Mao Zedong, el legendario líder y padre del Partido Comunista de China (PCCh), es recordado por sus hazañas militares, su profundización intelectual en el tema de la guerra de guerrillas y su particularmente desafiante política exterior tendiente a la autonomía internacional. Pero también el culto a la personalidad y los desastres derivados de la revolución cultural son rememorados cuando se habla de Mao. La segunda generación del PCCh tuvo una dirección brillante en la persona de Deng Xiaoping, considerado el arquitecto de actual China, quien ingenió un modelo en el que el dominio político del Partido no tenía por qué estar enfrentado a la posibilidad de que ciertas regiones del país funcionasen con algunas libertades económicas. Deng desafió con éxito a las teorías de la modernización que hasta hoy sigue teniendo adeptos entre los estudiosos de la economía política de la democracia, y que reza que el crecimiento económico es capaz de generar un ambiente propicio para la demanda de libertades civiles y políticas. En China esta teoría sigue encontrando resistencias, y la más fuerte de ellas se manifestó en 1989 en la plaza Tian’anmen. La tercera generación la encabezó un discípulo político de Deng, Jiang Zemin (recordado por estas tierras caribeñas). Jiang recogió el testigo y, tal y como lo esperaban sus “mayores”, continuó la senda trazada por las “cuatro modernizaciones” (agricultura, industria, ciencia y tecnología –incluye educación-, y defensa). Las transformaciones desde un sistema bipolar a otro de transitoria primacía estadounidense fueron el principal reto de Jiang, logrando mantener el crecimiento económico y elevando el perfil militar chino frente a la única superpotencia. Pero su mayor legado fue la estabilidad, pues se consagró el modelo de alternancia controlada en el que el presidente saliente dejaba las dos principales instancias de poder, presidencia de la República Popular y Secretaría del Partido, pero se mantenía por unos años la tercera, la Comisión Militar Central. Una China en auge económico y un mundo transición hacia la multipolaridad, con China destacándose en dicho proceso, fue lo que heredó Hu Jintao. ¿Pero, qué dejará él en herencia?
El presidente saliente ha dirigido con éxito la cuarta generación del PCCh, siendo el primer líder chino que no participó en la Larga Marcha de Mao, es decir, forma parte de una generación distinta desde los puntos de vista partidista y biográfico. Su vida y formación se dan de lleno en la República Popular, siendo en sí mismo un producto del accidentado pero continuo proyecto del comunismo chino. A Hu le tocó vivir el arribo incuestionable del mundo multipolar heterogéneo que, como hemos dicho, responde en buena medida al auge chino. La misma administración acentuó la participación china en África y con Hu (y su mano derecha, Wen Jiabao), China incrementó su presencia en zonas tan remotas como América latina, no sólo en aspectos comerciales, el fuerte de la expansión geopolítica china, sino en temas tan específicos como el tecnológico, la participación en ingeniería civil, el apoyo técnico militar y el soporte diplomático para gobiernos adversos a los Estados Unidos. Coincidió Hu con la crisis económica que afectó, sobre todo, al mundo noratlántico, y eso le permitió a la cuarta generación del PCCh imponer a Zhu Min como vicedirector ejecutivo del Fondo Monetario Internacional, a cambio del apoyo a la Christine Lagarde, jugada que le permitió a la Unión Europea mantener el control sobre el FMI, a pesar del escándalo de Dominique Strauss-Kahn.
No obstante, sus logros geopolíticos se ven empañados por la gestión interna y el despertar de facciones contestatarias en el seno del partido. La corrupción, o mejor dicho, la publicidad que han recibido los casos de corrupción en China (y en sus múltiples destinos de inversión en el mundo) alcanzan su máximo con el reciente escándalo de Bo Xilai en el tema de tráfico de influencias y abuso de autoridad. El caso, que involucra al hijo de un prominente líder histórico del PCCh (Bo Yibo), expuso pugnas internas de poder, control económico y, sorpresivamente para Occidente, factores ideológicos. Los neomaoístas, ala descontenta del Partido, denuncian una desviación sustancial de los principios y valores sobre los que se funda la República Popular. La publicación reciente de datos sobre la fortuna de Wen Jiabao no hace sino empeorar todo el cuadro interno en momentos en que la economía comienza a enfriarse.
Esta es la situación que dejará Hu como legado a Xi Jinping, el próximo presidente y cabeza de la quinta generación del PCCh.
Víctor M. Mijares