18F: Valdrá la pena por Darío Eduardo Ramírez
18F: Valdrá la pena por Darío Eduardo Ramírez

#18F2014

 

Hoy me tomaré el atrevimiento de escribir más que un artículo de opinión, una crónica de lo que viví hace exactamente un año: El 18 de febrero de 2014. Recuerdo que estaba “enconchado”, pues el día anterior me habían tratado de detener en la sede de Voluntad Popular y tuve la dicha de presenciar un milagro, el haber sido salvado por la misma gente alrededor del Centro Plaza, en Altamira, que me quitó de las manos de los esbirros del régimen. Pues estaba enconchado y todo el equipo con quien he trabajado los últimos años en el municipio Sucre, me decía que no debía salir ese día, que no era seguro, que habría muchos militares y que seguramente buscarían venganza por lo sucedido el día anterior. Mi testarudez y mi certeza de que sería un día histórico, pudo más que los consejos de mis compañeros, me puse mi franela blanca y nos fuimos todos hasta Chacaíto.

Al llegar al lugar lo confirmé: vivíamos un momento histórico. Más de un millón de personas estábamos en los alrededores de Chacaíto, la gente se desbordaba por las calles. Recuerdo preguntar desde dónde hablaría Leopoldo, ese mar de gente necesitaba oírlo, buscaban una línea, algo que les diera la certeza de que este sacrificio valía la pena. Todos necesitábamos oírlo. El régimen lo sabía y por eso secuestró todo el material (tarimas y sonido) que habían instalado a las 5:00 am, solo quedaba un camión, el de Maraco, desde ahí tendría que hablar.

Teníamos una logística que consistía en hacer una cadena humana por la que pasaría Leopoldo junto con su familia, nada de eso sucedió, la gente no lo permitió, todos querían salvarlo, muchos querían frenarlo, sentían que si él se entregaba entonces la lucha perdía sentido. Llegó el momento, allí con José Martí de fondo, dijo esas palabras que aún retumban en la cabeza del ilegítimo: “Si mi encarcelamiento infame vale para el despertar de un pueblo (…) valdrá la pena”. Así le dio sentido, así desenmascaró a un régimen que se transformaba en dictadura, así demostró cuánto se debe arriesgar por la libertad de un país. No existen dudas de su inocencia y hasta hoy muchos se preguntan si fue lo correcto, pero se ha transformado en el símbolo que desenmascara a la dictadura, él, junto a todos los presos políticos, a los estudiantes, ellos son la realidad que les estorba a los narcotraficantes que hoy destrozan el país.

Después vinieron los momentos más duros, presencié cómo la gente arrancó la puerta de la tanqueta en la que lo iban a trasladar, cómo se abalanzaban sobre los cauchos buscando frenar esas camionetas, no querían que se lo llevaran, no querían perder esa esperanza. Luego de horas (durante las cuales me vi cara a cara con quienes el día anterior trataron de capturarme) y muchas vueltas en círculo, terminamos en la base aérea de La Carlota. A mí, por designios de Dios, me tocó estar allí hasta el último momento, recuerdo abrir la puerta y ver a Leopoldo que me dijo “vienen momentos más difíciles hermano, fuerza y fe”. Me llevaron a una esquina de ese hangar, recuerdo que mientras caminaba, veía a lo lejos miles de franelas blancas, mares de paz y esperanza mientras una voz militar, un general, mandaba a todos los soldados a voltearse, nadie podía ver lo que iba a suceder, como si de antemano les diera vergüenza lo que tenían que hacer.

Minutos después llegaron 3 camionetas Four Runner blancas, una tras otra, se estacionaron y de una de ellas se bajó Diosdado Cabello, al mejor estilo de un capo. Cuando se vieron frente a frente, Leopoldo le dijo “Hoy tú me llevas preso a mí, pero luego yo veré cómo una justicia verdadera se hace cargo de ti y de todos los que han destrozado este país”. Con el cinismo que lo caracteriza, Diosdado solo se rió y continuó con lo que debía hacer, se retiraron hasta unos helicópteros y esa fue la última vez que pude ver a Leopoldo.

Luego vinieron meses de muchas más protestas, de muertes, de encarcelamientos, de reproches, de diálogos, de persecución y de amedrentamiento. Hoy hay otros que, al igual que Leopoldo, siguen tras las rejas de manera injusta, y cada día se le suman más, cualquiera que esté haciendo algo para mejorar o ayudar a Venezuela debe ser “aniquilado” por el régimen.

Pero un año después de haber vivido cada uno de esos momentos, estoy más que convencido de que ha valido la pena. Hoy, mientras la vida de millones ha cambiado, estoy seguro de que lo que hicimos es lo que debíamos hacer, de que sí estamos del lado correcto de la historia, de que a pesar del dolor que ha representado para tantos el haber luchado, el ser perseguido por estos malandros que a toda luz han destrozado nuestro patrimonio, es un honor. El no ser considerados personas que se sientan con asesinos y corruptos y que asumamos la cárcel o el exilio, es símbolo de grandeza, de esa grandeza que logra despertar a un pueblo, de esa grandeza que día a día lucha desde su trinchera por construir La Mejor Venezuela.

Aunque haya quienes crean que el pueblo no despertó, que se quedó adormecido haciendo colas por un paquete de azúcar o por un litro de detergente, que no le importa nada más, yo sé bien que en cada calle, en cada escalera, en cada ventana, existe una persona que no tiene miedo, que no dejará que le arrebaten el país, que no permitirá que se les vaya de las manos, porque la nacionalidad uno no la regala, porque donde uno nació es siempre el hogar, ningún otro. Hoy hay miles de millones que han despertado y que solo necesitan una voz que los organice, que les indique la ruta constitucional para acabar con este desastre para lograr ese sueño, esa Mejor Venezuela.

No me arrepiento, ni por un segundo, de todo lo que he hecho y lo volvería hacer, no cambiaría mi discurso jamás, pues mis palabras son el reflejo de mi convicción por un país distinto para todos, no dejaría mi vocación de lucha por nada. Gracias a Leopoldo, a Daniel, a Rosmit, a Vecchio, a Rivero, al gato, a Resplandor, a Carrero y a todos los que hoy le han demostrado a Venezuela que hay quien la ama y quien la llora y la pelea, que no hay tumba que nos pueda silenciar. ¡Que hoy más que nunca el cambio es urgente, es real y sucederá! ¡Fuerza y fe! ¡Constancia y convicción!

 

 

@darioramirez

Concejal del Municipio Sucre, Estado Miranda.

Coordinador Juvenil Nacional (E) de Voluntad Popular