¿Elecciones? ¡Que vaina!, tronco de enredo

Mientras Venezuela sufre miseria, crisis económica, social, ética, moral y política; la contraparte discute trivialidades. No sabe qué hacer frente al castrismo ni cómo calibrarlo. El chavismo socialista no logra aclararse a sí mismo y cabecea como borracho; el mundo empequeñece entre sandeces, alardes necios y estulticia. Mientras, el régimen comunista cubano continúa disfrutando del poder, aunque precario, enfermo y frágil.
Mientras la revolución bolivariana grita promesas engañosas, reparte bonos inservibles y distribuye CLAP constreñidos que no llenan estómagos, la oposición beneficiaria del establishment se debate convenientemente en defensas filosóficas, zancadillas, acechanzas, buenos propósitos para quien sabe cuándo. Y leyes ignoradas.
El interinato se agota, pierde luminosidad. Malogra la confianza ciudadana a pesar de sus esfuerzos de apoyo. Su base de sustentación se resquebraja y es socavada por denuncias de corrupción.
No pocos consideran inevitable su remplazo. La desilusión es vasta y la frustración extensa; el fracaso ha sido rotundo por la chiquillería inexperta y gastadora. Por si fuera poco, comete la infantilidad de asumir por adelantado que Donald Trump no será reelecto. Así que se instalan, babeados, a los pies del demócrata Joe Biden, simpatizante abierto del castrismo invasor. Con ello demuestran su lactancia política.
Precisamente las incongruencias, falta de seriedad, negociaciones desmentidas, ausencia de estrategia, destreza y táctica, complicidad de algunos, cohabitación de otros, obliga al mundo formal, responsable y a su diplomacia sensata a reflexionar con detenimiento sobre la capacidad cierta de los adolescentes. Afloran dudas fundamentadas que comienzan a cambiar percepciones y pareceres. Lo que es muy grave. Gravísimo.
La usurpación moribunda, débil y enclenque, en control institucional y del territorio, prepara con orientación castro-cubana, y planificación iraní, la continuidad atornillada en el único sitio en que puede permanecer: la estructura de Estado. Desde ella, a falta de la popularidad y credibilidad, solo puede reprimir para silenciar.
Desesperados buscan la legalidad infringida, el reconocimiento ya mortecino. Y, como maniobra sociopolítica para conservar el poder, ejecutan un plan electoral. Solo que para llevarlo a cabo, según sus intereses, deben contravenir leyes, abusar y profanar.
En cuatro años el TSJ pulverizó el valor del voto
@ArmandoMartini Mientras Venezuela sufre miseria, crisis económica, social, ética, moral y política; la contraparte discute…
HRW: “no queda ni una fachada de proceso democrático” en Venezuela
@ArmandoMartini Mientras Venezuela sufre miseria, crisis económica, social, ética, moral y política; la contraparte discute…
Crearon una oposición que vislumbraron atractiva. Recogieron, agruparon y financiaron a olvidados retazos de la política. Fracasados habituales que conquistarán curules solo por acuerdos perversos con una Asamblea Nacional Constituyente ilegal, circense y repulsiva.
Los diputados representantes de los ciudadanos, buenos o malos, lo son por sufragios de sus comunidades. No por alianzas pagadas y negociaciones clandestinas. Deben juran defender la Constitución y leyes de la República. Hacer lo contrario, los convierte en protagonistas de perjuros. Veremos cuantos sacrílegos se postulan para repetir.
Lo importante no es si quienes se oponen están en desacuerdo o simplemente desesperanzados y, hartos del régimen, irán a votar en la pantomima de las elecciones confeccionadas por el régimen. Para todos es obvio que no es más que un montaje con elementos de Astracán (género teatral cómico). Depositar un voto en estas condiciones es hacerlo -marque a quien marque- por la fuerza y permanencia del régimen que reprime, encarcela, tortura, amordaza.
Un Estado de violencia
@ArmandoMartini Mientras Venezuela sufre miseria, crisis económica, social, ética, moral y política; la contraparte discute…
Se incurre en una falta embarazosa al creer que Guaidó es dueño de la oposición. Significa no entender que es solo un símbolo. Lo que cuenta es la actitud y no la persona, una cosa es la canción y otra el cantante.
Lo trascendente, es lo que piensan del régimen los ciudadanos venezolanos y casi todo el resto del mundo democrático y libre. No piensan bien. Y en eso es lo que han fracasado, y seguirán fracasando, en conquistar.
Así, el régimen se deja guiar por la Cuba castrista, comunista, tiranizada, hambrienta, violadora de los derechos humanos. También por la República Islámica de Irán, la fanática que se inmoviliza varias veces al día para rezar y es adversada por sus propios hermanos de religión. Esto es como que alguien con gripe y fiebre consulte a brujos con tuberculosis…
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