El gobierno espera que un milagro de San Hugo lo salve del 8-D
Cuando se analiza el panorama que con atajos, pero implacablemente, nos conduce a las elecciones para alcaldes del 8-D, sorprende el poco interés que está demostrando el gobierno para que una mayoría de candidatos oficialistas se alce con las alcaldías del país. Desánimo que tendría sus causas en que Maduro decidió que, con alcaldes o sin alcaldes, continuará siendo el presidente del país, o que cuenta con un CNE complaciente que, si bien no va a decir que el gobierno arrasó, dirá que perdió pero sin que ello signifique que el control del país saldrá del “hombre de Miraflores”.
Hay otra razón, teoría o apuesta para que la revolución no pierda la confianza que su triunfo en las municipales será abrumador, y es el factor “San Hugo” Chávez, pues si como dicen a menudo “Maduro y sus revolucionarios”, el teniente coronel no murió, sino que accedió a un estado de santificación para seguir ayudando a los de abajo desde arriba, entonces es posible que el oficialismo gane, pero no por el esfuerzo de sus militantes, ni porque doña Tibisay Lucena hizo su (como siempre), sino porque un ejército celestial se movió para arreglar cuentas con la derecha.
Desvarío que no deja de perturbarme con intuirlo, pero que no es recomendable descartar, puesto que ya el ministro Andrés Izarra dijo que Chávez regresaría a comer hallacas el 24 de diciembre, y Maduro acaba de constituirlo en profeta y semidiós creador de una nueva religión cuyos primeros templos y monumentos empezaremos a ver desde el próximo año.
Por Manuel Malaver / El Diario de Caracas
