Cuba dijo si y Venezuela no al deseo del vaticano: El desconcierto de Maduro
Cuba dijo sí y Venezuela no al deseo del vaticano: El desconcierto de Maduro

HACE POCO MÁS DE UN AÑO, en agosto de 2013, Su Santidad Francisco daba la buena nueva de la designación de quien hasta esos días se desempeñaba como Nuncio Apostólico en Caracas desde el año 2009, Monseñor Pietro Parolín como el nuevo y flamante canciller vaticano, el Secretario de Estado del nuevo Papa.

Parolín no se quiso ir de Venezuela sin antes coordinar, estimular y propiciar un reencuentro de los venezolanos, un diálogo de conciliación y muy en especial que incluyera la libertad de los presos políticos venezolanos.

El tiempo apremiaba y por ello habló con algunos dirigentes opositores al mismo tiempo que a las autoridades del gobierno de Maduro, comenzando por el entonces canciller Elías Jaua y el ministro de relaciones interiores Miguel Rodríguez Torres.

El apremio de viajar a Roma dejó por la mitad aquella intención que luego fue retomada -por sus propias instrucciones- por el nuevo Nuncio Aldo Giordano.

Diálogo que incluyera además la designación de las nuevas autoridades del llamado Poder Moral de la república venezolana bajo un esquema de seriedad e independencia de poderes, una igualdad de condiciones para los sectores de oposición en esas mesas de diálogo buscando el necesario consenso para lograr una confianza de los venezolanos en el Consejo Nacional Electoral, el Tribunal Supremo de Justicia, la Fiscalía General, la Defensoría del Pueblo y la Contraloría General.

Básico para Parolín el consejo electoral pues era palpable la no credibilidad de los ciudadanos de Venezuela a la mayoría gubernamental en el ente que vigilaba y controlaba las elecciones, mas cuando había transcurrido ese año la elección de Nicolás Maduro por un margen mínimo frente al candidato de la democracia pluripartidista Henrique Capriles.

El nuevo Nuncio retomó la misión de impulsar esos encuentros que solamente dio como fruto la única reunión entre gobierno y oposición transmitida en cadena nacional la noche del 11 de abril. Maduro comenzó el encuentro con estas palabras: “Estamos desde el Palacio Presidencial de Miraflores, en el encuentro por la paz, en el diálogo por la paz, que gracias al trabajo que se ha hecho de acercamiento por parte de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), el Vaticano y la voluntad política manifiesta de los diferentes sectores políticos, están aquí convocados”.

La mención al apoyo desde el Vaticano se afianzaba con la presencia del nuevo Nuncio Giordano.

Tras ese encuentro público y habiendo quedado el gobierno al descubierto de manera frontal en su carencia de intenciones ciertas de dialogo y con el recuento de sus transgresiones a la democracia en una cadena nacional por parte de los discursos de los líderes opositores no se volvieron a reunir las partes.

Las presiones vaticanas iban dirigidas en primera instancia a la selección de las nuevas autoridades del Consejo Nacional Electoral ante las enormes dudas de los electores sobre su confiabilidad. En segundo orden estaba la libertad de los presos políticos encabezados en su momento por el comisario Iván Simonovis, los policías del 11A2002 y el total de los presos políticos. Debe aclararse que aún no había arreciado la ofensiva roja contra los manifestantes estudiantiles ni las detenciones de dirigentes políticos, periodistas o tuiteros incómodos para el régimen venezolano.

Sin embargo las intenciones de la Santa Sede siguieron tras bastidores a pesar de que desde el gobierno cívico-militar del PSUV no lo querían y mas bien torpedeaban cualquier avance en ese sentido.

Mientras eso pasaba en Venezuela, continuaba en secreto la negociación mas importante de los últimos años en materia política latinoamericana: el Vaticano mediaba junto a Canadá por un restablecimiento de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos en un plan que incluía la liberación de 53 presos políticos cubanos.

Al tiempo, en simultáneo, Cuba y Estados Unidos avanzaban al punto que hace apenas una semana atrás se anunciaba al mundo el trascendental paso diplomático.

Cuba aceptaba la petición «sine qua non» vaticana de liberar los presos, por supuesto que apoyaba por Canadá y Estados Unidos, mientras en Venezuela el régimen de Maduro seguía haciéndose el sordo y por el contrario aumentaba las medidas de represión ante la inconsistencia cada vez mas grande de lo que fue el apoyo popular al chavismo.

Es decir que mientras el presidente Raúl Castro negociaba en buena voluntad con los tres gobiernos que participaban en los encuentros, el gobierno rojo rojito de Nicolás hacia caso omiso de las recomendaciones que desde la Santa Sede habían partido.

Importante destacar en medio de esta situación tras el anuncio de la formalización de las relaciones cubano-estadounidenses un detalle básico para entender el desasosiego, la incertidumbre y el resquemor del gobierno todo de Venezuela.

Me refiero al compromiso establecido entre Estados Unidos, Canadá y el Vaticano con Cuba y sus dirigentes de mantener el secreto de las negociaciones con respecto a Venezuela y su gobierno. Todos, principalmente el gobierno de Obama, pensaban que si los rojos venezolanos se enteraban harían todo lo posible por abortarlo y torpedearlo. Lo demostraron en la última reunión de Unasur donde el gobierno de Maduro quiso influir en una declaración apoyado por Bolivia, Ecuador y Nicaragua añadiendo un párrafo que a los demás pareció innecesario e inconveniente.

Los Castro, zorros políticos con mas de 55 años de “burdel” en esas lides, no le dijeron ni “pío” a su pupilo y benefactor Nicolás. l,’De allí su desconcierto.