Macrolingotes por Óscar Alarcón

Fuente: ElEspectador.com
Mucho se ha especulado sobre el origen de Nicolás Maduro, el heredero de Chávez y actual mandatario venezolano.
Hasta se ha dicho que nació en Cúcuta. Por su condición de hombre humilde, sin mucha educación, que de conductor de bus pasó a manejar la Venezuela saudita. Es más que una locomotora. Esa condición lo hace meter las patas con mucha frecuencia. No tiene la inteligencia de Chávez y menos la de ese otro dictador de esa nación —también de origen colombiano e igual sin mayor educación—, Juan Vicente Gómez. Le tocó tomar la responsabilidad que por sucesión le delegó su antecesor. Su falta de preparación, como dirigía García Márquez, lo hace confundir el culo con las témporas.
Se ha dicho que el apellido Maduro tiene origen venezolano. Sin embargo, cerca de La Haya hay un hermoso parque en donde se muestra a Holanda en miniatura con sus canales, molinos, monumentos, avenidas, en fin, toda la belleza de ese país que ha tenido la virtud de robarle tierra al mar. Se llama Madurodam, construido en 1952 en memoria de George John Lionel Maduro, un activo miembro de la resistencia durante la ocupación nazi. Fue él hijo único de un rico matrimonio de Curazao. Falleció en un campo de concentración, víctima de tifo, en febrero de 1945. Joshua y Rebecca, sus progenitores, idearon esta obra para que se recordara la lucha que lideró su hijo en contra del régimen entonces imperante. Al apellido Maduro se le añadió “dam”, que en holandés significa “dique” o “represa”.
Lo anterior parece significar que el apellido Maduro es originario de las islas holandesas del Caribe. ¿Quién podría imaginarse que un presunto pariente del mandatario venezolano luchó contra el nacismo, mientras el Nicolás Maduro del siglo XXI es posible que pase a la historia sin pene y sin gloria? Perdón, también me equivoqué: sin pena.