La física y la política - Runrun
Julio Castillo Sagarzazu Ene 13, 2020 | Actualizado hace 3 semanas
La física y la política

Hace algunas semanas, nuestro estimado amigo Víctor Reyes Lanza, ex decano de la facultad de Ingeniería de la Universidad de Carabobo, nos obsequió un brillante artículo en el que hacia la analogía de los postulados de la tercera ley de Newton con el discurrir de la política.

Como sabemos desde tercer año de bachillerato, la tercera Ley de Newton, conocida también como la de Acción y Reacción, nos enseña que, si un cuerpo A ejerce una acción sobre otro cuerpo B, este realiza una acción igual y de sentido contrario contra A.

Extrapolando a la política, quiere decir que en el campo nunca se juega solo, que “los rusos también juegan” y que en ocasiones es menester saber (si lo combinamos con las enseñanzas de Sun Tsu) que bien vale la pena medir las fuerzas del contrario y su capacidad de reacción para saber si podemos ganarle enfrentándole directamente y en el centro del ring a lo Mano e´ piedra Duran o dándole vueltas y “jabeandolo” como Mohamad Ali.

Siempre hemos pensado que el escenario de la polarización política es el que mejor le cuadra al régimen, pues es allí donde tiene un relato que le permite volver a agrupar a los suyos (cada vez menos, es verdad) replanteando los enfrentamientos y su mantra de ricos contra pobres, patriotas contra vende patrias, gobierno y oposición, etc.

Por el contrario, donde el gobierno es más débil es cuando le confrontamos en el terreno de lo social y del nivel de vida tenebroso en el que nos han hecho vivir. Ahora los politólogos llaman a eso “transversalizar” la política. Dicho en latín vulgar, se trata de acompañar a la gente en la lucha contra la vida cara, contra el caos de los servicios, la inseguridad etc, es decir, los problemas que sufren y son comunes a los afectos al régimen y los que no lo somos. Ese es el terreno en el que son débiles y en el que menos capacidad de reacción tienen.

Pero, en fin, esto será algo que deberemos seguir debatiendo hasta que sea necesario o hasta que el fruto se caiga de maduro, cumpliendo, por cierto, con la Primera Ley de Newton que es la de la Gravedad.
El propósito de esta nota, empero, tiene que ver con otro principio de la física. Mucho más antiguo que las reflexiones de Newton, pero no por ello menos valido. Se trata del principio de la impenetrabilidad de los sólidos. Ese que preceptúa que dos cuerpos no pueden ocupar el mismo lugar al mismo tiempo.

¿Y esto qué tiene que ver con la política? Pues mucho y, ciertamente es relativamente fácil de explicar. En realidad, en la física y en la política no se toleran los vacíos. Cuando hay un vacío, la tendencia de las cosas es que ese vacío sea llenado.

Es tan sencillo como esto: Si en la política no participan los buenos, pues ese espacio va a ser llenado por los malos. Chávez ha sido un ejemplo palpable del pecado de omisión de muchos en la política. La anti política comenzó a crecer en Venezuela con una frivolidad impresionante. Irene Sáez estuvo a punto de ser presidenta y luego de que esta se desinfló, los promotores de esta esta banalidad, inflaron al golpista del 4F, ante la mirada complaciente de la mayoría de los ciudadanos buenos que pensaban que eso no era su problema y que, después de todo, un escarmiento a los políticos, no estaba del todo mal.

Si aquello fue un error, ahora es inconcebible que nos estemos tropezando de nuevo con la misma piedra. Hoy día, una nueva versión de aquella frivolidad se abre paso en muchos sectores de la sociedad, amplificada y exponenciada con el megáfono de las redes sociales.

En efecto, pululan los grupos de opinadores en los que, de nuevo, las viejas y desteñidas consejas contra la política vuelven a sentar reales. Desde los púlpitos de la sabiduría intelectual o simplemente desde el sillón de la ociosidad infértil, mucha gente blande de nuevo el argumento generalizador de que todos los políticos son iguales y por lo tanto no vale la pena ocuparse de lo público.

Muchos de estos opinadores incluso actúan como los mirones de un partido de bolas criollas que cada rato importunan al jugador diciendo “eso es boche, eso es arrime” y cuando el jugador le tiende la bola para que lance el tiro, se va corriendo sin asumir el compromiso.

¿Qué va a ocurrir entonces si quienes tienen algo que decir se van corriendo como el mirón del patio de bolas? Pues, como ya dijimos, la política se llenará de malos si los buenos se abstienen.
Pero igualmente amigo lector hay otra dimensión de la omisión y esta ocurre generalmente en el terreno de las ideas políticas y doctrinarias.

Hoy día hay un debate reforzado por el fracaso de experimentos políticos de izquierda en el mundo y al auge de liderazgos populistas de derecha, a considerar cualquier postura “liberal” en el terreno económico, social y políticos, como hediondo a fo de socialismo o comunismo.

Así, todo aquel que luche por la defensa del ambiente y ose hablar del calentamiento global, es un radical extremista de izquierda, también quien se manifieste a favor de la tolerancia para reconocer las diferencias religiosas, sexuales, o raciales, es igualmente un agente del progresismo Sao Paulista; quien ose decir que hay que evitar que se menoscaben los derechos laborales o que hay que tener sensibilidad social, es tachado de estatista impenitente.

¿Qué va a ocurrir en el mundo dentro de poco? Pues que, si los demócratas desertamos estas trincheras, estas van a ser ocupadas por los populistas, por las momias del comunismo que podrían renacer, por los podemitas de Iglesias o, lo que es aún peor, por un híbrido monstruoso, un Frankenstein de la política que está tomando forma en Europa en ese experimento de sopa de letras que son Los Chalecos Amarillos de Francia, cuyos principales dirigentes se declaran admiradores, a la vez de Mélechon y de Le Pen.

Hoy vivimos un renacimiento del ánimo con la consecuente posición de nuestros 100 diputados que no se dejaron comprar y con el reconocimiento de Juan Guaido por todas las democracias decentes del mundo. Maduro está hoy más aislado y solo que ayer. No le regalemos otra ración de inhibición, de comodidad del teclado u otro vacío para que vuelva a ser llenado por los malos.

Recordemos a Gandhi. “los más atroz de las cosas malas de la gente mala es la abstención de la gente buena”.

 

@juliocasagar