Cuentos chinos por Francisco J. Quevedo
Cuentos chinos por Francisco J. Quevedo

Bolívares-

 

El lunes 19, los anuncios que en materia económica debían acompañar el aumento salarial quedaron como “un anuncio que se anunciará”, en algún momento, esperemos. Pero, casualmente, es lo que no se anuncia lo que preocupa.

El aumento salarial es insuficiente, ante una inflación que este trimestre debe rondar sobre el 260% y que debería cerrar el año cerca del 187%, y lo que es peor, le echará más leña al fuego, al afectar los costos de la pequeña y mediana empresa y agravar el círculo vicioso que crean el INPC y el dólar paralelo. Esto, por supuesto, no se anuncia. Esperen que los asalariados salgan a hacer sus compras navideñas a ver hasta dónde les alcanza el sueldito.

Eso “por ahí”, como dijo Maduro. ¿Pero, qué hay de las medidas tendientes a estabilizar los precios y la economía que va en picada? Estamos raspando la olla para pagarle a la banca. Si Venezuela paga los vencimientos de la deuda que se le avecinan, las Reservas Internacionales podrían caer a unos US$ 10 millardos, cuatro lochas, cosa que dada la expansión de la Liquidez Monetaria llevarían el cambio implícito que de alguna u otra manera ha marcado la tasa Simadi, sobre los Bs. 300, empujando naturalmente el mercado paralelo hacia arriba, hacia los Bs. 1.000 por dólar, estemos claros, eso es un millón de bolívares viejos por cada billetico verde. ¡Una pelusa! Esto no se anuncia.

La deuda venezolana que podría estimarse cercana a los US$ 300 millardos, si proyectamos un informe presentado para el 2014 por Asdrúbal Oliveros y Gabriel Villamizar, y publicado por Prodavinci. Si seguimos como vamos, este mono sería diez veces más que los ingresos de PDVSA y treinta veces más que el patrimonio fiscal expresado en las Reservas Internacionales. ¡Y esos no son cuentos chinos! Pero esto tampoco se anuncia.

Nuestros ingresos no dan para sostener las importaciones que han retrocedido 50% según Consecomercio, pero seguimos repartiendo real como si lo tuviéramos. En Antigua y Barbuda compramos el 25% de una empresa petrolera que no tiene petróleo y comprometimos inversiones en un complejo hotelero. Es decir, dejamos de comer para pagarle a Wall Street, literalmente, seguimos regalando los reales, y creemos que con rogarle a China por unos cobres más podremos cerrar la brecha, o al menos lanzar productos chinos a la calle, carros y electrodomésticos, con los cuales comprometer el apoyo militar y amarrar el voto duro. Y esto si se anunciaría con bombos y platillos antes del 6-D.

Y como todos nos ven la cara de pendejos, los chinos nos prestan, nos cobran intereses y se dan el vuelto. China usa sus monumentales reservas, de US$ 355 millardos, casi del tamaño del PIB venezolano, para financiar sus propias exportaciones y amarrar contratos de construcción. Que el Gobierno los ejecute no le importa, mientras cobre. Según el China Global Investment Tracker, nos tiene debiendo US$ 23,7 millardos que ya están importados y que a la vez comprometen la producción de PDVSA a futuro. El negocio redondo.

Cuentos y cuentas chinas, pues…

@qppasociados