A ritmo de samba por Francisco Ibarra Bravo
Si se les pregunta a los argentinos que es el Mercosur, dirán que es un tango para dos. Para nadie es un secreto que el peso que tienen Uruguay y Paraguay dentro del esquema de integración es ínfimo. Lo que hemos visto la semana pasada con el ingreso por la ventana de Venezuela al Mercosur es solo una muestra de la pobreza institucional de este esquema de integración ¿Alguien se imagina un ingreso a la Unión Europea de esa forma? Venezuela ha sido finalmente aceptada, aprovechando la coyuntura paraguaya para salvar el veto que mantenía este país. Si Brasil y Argentina le han demostrado al mundo realmente lo que es el Mercosur, hay que tener aun menos dignidad para aceptar un ingreso de esta forma.
En Venezuela a nadie se le consultó sobre el ingreso. El capataz de la finca decidió sacarnos del primer esquema de integración regional, con una institucionalidad muy superior al Mercosur y con países de similares características para meternos con calzador en un baile donde no pintamos nada. Venezuela decidió, o mejor dicho, el capataz decidió darle la espalda al esquema de integración al que contribuyó durante largos años formar para ir a meterse en la casa de otros. Ese es el problema de tener a la cabeza del Estado gente impulsiva que no entiende las repercusiones de las medidas que adopta o mejor dicho, impone.
A Venezuela no le convenía ni le conviene el acceso a Mercosur. La Venezuela chavista está condenada a exportar solo petróleo y el petróleo se vende donde quiera y como quiera, no hace falta esquemas de integración para venderlo. El poco tejido industrial que queda no tiene perspectivas de exportar nada al Mercosur y de le tocará enfrentar la competencia que desde ahí vendrá, que con total seguridad será prácticamente brasilera. Es entonces cuando entenderemos que es en realidad el Mercosur.
Mercosur es un esquema de integración extremadamente proteccionista. Se entiende que una economía como a la brasilera le interese conservar su mercado, al resto de sus socios, sobretodo a los más pequeños, solo les ha quedado callar y aceptar. Esta es la razón fundamental por la cual Chile nunca se ha hecho, ni probablemente se hará, miembro pleno. La economía más dinámica de la región no tiene tiempo que perder cuando ha adoptado un modelo muy abierto de crecimiento, incluirse en el Mercosur sería prácticamente un suicidio económico. A Venezuela sin embargo han decidido inconsultamente incluirla en ese esquema como un nuevo satélite de la economía brasilera. Para Brasil indudablemente ha sido un triunfo y por eso aprovechó la coyuntura paraguaya para forzar la entrada. Ahora Brasil, y en menor grado Argentina, tendrán acceso a un mercado de 28 millones de personas que solo saben utilizar la renta petrolera para importar. Es de entenderse que algunos “empresarios”, surgidos a golpe de control cambiario, que solo se dedican a importar productos lo celebren como en las declaraciones de su vocero principal el día de ayer. La realidad es que si nuestra inclusión en Mercosur ha sido de una forma vergonzosa peor serán sus consecuencias de finalmente llegar a una unión aduanera con los países del sur. Venezuela le dio la espalda a Colombia, quien llegó a ser su segundo socio comercial y si se excluía el petróleo su principal. A Colombia exportábamos productos elaborados y teníamos una relación de iguales. Hemos cambiado, por capricho, un matrimonio que funcionaba con algunas dificultades pero funcionaba, por ir de arribistas en una fiesta en la que sencillamente no nos conviene estar, lo peor es que en esa fiesta, solo ponen samba.