Ginyveth Soto y Migdelys Miranda el día de su matrimonio en Rosario, Argentina, 13 de junio de 2013
Impotencia, rabia, indignación, dolor. Y reclamo por justicia. Son los sentimientos que estallan en las redes sociales entre la comunidad LGBT (sigla que identifica al colectivo de lesbiana, gay, bisexual y transexual) de Venezuela por el asesinato de Giniveth (Gini) Soto, activista de derechos civiles, sobrina del expresidente de la Asamblea Nacional, Fernando Soto Rojas, ocurrido en la madrugada del sábado 13 de diciembre en La Candelaria, Caracas.
Símbolo de la lucha por el matrimonio igualitario, Soto y su pareja Migdelys Miranda (ambas psicólogas), se casaron en junio de 2013 en Argentina (donde el matrimonio igualitario es legal desde 2010) por la inexistencia de leyes en Venezuela que reconocieran su unión. El Registro Civil en Venezuela rechazó registrar su matrimonio, como si ocurre con las parejas heterosexuales que se casan en el extranjero. Su hijo (concebido mediante técnica de reproducción in vitro), que también debió nacer en Argentina, ahora se encuentra en un limbo legal: sólo puede llevar el apellido Miranda y sus derechos no son reconocidos.
Las reacciones en las redes sociales no se hicieron esperar:
La esgrimista venezolana y ex ministra de Deporte, Alejandra Benitez, también expresó su estupor por el asesinato de Soto.
El Ministerio Público confirmó vía Twitter la designación de fiscales para investigar la muerte de Soto.
Estos fueron los últimos tuits de Gini Soto, quien además de activista respaldaba el proceso chavista, aunque con críticas. Particularmente denunció la posición de Socorro Hernández, quien amparada en su religión cristiana, negaba la posibilidad de discusión y aprobación del matrimonio igualitario, a juicio de Soto. No obstante, el último motivo de sus desvelos fue el reconocimiento legítimo del bebé que dio a luz su esposa.