pensamiento democrático, autónomo y liberal, respetuoso de los  derechos trascendentales del hombre, subyace una intencionalidad en cuya esencia descansan traiciones y vilezas capaces de degenerar el propósito inicial declarado alrededor del evento. De manera que la referida disposición, contiene en su interioridad gruesas posibilidades de responder desviadamente a su razón de ser lo cual da cuenta de una causalidad tan perversa que sus efectos devienen en problemas cuyas soluciones lucen extraviadas de las realidades y necesidades.

En política, esta teoría de la causalidad, tiene la virtud de demostrar que cada conflicto, revés o contingencia provocado por una gestión de gobierno emprendida con la saña, resentimiento y odio que caracteriza al populismo demagógico, y que en Venezuela devino en la peor crisis de su historia contemporánea, es precedido y avivado por la incidencia de distintos factores o causas. En su concurrencia, suelen estar implicadas ineptitudes, sentimientos de venganza, revanchismos, inapetencias e indolencias. Pero sobre todo, una grave ausencia de voluntad para lidiar con las intemperancias de situaciones caóticas. Así como también, la falta de dominio o conocimiento de cómo las realidades pueden comportarse en lo económico, lo cultural y lo político.

Esta ley pone de manifiesto porqué, en el ejercicio de la política, se alcanza un grado de confusión y conmoción de tal orden o intensidad, que ello es revelador de que en el intento de adelantar una gestión de gobierno con las carencias mínimas de respeto, solidaridad y responsabilidad, los resultados son demostrativos de la perversión que caracteriza la causalidad (inmoral) asociada y agregada a lo largo de todo el proceso de gobierno.

Quizás, el mismo espíritu que incitó a Edward Murphy Jr. a evidenciar la razón de sus apreciaciones, en cuanto al hecho de anticipar los errores que el usuario final puede cometer, es el mismo que existe en el fondo de todo acto de un gobierno cuyo modo de poner a prueba impúdicas decisiones se convierte en razones de su propia condena. De esta forma, y aún cuando en la brevedad de esta disertación, su propósito ha sido poner al descubierto la causalidad que evidencia el desgobierno que ha hundido a Venezuela en el laberinto de una crisis de insoportables efectos. Y que ha sido la motivación para demostrar el sentido de una hipótesis que refiere el porqué del desbarajuste al cual la ideología gubernamental ha llevado al país a arrinconarlo en la más desolada mazmorra de la historia nacional. De ahí la razón de porque aplica una teoría de la causalidad (inmoral).

@ajmonagas

Feb 06, 2015 | Actualizado hace 9 años
El efecto Podemos hunde a los socialistas en España

#podemos

 

Podemos, el partido surgido en España al calor del movimiento de los indignados, sería la segunda fuerza más votada si hoy hubiese elecciones generales, desbancando de ese puesto a los socialistas del PSOE, que desde enero de 2010 perdieron 14 puntos en el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).

El Partido Popular (PP) del presidente del gobierno, Mariano Rajoy, sigue liderando la estimación de voto en la encuesta del organismo estatal con un 27.3 por ciento, algo por debajo del 27.5% del barómetro presentado en noviembre. En los datos que dio a conocer hoy el CIS, la formación del profesor universitario Pablo Iglesias consigue un 23.9%, superando el 22.5% logrado hace tres meses.

Desbancado a la tercera posición queda el PSOE, que pasa del 23.9% al 22.2%. La formación que lidera Pedro Sánchez cae así 1.7 puntos a menos de dos meses de las elecciones regionales de Andalucía, la primera cita con las urnas de un intenso año de votaciones que culminará con los comicios generales.

Pero además, el PSOE perdió la segunda posición en intención de voto directo, pasando del 14.3 al 12.4%, frente a un PP que avanzó del 11.7 al 12.9%. Liderando este apartado continúa Podemos, que con apenas un año de vida ya encabezó la intención de voto hace tres meses con un 17.6%, superándose ahora con un 19.3%.

«Hay dos tendencias en cualquier caso: primero, la alternativa al PP es Podemos, y segunda, el sistema de partidos no volverá a ser el mismo», afirmó hoy la secretaria de Análisis Político y Social de Podemos, Carolina Bescansa, que pidió también «cautela» ante los resultados del sondeo.

El PSOE reaccionó a los datos negando y atacando al mensajero. El portavoz socialista en el Congreso, Antonio Hernando, descartó que se pueda cumplir el escenario que dibuja el barómetro del CIS, que aseguró no creerse «para nada». Además, mostró su «desconfianza en la cocina», en referencia a los procedimientos estadísticos que aplica el CIS para llegar a la estimación de voto.

La diferencia entre intención de voto directa y estimación de voto viene marcada por el hecho de que no todos los encuestados declaran a quién van a votar. La intención directa recoge la opinión de los que sí lo dicen y para llegar a la estimación se aplican unos procesos conocidos popularmente como «cocina». Según Hernando, los datos de hoy coinciden con la «estrategia del PP de ningunear» al PP.

La presidenta de Andalucía, la socialista Susana Díaz, advirtió por su parte que el PSOE no debe entretenerse en encuestas porque entonces «no está en lo que tiene que estar», en solucionar los problemas de los ciudadanos.

Desde el Congreso, el portavoz socialista intentó sacar pecho destacando otros datos del barómetro, como la valoración del secretario general del PSOE. Con 3.68 puntos, Sánchez es el segundo líder mejor valorado, superado sólo por una diputada de una coalición regional, y por delante de Rajoy, uno de los peores.

Pero ni siquiera ahí el PSOE puede enorgullecerse de aventajar a Podemos. Para esa valoración, el CIS sólo tiene en cuenta a los líderes y portavoces parlamentarios en el Congreso, así que en ellas no entra Pablo Iglesias, ya que Podemos se presentará este año por primera vez a las elecciones generales.

Ante el avance de Podemos, que en las encuestas ha hecho saltar por los aires el bipartidismo, el PP respondió hoy alejando su fantasma. Al partido de Rajoy no le «asusta» Podemos ni teme a ese partido ni al PSOE, advirtió el portavoz popular en el Congreso, Rafael Hernando, que apuntó a la abstención como principal adversario del PP.

Podemos nació apenas hace un año y en su primera prueba con las urnas, en las elecciones europeas del pasado mayo, consiguió 1.2 millones de votos y cinco eurodiputados. Capitalizó así el apoyo de ciudadanos hastiados por las políticas de austeridad frente a la crisis e indignados por los escándalos de corrupción en los dos grandes partidos, PP y PSOE.

El pasado sábado, la joven formación sacó a la calle en Madrid a decenas de miles de personas, en una manifestación con la que quiso mostrar su fuerza a comienzos de este año electoral.

Al contrario que con el PSOE, la subida del partido de Iglesias en este último barómetro no parece haber hecho mella en Izquierda Unida (IU), formación que hasta la llegada de Podemos ocupaba el tercer puesto en el tablero político español. La estimación de voto de IU subió al 5.2%, a pesar de la agitación interna que vive el partido, que en noviembre se desplomó al 4.8% en la encuesta del CIS.