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Papelón central por Francisco Ibarra Bravo

Zea
Hace 11 años

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La entrega de las cifras de inflación fue retrasada al máximo. No es la primera vez que esto ocurre y ya empieza a generar cierto ruido. Cuando hace un año las cifras de inflación eran motivo de euforia en el gabinete económico, ruedas de prensa incluidas, la información era presentada cuanto antes. Ahora que el venezolano ha podido sentir y entender que el cuento de la reducción de la inflación ha resultado ser una broma cruel, las cifras vienen con retraso y además acompañadas de un análisis que dejaría a Cantinflas en pañales. La escasa credibilidad que aún le queda al BCV corre el riesgo de terminar de evaporarse en manos de su actual presidente.

La inflación del mes de agosto fue 3%. Es la mayor inflación registrada para ese mes desde 1997 y va en línea con lo que ha ocurrido durante la mayor parte del año. El gobierno, porque ya no hay manera de diferenciar el BCV de un ministerio, nos ha vendido la fábula de que ese 3% representa una desaceleración en la inflación. El argumento es similar al que emplearon en el mes de julio. Al comparar la inflación entre meses consecutivos, la tasa de variación de los precios disminuyó. Lo curioso del argumento es la asimetría. Cuando la inflación intermensual aumenta, se debe a motivos puntuales y estacionales, nunca a una tendencia. Cuando la variación es negativa entonces podemos lanzar campanas al vuelo, y descaradamente mentirle a los venezolanos detrás de una argucia matemática que no resiste el menor análisis. No se pueden comparar las variaciones entre meses consecutivos de inflación porque sencillamente existe una marcada estacionalidad en las cifras. Esto quiere decir que hay meses que tradicionalmente muestran una inflación más baja que el resto,  agosto es uno de ellos.  Sencillamente es incorrecto hacerlo y las conclusiones que se desprenden de tan mediocre análisis no ayudan en nada a entender el problema y mucho menos a resolverlo.

Cuando existe estacionalidad en las series de tiempo por lo general las agencias de estadística producen y publican series desestacionalizadas. Estas series buscan filtrar el efecto estacional y entregar una cifra más acorde con la tendencia. El BCV no publica series desestacionalizadas de inflación. Tampoco es que esto sea absolutamente necesario. El indicador de referencia de la variación del índice de precios es comprar el mes en cuestión contra el mismo mes del año anterior. Esta variación nos da una  mejor idea, tanto de la magnitud como de la tendencia de la inflación. En Venezuela la inflación anualizada del mes de agosto fue 45,4% y superó el 42,6% del mes de julio. En pocas palabras, la inflación ha continuado aumentando y continuará haciéndolo en los próximos meses.

El análisis que ha emitido el BCV en sus comunicados y a través de las declaraciones de su presidente solo deja lugar a dos explicaciones. La primera es que el presidente del BCV realmente no entienda que existen factores estacionales en las series de tiempo. Esto sería una muestra de lo escasamente preparado que está para dirigir un banco central. La otra posibilidad es que, sabiéndolo, decida abiertamente mentir sobre la verdadera tendencia de las cifras. A este punto no me queda claro cual sería la peor.

El manejo de las cifras de inflación ha generado serías dudas sobre la credibilidad de las mismas. Las declaraciones del presidente del BCV no están ayudado, ni al país, ni mucho menos a la institución que preside. Es necesario que el país de un debate sobre si el BCV está en capacidad de entregar información económica confiable. La capacidad técnica todavía la conserva, el problema es que han convertido al BCV en un apéndice del Ejecutivo. Entonces se da la situación que quien va a ser examinado produce las cifras con las cuales va a ser medido. Ahora es que los venezolanos empiezan a entender la importancia de la autonomía de las instituciones. Ahora es que empezamos a ver el lastre de aquello de “un solo gobierno”. De seguir la tendencia actual corremos el riesgo de terminar como las estadísticas argentinas: no se las come ni quien las cocina.

 

Francisco Ibarra Bravo

@franibar10

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