Cómo Sobrevivir el Día de la Paz siendo un Ejecutivo
El 21 de septiembre se celebra el Día Internacional de la Paz. Siempre había tenido la impresión de que ese día se observaba el 01 de enero. Luego del atragantamiento de uvas y empuje de copas de champañas la noche anterior, el mundo no está como para levantarse de sus camas a pegarse tiros. Pero según una resolución de la Asamblea General de la ONU aprobada en el 2001, la fecha es en septiembre, quedando el 01 de enero para conmemorar el Día Internacional del Ratón.
Eso tiene más sentido, la verdad. Por un día de “cesación del fuego y la no violencia” como dice la resolución no se descansa, se trabaja. Ahora, a menos que uno de nosotros sea el coronel de una guerrilla paralela, lo cierto es que ninguno está al frente de un campo de batalla en estos momentos. Nuestro único enemigo hostil es el termostato del aire acondicionado de la oficina. Cabe preguntarse entonces, ¿cómo podemos contribuir a la paz mundial siendo ejecutivos?
La “cesación del fuego” es fácil. Si nadie prende un yesquero por un día, logramos la paz. Pero entonces correríamos el riesgo de poner en aprietos a los cumpleañeros del día. Alentar a una niña de siete años a soplar velas que no están prendidas para conmemorar la paz, es como decirle a Linda Blair que vaya a la poceta a vomitar. Para dejar a todo el mundo contento se permiten yesqueros pero únicamente con fines celebratorios.
Lograr la “no violencia” es más difícil. Para un ejecutivo es muy fácil escribir “Feliz Día Internacional de la Paz” en Twitter por la mañana. Pero la experiencia con el tráfico, el hampa y el jefe egoísta de los otros 364 días del año nos ha dicho que otra cosa muy distinta son los tweets de desesperación a lo largo de la jornada. Y es más factible tocarle corneta al que confundió en agenda “Día de Comerse el Hombrillo” que hacerle la señal de la paz, porque todos sabemos que seremos correspondidos con una muy bella pintada de paloma.
Por ello, acciones individuales como depositar algo más que el cambio en cualquier buzón de organización benéfica a la salida del súper mercado sirve. Dejar el periódico en buen estado para que otra persona lo lea, bajar la tapa de la poceta para que la esposa no se ponga toda Comandante Fosforito o decir “buenas” en el ascensor más duro que de costumbre, son cosas que todos podemos hacer por un día. Lo otro es ir vestidos a lo Gandhi con sábana blanca a la oficina, pero ese sí es un traje casual que no se puede explicar con sinceridad.
No ganaremos absolutamente nada haciéndolo. Pero para un ejecutivo que no tiene tiempo ni para la paz, el no robarse el bolígrafo de la recepción es algo. Si no, siempre queda la caución a los promiscuos para que dejen la paloma en paz solamente por ese día. La sobrepoblación es un tema que inquieta y que francamente no necesitamos en estos tiempos de escasez. Es fácil lograr la paz. Solo es cuestión de darle una oportunidad. Así sea en corbata.
Toto Aguerrevere – @totoaguerrevere