El Sucre, emboscado por Walter Spurrier

Sucre, el sistema de pagos para el comercio de la Alba, sobre todo entre Ecuador y Venezuela, abre oportunidades a exportadores nacionales pero también da origen a delitos financieros. Las oportunidades surgen porque el canal normal de comercio entre los dos países lo traba el Cadivi de Venezuela. El Cadivi está encargado de vender a los importadores venezolanos los dólares para pagar a nuestros exportadores, pero lo hace con atraso y de manera errática. A Venezuela es fácil exportar pero casi imposible cobrar. El Sucre es un mecanismo mediante el que los exportadores reciben el pago en moneda nacional directamente del banco central de su país, y los importadores pagan a su banco central en moneda nacional y reciben la mercadería. Los bancos centrales periódicamente compensan cuentas, y el banco del país neto importador paga en dólares el saldo deudor. La oportunidad surge que como Venezuela es el propulsor del Sucre como medio de aproximar las economías de la Alba entre sí, el Cadivi asigna sin retardo las divisas para saldar las cuentas de los bancos centrales. Como el Ecuador está en el Sucre, no así otros países tradicionalmente suministradores de Venezuela, cabe destacar Colombia, nuestros empresarios tienen casi exclusividad para abastecer el mercado venezolano, tan requerido de todo hasta papel higiénico.El resultado ha sido tal bonanza de las exportaciones que el cupo de USD 500 millones semestrales al que puede ascender el déficit comercial bilateral queda corto, y el Ecuador ha pedido que las compensaciones sean más frecuentes. Más serio es el surgimiento de exportaciones fantasmas para aprovechar que mientras el tipo de cambio oficial es de 6 bolívares por dólar el paralelo es de 36. Las exportaciones fantasmas pueden hacerse bajo el Sucre o bajo el mecanismo normal, pero como el Sucre es un mecanismo de pago automático por parte del Banco Central del Ecuador, es mucho más atractivo. Eso ha dado lugar a que especuladores venezolanos con buenas conexiones en su país establezcan en el Ecuador empresas fantasmas de existencia fugaz y con prestanombres para defraudar al Fisco venezolano. Y al hacer las operaciones desde el Ecuador, enraízan una actividad ilegal, que va desde recibir dólares de exportaciones fraudulentas, a buscar mecanismos para lavar el dinero mal habido. Para reprimir estas actividades delictivas han entrado en acción la Fiscalía General, de oficio; la Superintendencia de Bancos, por el ángulo lavado; y el SRI, para cobrar los impuestos a los contribuyentes fantasmas. Por el buen honor del Ecuador, urge que las autoridades puedan pronto producir nombres de presuntos delincuentes, cantidades incautadas, en fin demostrar efectividad en la represión de este floreciente delito.
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