Carta de despedida a un valiente, por Armando Armas - Runrun
Carta de despedida a un valiente, por Armando Armas


Ayer nos tocó dar un ultimo adios a un joven ejemplar: Jesús Miguel Espinoza Huggins cariñosamente conocido como “Liderin”. Estas líneas son para expresar lo que pensé, pero no pude verbalizar en el cementerio.

Entre sollozos tomo aire y fuerzas. Aquí voy…

Fuiste un joven que como muchos estuvo al frente de una lucha que trasciende lo político; una verdadera cruzada entre el bien y el mal. Como pocos trasmitías confianza, entereza, seguridad y enfoque. Liderabas desde el frente y sabias liderar porque también supiste seguir.

No tenías tapujos para hablar con franqueza sin dejar de un lado tu ímpetu y ánimo combativo. Alguna que otra grosería se te escapaba por ahí, pero eras respetuoso con todo el mundo. La fuente de tu dignidad no estaba solo en tus convicciones, sino en tu trato para con los demás; eso denotaba una buena crianza.

Anécdotas contigo muchas. Recuerdo especialmente el día 27 de junio pasado, día en que Oscar Pérez sobrevoló Caracas en el helicóptero, hubo un asedio a la asamblea nacional y estabas ahí conmigo. Recuerdo que me dijiste: “si este es el día mi siento orgulloso de estar con uds hermanos. Vamos pa’ lante”. Y es que al igual que Cesita eras pa’ lante. Tuve presente tus palabras la semana siguiente cuando sobreviví a aquel intento de asesinato de un asedio que se convirtió en ataque aquel 5 de Julio del año pasado.

Luego, a los dos días del ataque al parlamento te hicieron preso junto con Homero y Josè Jesús Chacin en Lechería. Hice esfuerzos para ayudarlos, pero me pesa en el alma que no hayan sido suficientes. Me arrepiento de no haber dejado la lucha política alguno de esos fines de semana e ir a visitarte en la carcel de La Pica en Monagas.

Después salí del país a una gira internacional, entre otras cosas para abogar por ustedes y todos los presos políticos. A pesar de mis esfuerzos por ser útil, y de la colaboración y constancia de personas como Adriana Pichardo y del partido para la causa de su libertad, aún siento que pude haber hecho más.

Luego perdimos contacto por un tiempo. Difícil la comunicación directa, aunque nos comunicábamos a través de Gaby, una amiga en común. Tampoco fue suficiente.

Hace algunas semanas coincidimos y no pudimos conversar bien, no era lugar ni el momento adecuado. Cuando nos despedimos te di un abrazo y un beso en la cabeza. Te dije: “eres de los buenos” y quedamos pendientes de tener una conversación pronto.

En esa conversación que no se dió, quería decirte lo que hoy expreso en estas líneas. Además me hubiese gustado expresarte mi admiración por tu compromiso y mi agradecimiento por el trabajo que con ese maravilloso equipo de jóvenes lograron hacerme diputado. Pero sobretodo quería expresarte que me sentía orgulloso de ti y en deuda contigo.

Quizás hubiésemos debatido y discutido sobre posiciones políticas recientes, tanto mías como tuyas; pero eras reflexivo, compasivo y de buen verbo, y estoy convencido que al final, las diatribas políticas no hubiesen socavado el afecto personal y el respeto mutuo que nos profesábamos.

Hay muchas versiones sobre tu muerte, pero sea cual fuere la verdadera causa, a nadie le puede quedar dudas de que fuiste una víctima de este sistema macabro de dominación social que nos ataca sistemáticamente en la médula espinal de nuestro espíritu que es la fe y la esperanza de que las cosas pueden y van a cambiar para mejor. Y tú hermano; eras un motor de esperanza.

Tú muerte es un duro golpe para todos quienes los que te conocimos.

Fuiste noble, bondadoso y solidario. Aquel pleno de juventudes del partido se pudo organizar gracias al dinero que enviaste mientras estuviste trabajando fuera del país.

Amabas a Venezuela y luchaste por ella en todos los terrenos que consideraste justos.

Pero sobretodo fuiste VALIENTE, y no hay nada ni nadie que me pueda convencer de lo contrario.

Te fuiste y dejaste un enorme vacío. Quedé en deuda contigo hermano. No solo la deuda de los sentimientos no expresados, ni la deuda de las cosas no aclaradas. Mi mayor deuda contigo es la de lograr la libertad de Venezuela. Solo con la libertad podremos honrar tu vida, tu partida y tu memoria.

Como bien lo dijo despidiéndote ayer tu señora madre -de quien estoy seguro heredaste esa fuerza espiritual que te caracterizaba-

“cuando el mal gobierna al honor lo matan”.

En dictadura la mentira y la opacidad son la regla. Con el rescate de la libertad y la democracia estoy seguro que la verdad se abrirá camino y con ella la justicia.

Dios te bendiga Jesús Miguel. Hoy descansas junto a El en el sitial reservado solo para los grandes. Los valientes. Los héroes.