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Rara alergia alimentaria que se activa por el ejercicio

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Una cena con mariscos para luego ir a bailar a una discoteca. Para muchas personas esta sería una manera ideal de pasar una velada pero para otras podría convertirse en una pesadilla dominada por los picores y los mareos.

Esto debido a una rara alergia alimentaria que es activada por el ejercicio.

Fue descrita por primera vez en 1979 al estudiar a un corredor de fondo que sufría reacciones anafilácticas recurrentes, de intensidad variable, al practicar ejercicios tras la ingestión de mariscos.

Desde entonces se ha observado una incidencia creciente de esta forma peculiar de alergia que sólo se produce si el paciente come el alimento al que es alérgico y hace ejercicio físico.

«No hay datos epidemiológicos para saber realmente a qué porcentaje de pacientes con alergia a alimentos está asociado el ejercicio, pero lo que sí se sabe es que es más frecuente de los que inicialmente se intuía», dijo a BBC Mundo, Joan Bartra, coordinador del comité de alergia a alimentos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica, SEAIC.

«Antes de registrarse oficialmente el primer caso, se pensaba que estas reacciones alérgicas se debían sólo al ejercicio físico», añadió.

Desarrollo

Las personas que experimentan esta reacción ingieren un alimento específico poco antes de practicar deporte.

A medida que el ejercicio avanza y la temperatura corporal aumenta, aparecen picores, mareos y algunos síntomas típicos de las alergias, como urticaria e hinchazón, pudiendo llegar a provocar anafilaxia.

También puede ocurrir cuando se ingiere el alimento inmediatamente después de practicado el esfuerzo.

«El ejercicio no tiene que ser especialmente intenso y extenuante. Puede ser andar, correr, bailar…», aclaró el experto español.

En la actualidad se están realizando investigaciones para conocer las causas de esta reacción, no obstante, «parte de la explicación podría ser que con el ejercicio el alimento se absorbe con más facilidad y las proteínas de estos alimentos que causan alergia no se desnaturalizan y llegan con mayor cantidad en sangre provocando la reacción alérgica», dijo el alergólogo.

Según Bartra, este tipo de alergias suelen pasar desapercibidas cuando el paciente no hace ejercicio tras ingerir los alimentos que provocarían la reacción alérgica si realizara el deporte.

ALÉRGENOS

La mayoría de pacientes que presentan anafilaxia inducida por ejercicio son alérgicos a alimentos, principalmente a frutas y verduras.

Pero puede deberse a cualquier alergeno alimentario.

Los alimentos más frecuentemente implicados son de origen vegetal, y entre éstos destacan los cereales (fundamentalmente el trigo), las frutas frescas y los frutos secos.

Se han descrito casos relacionados con distintos tipos de verduras, especias y champiñones.

Entre los alimentos de origen animal predominan los mariscos.

Existen casos puntuales de reacciones consecutivas a la ingesta de huevo, leche de vaca o moluscos cefalópodos.

Joan Bartra aclaró que para que se produzca la reacción alérgica no es necesario que la ingesta de alimento y el ejercicio se deban de hacer al mismo tiempo.

«La interacción del alimento con el ejercicio puede ser todo lo que dura el proceso de digestión desde que tomas el alimento, es decir, cuatro horas después».

«Yo puedo tener alergia a un alimento determinado y cuatro horas después de haberlo comido, si hago ejercicio, puedo todavía tener una reacción alérgica, porque este alimento todavía está en su proceso digestivo y por lo tanto puede ser absorbido», explicó Bartra.

La prevención es simple: no ingerir los alimentos implicados durante las 4 a 6 horas previas a realizar ejercicio.

Medicamentos

El doctor Bartra dijo que, a menudo, las personas con este tipo de alergía también sufren de anafilaxia dependiente de antiinflamatorios no esteroides como el ibuprofeno.

En estos casos, la reacción alérgica es inducida por la toma previa del antiinflamatorio combinada con la ingestión posterior de un alimento desencadenante.

El alimento al que el paciente está sensibilizado, o la toma del medicamento por sí solos no son capaces de desencadenar la reacción.

Entre los factores claves que afectan el riesgo de un niño de desarrollar alergias para los dos años de edad se encuentran la raza, la exposición de la madre a mascotas en el embarazo y el método de parto, sugiere un estudio reciente.

Investigadores del Hospital Henry Ford de Detroit siguieron a 1,187 recién nacidos y midieron los niveles del anticuerpo inmunoglobulina E (IgE) en muestras de sangre recolectadas de los bebés al nacer, a los seis meses, al año y a los dos años.

La IgE se asocia con el desarrollo de alergias y asma. Unos niveles más altos indican un mayor riesgo.

El estudio halló que los niveles de IgE en la infancia eran 28 por ciento más bajos en niños cuyas madres habían estado expuestas a mascotas de interiores en el embarazo (exposición prenatal a mascotas de interiores), en comparación con los bebés de hogares sin mascotas.

Los niveles de IgE eran 16 por ciento más bajos en los bebés que tuvieron una exposición prenatal a mascotas de interiores y nacieron vaginalmente en comparación con aquellos que tenían una exposición prenatal a mascotas de interiores y que nacieron por cesárea.

Los niveles de IgE eran 33 por ciento más bajos en bebés de ascendencia europea, asiática o de Oriente Medio que tuvieron exposición prenatal a mascotas de interiores, en comparación con 10 por ciento más bajos en los bebés negros con exposición prenatal a mascotas de interiores.

El estudio aparece en la edición en línea del 8 de agosto de la revistaJournal of Allergy and Clinical Immunology.

«Creemos que tener una exposición amplia y diversa a una gran variedad de microbacterias en casa y en el proceso de nacimiento influye sobre el desarrollo del sistema inmunitario del niño», aseguró en un comunicado de prensa del hospital la autora principal del estudio Christine Cole Johnson, presidenta del Departamento de Ciencias de la Salud Pública.

El hallazgo respalda algo que se conoce como hipótesis de la higiene, una teoría de que la exposición en la primera niñez a agentes infecciosos afecta el desarrollo del sistema inmunitario y el riesgo de alergias y asma, añadió.