Encargado y usurpador contra sus propias paredes
POCO IMPORTA SI SE QUIERE dialogar -ganar tiempo, intercambiar chismes, pasar un rato entre panas o contar chistes- lo que cuenta es con quien. ¿Cuántas veces el castro-madurismo ha pateado mesas de diálogo?, ahora se afirman dispuestos a platicar, se aseguran de diálogo, paz y respaldo al pueblo. Pero nadie les cree, existe desconfianza, desilusiones y demasiados engaños. Un acuerdo pretende reeditar el infame diálogo que solo sirve para otorgarse tiempo, en una perversa propuesta electoral que posterga la salida a la crisis, profundizando la gravedad de la emergencia humanitaria y sufrimiento del venezolano.
Quien usurpa, certifica a voz en cuello, lo que sus jefes Putin y Castro, ordenan; con medio mundo en contra, déjate de pendejadas e ilusiones y siéntate a conversar; así se entiende la gente y compruebas lo que aspira tu adversario. Se gana tiempo. Además, el miedo es libre y logrando un acuerdo destinado a obstaculizar el avance de la ruta de la fuerza, después del paso dado por los ciudadanos y aliados para reactivar el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), es bueno, porque la cosa se pone color de hormiga.
En lo que están unidos, interino y usurpador, es que ambos tienen las espaldas pegadas a sus propias paredes.
La del encargado es lisa, resbaladiza, ofrece limitados puntos de agarre y por ahí va resbalándose poco a poco, superficie viscosa, desempeños oratorios, compromisos diluidos e incumplidos, cese de la usurpación, Gobierno de transición y elecciones libres, cualquier desviación en el orden de la ruta inicial propuesta, aceptada por las mayorías, se considera una traición a la ciudadanía, terminará con dolor y nalgas en el piso.
La del ilegitimo no reconocido es más firme para aguantar espaldas y dureza de cara, pero como cola de iguana, si se acaricia contra su orientación natural, hiere la mano. Sucede, tanto si sólo recibe órdenes, como si las ocurrencias son de él, es que soba lagartos al revés. Tiene expertos para resolverle problemas y transformarlos en soluciones, pero se empeña en escoger la sumisión no a su pueblo sino a La Habana, lealtad como obediencia sin cuestionamientos, creer que un carnet o amistad con un jefazo puede hacer milagros. Poner “donde haiga” no es lealtad, es complicidad.
Con aliados leales siempre, traidores nunca, se aferra al país que se desmorona, descose como ropa vieja, creyendo y viendo ataques por doquier, pegándose cada vez más a una pared llena de escamas punzantes con deudas, violaciones a los derechos humanos, militares en plan de sin nosotros no puedes, inflación, hambre, desabastecimiento y carencias.
La oposición tradicional degastada, enredada en sociedades y complicidades, dividida en principios éticos, peleona pero incompetente, sin hacerle cosquillas al castrismo, continúa desacertada, desorientada, no da pie con bola. Se empeña obsesiva en negociar con el oficialismo que simula hacerlo, ganando tiempo, esperando que cambios políticos en Latinoamérica inclinen la balanza a su favor, izquierdas y Foro de São Paulo recuperen espacios. El reto ciudadano, es impedir que está chiflada sinvergüencería se consolide y la única manera es, diciendo la verdad de lo que ocurre, presionando duro para que se abandonen estultos caminos de negociación inútil y se retome la ruta del coraje.
Es difícil asegurar si la presión contra el castro/madurismo viene del interinato, partidos que lo sostienen, decisiones de la Casa Blanca, coraje ciudadano, o quizás de una explosiva combinación. La realidad, hay presión y de mucha fuerza, parece haber concluido el tiempo para que el castrismo envejecido y sin combustible pueda renovarle fuelle.
El oficialismo entre irse o arreglar el país, opta por decisiones, -como las tomadas desde la muerte de Fidel -Raúl nunca fue brillante, solo obediente y despiadado- chimbas y retorcidas, la de comprar una oposición obediente para no tener que aguantarse la que, sin concesiones, coraje y valentía no renuncia a principios, valores y se mantiene sin descanso diciendo verdades.
Una simulada oposición, no creíble, adversarios de comiquita liderada por quienes llevan años fracasando, olvidados, colgados como bacalaos podridos de las espaldas de un castrismo que ya no puede ni consigo mismo.
El encargado presidencial esta contra la pared que él mismo levantó, debe deslastrarse de la bazofia que lo rodea, no caer en la tradición de hablar mucho vacío porque lo que tiene que hacer no puede realizarlo solo. Debería ponerse un cierre, amarrarse las manos, y mucho menos ejecutar acuerdos para afianzar la connivencia putrefacta y maligna que ningún beneficio le dará, por el contrario, erosionara lo más valioso que posee: esperanza y fe ciudadana. De no corregir el rumbo, fracasará y la masa no está para esos bollos. Enfrentar la tiranía más despiadada que haya conocido el continente, y a sus socios comerciales, con recursos, sin carencias, cuya única función es legitimar el régimen venezolano, es difícil, agota, pero debemos seguir luchando sin desmayar, ilusionados con un país decente y en libertad.
Falacia inexcusable, ingenuidad necia e irresponsable, confiando se puede resolver el profundo trance haciendo acuerdos con corruptos comprometidos en el desastre ocasionado por el castrismo venezolano. Todos deben cambiados, derrotados y sometidos al imperio de la justicia. Y eso jamás sucederá a través de acuerdos ambiguos, indecorosos, elecciones falsas y junta de no sé qué vaina paritaria.
@ArmandoMartini