Contrarrevolución - Runrun
Armando Martini Pietri Jun 11, 2020 | Actualizado hace 4 semanas
Contrarrevolución

@ArmandoMartini  

Es lo que se opone a la revolución. Puede ser ideológica, activa en calles y actitudes. Ofensiva política que tiende a eliminar los efectos de una revolución anterior. ¿Cuál es la revolución y cuál la contrarrevolución? Depende del cristal con que se mire, o sea, según quien la defina. Una busca un cambio total e irreversible en sentido económico, político y social; la otra, oprimir los efectos, es la oposición al cambio que intenta volver al orden.

Los comunistas liderados por Mao Tsé Tung llamaron a su movimiento contra el imperio “revolución” y calificaban de “contrarrevolución” al que encabezaba Chang Kai Shek, que también se había levantado contra el poderío. Este, respaldado por Estados Unidos, planteaba una república al estilo occidental. Mientras que los maoístas, amparados por la Unión Soviética, proponían una sociedad comunista.

Ambas eran revoluciones, necesarias e impostergables. Surgieron dos líderes que coincidieron, pero divergieron en ideología y objetivo final. ¿Dos revoluciones? En realidad la misma con dos filosofías diferentes: los comunistas con Stalin, los no comunistas con Roosevelt.

Sin entrar en detalles de profundidad histórica, ganaron los comunistas con el infame pero práctico expediente de seducir a los campesinos ofreciéndoles deshacerse de los propietarios. Y perdieron los anticomunistas por llamar a los campesinos y propietarios, ninguno de los cuales vio más allá de sus intereses.

Surgieron la China continental, grande y comunista; y la anticomunista, refugiada en la isla de Taiwán. Décadas después, los capitalistas taiwaneses se convirtieron en una pequeña y eficiente potencia económica, mientras los comunistas de Pekín, enfrascados en su comunismo de miseria y esclavitud, terminaron quedándose sin los ceños fruncidos de Stalin y Mao.

Se desplomó la Unión Soviética, Rusia se occidentalizó al punto de que hoy es una economía de enorme industria y dependencia petrolera. Y un chino, que escasamente media el metro sesenta de estatura, planteó que no importaba el color del gato con tal de que cazase ratones; podemos ser comunistas en pensamiento y capitalistas en producción.

China es potencia económica, a los taiwaneses pocos los reconocen, pero todo el mundo les compra. Y los estultos copiadores de marxismos tiránicos de las desaparecidas Unión Soviética y China maoísta están en ruinosa decadencia tras años de estruendosos, ruinosos fracasos, sostenidos solo por ser autocracias despóticas, hablachentas, represoras y violadoras de los derechos humanos, como Nicaragua, Cuba y Venezuela.

Contra esas revoluciones vienen las contrarrevoluciones. En la grande y poderosa China continental -a pesar de su éxito económico- empezó y se mantiene en Hong Kong; en Nicaragua y Cuba hierve en cárceles y exilios, en Venezuela crece, aunque dando bandazos desde hace al menos diez años.

Y, como en aquella revuelta China de emperadores en decadencia, revolución y contrarrevolución en rebelión, las ayudas y los hilos se manejan desde afuera. Angustias y pobrezas empezaron a corregirse cuando el presidente de Estados Unidos fue invitado y llegó a Pekín. Cuando la muerte se llevó a Mao y al maoísmo, las cosas empezaron a avanzar. En Venezuela las esperanzas renacieron cuando un empresario presidente decidió que quería hacer cambios en su “área de influencia”.

Donald Trump no vendrá a Caracas, pero la contrarrevolución venezolana ha viajado a Washington. La Casa Blanca sabe bien que ni el éxito ni el fracaso son solitarios, por eso han dejado solo al régimen usurpador, pero también han hecho saber a la contrarrevolución que solos no podrán.

Por eso, cese de la usurpación y transición. La contrarrevolución llegará al poder para alinearse con la estrategia estadounidense.

 

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