Maduro, las parlamentarias y su narrativa heroica por Andrés Volpe
Maduro, las parlamentarias y su narrativa heroica por Andrés Volpe

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No pasó ni un solo día, una vez anunciadas las fechas de las elecciones parlamentarias, para que Nicolás Maduro nos recordara que él es el representante de la dictadura chavista que ha destruido al país. En lo que pretendía ser una demostración de poder, el dictador alzó la voz con intenciones de transmitir su furia frente al “supuesto negado, negadísimo, anulado y rechazado” de que la oposición “tomara” la mayoría en la Asamblea Nacional. Él dejó claro que si el chavismo pierde las elecciones, saldrá a la calle de cuerpo entero a defender unos presuntos derechos sociales que pueden reducirse a, por una imposición evidente de la realidad, continuar haciendo las colas de la miseria para comprar alimentos escasos.

Ahora bien, ¿saldría Maduro a la calle para defender la revolución? La reacción eufórica de los que estuvieron presentes cuando daba su discurso parece señalar que así lo creen algunos, pero nunca se ha visto a ningún dictador pelear en las calles junto a los “procesos de confrontación social de calle” y mucho menos lo haría él, incluso cuando al parecer siempre está listo para la acción con su mono de deporte. Por el contrario, Nicolás Maduro se limitaría, como el imaginario popular también ha retratado a Nerón, a ver desde la distancia al país arder por culpa de sus discursos de odio y deshumanización del otro.

No obstante, ya es un lugar común que Maduro, estudiante y heredero fiel de Hugo Chávez, utilice la narrativa heroica para azuzar a sus seguidores. El desafío al establishment y a todas sus reglas en pleno discurso resulta un leitmotiv en el chavismo, así como el aseguramiento de la revolución por medio del uso de la fuerza, personificada en la figura de un supuesto héroe dispuesto a sacrificarse por un concepto trastornado de bien común y de reivindicación social. Nicolás Maduro pretende hacerse a sí mismo el héroe de la revolución al enmarcar las elecciones parlamentarias como un combate contra el mal haciendo uso de una narrativa heroica que le permita presentar a la oposición como un ente depredador, como el enemigo malvado. Así lo dijo en su discurso cuando expresa que si llegase a caer la Asamblea Nacional en las manos de la MUD se desataría un caos que él lideraría, porque el pueblo, supuestamente, luchará en las calles junto a él, ya que, también supuestamente, el pueblo no se va a entregar y no se dejará quitar los derechos sociales que el chavismo le ha dado. Habría que preguntar de nuevo, ¿cuáles derechos sociales?

 Este discurso es una modificación triste de la narrativa de la supuesta guerra económica que se viene utilizando para evitar confrontar la grave realidad de la crisis económica que viene disminuyendo la calidad de vida del venezolano y la ineptitud de los chavistas para solucionarla. ¿Pretende Maduro que este discurso sea efectivo para garantizarle un aumento en su apoyo popular? ¿Pueden seguirse reciclando los discursos que no obedecen a las necesidades reales del presente venezolano? Todos los discursos chavistas tienen como punto de origen la cuarta república, aquella que ahora brilla gozosamente cuando se compara con la infame quinta república chavista. El verbo se les extingue.

Tomando en cuenta estas consideraciones, poco puede celebrarse como victoria política que el Consejo Nacional Electoral haya anunciado las fechas de las elecciones parlamentarias. Nicolás Maduro hace tiempo ha renunciado al discurso democrático, aquel que hubiese asumido el reto de ganar las elecciones parlamentarias de una manera legítima, presentando la situación por su propia naturaleza, la de una competencia política y de ideas enmarcada dentro del Estado de Derecho. El dictador manejará el tema electoral como un dictador, por lo que la oposición y la sociedad civil organizada deben exigir que las condiciones para evitar violaciones y trampas en las elecciones se den y sean garantizadas por árbitros internacionales legítimos.

Pensar que la dictadura actuará democráticamente frente a los resultados de las elecciones es engañarse profundamente, por lo que asegurar que el voto es suficiente para garantizar el cambio en el país es prometer algo que se sabe es una mentira cruel, aun cuando se quiera motivar la participación ciudadana y la esperanza dentro de la oposición.

 

@andresvolpe