Verdad vs patraña, por Armando Martini Pietri - Runrun
Verdad vs patraña, por Armando Martini Pietri

VERDAD Y HONESTIDAD SON VALORES PRINCIPALÍSIMOS DE UNA GRAN NACIÓN, convertirlas en costumbre, genera un desarrollo superior. Una sociedad digna y decorosa no recompensa prácticas fraudulentas y engañosas, no gratifica negocios mal habidos ni condecora la corrupción, no aplaude la violación de los Derechos Humanos, tampoco hace homenaje al narcotráfico ni al lavado de dinero. La viveza, no se fundamenta en robar ni el ingenio en delinquir.

Para ciertos políticos y politiqueros, decir la verdad es pecado mortal, rechazan a los convencidos de que hacerlo es lo correcto. En Venezuela, la verdad esta desprestigiada y es despreciada. A pocos interesa, prefieren revolcarse en el excremento de la mentira.

El castrismo venezolano tiene como política comunicacional de Estado la falsedad, propaganda distorsionada, calumnia, simulación, ocultamiento de cifras y realidades, que es uno de los dos pilares (el otro, TSJ y justicia usurpadora) sobre el cual se sostiene esta ignominia tiránica que hoy sufre y padece Venezuela. Aún peor, sectores adversos acompañan esa incongruencia, el disimulo, medias verdades e incluso falsedades. Afortunadamente, la ruta del coraje se ha mantenido coherente, sólida y creciendo. 

El desastre político, moral, económico y social, está consumiendo a los usurpadores y Maduro esperanzado viaja a Cuba para recibir directrices que cree lo salvaran, evidencia de la colonización tantas veces denunciada. Somos asentamiento cubano, apoyado por rusos, chinos, turcos e islámicos.

Algunos que se presentan como voceros contrincantes, en realidad socialistas, son mercaderes de engaños, socorridos por el dinero sucio de bolichicos y enchufados, quieren elecciones sin cese de la usurpación ni gobierno de transición, escudriñando impunidad, evadiendo rendir cuentas para retener privilegios. Por eso, no deben continuar y los ciudadanos tienen que ignorarlos cuando expresan que lo único necesario para que todo cambie y nos convirtamos en un país chévere es ir a votar, incluyendo la desfachatez de Maduro candidato, una colosal mentira que genera expectativas e ilusiones que no podrán satisfacer. Hagamos de la verdad y la honestidad una práctica, un hábito, una razón de vida, buenas costumbres ciudadanas y buena fe.

Se preguntan en ámbitos internacionales, confusos, cómo es que sectores antagonistas coinciden en un Maduro dictador y opresor, un gobierno violador de los derechos ciudadanos, e insisten en que no negociarán mientras existan presos y exiliados políticos, ni reconocerán la fraudulenta Constituyente cubana. No pueden apoyar a rivales ambivalentes que, tras presentarse como un frente amplio nacional, que de resistencia no tiene nada contra una dictadura dispuesta a todo abuso, se dedica a promover elecciones que agazapados negocian con el régimen acusado de arbitrario y delincuencial. Afortunadamente el soporte mundial no ha desmayado y está claro, a pesar de la aversión y desconfianza en los contendientes oficialistas, sus incoherencias y contrasentidos. 

Élites con influencia, pero sin representación legitima, reunidas en sociedades para delinquir, rechazan la realidad e invocan el chantaje, conduciendo directo a la tiniebla. Auspiciantes de piruetas repetidas, ideologías precarias y nada pulcras; no son guías, sino que profundizan la ignorancia, transformándose en adulones de la mediocridad. Con premeditación y alevosía promueven el olvido esposado al perdón hipócrita e injustificable de nauseabundos que destrozan al país, para proteger haberes malsanos colaborando con el hundimiento de la nación. Se impone sin duda, antes que sea tarde, desplazarlos.

La grandeza es difícil, complicada, de no serlo sólo llega a la insignificancia e irrelevancia. La una vez pujante alianza ha optado por existir en la minucia. Tan patético como si a Simón Bolívar, después de proclamar la independencia del poder español y la soberanía venezolana, se hubiera limitado al Ayuntamiento de aquella Caracas que tanto amaba. Quizás hubiera sido un buen alcalde, rico, caprichoso y más o menos ejecutivo, pero jamás estaría en la historia.

El diálogo, que ahora llaman “acuerdo”, tiene como misión retrasar. Palabreos calificados de confidenciales involucran el destino de millones que se consideran con derecho a comprometer. Durante el proceso de carantoñas, maniobras distraccioncitas, falsedades con sonrisas guasonas a lo largo de acomodos, necedades y egoísmos, Venezuela agoniza a punto de morir.

El castro madurismo lo ha perdido todo excepto el poder y las armas, tiene la fuerza que utiliza sin remordimiento. La oposición tiene ciudadanos, la descomposición y el descontento como factores de esperanza. Pero no basta. Evaporaron la credibilidad y malbarataron la confianza. Recuperarlas es vital, las autocracias no se basan en la veracidad sino en el bruto poderío.

La oposición debe transformarse en coraje, guerrera líder de la realidad, con la verdad por delante. Es tiempo de autenticidad, sinceridad y franqueza, hora de apelar a la inteligencia, al valor que los venezolanos han demostrado una y otra vez, momento de decir y explicar las cosas como son, no insultar a quienes están convencidos que decir la verdad es lo adecuado y correcto, ése es el deber y el reto de todo aspirante a dirigente opositor. No hacerlo les pinta en la frente la derrota política.

El régimen castrista se desploma, sigue siendo incapaz de dar bienestar, sus impericias afectan las mentes, estómagos y calidad de vida, con un país que se desmorona, la grandeza se escapa entre la pequeñez de las manos y el egoísmo que sólo entienden el miserable concepto del carguito como “ocupación de espacios”.

Al final, unos lo ocultan todo, cometen el peor de los pecados capitales, otros lo dicen todo, para ridiculizar, no para resolver. Venezuela se decepciona, cada día nos damos cuenta de que sólo contamos con nosotros mismos, y ése es el gran compromiso.

@ArmandoMartini