Padre, écheme su bendición… por Orlando Viera-Blanco
Padre, écheme su bendición… por Orlando Viera-Blanco

claudiocelli

 

“Dialogar no es conversar. Es demostrar sentido de redención, sumisión y señorío…” 

 

Padre estoy un poco confundido. Nos hemos dejado arrebatar nuestra identidad y con ello nuestros valores, nuestras costumbres, nuestras ciudades, nuestra historia, nuestro espíritu de celebración. Con el cuento de ‘la revolución’ y su apellido libertad, igualdad y fraternidad, al decir de Juan Donoso Cortés (Diputado español, 1847), se justificaron horrendas masacres, los más conspicuos comités de persecución y los más exquisitos privilegios del poder. Entre historietas sobre poder popular, soberanía e independencia, la autoridad terminó en pocos, la soberanía reside en el crimen (que si paga) y nuestra dependencia es a la militancia, la mecanización de la consciencia  y a una vergonzosa ideología de apartheid y división de clases.

Padre, hemos perdido el concepto de la belleza. Tanto la espiritual como la estilista y material. Desde nuestras estructuras, monumentos, calles, ornamentos, edificios y avenidas hasta nuestras plazas, iglesias, parques o teatros, son una montonera desfigurada, ‎descuidada, avejentada, sucia y peligrosa. Da gusto ver como Bogotá, Montevideo o Quito, que apenas hace dos décadas eran centros urbanos hostiles, peligrosos y vetustos, hoy lucen recuperadas con programas eficientes de restauración. Padre, el modelo comunista ha hecho de Caracas y BBAA-las dos grandes capitales de Suramérica-sendos mega basureros, donde ha emergido una nueva dinámica de encuentro: hurgar para comer. Lo “novedoso” son cultos a la beligerancia representada en mausoleos o bustos a Chávez, Kirchner y Marulanda. Propaganda pagana. ¿Me equivoco Padre?

Nos hemos dejado arrebatar el país, su gentilicio y la educación. Para un buen revolucionario guerrear por TV, decir improperios, amenazar o denigrar es un ‘acto de fe y de paz’. Ya ni los buenos días nos damos, porque antes nos encomendamos a Dios, para regresar con vida a casa. Vestir de paltó y corbata es propio de oligarcas y «pelucones». Hablar con buen verbo o defender las ideas-con respeto y pluralismo-es de imperialistas o patiquines. El comunista Padre, se viste de traje de campaña, ataviado de armas y odas al gendarme. ¿Me equivoco padre?

El sagrado diálogo, por supuesto que esta herramienta propia de quienes cabalgan los caminos de la razón. Es práctica normal del demócrata o buen feligrés. Pero nuestro modelo de poder Padre, ‎es sub-normal, subterráneo y subyugante. El revolucionario no dialoga sino que pega lecos, impone, intimida y ofende.  Menos escucha. Esto Padre lo saben muy bien Uds. los Jesuitas, devotos de la  fenomenología del espíritu de vocación colectivista, ética  y pobrecitista. Premisas que se riñen con las del viejo Marx. Es decir, para un comunero de pensamiento proletario, el espíritu de la ley y de Dios, son un instrumento de dominación, que hay que resistir y destruir. Para el comunista la religión Padre, es un sacrilegio que le desplaza de las masas y la razón (la platónica o republicana), una lógica perversa que privilegia elites que someten al pueblo. Los curas al decir de ellos, son “diablos con sotana”… ¿Lo recuerda padre?. Por argumento en contra, el socialista es ateo, sin fe y sin misericordia.  El padre, hijo y espíritu santo del comunista, es la lucha de clases y el fundamentalismo. Para ellos no existen postulados nobles como la prudencia del Aquinate, la nobleza de Santo Tomas, la humildad de San Agustín o el pluralismo de Lutero.  El comunista Padre, sólo obedece al comité, al claustro, al partido, al pelotón, en fin, el politburó o al partkom.  ¿Me equivoco Padre?

Nos hemos dejado despojar por nuestra indiferencia y complicidad. Es el fenómeno del «burro que tira del monte» (la desagregación social denunciada por Ruth Capriles), que nos fragmenta. En medio de esta resaca padre, nos invitan a ‘dialogar’ y nos piden propósito de enmienda. Caramba. Soy católico padre, ¿pero acaso debo ser ciego? Pretender un diálogo no es conversar. Es demostrar sentido de redención, sumisión y señorío. ¿Quién lo exhibe cuando se mofan de la miseria del sometido? (dixit estaba en el odontólogo). Para un comunista es hermoso llamar a otro drogadicto u homosexual; mantener la ciudad oscura, criminosa y fea; jugar con la libertad del inocente, deleitarse del terror o destilar su desprecio por quien lee la Biblia. ¿Me equivoco padre?…Pero si para conservar el poder el comunista debe vestir de levita, pedir la bendición o rezar tres padres nuestros, jamás dejará  de hacerlo porque su dignidad es del tamaño ‎de sus egos. Eso lo sabe bien el Papa Negro…. ¿Cierto padre?

En conclusión, todos tenemos mucha culpa de habernos dejado arrebatar nuestra fe en nosotros mismos. Eso no quiere decir que estamos a tiempo de recuperarla. Una buena manera de entender el diálogo promovido por Ud. Padre, es tener claro que la MUD (no el gobierno), lo intenta como un acto de decencia, obediente y de introspección ciudadana, muy propio de los venezolanos educados. Pero no perdamos el foco. Históricamente los comunistas exhiben otros estilos: Jerarquía,  loa y hoz. “Patria”, socialismo o muerte. Y le confieso padre, no  me equivoco.. No son de palabra. A todo evento le pido, écheme la bendición…!y que Dios nos agarre confesados!

 

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