Entre sueños y pesadillas: Encuentro de revolucionarios por Armando Martini Pietri
Entre sueños y pesadillas: Encuentro de revolucionarios por Armando Martini Pietri

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Cada quien en su momento. Cada uno en su época. Ambos fueron revolucionarios, negarlo es negar la historia y sus trayectorias. Sería mezquino y hasta miserable. Uno falleció sin poner en práctica su pensamiento revolucionario y el otro murió antes de ver las consecuencias de la implementación de su revolución.

En algún lugar de la inmensa imaginación y la fantasía se encuentran dos personajes un civil y un militar que dieron mucho de qué hablar, admirados, odiados, sin duda polémicos y muy controversiales, a cada uno lo caracterizó su manera particular de percibir la vida. Ambos bendecidos por virtudes histriónicas, amaron profundamente a su patria, los dos, cada uno en su vida y como parte de ella fueron un verdadero fenómeno de la comunicación, ambos de origen humilde, uno de la ciudad el otro de la Venezuela profunda, fueron creativos, transmitían confianza y se hicieron entender; supieron comunicar llegando a todos los estratos sociales y niveles económicos, lograron el reconocimiento público y en eso triunfaron claramente.

Renaldo José Ottolina Pintonacio nació en Valencia, Venezuela, el 11 de diciembre de 1928, conocido como Renny Ottolina, fue un periodista, narrador, animador de programas de televisión y radio, publicista, corredor de autos de carrera y político venezolano. Hijo del emigrante italiano, Francisco «Pancho» Ottolina y de Ana Mercedes Pinto quien murió cuando él era aun muy pequeño. Su infancia transcurrió en Caracas a donde se mudó junto con su abuela. Coincidencias de la vida, estudió con el futuro periodista, intelectual y escritor Carlos Rangel. Luego, en el internado Colegio Salesiano San José de los Teques, se escapó en una ocasión con su amigo Francisco Álvarez. Sólo un detalle anecdótico, el San José de Los Teques no era un colegio fácil, allá fueron a parar muchos estudiantes conflictivos, y de él salieron muchos venezolanos de primer orden.

El  11 de diciembre se celebra en Venezuela el Día Nacional del Locutor, efeméride que recuerda  en el calendario el nacimiento de la figura más influyente de los medios de comunicación del país desde mediados del siglo XX, un locutor que convirtió el espacio radial y televisivo en el escenario de una nación que, por intermedio de su voz, de su talento perceptivo y trabajador, y la de muchos de sus destacados colegas que desarrollaron carreras extraordinarias, tejía su propia existencia a través de la expresión en aquellos medios de comunicación que les permitían escucharse a sí mismos y al país que ellos nos fueron revelando, logrando lo que ninguna otra gesta civil o militar: la real integración de la identidad del venezolano.

Hugo Chávez, con su fuerte voz característica y embutido en su atuendo militar favorito, irrumpe en el ambiente con tono de buen humor y un recio “¿Cómo estas Renny?”. Sin vacilar, el que ha sido y sigue siendo calificado como el número 1 de la televisión contestó con el dominio de sí mismo, la simpatía y el carisma que fueron y son parte de él: “por aquí bastante bien”, hace una brevísima pausa, “pero muy preocupado por mi país”.

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El comandante, en un acto único e inesperado de reflexión confiesa: “¿cómo no preocuparse? Ciertamente lo que sucede en nuestra patria no es para nada grato. Nuestro pueblo sufre y padece calamidades, la patria anda sin rumbo.”

Ottolina no ha perdido su ímpetu ni su visión profunda y señala: “sorprendente y absurdo que todavía hoy, existan los mismos vicios de siempre. Tú que te erigiste revolucionario y ahora los herederos que escogiste, continúan con la hemorragia contra el erario público, burocracia desbordada, gasto excesivo y sin límite, el partidismo odioso, la corrupción indecente, grosera y tantos males que agobian al pueblo”. Y agrega, duro: “la historia de siempre con otro color”.

Se ha planteado un debate y Chávez no lo rehúye: “la verdad, debo confesarte que no lo logré me falto tiempo y lo peor es que estoy convencido que quienes me sucedieron tampoco lo lograrán, no será por falta de tiempo sino de cabeza, esos males existen –están allí- y esconderlos es una torpeza además de una estupidez”.

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Hacen un paréntesis ambos y reflexionan. Son hombres de pasión, de fuerza, pero han sido también mentes que piensan, que analizan, que se fijan en cada detalle aunque a veces parezca que no.

Renny señala: “a ti te consumió el cáncer que no te esperabas, y a mí me destrozó la vida un accidente aéreo. Tú te fuiste solo y dejaste un desastre. Yo me fui acompañado por amigos venezolanos leales y de trabajo, Carlos Olavarría, Ciro Medina, Luis Duque y César Oropeza un 16 de marzo de 1978, y dejé una esperanza, un hermoso recuerdo y legado para mi país. Tu sólo dejaste a quienes te aprovecharon pero no te entendieron y después ni siquiera tienen ideas básicas para hacer ajustes inevitables. ¿Fue eso lo que les enseñaste, a escapar e ignorar los problemas, a tener vacíos los cerebros?”.

Chávez se va por la tangente y pregunta, curioso: “¿Cómo fue lo del accidente aéreo?”

Ottolina le aplica la misma receta y sin vacilar contesta: “te voy a decir lo que piensa la gente pues los rumores no se hicieron esperar. Muchos afirmaron que debido a la alta popularidad que ganaba como figura política, sumado a mi trayectoria en los medios de comunicación que conocía, dominaba y manejaba mejor que nadie, muchos consideraron que el accidente fue provocado.”

“¿Pero qué piensas tu?”, insistió el comandante

“El cliente siempre tiene la razón”, ironiza Renny con esa sonrisita tan suya.

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No se detiene y retoma la conversación: “los venezolanos somos en gran mayoría, gente amable, afable, honesta, decente, con principios y valores éticos y morales. Pero es que algunos de la clase política y sus anexos están dañados y son unos malandros. Los había en mi época y los hubo en la tuya y parece que hoy, son minoría pero entorpecen como si fueran mayoría.” Y agrega: “como siempre dije: Venezuela con todo su hierro y todo su petróleo, nunca valdrá más que sus habitantes.”

El comandante Presidente evade el tema y pregunta: “¿cómo es eso de que te decían el numero uno?”

“Así me calificaron”, indicó Renny, “fue cosa de periodistas y la gente lo  adoptó porque fue lo que siempre me propuse ser; sigo siendo el numero uno y llegué a serlo por mi esfuerzo, no por un carné” y asegura: “No fue el Gobierno, ni un partido el que decidió si yo servía en televisión, lo decidió el país juzgando mi trabajo, me lo gané con esfuerzo, constancia y mucho trabajo”.

Renny no deja pasar la oportunidad y va directo al punto: “¿y ti quien te eligió comandante supremo y eterno?

Chávez no se deja presionar, responde de inmediato y con firmeza: “el pueblo, los excluidos, los pobres, la gran mayoría de los venezolanos que estaban hartos de que los engañaran, los utilizaran y después los abandonaran”

Renny, que tiene buena memoria y estudia, siempre sabe de qué habla y por eso es irreverente, polémico, de personalidad compleja, le pone un dedo mental en el pecho al militar: “eso no es del todo verdad, Chávez, siempre has tenido en contra un 40% histórico que te adversó y aun lo hace. La clase media no te quiso ni te quiere, y los que llamas oligarcas tampoco, a quienes por cierto, insultabas y ofendías a diario y lo continúan haciendo con terquedad tus beneficiarios” y remata: “en cambio a mi me reconocieron todos los niveles sociales y económicos nadie se excluyó ni yo excluí a nadie, hasta algunos a los cuales yo les molestaba, me respetaron, no les gustaba pero me reconocieron como el número uno” y concluye con una de sus frases: “Hipócrita es decir amo a la patria y tengamos paz cuando odias y descalificas diariamente a personas con otra ideología política distinta a la tuya y que son de tu país”

Chávez no se siente segundo de nadie, es también un entrepeneur, un líder y un jefe, lo sabe: “cuando llegamos al poder en 1999, el estado estaba corroído, podrido y la oligarquía controlaba todo. Ahora con la revolución del estado socialista controlamos lo que le hace daño a la población más pobre”

Ottolina le responde: “Cuando estemos en manos del Estado habremos perdido la libertad de competencia, de escogencia, y el paso siguiente es perder la libertad de expresión, en eso sí lograste algo; como es lógico pensar por cuanto ningún gobierno en su sano juicio va a permitir que se use un medio por él directamente controlado para que se le hagan críticas que podrían ser acerbas si así lo ameritase la situación de tal gobierno”. Y apunta con cierta amargura: “¿te acuerdas quién me aplicó a mi esa censura? ¡Los mismos medios a los cuales tu después les pusiste la mano en el cuello!, ¿irónico, verdad?”

Chávez tiene curiosidad, quiere aclarar los primeros pasos políticos de Renny Ottolina y se desvía por ese lado: “¿cómo te iniciaste en la política?”

El número uno responde con melancolía y añoranza: “En 1977 organicé mi propio movimiento político llamado el Movimiento de Integridad Nacional (MIN) con miras a las elecciones del año 1978. Mi campaña se basó principalmente, en leer pensamientos de Simón Bolívar los cuales desglosaba para dar a conocer los ideales del Padre de la Patria. Utilice la televisión para crear conciencia para cuidar al país y amar los ideales del Libertador.” Y agrega con sarcasmo e ironía: “lo que tú después te copiaste pero falseaste, tergiversaste y deformaste para tu revolución bolivariana”. Se detiene un instante, “toma nota del nombre de ese partido que ahora no es mío. ´Movimiento de Integridad´, ¿entiendes la razón de ese nombre que indicaba desde el principio en que estábamos pensando, cual era la Venezuela que queríamos construir?

Renny memoriza y sigue, insistente: “sentí, siento y sentiré siempre un amor especial por Venezuela y por eso me dedique a presentar “micros” de información y concientización para enseñar a ser mejores ciudadanos. En mi último programa, “Venezuela despierta”, hicimos un llamado contundente y mordaz ante la corrupción administrativa y las falacias de los políticos, que desangraban al país malgastando el tesoro nacional.” Hace una pausa, se ríe a carcajadas y en tono de burla: “Hasta ese día cuando me picó el aguijón de la política me llovieron las condecoraciones, reconocimientos y premios nacionales e internacionales.”

Y de repente se acuerda y expresa con amargura: “por cierto tus herederos se apropiaron indebidamente de mi partido para confundir a los votantes con el lema de la ´unidad´, ésa es una demostración de que no las tienen todas consigo y van a perder las elecciones”.

El comandante contesta parco y escueto: “como sabes en el amor como en la guerra se vale todo, y en la política también”

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Chávez no parece tener muchas ganas de hablar de política, se siente curioso por un personaje con el cual nunca coincidió; siempre hay la posibilidad de que si Ottolina no hubiera muerto, ¿habría llegado él mismo donde llegó, habría hecho todo lo que hizo? Entonces piensa en una coincidencia entre ambos: “¿Renny, tu igual que yo no tuvimos la fortuna de una vida marital estable, verdad?”

Lo admite Ottolina: “muy cierto, el 25 de agosto de 1953 contraje matrimonio con Renée Lozada con quien tuve tres hijas, Rhona, Ryna y Rena; y un hijo varón, Ronny, que murió después. Me divorcie en 1971. Nunca me volví a casar”.

Pero Ottolina sigue pendiente de Venezuela, regresa a lo político, a la realidad sobre la cual comenzaron a hablar y le señala al comandante: “Oye, Chávez, ¿qué te parece que hace unos días la Corte Interamericana de Derechos Humanos sentenció contra Venezuela y a favor de Radio Caracas Televisión RCTV, tienen que restablecer la concesión que tu les negaste, ¿qué crees que van a hacer los usufructuarios tuyos?”

Chávez se pone serio, contesta con firmeza y molestia a la vez: “si yo estuviera al mando no le pararía a ninguna corte porque esos están vendidos y están dominados por la burguesía internacional. Además la concesión se venció y es potestad del estado concederla o renovarla y nosotros decidimos no hacerlo.”

Se muestra de repente preocupado y señala: “Por cierto, Renny ¿has visto últimamente encuestas de opinión donde los independientes son mayoría?

Con satisfacción y el pecho hinchado Ottolina contesta con un lema de su partido aún vigente: “Los independientes estamos claros”

Hay una especie de bruma, como la calina caraqueña de las mañanas. Ottolina se lleva el dedo a los lentes, los ajusta, ya no ve a Chávez. Y reflexiona: “El país es medible. La patria es del tamaño del corazón de quien la quiere. Y justo ahora faltan muchos más para querer a esta Venezuela nuestra”.

Al despedir cada día el Show de Renny decía: “Los quiero mucho”

@ArmandoMartini